21| Capítulo

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➼| V E I N T E U N O
Despedida de solteros

Tantas humillaciones a lo largo de mi odiosa vida y sigo sin aprender la lección, ¿Es que no me cansa estar dónde no debo?

No, en lo absoluto.

— Trae tu feo trasero para acá, Haddock.

Jack camina de un lado para otro dentro de la habitación, hay gente llevando cajas de vino o cervezas, los chicos no dejan de hacer llamadas y yo, bueno, estoy con salud.

— ¿El hotel tiene todo preparado? — . Pregunta Jack con una tablet en las manos.

— Todo en orden Jack…dame un segundo. —. Musita Kriss al teléfono, dejando a Jack con cierta incertidumbre. —. ¿Qué?, nadie ha ordenado bebidas rosadas fluorescentes, le digo que nadie, ¿No hablas inglés o qué?…

— Debes ser una broma.

— No te estreses. Quizás ni llegamos a la boda. — . Me burlo bebiendo una copa de champagne robada de las pruebas de las licorerías. —. Un dolor menos.

— Eso sería fantástico para ti, ¿No?

Me encojo de hombros. Ya a estas alturas mentir no sirve.

— Sonríe, respira o…¡Yo qué sé!

— Lo hago. —. Refuto.

— Bien, ahora dilo sin llorar.

Jack se pone en medio de la habitación y con dos aplausos bastantes sonoros capta la atención de los chicos y del personal contratado para la dichosa despedida de soltero.

— Debo ganar esta competencia aunque sea lo último que haga, así que mueven su trasero y cargan las camionetas con rapidez o los vendré a jalar las patas cuando muera por insuficientes. ¿Está claro?

Asienten todos.

— ¿Qué esperan? ¿Que el fantasma Gasper los ayude? —. Pone sus dedos en el puente de la nariz. —. A mover el culo, joder.

La habitación va vaciándose al igual que la copa que tengo en la mano. Jack está atrasado, al parecer Elsa no había dejado de alardear sobre sus capacidades de organización y eso tenía preocupado a Jack.

Son una pareja extraña. Lo sé.

— Me va a explotar la cabeza, literalmente. —. Se queja el albino. —. ¿Alguien tiene aspirinas?

Kriss asiente y le entrega una pequeña cartilla. ¿Desde cuándo es su asistente?

— Más vale que la despedida valga la pena.

— Eugene tus comentarios pesimistas van en ese buzón de sugerencias.—. Señala Jack una de las esquinas de la habitación.

— Ahí no hay ningún buzón.

— Pues te jodes.

— Eh chicos. ¿Dónde está Tadashi? —. Pregunta Kristoff acercándose a la ventana.

— En el hospital. Leonel lo mantendrá ocupado.

— ¿Y acaso él lo sabe?

— Pues claro que no. ¿Qué va a saber ese si es una maldita sorpresa?. —. Responde Jack con el ceño fruncido. —. A veces olvido que el único inteligente soy yo.

— Pues que raro, viene entrando a la mansión y me está saludando ahora mismo. — . Vemos como Eugene levanta la mano como saludo desde la ventana en dónde está apoyando.

— Pero, ¿Qué mier…?. —. Se ve obligado a cerrar los ojos y a respirar pesadamente. —. Bien, ¿Algún voluntario para romperle el brazo y vaya por una solución con Tad?

— ¿Es broma no?. —. Me atrevo a preguntar recostado sobre el marco de la puerta.

— ¿Me ves cara de estar bromeando?

— Eh, no.

— Pues es tu día de suerte. Bajas, pones cara de idiota y te acaloras como tu quieras. Le dices que tienes fiebre y que te sientes mal. —. Ordena con la mirada fija. —. ¿Es mucho para ti?, porque si es así, Kriss lo puede hacer con todo el gusto del mundo.

Las comisuras de los labios se suben casi por inercia.

— ¿Esto es por Elsa o por Tadashi? —. Me burlo. —. Usarlo así traería consecuencias.

— Me lo dice quién juega a ser santo y ni en el cielo lo quieren. —. Mantiene con firmeza. —. ¿Puedes o no puedes hacerlo?

Mantiene su fría mirada sobre mí. El día en el que Anna se enteró de todo no pude desistir y tuve que contarle a Jack, — que tampoco tenía idea. —,  necesitaba desahogarme diciendo que lo que Anna siente por Tadashi no es amor, es cariño inducido a la mierda que Agnar establece. Jack no lo entendió, quitándome las fuertes ideas de cancelar la boda si hablaba con ella antes.

Según su parecer yo ya era asunto del pasado.

Si supiera que el pasado es difícil de olvidar.

— Lo haré, no te preocupes. Sé muy bien cuando un amigo pesa más que el otro.

Salgo de la habitación con los puños apretados. Escucho detrás mío unos pasos que hacen que me detenga al segundo.

— No querías decir eso, yo…

— Déjalo. — insisto.— . Entiendo, no te preocupes.

— Sé muy bien qué culpa tuya no es. —. Pone uno de sus brazos sobre mi hombro. —. Pero no debes arruinar algo que sí tiene futuro, tuviste tu oportunidad. Deja que él aproveche la suya.  

— Yo no me rindo. —. Lo encaro.

— Lo hiciste una vez. —. Recuerda.

— No tropiezo con la misma piedra.

Levanto las comisuras de mis labios haciendo que Jack cierre los ojos y se suelte de mi hombro. Aprovecho para bajar las escaleras y me encuentro con Elsa en el pasillo, si Jack la viera tan relajada es capaz de rodearse el cuello con un lazo el mismo.

— ¿A dónde tan apurado?. —. Pregunta chistosa.

— Tengo fiebre, no he dormido, no estoy de buenas y voy a buscar a Tadashi para que me revise. No quiero estar enfermo para la despedida de soltero.

— La despedida. —. Repite. —. Jack lo hace bien supongo, ¿Qué harán?

— Lo normal, ya sabes jugar billar, tomar unas cervezas o esperar a que uno vomite encima del bartender. —. alzo los hombros sin preocupación. —. ¿Y.. Anna, está aquí?

— Nosotras tendremos una cena, lo mejor para la mejor. —. Responde evitando mi pregunta anterior. — Mira, creo que Tadashi está por ahí, deberías buscarlo. Hay personas que no necesitan tu presencia ahora mismo.

— ¿Te dijo algo?.—. Pregunto. —. ¿Ella te lo contó?

— ¿Debería hacerlo?

Pasa por mi lado como si nada y casi siento su típica sonrisa desafiante. De seguro Anna le contó todo, por eso está tan a la defensiva. Jack no miente diciendo que Elsa puede ser mala, si ella lo quiere puede borrarte de su vida sin importarle en lo más mínimo.

Quiero ese poder

— Aquí estás, te he estado buscando. —. Entro a la cocina, encontrándome con un Tadashi sentando en las sillas del desayunador. —. ¿Tienes tiempo? No me siento bien, y dudo que sea paludismo y sinceramente no quiero morir.

— Eso explica las ojeras. —. Sonríe.

Eso y muchas otras cosas.

— ¿No deberías estar en el hospital?. — . Indago. —. Pensé que estarías todo el día fuera de casa.

— Si, es solo que debía venir por unos papeles. —. Responde con una de sus manos sobre mi frente, palmeando unas cuantas veces. —. No tenía asistente y los necesitaba.

— Me hubieras llamado, te los habría llevado.

Quizás Anna estaba ahí y aprovechaba para hablar con ella antes de que fuera tarde.

Dos pájaros de un tiro.

— Si pues, no lo pensé. —. Me toma el pulso con sus dedos en mi muñeca izquierda. —. Quería disculparme por lo del día anterior, no quise incomodarte, casi nunca me emborracho, te lo aseguro.

— No importa, no es como que me hayas vomitando encima. —. Trato de aligerar las cosas, no habíamos hablado desde antier y dudo mucho que sus recuerdos sean cien por ciento factibles.— . ¿Recuerdas algo? ¿Algo altamente sospechoso y que por ahora huye de tu mente como si de una plaga se tratara?

— No, que lo sepa. Lo último que recuerdo fue la sexta vez que le pedí al chico que me llenará el vaso.—. Sonríe y se levanta de la silla frunciendo el ceño al mismo tiempo. —. Y tú, estás de bromas ¿No?, no tienes fiebre, tu pulso está normal, tus pupilas no están dilatadas…

Atrapado.

— Quizás quería hablarte. —. Me disculpo. —. Debí evitar que te emborracharás, la resaca de ayer fue una tortura y eso que no fuí yo quién la vivió.

Lo hago reir. No lo voy a negar, si esto termina como creo que va a terminar, dudo que lo trate de como un amigo normal siendo el esposo de…ya saben quién.

— Frederick se asustó, quería llevarme a un hospital, ¿Te lo imaginas?, algo que puedo hacer perfectamente yo solo. —. Mira su reloj que yace en su muñeca izquierda. —. El tiempo vuela cuando no haces nada, debo irme. Que pena.

— ¿Ya? ¿Ahora? ¿Y si me desmayo? —. suelto con dramatismo. —. Kriss es doctor, pero dudo que una reducción de abdomen ayude con mi problema.

— No te vas a desmayar. No si desayunas, Margaret ya me dijo que no lo has hecho.

Traidora.

— No tengo  hambre. Eugene dice que si no tengo hambre no debo forzar a mi psico a reaccionar ante un impulso que no busco, bueno, no directamente. 

— Eres tan raro. —. Vuelve a la cocina en busca de un par de llaves plateadas.—. Si Anna viene le dices que estaré ocupado toda la noche, debo reunirme con un paciente.

— Claro, ese paciente no debe esperar.

Pacientes que somos nosotros en un hotel un tanto singular. Ja, Que cervezas ni qué billar, las despedidas nunca son tan aburridas y dudo que en el hotel Fantasy, defrauden. Jack es bastante meticuloso con eso.

El hotel fantasy es todo lo que un hombre soltero busca. Chicas lindas, barra libre y distracciones con las que busco interecturar si pretendo olvidar la idea de parar la boda, no se crean, ya había planeado el discurso entero.Tadashi se había ido al hospital y con él fuera de ahí, aprovechamos a venir a este sitio para los últimos retoques. Es un hotel exclusivo, tanto para hombres y mujeres, pero, si la percepción no me falla dudo que alguno de nosotros queramos visitar el lado derecho del lugar para el show de señoras cuarentonas.

El lugar es…agradable. No había estado en un sitio así, los chicos menos con novias tan celosas. Es oscuro con colores lúgubres y luces neón, hay mesas por doquier con meseras que te atienden como si fueras su amigo de toda la vida.

— ¿Qué tal, soy el mejor o no? —. Sacude su camisa blanca con vanidad.

— Está vez te superaste viejo.—. Revisa el sitio un par de veces. —. Aunque, pensé en algo más ¿tranquilo?, unas cervezas o juegos.

— Eugene. Por estas como estas. —. Reprocha Jack poniéndole una mano en el hombro. —. Tad necesita relajarse, es demasiado recto y formal. Una noche diferente no le vendría mal.

— ¿Una noche con miles de mujeres alrededor? —. Sacudo mi chaqueta al sentir una pluma caer en mi hombro derecho. Una chica con una bufanda llena de ellas me mira con picardía. —. ¿En serio?

— Nunca he hablado más en serio que ahora. —. Suspira.—. Elsa pensara dos veces en hacer una apuesta conmigo, hablando de ella, ¿Alguien sabe qué hará?

— Creí escuchar que harían una cena en algún restaurante. —. Me encojo de hombros tomando asiento en una de las sillas libres. —. Ella lo denominó: lo mejor de lo mejor.

— Si, a Elsa no se le ocurrían cosas tan extravagantes.—. Agrega. —. Por eso el sucio de la relación soy yo y no ella.

— Jack, no nos interesa tu vida sexual.

— Tú que sabes, si no tienes una.

Mentira no es.

— No quiero saber como terminará la noche…—. Comenta Eugene cambiando de tema.

— Lo que pasa en Fantasy  queda en Fantasy. —. Nos guiña el ojo una de las meseras dejando sobre la mesa cuatro copas de champagne.

— ¿No le dijeron a las chicas o si? —. Pregunta Jack sonriente.

— ¿Para que nos maten?, no. —. Responde Eugene con la ceja alzada. —. Suficiente tengo con que sepa Punzie a que vendría por unas copas.

— En ese caso a divertirse. Iré a ver unas cosas y volveré con ustedes. Tadashi no tarda en venir.

Nos deja solos presos del inmenso volumen de la música que resuena en cada rincón del lugar. Los chicos parecen nerviosos y yo sigo repasando todo mientras me llevo la copa a los labios despreocupadamente.

— ¿Alguien piensa que esto es una muy mala idea? —. Pregunta Kriss acomodando el cuello de su camisa.

— ¿Desde cuándo no se le ocurren malas ideas a Jack?—. Pregunta Eugene. —. Tantos años de amistad y nos hacemos los tontos con él. Con razón quiere casarse, no espera por tener su propia despedida de soltero.

— No se preocupen. —. Inquiero. —. No es como que no hayamos estado en un bar antes.

— ¿Con mujeres con poca ropa que te miran como un bocadillo?

— Desagradable no es. —. Digo con burla.

— Tú lo dices porque estás soltero, no hay problema si no tienes con quien discutir después. —. Agrega Kriss con la mirada sumergida en su bebida.

— Punto para el rubio.

Miro con mala cara a Eugene que hace sonar su copa con la de Kristoff en un absurdo brindis clandestino.

Decido ignorarlos, tengo suficientes problemas como para lidiar con sus inseguridades. Quién creería que Agnnar fuera capaz de tanto y ¿Tadashi sintiéndose amenazado por mi?

Empiezo a creer que esto es un universo alternativo, dónde compiten las circunstancias para acabar con mi vida antes de los treinta.

***

— Es una broma ¿no?

— Me gustan las fiestas temáticas. —. Se encoge de hombros colocándose un par de muñequeras blancas.

— Déjame reformular la pregunta, ¿Esto es completamente necesario?

Pregunto observando por décima vez mi atuendo. No, esto es un chiste y de los malos.

— Solo diviértanse. —. Se coloca un par de anteojos para dar por finalizado su disfraz. —. Hablé con Tad hace un momento y dice que va de camino a encontrarse con su cliente.

Me pongo el estupido sombrero de policía mientras deslizo las ligas que pasan por mi torso hasta conectarse con el pantalón negro.

— Dios mío. Arrestame que me he portado muy mal. —. Se burla el muy cínico. —. Lastima que soy heterosexual. Tú me prendes y no precisamente la luz.

— Deja de decir idioteces que impidan creer en tu honoridad.

Sonríe como si nada, viendo su celular.

— Ya está aquí.

Nos llama a todos haciendo que los chicos, con sus estúpidos disfrazan se acerquen. Ja, parece que anduvieran desnudos, sus caras son oro puro y un buen material para un vídeo de YouTube.

Las luces del lugar se apagan cuando la puerta principal se abre. Todos estamos en silencio, el cual es interrumpido por la voz del pelinegro.

— Genial. Me equivoqué de lugar. —. Susurra para sí mismo. Pero su voz logra resonar en cada pared haciendo que todos podamos escucharlo.

— No, no se ha equivocado mi señor. —. Habla una mujer. —. Acaba de llegar justo a tiempo.

Las luces se encienden en un espectáculo de colores neones. Muchas chicas le rodean el cuello de serpentinas, collares hawaianos y dejan su labial sobre sus mejillas al besarlo como bienvenida.

— ¿Pero, que mierda…?

— Bienvenido a tu despedida, baquero. —. Se le acerca Jack poniendo sobre la cabeza de Tad un sombrero.

— ¿Jack? ¿Eres tú? —. Lo repasa con la mirada muchas veces.

— Profesor Frost esta noche.

Da un giro lento y sensual para relucir a tope su extravagante vestuario. Lleva las muñequeras, un pedazo de cuello de camisa dónde cuelga una corbata, pantalones negros y anteojos de lectura.

— No soy el único, los chicos se unen.

Habla divertido, dándonos espacio para saludarlo y felicitarlo, pero, su vista, bueno. Está en nuestra ropa, o en las pocas prendas de ella.

— Me siento desnudo. —. Murmura Eugene abranzando a Tad.

— Te ves genial.

Eugene es una especie de científico sexy, con sus pantalones cafés, su bata blanca y sin camisa. Oh oh, Punzie no aprueba este outfit.

— No más que yo. —. Agrega Kriss alardeando su traje de leñador. Lleva un chaleco cuadriculado sin botones, no lleva camisa y sus pantalones le aprietan el alma. —. Sexy Kriss reportandose.

— Qué egocéntrico. —. Suelto con burla dándole la mano a Tad quién la toma con gusto. —. Veo que te dejaron plantado.

— Veo que no te duele la cabeza. —. Refuta viéndome de pies a cabeza. —. Pensaba que eras el flacucho del grupo y mírate, tienes los ojos de las chicas sobre ti.

— Tendré que arrestarlas. —. Hago girar un par de esposas plateadas haciendo reir a los demás. 

Abre y entrecierra la boca sin saber qué decir. Resopla pesadamente con los ojos muy abiertos soltando una risa burlona.

— No tengo palabras. Están geniales.

— Tú no serás la excepción. —. Comenta Jack con un leve canturreo. —. Tengo el vestuario perfecto para ti.

— No, yo eh. De…de doctor estoy bien. —. Comienza a tartamudear.

— No nos vamos a humillar sin ti. —. Reprocho con burla acomodando el sombrero de vaquero sobre su cabeza. —. Es tu despedida, no la nuestra.

Los demás chicos levantan sus pulgares para convencer a su muy tradicional amigo. Yo, por mi parte, sonrío como si no hubiera un mañana.

— ¿Qué dicen?

— ¿Qué haces? —. Pregunta en bajo al notarme arriba de la barra para que todos los presentes me vean. —. Hiccup, baja…

— Es la despedida de nuestro amigo y no quiere unirse a la fiesta de disfraces. —. Le comento al resto con una radiante sonrisa. —. ¿Eso sería correcto?

— No. —. Balbucean hasta las meseras.

— Pues venga. Convenzamos a mi amigo. —. Empiezo a aplaudir. —. ¡Tad! ¡Tad! ¡Tad!

Los chicos se unen a la inusual causa mientras Tadashi rueda los ojos rendido. La gente a nuestro alrededor aplaude y grita su nombre para que se ponga el traje, sé que no es la gran cosa, pero, si me veo ridículo, nos vemos todos o nadie.

— ¡Tad! ¡Tad! ¡Tad!

— Está bien. —. Se cruza de brazos. —. A darle.

— Y por eso eres el británico más excepcional que hemos conocido. —. Murmura Jack entregándole el resto del disfraz.

— Me arrepentiré de esto más tarde.

— Lo habrías hecho si no hubieras aceptado. —. Se burla Kriss. —. Oportunidades así, casi nunca, eh.

Pasan unos minutos y Tadashi sale con su extravagante disfraz de vaquero, con su sombrero, una camisa de botones y pantalones de mezclilla.

— Te ves adorable. —. Comento entregándole una shot de tequila.

— Si, bueno. —. Lo bebe de un solo trago. —. Se vive una vez, y con ustedes nunca hay opción.

Dicho eso se une al resto de los chicos que están a la mitad del salón de baile, frente a una luminosa tarima dónde unas chicas bailan y coquetean en su dirección. Me muerdo el labio inferior, sería bueno querer y olvidar como hacen algunos chicos sin dificultad alguna, pero, lo cierto es que cierta persona pelirroja sigue estando en mi cabeza aunque mis planes sean enterrarla en el pasado o llevármela conmigo lejos de aquí.

Al no poder hacer ninguna de las dos opciones, me uno a los chicos para olvidar. Lo menos que quiero es hacer drama dónde no hay.

Pasa quizás una hora, entre juegos de mesa, shots, pasarelas improvisadas de modelaje, — no pregunten. —. Hasta que Jack vuelve a salir con unas de sus idioteces.

— ¿Por qué vienes con esa cara?

Le pregunta Tadashi acomodándose sobre el sofá negro. Jack le sonríe captando la atención de todos.

— ¿No es otra de tus ideas estúpidas o si? —. Farfulla Eugene con el ceño fruncido.

— ¿Qué? Claramente no.

Todos parecen tranquilizarse hasta que una de las chicas toman el micrófono que está sobre la tarima.

— Buenas noches Fantasy. —. Saluda, su voz hace reverberación en cada esquina del lugar. —. Como sabrán es tradición en cada despedida de soltero que se celebra en nuestras instalaciones, realizar el famoso "You're a famous"

Todas gritan y uno que otro hombre en la barra aplaude ante el bullicio, la chica parece calmar a todos mientras nosotros literalmente no tenemos idea de nada.

— El futuro novio con su séquito suben al escenario mostrándonos sus mejores pasos de baile. El que más aplausos reciba del público, gana la banda de reconocimiento como el hombre más sexy del mes. Solo aquí en nuestro hotel Fantasy.

— ¿Estarás bromeando? —. Miro fijamente a Jack que ya empieza a acomodar su cabello.

— No hay fiesta sin la experiencia. —. Nos explica. —. Según ellos es una tradición, no quise oponerme a una rutina tan linda. Afianzará nuestros lazos.

— ¿Quieres ganar, no? —. Lo reta Tad desabrochando unos cuántos botones de su camisa. —. Se vale soñar, no te quito mérito.

— Señores. —. Sonrío convencido pasando los dedos por mis ligas. —. Ninguno tiene chance conmigo aquí.

Todos reímos y con un rápido asentimiento subimos a la tarima luciendo nuestros disfraces. Aquí la amistad no cuenta, cuando está el título del hombre más sexy en juego.

— ¡Un aplauso damas y caballeros! Tenemos a nuestros participantes. —. Nos mira con coquetería mientras pasamos frente a ella poniéndonos uno al lado del otro. —. Que veo aquí, un leñador, un profesor, un científico loco, un vaquero y un sexy policía. Será una competencia difícil.

— Suerte a todos, pero de está no salen victoriosos. —. Canturrea Jack aflojando su corbata.

— Muy confiado, eh, Frost. —. Eugene pone los ojos en blanco ante su notable vanidad.

— Pues no debería. —. Levanto las comisuras de mis labios. —. Creo que nunca ha conocido mi lado competitivo.

— Yo sí.  —. Murmura Tad divertido.

— Pues ya sabes cómo se siente perder.

Las luces recaen en nosotros, son un juego de colores sobre nuestros cuerpos. La música se vuelve mucho más pasiva, para bailar al ritmo de ella de la manera menos decente.

— Chicos hermosos y música tentadora. —. Avisa la chica por el micrófono. —. ¡Qué gane el mejor! ¡A mostrar lo mejor que saben!

Aplauden con euforia mientras nosotros nos ponemos en fila para iniciar quizás la mayor humillación de la vida. El ritmo empieza a sonar, es una melodía suave y lenta obligándonos a mover la cadera con mucha lentitud.

Jack guiñe un ojo hacia el público mientras desajusta la corbata que tiene alrededor del cuello, la gente aplaude entre risas y bullicio. Tadashi se une y con un movimiento envolvente gira en el mismo lugar levantando su casco de bombero con una mano, Eugene sonríe y quizás con algo de vergüenza termina de quitarse la bata de científico girándola sobre su mano para luego lanzarla sobre el público.

— Esto es genial. —. Farfulla Kristoff moviendo la cadera en círculos mientras desabotona su camisa cuadriculada de leñador.

Yo sigo bailando, jugando con las tiras que conectan mi pantalón y en un movimiento rápido logro tirarme al suelo para hacer un paso que había visto en un absurdo vídeo, — vídeo que me hará ganar—. Subo y bajo la cadera chocando con el suelo. Las chicas del público aplauden y yo, con una leve sonrisa me levanto del piso de un solo salto.

— No sabía que podías hacer eso. —. Farfulla Jack sorprendido.

— Hay cosas que no sabes.

— Vaya, vaya. Estos chicos saben bailar. —. Comenta la chica que guía el concurso.

Tadashi nos hace una seña para que nos acerquemos, y cuando la última nota de música estaba por sonar, nos tomamos de las manos e hicimos una pequeña reverencia.

— El novio y su séquito, querido público.

Los aplausos no cesan.

— Bien, veamos quién se lleva el título esta noche. ¿Será el sexy profesor?, con uno así no me pierdo las clases.

El público sigue aplaudiendo, y el ego de Jack se extiende. La chica hace lo mismo con Eugene, Kristoff y Tad; parecen aplaudirles a todos. La chica con el micrófono me mira con atención.

— Hmm, un policía. Dinos, ¿Por qué deberías ganar, amigo?

— Porque soy mejor que todos ellos y si dices lo contrario, bueno…—. Sonrío. —. Soy capaz de arrestarte.

— ¡Uhhhhhh! —. Gritan y los aplausos se multiplican, por lo que no dudo en alzar las esposas mientras las giro sobre un dedo.

— Bueno, los aplausos lo dicen todo. El policía es el más guapo de la noche y el que diga lo contrario será privado de su libertad.

Me dan una absurda banda con las palabras "You're a famous" talladas en la parte superior. Los chicos me rodean y con sonrisas y aplausos me felicitan.

— Bueno, todavía tienes el toque. —. Bromea Jack.

— ¡Felicidades! —. Comenta Tad con un leve apretón en mi hombro.

Los demás me molestan al verme con la banda ganadora, hasta que, vemos a un señor que al parecer es el manager del hotel. Él se acerca a nosotros.

— Felicitaciones por el reconocimiento y la futura boda. —. Dice mientras nos observa a todos. —. Me alegro que le haya dado la oportunidad al hotel para tener su despedida de soltero ¿Señor? Hmmm, ¿Cuál es el nombre del caballero que ha ganado esta noche?

— Yo, pero no soy…—. Me rasco la nuca al notar sus conclusiones. —. Mi nombre es Hiccup, pero no soy el novio.

— Ah, ¿Quién es el joven afortunado entonces?

— Yo. —. Interviene Tadashi forzando la mandíbula. —. El que se va a casar soy yo, señor. ¿Necesitaba algo?

— Si, bueno. Quería saber si pueden apoyarme en algo. —. Comienza hablando y con un chasquido de dedos hace que una de sus asistentes llegue con una ronda de bebidas. —. Verán, he visto su show y han emocionado al público de una manera excepcional, eso es de admirar. Solo los grupos profesionales logran ese tipo de reacción, me sorprende que un grupo tan reducido haya puesto ambiente en tan poco tiempo, ¿O me equivoco, Claire? —. La chica asiente y nos da las bebidas a cada uno.

— ¿Gracias? —. Farfulla Eugene divertido.

— ¿Y entonces…? —. Pregunta Jack interesado.

— Tengo un grupo de clientas al otro lado del edificio, en la parte destinada a las señoritas. Habíamos contratado a un grupo de bailarines a petición de ellas, sin embargo, Los bailarines, quienes son suecos, no han podido venir por motivos del clima. Su avión no ha aterrizado en Londres y necesito un reemplazo con urgencia.

— ¿Quiere que seamos el reemplazo? —. Pregunta Kristoff sorprendido.

— Bailan bien, tienen vestuario presentable y su físico…—. Nos examina. —. No es para nada desagradable. Les pagaría el show a la misma cantidad con la que había contratado a los suecos. ¿Les interesa?

— Creo, que esa decisión le corresponde al novio. —. Musito viendo a Tad que se muerde el labio para no estallar en risas. —. ¿Qué dices?

— No lo sé, voy a casarme. Eso sería raro 

— Puede usar antifaces si gustan, la mayoría de los bailarines lo hacen. —. Explica la asistente del manager.

— ¿Y? ¿Aceptan?

Jack ríe  mientras que los otros dos niegan chistosos. Miro a Tadashi quién nos observa pensativo, y al sentir su mirada sobre mi, solo alzo los hombros para hacerle saber que es su decisión.

— Lo haremos.

— Muy buena respuesta. —. Chilla el manager entusiasta, empujandonos en dirección a los camerinos.

Genial, ¿En qué nos hemos metido?

×

Anna Smith.

Mi despedida de soltera, ja. Si supieran que mi única petición sería estar en New York lejos de tantos problemas. Elsa ya me había dejado en claro que quizás hablar con Hiccup en estos momentos no era muy buena idea, sé que él ha hecho todo para hablar conmigo, pero, no he querido hacerlo y honestamente no sé si quiera algún día.

Papá, por su parte, no ha dejado de enviarme flores, chocolates o joyas en señal de arrepentimiento. Creo que jamás lo perdonaría, ¿Por él Hiccup me había dejado? ¿Había forzado a Haddock a hacerlo?, sé que mi padre es un idiota, lo he notado con la relación que Hans tiene, pero vamos, ¿hacerme eso a mí? No, eso es imperdonable.

— ¿Te gusta? —. Se acerca Elsa que me había dejado sentada en una mesa. —. Es un lugar de cinco estrellas, te gustará, lo sé.

— Sabes que algo sencillo era bienvenido.

— Es tu despedida de soltera, no un convivio amistoso. —. Chistea y de la nada ya tengo a Mer y a Punzie detrás mío.

— ¿Vieron el asunto? —. Pregunta Elsa.

— A eso vamos. Iré con Punzie a arreglar ese asunto pendiente. —. Nos avisa Mérida y Elsa asiente agradecida.

Me habían llevado a ciegas a un lindo hotel, es muy lindo. Los colores rojo, morado y rosa brillan con esplendor en cada una de las paredes, hay barra libre y una pista de baile en medio de la habitación.

— ¿No te alegras?

— Sabes que es difícil. —. Le recuerdo. —. Ya no sé qué hacer y honestamente estoy más confundida que Punzie al escoger un platillo en un restaurante.

— Sé que es complicado, pero, piensa en Tadashi. No creo que sea justo dejarlo ahora porque te has enterado de todo esto.

— No lo voy a dejar. —. Recalco.

— Eso dice tu cabeza, pero tus ojos y labios dicen otra muy diferente.

— Eso no ayuda. —. Le digo seria, veo la copa de vino que el lugar nos ha dado de cortesía y la bebo de un solo trago.

— Mira, olvídate de los chicos ahora. Es tu día, diviértete.

— Es fácil para ti decirlo.

Me sonríe como si nada, su vista se dirige a mí derecha y noto que las chicas vienen de regreso.

— ¿Todo listo? —. Les pregunta Elsa y ellas asienten divertidas.

— Listo, ya está todo preparado.

— Genial. —. Murmura y me mira con una sonrisa pícara. —. Espero que te guste mucho, mira que me he esforzado para conseguirlo.

— ¿De qué estás hablando?

— Ya verás. —. Canturrea y me toma del brazo para llevarme a otro sitio dentro del mismo hotel. —. Deja que el Hotel Fantasy ingrese en tu subconsciente y verás que no pensarás en ya sabes quién.

Como si eso fuese posible.

— Ahora, cierra los ojos y disfruta.

Camino a ciegas por lo que creo que es un largo pasillo, voy palmeando todo a mi paso y mis pisadas son desconfiadas y temblorosas. Sabía que venir a este sitio era mal rollo, si una vez pensé que Elsa era la más tranquila de nuestro grupo, me equivoqué.

— Buenas noches y muchas felicidades a la futura novia. —. Aún con los ojos cerrados siento la presencia de otra persona. —. Veo que sus amigas la han traído al mejor lugar para celebrar su despedida de soltera.

— El mejor. —. Recalca Elsa entre risas y me invita a que finalmente abra los ojos. —. Puedes abrirlos linda, espero te guste.

De inmediato noto un sitio mucho más oscuro, hay una enorme tarima frente a mí con luces de colores sobre el escenario, miro a las chicas que ya se han sentando en un enorme sofá de terciopelo, mientras tanto, trato que mi vestido negro con lentejuelas no suba más arriba de lo permitido.

Ah, las chicas y sus ideas del outfit perfecto.

— ¿Debe ser Anna Smith? —. Me pregunta el señor, asiento cordialmente. —. Un placer, sus amigas me han hablado mucho de usted, espero que las decoraciones y las bebidas sean de su agrado.

— Están…lindas. —. Sonrío palmeando la corona que horas atrás las chicas me habían obligado a usar. —. ¿De qué va todo esto?

— Es un show privado. —. Responde el señor como si fuera lo más normal del mundo.

— ¿Un show? ¿Priva…qué?

— Ja. Para que vean quién es la que manda en mi relación. —. Comenta Elsa emocionada, luego se dirige al señor. —. ¿Ya están listos?

— Por supuesto que sí, ya los hago subir al escenario.

Y con eso, se aleja rápidamente de nosotras. Las chicas murmuran entre sí y yo, dudando tomo asiento a la par de ellas.

— Dime que no vine a serle infiel a mi futuro esposo. —. Murmuro cansada.

— No, vienes a ver la mercancía del mercado antes de que te jubiles por completo. —. Bromea Mérida.

En ese mismo momento, un grupo de cinco chicos se abre paso sobre la tarima. Vienen disfrazados de…no sé, profesor, bombero, científico, leñador y un ¿Policía?

¿En serio?

— Dios. —. Chillan las chicas emocionadas.

Los chicos están de espaldas, las luces iluminan sus cuerpos por completo, dudo que al voltearse nos miren, con tanto reflejo es casi imposible. Se giran por completo y no distingo sus rostros, llevan puestos antifaces.

— ¡Con ustedes, los suecos!—. Los presenta el mismo señor y con un chasquido del policía la música empieza a sonar.

Todos ellos empiezan a moverse como los profesionales que son, contoneando la pelvis y girando lentamente de vez en cuando. Las chicas aplauden de manera vivaz y eso parece alegrarlos, porque siguen bailando con mucha más energía. Mi vista se sumerge en el chico vestido de policía, me parece familiar, se ve que disfruta lo que hace y por lo visto lo viene haciendo desde hace mucho tiempo, es una lástima que por tantas luces no miren a su público, vaya sorpresa se llevarían con las cuatro únicas chicas en la habitación.

— ¿No son encantadores? —. Chilla Punzie alias "la tímida".

Sigo mirándolos bailar, lo hacen bien, para qué mentir. Cada quién se mueve a su gusto, su vestuario es inusual y su físico es aceptable. Aunque, por alguna extraña razón sigo teniendo los ojos encima del policía; cada uno empieza a deshacerse de sus camisas mostrando buenos músculos mientras hacen movimientos lentos y envolventes, de la nada solo tengo ojos para aquel que tiene pecas adornando su espalda.

Es imposible, no, no es él.

— ¡Bravo! —. Grita Elsa como loca captando la atención de uno de ellos, del profesor para ser exacta.

— ¿Elsa?

Pregunta curioso dejando de bailar.

— ¿Jack?

Empiezan a quitarse los antifaces y el chico de los ojos verdes con la espalda que ya conocía, hunde su mirada sobre mí, la cual recorre mi cuerpo de arriba a abajo sin escrúpulo alguno. No parece avergonzado y mucho menos sorprendido, supongo que es una ventaja al tener el ego gigante.

— ¿Anna? —. Me pregunta otro de ellos y reconozco la voz al instante.

Y no, no puedo mirarlo a los ojos cuando no pude ni reconocerlo, no cuando tengo la cabeza pensando en otra persona.

— Ahora no, Tad. —. Le dejo en claro.

— No es lo que estás pensando.

— Tranquilo que no te estoy acusando de nada.

Veo a los demás que se dirigen a sus novias, Elsa y Jack están hablando bastante fuerte en una de las esquinas de la habitación y Hiccup esta recogiendo la camisa del suelo mientras me mira de reojo.

¿Por qué demonios es tan irresistible? ¿Por qué puedo reconocerlo a él con tanta facilidad en lugar de Tad? ¿Por qué esta necesidad de saber lo que está pensando en este momento?

Hiccup es tantas cosas y como si fuera poco mi mayor problema.

— Yo…eh, necesito aire. —. Suelto como si nada. Tadashi me sujeta la mano, pero la logro retirar a tiempo. —. Quiero estar sola, luego te explico.

Vuelve a sujetarme.

— Nos casaremos, Anna. No estas sola.

— Necesito salir de aquí y no te ofendas, pero, por el momento eres al menos que necesito. —. Le digo y salgo corriendo tras el pasillo por el cuál había entrado anteriormente.

Estoy tan confundida. "No le hagas eso a Tad, él no tiene la culpa, estás confundida, eso es todo"

Doy tantas vueltas en el edificio que logro marearme a mi misma, ya ni sé en que parte del hotel estoy, el sitio es enorme. Me dirigo hacia la última puerta del pasillo en el que me encuentro, la abro y es una terraza alta que muestra las luces brillantes de Londres. El viento me envuelve que me veo en la necesidad de frotar mis brazos con las manos, el vestido negro empieza a estorbarme y toco la parte superior de mi cabeza quitándome la corona.

Suspiro pesadamente con ambos brazos extendidos sobre la terraza, ya no sé  qué hacer, no sé qué quiero y no sé si sea Tadashi a quién tanto amo.

— Esto es una mierda. —. Farfullo.

Abren la puerta por dónde había entrado y mi cuerpo se tensa al saber de quién se trata.

— Para mí lo es desde que te volví a ver.  —. Camina suavemente dejando su espalda caer sobre la terraza. —. Dejaste a una manada de lunáticos por ahí.

— Quiero estar sola. —. Recalco.

— No, no permito eso.

— ¿Quieres irte? Ni siquiera se trata de ti todo esto.

— Pero es sobre ti, Anna.

— ¿Y eso qué?

— Eres lo más importante para mí.

Trata de acercarse y me alejo abruptamente, ni siquiera deje a Tadashi que me acompañara.

— Vete.

— Sabes que no lo haré.

— Ve a bailar, piérdete, no sé. Déjame sola.

Lo escucho reir y volteo a mirarlo con descaro.

— ¿Quieres explicarme el por qué de tu comportamiento infantil?

— No es infantil, Hiccup. No quiero verte, no quiero oírte y mucho menos estar contigo.

— Lo sé, supongo que lo dejaste en claro estos días. —. Se relame los labios. —. Es común en ti hacer eso.

— Como lo es en ti abandonar a las personas.

Suspira cansado y a pesar de la situación, lo veo de reojo y me muerdo la lengua al verlo con el maldito traje policial.

— Te amo, Anna.

— No, no digas eso. —. Me río.

— Te amo más de lo que me gustaría admitir y si pudiera, créeme que daría todo lo que tengo en mis manos para recompensar cada cosa mala que te haya hecho.

— Tú no me amas, así que, no. No lo digas.

— ¿Por qué no?

— Porque no sé qué diría al respecto, Hiccup.

Las comisuras de sus labios de levantan en una sonrisa satisfecha.

— Lamento no haberte dicho nada sobre tu padre, supongo que no quería que me vieras débil. —. Comenta con las vista fija en sus pies. —. Pero, ahora que lo sabes, espero y entiendas que nunca quise abandonarte, jamás lo hubiera hecho.

— Tarde, me caso pasado mañana.

— Con alguien a quién no amas.

— Claro que lo amo.

— Querer y amar no es lo mismo, Ann.

Se acerca más sobre mí al punto que sus dedos empiezan a rozar mis brazos de una manera tortuosa. Trago saliva y trato de desviar la mirada, no debo hacerlo, voy a casarme.

— ¿Sabes que podrían estar buscándonos a ambos? —. Suelto con seriedad.

— Que lo hagan, ya me cansé de fingir que entre los dos no hay nada.

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