Parte 5

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Ignorar a mi hermano es más fácil de lo que parece. Tan pronto como empecé mi Ley del Hielo, él hizo lo mismo... Es un juego que hemos jugado toda nuestra infancia.

Nana y José son nuestros intermediarios en casa, su secretaria lo es en la oficina. Aunque soy la asistente de Isaac, he recibido todas sus instrucciones por medio de Marla y eso facilita las cosas para mí.

— ¿Segura que no te importa hacer estas gráficas? – pregunta la secretaria de mi hermano.

— No, está bien, yo las haré.

Ella toma los documentos del escritorio para llevarlos hasta el archivero de la bodega. El reciente muestreo de mercado indica que asociarnos con Maderas Lincoln resultará beneficioso para ambos negocios... Aunque no lo sea para mi vida privada.

Los documentos que Marla lleva a resguardar son el contrato de sociedad que Isaac y el señor Lincoln firmaron. Para mí muy desagradable sorpresa, Elena Lincoln es la mano derecha de su padre, lo que implica que ella estará en las reuniones, y cada vez que la vea recordaré que está comprometida con Christian.

— ¡Marla! ¿Terminaste la presentación? – grita Isaac desde su puerta.

Ni siquiera me molesto en mirarlo. De hecho, creo que estás gráficas podrían demorarme más tiempo del que pensé. Sonrío mientras me dejo caer en la silla de Marla y entrelazo mis dedos por detrás de mi cabeza.

— Necesito la presentación – me gruñe.

Cierro los ojos mientras tarareo la canción pop que José puso en el auto de camino a aquí.

— Ana, esto no es un maldito juego.

Frunzo el ceño y volteo mi cabeza a ambos lados como si buscara la fuente de la grosera voz que me llama. Nop, nada aún.

— ¡Anastasia! – dice elevando el tono de su voz.

— ¿Señor Steele? – Marla regresa rápidamente al escritorio.

— Necesito la presentación terminada para esta tarde – le urge.

— Ana está ayudando con eso, ¿verdad Ana?

— Tengo una duda – la miro – ¿dijiste que tu hijo cumple años el jueves? ¿Cuántos cumple?

— ¡Oh! Él cumple seis años, es todo un niño de preescolar - inevitablemente sonríe.

— Marla... – gruñe el grosero.

— ¿Y ya elegiste un tema para la fiesta?

— Bueno, él quiere algo sobre carreras de autos, ¿te parece un tema para niños?

— Si, claro... Es una fortuna que él sea hijo único y no tenga un hermano mayor fastidioso.

Me encojo de hombros con indiferencia mientras ella suelta una risita. De reojo puedo ver a mi hermano rodar sus ojos con frustración.

— Lo siento, ¿bien? Lo siento por haberte dejado sola, y lo siento por dejarte pensar que me... – deja de hablar cuando sus ojos se posan en Marla.

— Perdón, ¿qué dijiste?

— Que lo siento mucho Ana.

— ¿Y?

— Y... Te invitaré a cenar el viernes.

— ¿Y?

— Y... ¡No sé! ¿Por qué mejor no me dices qué quieres?

— Bueno, ya que lo pides tan amablemente, quiero ir con Ethan y su familia al lago el fin de semana.

— ¡Oh no! ¡Ya sabes que no te quiero cerca de ese chico Kavanagh o de su horrible hermana!

— ¿Qué decías Marla? ¿Necesitas ayuda con la decoración o algo? ¿Tienes las invitaciones hechas?

— ¿Puedes terminar la presentación antes de las 6? – me mira furioso.

— Si.

— Entonces si la terminas a tiempo tendrás tu permiso para salir con los Kavanagh.

— Realmente no necesito tu permiso, ¿sabes? Hablé con Mamá y dijo que yo podía ir si quería.

— Estás bajo mi cuidado y mi responsabilidad. Y vas a llevar a José.

— ¡No necesito chaperon! – le grito.

Cuando el timbre del ascensor suena, nos giramos para ver a las personas que salen de él. ¡Mierda! Los Lincoln. Isaac me mira nervioso.

— Señor Lincoln, señorita Elena, llegan temprano – balbucea.

— Tenemos otros compromisos – dice ella con seriedad – Niña...

— Hola, señorita Steele – estrecho la mano del señor Lincoln.

— Bienvenidos – le sonrío solo a él.

— ¿Qué les parece si vamos a la sala de juntas mientras preparamos todo? – señala mi hermano un pasillo.

Isaac me hace una seña con la cabeza mientras me apresuro a terminar las gráficas de la presentación en tiempo récord. Marla se adelanta para llevarles café y aperitivos para ganar tiempo.

— ¡Bananita! – escucho la voz de José viniendo hacia mí por el otro pasillo.

— Cállate tonto, estoy ocupada terminando una...

El ascensor suena de nuevo y mi corazón se salta un latido. Christian sale de él llevando un traje gris que combina con sus ojos. Se detiene cuando su mirada se encuentra con la mía.

— ¿Estás perdido, amigo? – dice José sentándose en mi escritorio.

— Buenas tardes, vengo con el señor Lincoln.

¡Habla, Ana! ¡Habla! Pero las palabras no salen de mi garganta seca, así que solo señalo el pasillo de la izquierda.

— Ahh, deben estar en la sala de juntas, por ese pasillo amigo – José señala.

Christian me mira de nuevo pero no dice nada, solo aprieta sus labios tan firmemente que forman una línea. Asiente levemente hacia José y desaparece por el pasillo.

— Qué tipo tan raro – José arquea una ceja.

— Claro que no... Es decir, no lo sé.

— ¿Lo conoces?

_ Lo ví en la fiesta de los Lincoln, es el prometido de... Ella – la palabra se atora ocasionándome náuseas – ¿Qué haces aquí?

— Es hora de irnos, creí que iba a llevarte a conseguir un libro para la escuela.

— Cierto, ¿pero sabes qué? Necesito terminar esta presentación para la junta, Isaac me ha pedido que me quede.

— Entonces te espero, voy al comedor a robarme el refrigerio de alguien – guiña un ojo.

Mi amigo se levanta de mi escritorio y camina hacia el ascensor. El comedor se encuentra en el piso de abajo, cerca de la bodega. Y el refrigerio que piensa tomar seguramente será el mío.

Me apresuro a terminar el documento teniendo precaución de no cometer errores, pero me cuesta concentrarme. ¿Qué hace Christian aquí? ¿Trabaja también para el señor Lincoln? ¿Vino a acompañar a su prometida?

Guardo el documento en la usb y corro por el pasillo hacia la sala de juntas. Marla está apoyada junto a la puerta, así que le entrego la memoria portátil para que la instale en la laptop sobre el escritorio mientras me deslizo a una silla de la parte posterior.

Mis ojos puestos en Christian...

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