¿Se puede extrañar la voz
que no se ha escuchado nunca?
¿Los versos, la tinta
impresa en papel?
Las cartas, las palabras
llenas de melancolía,
¿se puede extrañar lo que nunca fue?

¿O se extraña más a ese amor pasional?
Que se vive en callejones oscuros.
El que está prohibido, el que deja heridas,
el de aquel infame que no sabe amar.

El amor que condena, que arrastra hasta el infierno:
laberinto de dudas, de media verdad.

El descenso al averno,
mientras se vive en el cielo...
Paradójica aventura,
callejón sin salida.
La vida, la muerte
por un beso robar...

¿Dolerá más la añoranza, la desesperanza
de no ser correspondido?
No hay alimento para el corazón herido...
Tan solo suspiros,
porque es prohibido.

Más a mí me duele
extrañar sus labios,
su cuerpo, sus besos
surcando mi piel.

Me duele más
los momentos vividos,
las tardes a su lado,
sus ojos, su brillo...
Me duele verlo
y saber que ha sido mío.
Me ahogo sin sus besos;
sin él no respiro.
Es nada mi vida
si ya no está él.