Ayer y hoy

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Recuerda mi alma
cuando no estábamos solos,
cuando el cielo era claro
y el sufrimiento lejano.
A distancia se encontraban
la soledad y el abismo,
lejos estaban,
si yo estaba contigo.

El final se acercaba,
persistente con los días,
dispuesto a truncar
la algarabía de nuestras vidas.
Entonces la tristeza,
yo no la conocía.
Y de la soledad
tampoco tú sabías

Con inocente alegría
pasábamos los días,
dando gracias a la vida
por la dicha permitida

El futuro era incierto
mas el presente era perfecto...
Cosechando amores,
dando como fruto nuevas flores.
Extasiados, en un mundo ideal
en un paraíso primaveral.

Recuerda que nunca estuvimos solos.
Que siempre confiamos el uno en el otro.
Cuando te contaba mis penas y alegrías,
y tú escuchabas, callabas y reías.

¿Recuerdas como hablaba, contigo todo el tiempo?
Que antes de conocer,
a la verdadera soledad
te contaba mis tristezas
y me hacías continuar.

Que mis lágrimas
las secaba el suave viento,
de tu agradable beso,
que alejaba la tempestad.

Recuerdas que éramos
cuales tímidas violetas,
viviendo en un jardin,
tranquilos y sin penas.
La gente que pasaba,
a veces preguntaba:
¿Serán felices siempre?
Lo éramos mi alma,
por ser siempre tan unidos
¡Lo somos! Con vehemencia
les respondía yo.

Entonces el amor
no era soledad.
Entonces el vacío
Lo llenábamos los dos.
Ahora que te has ido.
¿Por dónde empiezo yo?

Ahora que el futuro
ya nos ha alcanzado,
y nuestros destinos
se encuentran bifurcados.
Aún no puedo comprender
¿Cómo es que ha cambiado?
¿Cómo es que tantas lágrimas
de mí ya han brotado?
¿Cómo puedo algún día
volver a aquel pasado?

¡Cómo se termina
en un momento la alegría!
El dolor cortó de tajo,
la felicidad de otros días
y lo que creíamos eterno
ahora se termina.

Y el matiz del cielo cambia
y descubres la agonía,
descubres lo inmenso
que puede ser el dolor.
Como espinas enterradas,
en el torrente sanguíneo...
Y conoces el sufrimiento
que deja el amor impío.

¡Cómo la nada se apodera del todo!
Después que todo acaba
para vivir no encuentras modo.
Si lo que construimos
ha dejado de existir
y no se alza ante nosotros
ningún porvenir.

Ya no agradezco a la vida
por los dones derramados,
ya no como antes
cuando estabas a mi lado.
Ahora queda el profundo hueco
y de tu ausencia el dolor
Y quiero agradecerle a Dios
como antes, hoy;
mas no puedo, si no entiendo
por qué de mí te llevó.

Sí, alma mía,
la vida nunca se detuvo.
El tiempo pagó lo justo
y dejó en un "jamás" un "para siempre",
en un "nada" a un "por siempre".

La gloria fue reemplazada
por esa amenaza distante,
que a nuestro sendero
se acercaba acechante.
¿Con qué armas podíamos
tú y yo enfrentarle?

¿Recuerdas los paseos
bajo un cielo soñado?
Viendo a aquella luna
y de las estrellas sus encantos
Las charlas continuas
y aquellos pensamientos,
que alegraban nuestros ratos.

Lo recuerdo y atesoro aunque no estés,
guardo y anhelo los momentos de ayer.

Podría gastar
mi tinta enumerando,
los multiples recuerdos
que con los años he guardado.
Mas ya es tarde, vida mia
y el sueño vence a mis parpados.
Me voy a la cama
tan solo pensando,
en aquel dulce pasado
y en este lúgubre cambio.

Me despido y me acompaña
de la mano la soledad,
mi enterna compañera
que ahora suple tu lugar.

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