twenty-nine - a day as a parker

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chapter xxix.
( homecoming )

a veces pienso que soy demasiada gente
soy demasiada gente
demasiada gente,
demasiada gente a la vez
too many people ─── pet shop boys

residencia parker, queens, nueva york
3 de agosto, 2016
( punto de vista de lisa )

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Mi nueva y pequeña familia se sienta a la mesa de la cocina, el sonido de los dientes crujiendo en tostadas y cucharas raspando los tazones de cereal es lo que nos rodean. La última vez que miré el reloj, eran alrededor de las 7:35 a.m., lo que era una hora impía. Aún así, estamos todos despiertos, pero eso no lo hace menos terrible.

Bostezando, deslizo un mechón suelto de cabello rubio hacia mi coleta y reajusto la camisa de mi tía demasiado grande en mis hombros. Maria se queda descansando en mi regazo, haciéndome sonidos extraños y silenciosos mientras reboto mis rodillas para mantenerla distraída. Ella toma como rehén a una de mis manos, con mi dedo índice firmemente cerrado dentro de su manita oscura. Frente a mí y todavía en pijama, May come una taza con yogurt y su largo cabello castaño está retorcido en un moño alto. Peter me da una sonrisa cansada y apoya su mejilla en su puño sentado a mi lado, su mochila descansando perezosamente junto a la puerta.

—¿Cuál es tu horario para hoy, Peter? —rompo el silencio, tomando con la cuchara un montón de corn flakes.

Aún comiendo su tostada casi quemada, mi hermano pequeño hace una mueca.

—Tengo un examen de español en el insti y, eh... —se interrumpe de repente, su cara se pone un poco roja de vergüenza.

Le levanto una ceja, mirando entre él y May, quién se encoge un poco.

¿Qué?

Peter se mueve torpemente en su asiento, mirándome preocupado.

—El Intensivo Stark.

Trago saliva pero mantengo mi cara en blanco.

—¿Intensivo Stark? ¿Qué es eso?

Los ojos de Peter se contraen. Levanto una ceja. Él guiña un ojo. Yo frunzo.

—Está consiguiendo experiencia laboral antes de la universidad en un par de años —May toma su taza con las manos—. Quizás conoces al tipo con el que está trabajando, Lisa. ¿Cómo se llama, Peter? —el joven la mira mientras ella susurra, pensando—. Es, eh, Harold Hogan. Lo llaman 'Joy' o algo así.

Ja. La próxima vez que vea a Happy, si es que lo veo, lo llamaré 'Joy.'

—¿Experiencia laboral? ¿Por qué Happy...?

Antes de que pueda terminar mi pregunta, recibo una buena y rápida patada directamente en la espinilla.

—Ah... —grito, mis ojos se dirigen a Peter antes de que la comprensión me haga sentir como una idiota—. ¡Ajá! —los ojos de Peter permanecen abiertos y nos apresuramos a asentir, nuestras cabezas se mecen de un lado a otro—. Oh sí, creo que recuerdo a papá, Tony, decir algo al respecto. Mmhm.

—Mmhm, sí —Peter asiente ansiosamente hacia mí, sorbiendo su zumo.

Cuando May se va a buscar más café, me vuelvo hacia Peter y frozo mi espinilla dolorida.

—La próxima vez que decidas patearme, muestra un poco más de moderación, ¿quieres? ¡Me gustaría volver a caminar!

—¿Qué quieres que haga? —Peter susurra y vuelve a abrirme los ojos.

Me quejo por lo bajo, reajustando a Maria desde mi regazo hasta mi hombro.

—Entonces... —May se sienta de nuevo en la mesa, colocando su taza de yogurt ahora vacía a un lado.

Uh oh. "Entonces" nunca es un buen comienzo. En todo caso, es la promesa de una conversación que probablemente no voy a disfrutar. Peter y yo miramos a nuestra tía con expresiones cautelosas. May endereza sus hombros con curiosidad y entrelaza sus dedos sobre su mantel individual, haciéndome sonreír un poco ante su fingida seriedad.

—Lisa, odio ser la que te lo mencione —nuestra tía hace una pausa y frunce el ceño un poco—, pero...

Pongo la barbilla contra la espalda de María y asiento, entendiendo.

—Pero os debo algunas respuestas. Lo sé.

Peter rápidamente sacude la cabeza.

—No nos debes nada. Solo... ya sabes, han pasado dos meses y tienes un, eh, bebé y.... —fu dedo roza su cara, recordándome la cicatriz—. Y solían decir que podrías estar... —se apaga, dejando escapar un suspiro silencioso—, muerta.

Huh. Bien. Puedo ver por qué es un poco desconcertante cuando lo dice así.

—Vale. Está bien. Pues, durante el... —mis ojos se dirigen a mi hermano y los suyos me parpadean a una velocidad ridículamente rápida, recordándome completamente que necesito elegir mis palabras con cuidado—... tiempo que Peter y yo pasamos en Alemania, yo estuve involucrada en la situación del aeropuerto entre los Vengadores.

Peter hincha un poco los labios y mira en silencio a nuestra tía desprevenida.

—No cumplí con los planes poco claros de un funcionario del gobierno y conseguí ser arrestada —suelto una extraña carcajada y palmeo torpemente la espaldita de Maria cuando May y Peter abren los ojos ante esta nueva información—. Tal vez, más o menos, escapé de la prisión en la que me metieron y procedí a pelearme con mi padre, Steve Rogers y un par de asesinos —en un silencio incómodo, ambos me miran con esos mismos ojos abiertos de par en par—. Dicho esto, si me voy a quedar aquí...

—Lo que ya haces —interrumpe May, aún manteniendo una expresión implacable incluso después de todo lo que les acabo de decir.

—El punto es que tenemos que actuar como si todo fuera normal. Si actuamos como si se estuviera ocultando un enorme secreto —Peter mete la cuchara en su cereal, sin apartar los ojos de mí—, no seré capaz de salir de Nueva York.

Sigue otro breve silencio.

—Vale. Vale —May finalmente asiente con una expresión seria—. Esto es lo pienso —Peter y yo nos inclinamos hacia adelante en nuestros asientos—: Eres la hija de un amigo que se queda con nosotros durante unas semanas después de que tu... esposo —casi me estremezco ante la palabra— falleciera en un trágico accidente.

Mis labios se fruncen.

—¿Y estaréis dispuestos a mentir por esto? ¿A vuestros amigos y compañeros de trabajo? Seguramente se lo crean, pero no quiero meteros en esto si no es lo que queréis.

Peter rueda sus ojos de cachorrito y me da una sonrisa burlona.

—Os queremos a las dos aquí. Lidia con ello.

Una pequeña sonrisa mía aparece en mi rostro.

—Gracias. Lo digo en serio.

—¡De nada! —Peter se ilumina, volviéndose hacia mí—. Eh, quiero decir, si quieres, podemos comparar notas sobre cómo sería trabajar en un lugar como Industrias Stark.

—¡Eso sería genial! —reprimo una voz alegre y una sonrisa, dispuesta a hacerlo por él.

—Peter, parece que recuerdo que tienes que irte al insti, ¿verdad? —May hace una expresión juguetonamente pensativa, frunciendo los labios.

—Ew —arrugo mi nariz hacia él.

—¿Verdad? —él arruga su nariz hacia mí.

Vamos —May lo empuja en broma de su silla con el pie.

—No te preocupes, Peter —le doy una sonrisa reconfortante—. Podemos 'comparar notas' cuando llegues a casa.

El chico asiente ansiosamente, pero luego suspira con grave consternación por tener que ir al horrible lugar llamado 'inti'. Se despide de May con un beso en la mejilla y se aleja de la mesa. Sonrío tras él mientras levanta su mochila, dejándola caer sobre sus hombros. Estoy preparada para decirle adiós cuando de repente se voltea, frota los rizos de Maria y luego besa mi propia mejilla. Mis ojos se abren sorprendidos, pero ninguno dice nada antes de que él dé un gesto triste y salga por la puerta principal.

May solo sonríe un poco, y estoy bastante segura de que está llorosa cuando pone los ojos en blanco y se burla de sí misma.

—Perdona. Es que veros juntos es lo que deseaba desde hace mucho para los dos —sonrío hacia abajo, ella suspira y mira el reloj—. Agh, Lisa, lo siento mucho, pero mi turno en el hospital comienza en media hora.

Mis cejas se alzan rápidamente y niego.

—No, no, no te disculpes. No quiero que reorganices toda tu vida solo por esto. Además, debes mantener las apariencias.

May me da una cálida sonrisa, poniéndose en pie y yendo por la casa para prepararse. Levanto las piernas y descanso los talones en el borde de la silla, moviendo suavemente el pequeño y cálido cuerpo de Maria sobre mis muslos. Me inclino más cerca para besar su frente hasta que ella lanza su cabeza hacia atrás y estornuda justo en mi cara.

Cierro los ojos y le hago una mueca.

—Lo hiciste a propósito, ¿no?

Caminando de regreso a la habitación y poniéndose los zapatos, May vuelve a hablar lentamente.

—El padre de Maria no está por aquí, supongo —miro a mi tía, sintiendo que mis mejillas se enrojecen un poco y mi corazón late un poco más rápido.

—Su padre nunca estuvo —trago saliva, rodando los ojos enojada conmigo misma—. Tony y yo tenemos mucho más en común de lo que pensaba.

Mi tía me besa la línea del pelo y me abraza de la manera en que solo Pepper lo ha hecho. Aún manteniendo un brazo alrededor de mis hombros, ella se aleja y sigue mi mirada hacia el pequeño ser que yace en mi regazo.

May acaricia suavemente la mejilla redondeada del bebé.

—Eso no me suena tan mal.

La miro con los ojos muy abiertos, y una sonrisa lenta y suave toca mis mejillas.

—Gracias, May.

Ella guiña un ojo, suspira y se dirige a la puerta.

—Bueno, ya me voy. ¿Estás segura de que estarás bien?

May —estiro su nombre y giro los ojos.

—¡Vale, vale! Dios, eres como Peter.

—Lo empiezo a entender, sí —doy una risa incómoda, parándome y caminando para decir adiós—. Que pases un buen día.

Y luego la puerta se cierra y me quedo sola en medio del departamento de los Parker.

—Vaya, fíjate —miro a Maria mientras balbucea y se queda apoyada en el espacio entre mi pecho y mi hombro—. Esto es extraño, lo sé. ¿Qué haremos en su ausencia?

Su boca rosada se abre lo más que puede, dando un pequeño bostezo.

—Podríamos ducharnos —sugiero y toco su mejilla regordeta, frunciendo el ceño al tiempo que ella hace lo mismo—. ¿Por qué me das esa cara? ¿Qué significa? Escucha, Noodle, eres una miniatura, ¿de acuerdo? No puedes darme esta actitud desde el principio.

Dios, realmente es una Stark.

Han pasado meses desde que puedo ducharme en un baño limpio y me aseguro de disfrutarlo mientras el agua tibia me llena la cara. Me sacudo el pelo y me quito el champú antes de ajustar a Maria contra mi costado. La sostengo un poco lejos de mí, pasando mis dedos por sus rizos de color marrón oscuro para lavarlos. La niña se queja y se menea al sentir el agua en su pequeña espalda, agitando sus bracitos y arrastrando sus dedos sobre mi cara.

—¡Quédate quieta! —ella continúa moviéndose, haciéndome gemir—. No me estás poniendo esto muy fácil, Maria.

Obtengo una mano húmeda y jabonosa en la cara.

Pongo los ojos en blanco, frunciendo los labios.

—Vaya, gracias por eso, Noodle.

Ella comienza a quejarse, dejando muy claro que ya ha terminado con la ducha. Lentamente cierro el agua caliente, saliendo de la ducha y envolviéndonos a ambas en toallas. Suavemente colocándola sobre una de las alfombras de color amarillo claro, me siento frente a ella y empiezo a pasar la toalla sobre su cabeza para secarla.

Su cabello es mucho más rizado que el mío, lo que me hace suponer que lo ha heredado de... bueno, de Michael. Sin embargo, el color definitivamente pertenece a los Stark, ese marrón muy específico que había sido del abuelo, luego de Tony y ahora mío... o solía ser mío. Aunque ella realmente me recuerda a Tony. Tiene una nariz Stark y esas pestañas ridículamente gruesas. Me saca de quicio.

—Aún somos solo tú y yo, amiga —tomo su manita y extiendo sus cinco mini dedos contra la palma de mi mano—. Pero estamos bien, ¿no?

Su boca se curva en otra de esas sonrisas reflejas y, después de devolverle una pequeña sonrisa a medias, suelto un pequeño suspiro y me froto la frente, tratando de sacudir esa sensación en mi pecho que no desaparece. Es como si hubiera estado atrapada. Al crecer, siempre tuve que tener cuidado al salir por razones de publicidad y seguridad. Ser la hija de Tony Stark era un buen objetivo para situaciones de rescate, pero esto es diferente. Si me atrapan, me encarcelan y no sé qué le sucedería a Maria. Podría ponerla en un hogar de acogida, o tal vez dársela Tony o Pepper, o enviarla a la tercera razón por la que dejé Wakanda.

Michael Allan.

La primera fue encontrar a Janice y... no salió como yo quería. La segunda es cuidar a Peter, asegurarme de que no lo maten, lo que podría ser más difícil de lo que esperaba. Y la gran número tres: supe que necesitaba rastrear y descubrir qué diablos quería Michael Allan de mí hace todos esos meses.

Entonces, en lugar de pensar en Tony o Janice o en lo sofocada que me siento, paso el resto del día frente al ordenador súper gueto de Peter mientras Maria duerme en su colchón. Me desplazo por cantidades ridículas de perfiles y artículos solo para encontrar algo sobre él. Y no hay nada. Una y otra y otra vez. Y luego, lo encuentro en uno de los muchos archivos de S.H.I.E.L.D. E incluso si éste se ha dañado ligeramente, haciendo que algunas partes presenten fallas y se vean borrosas, sé que es otra cosa por la que debo agradecer a Natasha Romanoff.

Aparentemente, Michael Allan nació en Nueva York y terminó estudiando ingeniería en la Universidad de Columbia. No hay nada aquí que lo conecte conmigo en absoluto, lo cual es quizás la parte más espeluznante. Lo que puedo ver es solo un montón de información útil, en serio. Lo que más ayuda es su lugar llamado Compañía de Recogida Toomes; podría darme un buen comienzo para encontrarlo.

—Lisa, ¡estoy en casa! —la voz de May me saca de mis pensamientos antes de que aparezca en la puerta, bajando la voz en un susurro al notar que Maria duerme—. ¡Lo siento!

Inmediatamente haciendo clic fuera de lo que está en la pantalla, fuerzo una sonrisa y alejo su preocupación.

—Maria puede dormir en medio de un desastre natural y nunca se daría cuenta. Ella está bien, confía en mí. En realidad, eh... —una luz de esperanza entra en mis ojos—, ¿te importaría vigilarla mientras salgo a caminar?

—Claro que no. Hay una buena tienda de delicatessen llamada Delmar's a unas seis cuadras de aquí, por si quieres un lugar para comer —ella ladea un poco la cabeza—. ¿Te encuentras bien?

—Sí, sí —beso la frente de Maria, poniéndome una sudadera y agarrando una de las gorras de béisbol de Peter, sintiendo de repente que si no salgo ahora, nunca lo haré—. Estoy perfectamente. Solo... —suspiro, admitiendo cuando levanta una ceja—: Necesito un poco de aire fresco, supongo.

May me mira un segundo más y me siento agradecida cuando solo dice:

—Vale. Ten cuidado.

Cuando salgo del edificio, me enderezo la gorra en la cabeza y me acerco el cabello a ambos lados de la cara. Caminando en la dirección que May me señaló, mantengo mis manos en el bolsillo holgado de la sudadera para asegurarme de que mis propulsores permanecen ocultos. Me mezclo con la multitud fácilmente, respirando el familiar aire de la ciudad. Ya puedo sentir que la tensión en mis hombros se afloja y el peso sobre mi pecho se aligera cuando el sol comienza a ponerse, finalmente dándome tiempo para olvidar todo lo que está detrás de mí.

Y luego una voz alegremente gorjea:

—¡Hola, Happy!

Me detengo en seco. La tensión regresa y el peso vuelve a mi pecho. Un ceño se apodera de mis rasgos, definitivamente reconociendo esa voz que vino de... alguna parte. Aún con ese ceño fruncido, miro con cautela alrededor y luego hacia arriba. Para mi sorpresa, encuentro dos piernas cubiertas de rojo que cuelgan sobre mi cabeza, balanceándose ligeramente. El chico al que pertenecen se sienta en la barandilla del edificio de apartamentos a mi lado, su cuerpo cubierto con un traje que pertenece al único Spider-Man. Retrocedo unos pasos y me protejo los ojos del sol para poder ver mejor a mi hermanito.

—Um, este es mi informe de hoy: he impedido la sustracción de una bici. No he encontrado al dueño y he dejado una nota —Peter da un gran mordisco al sándwich en su mano y habla por teléfono con la boca llena—. Um, he ayudado a una anciana perdida. Ha sido encantadora y me ha comprado un churro.

Sonriendo y sofocando una carcajada, miro alrededor hasta que mis ojos se posan en una escalera de metal cercana que se arrastra por el costado del edificio.

—Y... creo que soy capaz de hacer más. Me interesaría saber cuándo es la próxima misión de verdad —el quinceañero suspira profundamente—. Así que, llámame. Soy Peter... Parker —asiente un poco para sí mismo y luego cuelga con otro suspiro profundo, murmurando—: ¿Por qué le he contado lo del churro?

—Entonces, este es el Intensivo Stark.

El chico del traje rojo y azul se sobresalta ante la intrusión. Me mira bruscamente por encima del hombro mientras yo me paro en los peldaños metálicos de la escalera. Su cara está solo parcialmente descubierta, la parte inferior de su máscara había sido enrollada para comer. Aún así, puedo ver la sorpresa mostrada claramente en su rostro. Levanto mis manos en señal de rendición, subiendo más por la barandilla.

—¡Ah, eres tú! —Peter deja escapar un suspiro de alivio.

—Huh —paso por debajo del metal y me pongo a su lado—. Intentaré no tomar eso como una ofensa, gracias.

—¿Cómo me has encontrado? —el tono de Peter suena preocupado—. ¿Dónde está Maria?

Mi sonrisa se vuelve un poco más grande.

—No te preocupes. Maria está en el apartamento con May. En cuanto a cómo te encontré, estaba intentando buscar la tienda de Delmar —dejo caer mis ojos en el sándwich en su mano—. Veo que la encontraste primero. ¿Qué has estado haciendo?

—Pues... —Peter se encoge de hombros, su voz suena tan desinflada y casi avergonzada—, ayudando donde puedo.

—Me parece genial lo que haces. O sea, cuando May se entere, va a patearte, pero hasta entonces —sonrío y él asiente brevemente, sonriendo y rodando los ojos—, creo que eres genial.

—¿Crees que soy genial? —él se pone rojo como la remolacha y una sonrisa blanca aparece en su rostro—. ¡Gracias! Oye, por cierto, no era mi intención decir eso. Cuando apareciste. En serio —Peter sacude la cabeza, aún tratando de descubrir la forma en que los dos podemos bromear entre nosotros.

—Lo sé —me río y giro los ojos un poco—. Solo te estaba haciendo pasar un mal rato, tontín.

—¿Quieres? —Peter de repente me extiende su sándwich.

—Ooh sí, gracias —lo muerdo y asiento agradecida—. ¿Esto tiene pepinillos?

—Sí, ¿es un problema?

—¡Que va! —asiento y tomo otro bocado cuando lo ofrece—. Y me gusta que no tenga...

Demasiado pan —decimos al mismo tiempo antes de agregar rápidamente—: ¡¿Verdad?!

Él se ríe y agrega:

—Es mucho mejor cuando lo aplastan.

Muy aplastado —las palabras salen al mismo tiempo otra vez, seguidas de un "mmhm."

Los dos nos reímos y una sonrisa permanece en sus labios debajo de su máscara enrollada. Observamos la puesta de sol sobre Nueva York, solo contemplando la vista durante un largo momento.

—Sigues llamándome así —lo miro en cuestión y él especifica—. Tontín.

—Lo siento mucho, Peter, ¿no debería? —pregunto con preocupación.

—No, no, es que ahora tengo que encontrar un apodo para ti.

—Oh, ya veo —me río y asiento, tomando otro bocado de su sándwich—. Vale. ¿Qué tienes para mí, Pete?

—Hm —él tararea, inclinando la cabeza, pensando—. ¡Ya lo tengo!

—¿Qué? ¿Cuál es?

Él mete una pierna debajo de sí mismo antes de decir con una amplia sonrisa:

—Ahora vas a ser conocida para mí como... ¿estás lista? "Bizcocho."

Mis labios se arrugan en un ceño fruncido y le parpadeo.

—No.

Él resopla y asiente.

—Definitivamente, será Bizcocho.

—¡Cámbialo! ¡Tienes que cambiarlo, Peter! —toco su lado con ojos suplicantes debajo de mi gorra roja—. No pasaré el resto de nuestras vidas siendo conocida como 'Bizcocho.'

—¿Nos veremos por el resto de nuestras vidas? —sus ojos se agrandan.

Los míos también.

—Bueno... ¡sí! ¿No es eso lo que pensabas?

Él se encoge de hombros tímidamente.

—Yo... pensé que seguirías adelante.

—Tengo miedo de que estés atrapado conmigo, tontín —empujo su hombro con el mío.

Él se ríe y asiente con la cabeza.

—Vale, Bizcocho.

—¡Ugh! —levanto una mano y gimo en derrota—. Lo que sea.

Contemplamos la puesta de sol, sentados cómodamente en silencio. De repente, voces extrañas nos interrumpen, haciéndonos girar para ver a un grupo de muchachos caminando hacia un cajero automático con algunas armas de aspecto funky en sus manos. Eso no es bueno. Y esas armas lucen un poco extrañas. Como algo que usarían los Chitauri, lo que es... raro. ¿De dónde diablos las han sacado?

—¡Por fin, algo bueno! —suelta Peter aliviado, bajando su máscara.

Lo miro con los ojos muy abiertos.

—¿Qué? ¿Acabas de...?

Antes de que pueda terminar, él pasa un brazo alrededor de mi cintura y nos arrojamos a la calle. Nos balancea suavemente hacia el suelo hasta que estamos frente al cajero automático. Después de luchar para recuperar el equilibrio, mis labios se fruncen al ver a los hombres quemar un agujero en el objeto y, con una extraña energía azul, alejan el metal. Alguien tiene que hacer algo, y en el momento en que empiece a usar mis propulsores, estaré en el radar.

—Bien —asiento y me pongo el sombrero en la cabeza—, creo que nuestro primer movimiento va a ser llamar a la policía.

Peter rueda los hombros hacia atrás y cruje los nudillos.

—¿Me estás escuchando, Peter?

Él gira los brazos y estira la columna vertebral.

Parpadeo hacia él.

—Peter.

Luego salta de puntillas, como si estuviera a punto de unirse a una súper pelea de boxeo.

—¡Estoy listo! —su voz es excitantemente alta antes de volverse hacia mí—. Quédate afuera.

—¿Quieres que me quede...? ¿Disculpa? Espera, espera —y luego abre la puerta vidriosa, entra y, con mucho cuidado, la cierra en mi cara—. ¡No! ¡Niño!

Suspirando, voy a agarrar la manija justo antes de que él la bloquee con la mano y me salude. Jadeo y lo fulmino con la mirada, primero señalándolo y luego dibujando una línea en mi garganta. Ofreciendo un encogimiento de hombros no tan apologético, Peter mira las espaldas de los ladrones antes de posicionarse torpemente junto a la puerta, descansando contra ella en un intento de parecer "cool". Gimo y dejo caer la cara en mis manos.

—¿Qué hay, tíos? —lo escucho hablar a través del cristal—. ¿Habéis olvidado el PIN?

Mientras me asomo entre los dedos con preocupación, los ladrones se giran de inmediato y los encuentro usando máscaras de, bueno, nosotros.

¡Whoa! —Peter jadea y los señala mientras ellos levantan sus armas, haciéndome sufrir un paro cardíaco—. ¡Sois los Vengadores! ¿Qué hacéis vosotros por aquí?

Y después comienza a derribarlos. Si no estuviera tan molesta y preocupada, estaría impresionada.

—Thor. Hulk. Me alegro de conoceros por fin —salta al techo, golpeando a los dos hombres con sus máscaras—. Creía que en persona serías más guapo —y lo es.

—Uh, uh... —giro a izquierda y derecha, sin saber qué hacer en este momento.

Colgando boca abajo, Peter esquiva un golpe lanzado por 'Iron Man'.

—Iron Man! ¿Qué haces robando un banco? ¡Eres un multimillonario!

Peter repentinamente salta hacia el 'Capitán América', pero esa extraña energía azul lo congela en el aire y su voz sale deformada.

¡Que sensación tan rara!

Me paso las manos por la cara y gimo antes de abrir la puerta. Solo estoy corriendo hacia la mini sala cuando Peter es arrojado hacia atrás, chocando contra 'Hulk' y luego contra mí. Ambos volamos hacia atrás y gruñimos cuando nuestras caras chocan contra un soporte de cristal para fotos. Peter y yo aterrizamos con fuerza en el suelo, gimiendo un poco.

—¡¿Qué es ese chisme?! —exclama Peter, mirando la tecnología.

La energía azul sobresale repentinamente, levantándonos a ambos y golpeándonos contra el techo y el suelo.

—¡Empiezo... a pensar... que no son... los Vengadores! —Peter me gruñe.

¡¿En serio?! —le grito antes de salir del rayo azul y que Peter se agarre al suelo para mantener el equilibrio.

Deslizo mi pierna, derribando las del 'Capitán América'. El dinero vuela a nuestro alrededor mientras continuamos luchando contra estos tipos ridículos en el banco, quedándome en el suelo a la par Peter vuela por encima de mi cabeza.

—Bueno chicos, vamos terminando, que mañana tengo cole —cuando Peter pone a 'Iron Man' en la ventana, tira de su máscara para preguntar—: Siendo unos mataos, ¿cómo tenéis estos cacharros?

Un extraño zumbido suena detrás de mí y me giro justo a tiempo para ver a 'Hulk' encendiendo un arma púrpura mucho más grande.

—¡No! —grito en pánico, saltando hacia Peter. Él nos aleja tanto a 'Iron Man' como a mí de la explosión.

Un gran rayo púrpura de energía atraviesa la pared y explota en la calle. Peter y yo nos sentamos dolorosamente desde donde estamos acostados en el suelo para ver que una pequeña tienda de la esquina explotando en llamas y escombros.

Cuando nos ponemos de pie, los ojos de la máscara de Peter se abren y susurra:

—El señor Delmar —el chico salta a mi lado, cruzando la calle corriendo y entrando en el edificio en llamas—. Eh, señor Delmar, ¡¿está ahí?!

El chicos reaparece rápidamente unos segundos después con un hombre mayor y un gato en sus brazos. Sintiéndome totalmente fuera de forma, corro hacia donde él baja al hombre y me aferro a mi dolorido pecho, haciendo una mueca de cansancio al mismo tiempo que miro fijamente la tienda diezmada. Entonces, para contar los eventos del día, hemos dejado escapar a los delincuentes y hemos destruido una propiedad privada. Genial, así que ahora somos amenazas públicas.

Las sirenas de la policía zumban en la distancia y mis ojos se abren.

—Hey tontín, uh, tenemos que...

—¡Irnos! ¡Sí! —Peter termina mi frase—. Oh uh —le devuelve el gato al hombre—. Tenga.

El hombre murmura una respuesta agradecida y yo agacho la cara. Peter rápidamente me da la vuelta por mis hombros y me levanta de la calle, alejándonos de la escena. Nos deja caer en un tejado, donde rebota un poco y yo descanso las manos sobre las rodillas, tratando de recuperar el aliento.

Estoy a punto de comenzar a regañarlo cuando su voz aguda comienza:

—¡Happy! Me ha pasado algo súper flipante —levanto los ojos para encontrarlo al teléfono—. Unos tíos robaban un cajero con armas súper tec y... —se corta cuando Happy, probablemente, lo interrumpe—. Ya pero... —y Happy lo interrumpe de nuevo.

Gimiendo un poco, me pongo a caminar a su lado y me froto la cara cansada con las manos. Un lindo paseo tranquilo en Nueva York era todo lo que quería...

—Espera, espera, ¿te mudas? —pregunta Peter, sorprendiéndome—. ¿Quién se muda?

¡¿Alguien se muda?! —lo miro con los ojos muy abiertos.

Me toma del brazo y me acerca más al teléfono para que pueda escuchar una voz familiar responderle:

—Sí, ¿no miras las noticias? Tony ha vendido la Torre de los Vengadores —mis ojos caen a mis pies y algo se siente extraño en mi pecho—. Vamos a unas nuevas instalaciones al norte, donde espero que haya menos cobertura.

—¿Pero qué pasa con nosotros? —al darse cuenta de su error solo un milisegundo tarde, Peter deja escapar un grito de pánico cuando mi mandíbula cae sobre él.

—¿Nosotros? —repite mi tío confundido—. ¿Quién es 'nosotros'?

—Osea yo y... —mis manos señalan Peter rápidamente, tratando de que piense en algo—, yo mismo.

Me golpeo la frente con la mano y cierro los ojos.

Hay una pequeña pausa y me imagino a Happy poniendo los ojos en blanco antes de suspirar.

—¿Qué pasa contigo y tú mismo?

—Bueno, ¿qué pasa si el señor Stark me necesita o si, no sé, ocurre algo gordo? Por favor, ¿puedo hablar con el señor Stark?

—Tú lejitos de los peligros. Tony ya perdió a uno de sus hijos, ¿de acuerdo? —Peter y yo nos miramos, sus ojos tristes y de disculpa y los míos parpadeando a un lado—. No necesita otra desaparición, especialmente bajo mi mira. Yo soy responsable de procurar que tú seas responsable, ¿vale?

—¡Yo soy responsable! —Peter nos arroja a un callejón al azar, todavía discutiendo con un hombre con el que he aprendido a nunca discutir—. Oh, mierda. Mi mochila no está.

—Eso no parece muy responsable.

—Luego te llamo.

—No dudes en no llamarme —agradable, Happy, muy agradable.

Peter finaliza la llamada y frunzo ante las redes desgarradas que veo pegadas al costado de un contenedor de basura, donde imagino que alguna vez estuvo su mochila. No es que este fuera realmente el lugar más seguro para que él escondiera sus cosas, pero bueno.

—¿Qué significa esto? —me cuesta entender por qué robarle la mochila es tan importante.

—Significa no entrar por la puerta principal. No tengo ropa.

—Ah —asiento—. Ya veo que sí es un problema.

—Sí —él lanza un suspiro—. Vamos.

Nos colamos por la calle con poca luz hasta que nos encontramos en los arbustos al lado de su edificio de apartamentos de ladrillo marrón. Me ayuda a subir la pared ridículamente alta y maldigo el hecho de que la ventana de su habitación esté casi en la parte superior. Cuidadosamente, desliza su ventana para abrirla y me ayuda a pasar. Me aparto del alféizar y veo el colchón superior de la litera que May aparentemente instaló. Con la puerta completamente abierta, golpeo con un dedo mis labios hacia Peter y él asiente, quitándose la máscara y arrastrándose por el techo hacia ella.

Él cierra la ventana con cuidado y ambos saltamos en silencio desde donde nos encontramos. Descanso una mano sobre su hombro y, simultáneamente, damos suspiros de alivio al no haber sido atrapados. Nos guiñamos el ojo y chocamos los cinco antes de girar y que nuestras sonrisas caigan. Porque, justo frente a nosotros, se sienta un chico filipino bastante gordito con ojos saliendo de las cuencas y una boca en forma de 'O', y lo que creo que es una gran Estrella de la Muerte de lego que se derrama de su regazo y cae al suelo.

—Uh oh —susurro.

—¡¿Qué ha sido eso? —exclama la voz de May desde fuera de la habitación.

—¡Uh! ¡No es nada! —Peter entra en pánico y lanza una mano hacia la puerta—. ¡Nada!

—Eres el Spider-Man de YouTube —el niño respira y yo hago una mueca.

—Que va —Peter sacude desesperadamente su cabeza, presionando una mano contra su pecho y haciendo que el traje caiga de su cuerpo—. ¡Para nada!

—¡Estabas en el techo!

—¡Ay, madre! —jadeo al ver a mi hermano pequeño y mis manos vuelan sobre mis ojos—. Esos son tus boxers, Peter. Estás en boxers. No llevas pantalones.

Él atrapa un suéter gris cercano y lo sostiene frente a sus boxers.

—¡Lo siento, no! ¡Ah! Ned, ¡¿qué haces en nuestro cuarto?!

—May me dejó entrar —el chico, aparentemente Ned, farfulla en voz alta—. ¡Me dijiste que terminaríamos la Estrella de la Muerte! —sus ojos se dirigen hacia mí y se ensanchan, su boca tiembla y me señala con un dedo tembloroso—. ¡Ooosh, ah, tú... tú, tú eres... ah, aaaaaaah!

Mis grandes ojos se lanzan hacia Peter, que se tropieza con su traje para llegar a mí.

—Uh, uh, Ned, esta es Lisa Parker, la hija de la hija de la hermana de la prima de May... —Peter se desvanece mientras intenta recordar la historia.

—¡O algo así! —me río con torpeza, extendiendo mi mano hacia Ned para estrecharla—. Hola.

Toma mi mano aturdida, no la sacude, solo la sostiene... y la sostiene... y la sostiene.

—Peter —Ned se inclina lentamente hacia el otro chico, susurrando en voz alta y creciente—, ¡la hija de la hija de la hermana de la prima de la amiga de May es Lisa Stark!

Gimo y empujo mi cara hacia mis manos otra vez.

—Esto es un desastre.

—¡Ned, no puedes entrar a nuestro cuarto!

May abre la puerta, riendo y apartando con la mano el humo que se filtra en la habitación.

—Esa receta del pastel de pavo es un desastre. ¡Ah, bien, Lisa, tú también estás en casa! —me estremezco ante el humo y la saludo—. Vamos a cenar.

—¡Sí, vamos! —decimos Peter y yo rápidamente.

—¡Bien! —May señala al amigo de Peter—. ¿En el tailandés? Ned, ¿vienes?

—Sí —el chico rezuma, la idea de todo lo demás desaparece.

—¡No! —interrumpe Peter—. Tiene que hacer algo.

—... algo que hacer después —Ned acepta de repente, asintiendo.

Estoy literalmente tratando con críos.

—... Vale —May les da una breve mirada extraña antes de detenerse y señalar a Peter—. Mejor vístete.

Peter da una sonrisa incómoda y asiente antes de que la puerta se cierre, permitiéndonos a los tres soltarsuspiros de alivio.

Oh, ¡¿ella no lo sabe?! —exclama Ned con incredulidad.

—¡Nadie lo sabe! —Peter se gira—. Bueno, Lees lo sabe...

—¡¿Lees?! —Ned jadea—. ¡¿Puedes llamarla 'Lees'?!

—Oh, Dios mío —me dejo caer en la silla de su escritorio.

—Y el señor Stark, porque él me hizo el traje.

—¡¿Tony Stark te lo hizo?! ¿Eres un Vengador?

Peter hace una pausa antes de encogerse de hombros.

—Sí, más o menos.

Cuando Ned casi se desmaya, miro bruscamente a Peter, que evita el contacto visual.

Suspiro y rápidamente me levanto.

—Ned —él me mira con ojos asombrados—, no puedes contarle esto a nadie, y menos sobre mí. Tienes que mantenerlo en secreto.

—¿En... en secreto? ¿Por qué?

—¡Porque ella está huyendo, Ned! —exclama Peter incrédulo, deslizándose a mi lado—. Y ya sabes cómo es May. Si descubre que hay gente que intenta matarme cada noches, ya no me dejará salir.

—Yo lo estoy considerando.

Peter me frunce los labios antes de dar su mirada de cachorrito.

—Vamos, Ned, por favor.

—Vale, vale, vale. Te seré sincero —Ned respira hondo—. No sé si podré mantenerlo en secreto —me señala—, ¡esto es lo más guay de mi vida!

—Ned, May no puede saberlo. Ahora no puedo hacerle eso. ¿Sabes? —sus ojos se ponen tristes y tartamudea—. Con todo lo que ha pasado, yo... por favor.

Cuando Ned finalmente acepta mantenernos en secreto, los dos suspiramos y nos pasamos las manos por el pelo.

No puedo creer que esté pasando esto.

—¿Puedo probarme el traje? —cuando Peter le niega rápidamente, no parece escucharlo—. ¿Cómo va? ¿Con imanes? ¿Cómo es que Lisa Stark aquí? ¿Por qué? ¿Cómo la conoces? ¿Es tu novia? ¡¿Cómo disparas los hilos?!

Peter lo conduce hacia la puerta.

—Mañana en el insti te lo cuento todo.

—¡Genial! —Ned se detiene por la puerta para preguntar—: Pero espera. ¿Cómo haces esto además del Intensivo Stark?

Ruedo los ojos y Peter mira con incredulidad.

—Esto es el Intensivo Stark.

—¡Oooh! —tocando su nariz con el dedo, Ned asiente entendiendo antes de mirarme—. Cuando tenía once años, tú eras el personaje en mi pijama.

—¿Cómo dices?

Peter hace una expresión horrorizada y empuja a Ned fuera de la habitación.

—¡Y ahora vete!

Tan pronto como se cierra la puerta, Peter y yo gemimos y nos miramos con expresiones agotadas.

Hay una pequeña pausa antes de que yo sonría.

—Cuando tenías once años, ¿era yo el personaje de tu pijama?

—¡Cállate!

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¡Holaaaap! Ta tenéis disponible THE DEATH SEASON, la historia que junta a Lisa, Laurie y Svet en Infinity War y Endgame :-)

¡Espero que os guste!

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