Tenía razón al decir que te dejaría,
que de mí nada sabrías y me iría,
lejos, vadeando la luna, camalotes y caricias,
navegando en un barco de sonrisas.

Iría por los ríos del alma,
lejos, porque soy feliz cuando no sé nada,
cerca, porque a pesar de todo sueño con un alba,
y es necesario llorar para reír mañana.

Porque soy feliz cuando no te recuerdo,
porque soy feliz estando lejos,
porque soy feliz si no te quiero,
porque soy feliz al decir que te detesto.

Porque no soportaba llorar cada día,
merecía más que puñales y heridas,
merecía que me amaran con la vida
y que me lo demostraran sin disfonía.