Los carteles y pancartas te mienten,
tu no vales nada.
Eres igual de translúcido que el resto,
tienes igual de opaca la mirada.
Eso de merecer o ser mejor o solamente ser
es una vil falacia.
¿Te sientes feliz? ¿Te alegras? (¿Lloras?)
¡Ámate más, ámate más, ámate más!
De lo contrario, nadie te amará
(sinónimo de "nadie te va a soportar
si de esa nube de melancolía no bajas").

Ya lidiamos con suficientes demonios
como para no aprender a autocomplacernos.
Es ahora cuando se vuelva orgasmico el silencio,
es ahí donde pierden sentido todos los rezos.
El humano solo está satisfecho
cuando disfruta de su soledad.

¿Para qué el matrimonio?
¿Para qué un compromiso?
Todo se va al carajo cuando se hartan
y tratan de escapar
de esos aburridos laberintos
que se atoran en el cuello
y le impiden hablar.

¿Estás satisfecho contigo mismo?
Nada va a mejorar.
¿Estás llorando por dentro
porque sientes tus pies
rozando el borde del abismo?
Nada va a mejorar.

La duda siempre existirá
y el autosacrificio
es ese karma que nunca va a regresar
y solo te dedicas a imaginar,
a pensar, en todas esas buenas acciones,
en esas sonrisas falsas
que le dedicaste a tu mamá...

Y solo te pones a pensar, formulando quejas,
porque sabes que en el fondo estás podrido
y nada del amor vendido
recibirás.