Capítulo 24 (Parte 1)

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Jimin actuaba con suma naturalidad, como si nada hubiese pasado entre nosotros, mientras que con su simple cercanía, yo sentía mi cuerpo temblar y estremecerse.

—Soo Min —agitó su mano frente a mí, sacándome de mis pensamientos.

—Lo siento, estaba pensando —le sonreí, pero él me observaba con el ceño fruncido.

—¿En qué?

—Nada importante —intenté restarle importancia, pero él seguía observándome con atención.

Se cruzó de brazos molesto y no apartó en ningún momento su mirada de mí, lo que me hacía sentir incómoda.

—¡Jimin! Solo pensaba en ti, ¿está bien? —le dije exasperada de su actitud.

—Aaah —mencionó con satisfacción, y una enorme sonrisa se hizo presente en su rostro —¿Pero qué pensabas sobre mí?

—Dios mío, haces muchísimas preguntas.

—Y las seguiré haciendo si no me respondes.

—Los trajes de color azul te lucen, ¿satisfecho?

Me vio dudoso y negó.

—Debes darme un beso —cerró sus ojos e hizo trompa para que lo besara, lo que hice, para después ponerme de pie.

—Iré al salón. Tengo ganas de bailar.

—Está bien. Namjoon llegará en poco tiempo, entonces me quedaré en el jardín con los perros.

Me encaminé hacia el salón, luego ingresé al vestidor y cambié mi atuendo. Comencé a realizar mi estiramiento para evitar alguna lesión, tenía bastante tiempo de no bailar, pero extrañamente me encontraba "inspirada" para hacerlo.

Escuché un poco de ruido, como unos golpes e intenté inspeccionar el lugar, buscando alguna señal del sitio del cual provenía, incluso salí del pasillo e intenté abrir una de las puerta, lo que fue inútil, porque como era de esperarse estaba cerrada con llave.

Ingresé nuevamente al salón y puse la radio. No había tardado mucho en comenzar a bailar, cuando las canciones comenzaron a pasarse por sí solas, e incluso el volumen había incrementado.

Me acerqué para intentar detenerla, seguramente se había descompuesto, pero esta emitió un horrible ruido chispeante, para después apagarse por completo.

—Maldición —susurré más para mí misma, mientras intentaba encenderla nuevamente, sin obtener el resultado deseado.

Las bombillas se apagaron, e inmediatamente me di cuenta de que aquello no era una buena señal. Corrí hacia la puerta, pero antes de llegar, la puerta se cerró de golpe.

—Das asco. Hueles a él —aquella ya conocida voz habló —Debías huir, no quedarte.

—¡Jimin! —grité a todo pulmón, pero la sombra me lanzó con fuerza contra uno de los espejos.

—No pensaba hacerte daño, pero creo que me veré obligado a hacerlo, ya que a él no puedo siquiera tocarlo.

Me preguntaba si eso era solo una de esas horribles pesadillas que había comenzado a tener en cuanto pisé por primera vez el lugar, porque incluso mi voz no salía.

—¿Qué te hace creer que será diferente contigo? —rió con amargura —Ah, es cierto, lo siento. Ni siquiera sabes lo que él realmente hace. Tan ingenua e ilusa enamorada y viviendo con un completo desconocido. ¡Corre, huye de él y de mí! Pero el problema aquí es que él mil veces peor.

No podía levantarme, mis piernas no reaccionaban. Me arrastré hasta llegar al medio del salón, y aunque la sombra no tenía rostro, juro que podía ver su horrorosa sonrisa llena de maldad.

Mi cuerpo temblaba y luchaba por levantarme, pero cada intento era en vano, tan siquiera lograba mover una de mis piernas.

Comencé a escuchar los vidrios de los espejos hacerse añicos.

—Que descanses, Soo Min.

No sé en qué momento la puerta se abrió y Jimin se lanzó a mí, rodeándome con sus brazos fuertemente.

Las luces se encendieron y escuché los vidrios caer al suelo.

—Adrien se encargará, no te preocupes. Aquí no hay lugar para personas malas, Soo Min —me sonrió, y pude observar un diminuto corte en su mejilla.

—¿Quién es él, Jimin?

—Alguien que no quiso que su alma fuese purificada, librada del mal y una vida eterna.

Sus palabras me dejaron todavía más confundida y lo observé sin estar segura de sus palabras. No lo comprendía.

Iba a ponerme de pie, pero él me cargó entre sus brazos para "evitar" que me cortara.

—Debo limpiar este desastre.

—No te preocupes Soo Min, le diré a Nini.

—Pero es demasiado Jimin, déjame al menos ayudarla —él rió y negó.

—Muñeca, ¿quién ha dicho que Nini se encarga por completo de la limpieza del lugar? Ella lo hace de vez en cuando, pero en realidad es la cocinera.

—¿Entonces quién lo hace? —le pregunté, pero solamente se encogió de hombros, lo que me hizo estremecer.

Siempre me había preguntado cómo era que solo Nini se encargaba de limpiar un sitio tan enorme como este, pero aparentemente había estado equivocada durante todo este tiempo. El problema era que no había visto más personas hacer la limpieza.

Durante el resto del día, no se separó de mí por temor a que me pasara algo, incluso me llevó la comida a la habitación.

***

—Ya es hora de dormir —dijo con un libro en su mano —Hoy yo te contaré un cuento —se acostó a mi lado.

Curiosamente se voz hacía que me relajara, hasta el punto de hacerme caer en un profundo sueño.

—Ella es tan bonita —escuché algunos murmullos, eran voces de mujeres.

Me desperté de pronto, pero no había nadie en la habitación, ni siquiera Jimin. Tal vez solo había sido un sueño.

—¿Jimin? —lo llamé con la esperanza de que se encontrara ahí, pero solo me topo con tres de las muñecas en una esquina de la habitación, y me aterra el hecho de que parecen observarme.

Escuché unos fuertes ruidos e incluso lamentos, por lo que no dudé en levantarme y buscarlo.

Tomé la linterna y me encaminé por el pasadizo, topándome con varias de las puertas abiertas; sin embargo, solo ingresé a la habitación en donde había escuchado provenir el ruido, pero me topé con la sorpresa de que estaba completamente vacía.

Iba a salir, pero escuché nuevamente aquel ruido. Recordé la habitación oculta de las muñecas, que su puerta estaba en el piso, pero no había nada. Me recosté a una de las paredes, y uno de las piedras de esta pareció introducirse, para luego deslizarse, dejando una abertura.

Dudé en ingresar, pero finalmente lo hice. Solo había unas gradas hacia abajo y al fondo una puerta. Las bajé y cuando me disponía a quitar los cerrojos, Jimin me detuvo.

—¿Qué haces? —me sonrió, acorralándome contra la puerta.

Me puse completamente nerviosa y él lo notó.

—Había olvidado decirte que hay un jacuzzi, por eso tengo mi cabello mojado —movió su cabeza, salpicándome algunas gotas, —Regresemos.


*****

Hola, perdón por tardar tanto, pero en estos días me he sentido desanimada, incluso hoy no iba a subir el capítulo, pero decidí escribir al menos una parte.

Voy a intentar actualizar pronto.

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