UNO

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TYSON CUSIC.

Estaba de pie, en la nada, no veía ni escuchaba nada. Bajé mi mirada hacia el suelo. Mi corazón empezó a martillar contra mi pecho, lágrimas caían sobre mis mejillas como fuego, quemaban. No había luz ni oscuridad, solo la nada. Mis extremistas empezaron a temblar, quiero llorar. Baje mi mirada, la oscuridad cubría mi cuerpo, aterrado mire hacia todos lados, en ese instante me di cuenta de que en mis manos sostenía algo, no supe descifrar qué era. Me estremecí. Di dos pasos hacia atrás, pisé un charco de aguas negras, mi corazón empezó a latir desenfrenadamente, incluso creí que rompería mi pecho.

¿Estoy en un maldito sueño?

El sonido de un gallo chillón me hizo saltar sobre la cama, mi respiración estaba hecha un desastre. Una gota de sudor bajó en  mejilla, miré mis manos y bajé la mirada hacia mi cuerpo. Poco a poco fui retomando mi ritmo cardiaco, llevé mis manos a mi pecho, giré mi cabeza hacia la izquierda, en dirección a un pequeño cajón que estaba cerca de mi cama, encima de este yacía mi teléfono, lo agarré, desactive la alarma y me dispuse a dormir nuevamente.

Espera un momento...

Llevé mis manos a mi cabello bajando lentamente hacia mi rostro, solté un suspiro y tomé mi teléfono para observar la hora. Falta un cuarto para las seis, olvidaba que hoy es mi primer día de clases. Este es mi último año de secundaria, solo un año y estaré libre.

No, no iré.

Decidí colocando mi teléfono debajo de la almohada, volvi a meterme entre las sabanas, estaba reconciliando el sueño, mi teléfono empezó a vibrar como consolador.

—¿Qué?—Cuestioné con voz ronca.

—¿Ya estás listo?—Preguntó Derek con un tono de voz alegre.

Derek es mi mejor amigo desde... La verdad no lo recuerdo, desde siempre supongo.

—No, no estoy listo.—me rasque la cabeza con desesperación.

—Me prometiste que irías Tyson.—Escuché a Derek maldecir—¡Debes ir!

Llevé mis dedos a mis párpados.

—No...iré.

—Si no vas...

—No empieces con tus amenazas.—Interrumpí— Si vienes, me haces el desayuno y me llevas en tu auto, con mucho gusto iré.

—Pero debes de estar duchado cuando llegue.

Finalizó la llamada.

Me senté en una esquina de la cama, me quedé ahí por unos minutos, mirando fijamente mis pantuflas de homero. ¿Porqué me compró cosas tan absurdas? Metí mis pies en las pantuflas, me puse de pie y salí de mi habitación para caminar hacía el baño, me detuve frente a la puerta.

No creo que se den cuanta si no me baño.

Sacudí mi cabeza.

No seas tan asqueroso, báñate.

Abrí la puerta, entré y con mi pie la empujé para que se cerrará, me quité la ropa y entré en la ducha, despues de unos minutos salí, tomé una toalla y salí, bajando escalón por escalón de manera lenta y perezosa, incluso sentí que había bajado mil escalones, note que mía piernas estaban muy pálidas, que asco.

—¡Tyson! Ábreme la puerta—Era Derek.

Caminé hacia la puerta principal y la abrí.

—¿No te has vestido? ¿Qué estás esperando?—Interrogó Derek analizandome de pies a cabeza con la frente arrugada.

—Estoy esperando a que me vistas.—replique levantando una ceja— Por cierto, estoy bien ¿Y tú?—Hizo una expresión de enojo, pasó sus manos por su cabello despeinandolo un poco, resopló y me empujó hacia un lado entrando a la casa.

—Me iré a vestir.—Avisé subiendo las escaleras.


Ya estamos a tan solos minutos de llegar a la secundaria. Que delirio. En realidad odio venir los primeros días a clases, hacen actividades tontas, ponen música extraña y dan helado, obligan a convivir con los mismos payasos de toda la vida, todas esas mierdas típicas de los primeros días de clases. Derek estacionó el auto, rápidamente abrió la puerta y salió disparado hacia Lucia, quién lo estaba esperando en la entrada, abrí la puerta con toda la pereza del mundo, saqué un pie luego el otro, tomé mi mochila y salí del auto.

—¡Hola, Cusic!—Saludó Lucia con una sonrisa de oreja a oreja y una mirada animada.

—Hola.—Salude con mi mano.

Dejó de abrazar a Derek y caminó hacia mí, di tres pasos hacia atrás al ver que ella iba levantando sus manos en dirección a mi cara.

—Detente.—Amenacé retrocediendo, maldije al sentir que mi espalda chocó contra el auto.

—¡Ven!—Sus dedos apretaron con fuerza mis mejillas—Vamos, entremos rápido o nos quedaremos sin helado.

Acomodé mi mochila en mis hombros y empecé a caminar detrás de ellos. Habían niños correteando por todos lados, risas escandalosas y miradas incómodas. Odio con toda el alma a los de primer ingreso. Seré arrogante pero jamás fui así de tonto.

—Disculpe ¿Usted sabe dónde queda la dirección?

Una niña estaba frente a mi, le calculé unos trece años de edad, llevaba dos trenzas a cada lado y una mochila morada de mariposas o algo así, quise ignorarla pero algo en mi me dijo que por primera vez en el día hiciera algo bueno.

—No, no sé.—Repliqué con una sonrisa y continúe caminando, sabía dónde quedaba pero a mí nadie me ayudó cuando necesitaba ayuda.

Ya había perdido de vista a Derek y a Lucía, sentí un leve toque en mi hombro derecho, decidí ignorarlo y segui caminando, no quería saludar a nadie.

—¡Cusic, aqui!—Giré mi cabeza en dirección al grito chillón de Lucia, caminé hacia ellos y al instante me di cuenta de que no estaban solos, había otra chica que nunca en mi vida había visto.

—¿Dónde estabas?—Derek miraba con curiosidad mi rostro— ¿Y por qué traes esa cara?

Me encogí de hombros.

—Es mi cara, si no te gusta pagame la bichectomia.

—Quita esa cara de culo sacrificado Cusic.—Agregó Lucia poniendo su mano sobre mi hombro—Mira, ella es Alondra.

—Ah...—Bostece.

—Derek ¿Me acompañas al baño?—Pidio Lucia poniendo sus manos sobre sus hombros.

—No.—Respondio de mala gana.

—Acompáñame.—Lucia se llevó a Derek, desapareciendo entre los pasillos.

—Hola, Tyson.—Saludo, poniéndose frente a mi— Está lindo el día.

—Supongamos.—enfoqué mi mirada en ella, sus mejillas estaban rojas, constantemente pasaba sus manos por su  cabello, sonreía como si estuviera contando chistes, su mirada tiraba un aire de inocencia muy peculiar— ¿Y qué especialidad llevas?—Metí mis manos a los bolsillos del pantalón.

En mi secundaria para poder graduarse hay que elegir una especialidad. Ya se lo he preguntado, pero es que cuando la veo no sé que debería preguntarle.

—Secretariado ¿Y tú?

—Informática...—Replique en un bostezo.

—¡Oh! Vaya...

—Ajá. —Contesté desviando mi mirada hacia un niño que había chocado contra una puerta.

—Eres lindo, digo que tus ojos son lindos, no, este... Que tú eres...

—Si, si ya entendí.—Apreté mis labios para contener la risa.

—Tyson.

Escuché esa voz femenina con un tono de arrogancia, no tenía que darme la vuelta para saber de quién se trataba. Realmente no me siento bien como para hablar con ella.

—¿Qué?—Pregunté sin darme la vuelta.

—Necesitamos hablar.—Exigió.

—No.

—Sí.

—No quiero.—Espete listo para irme.

—Pero debemos hablar.

—Ahora no puedo, estoy con...—Me detuve y la miré, había olvidado su nombre.

—No te han dicho que se ve feo estar de mal tercio.—Alondra tomó mi mano— Busquemos más privacidad.








Nota de la autora:

¡Oye! ¿Cómo estás? Espero que bien. Me encanta esta nueva versión y espero que a ti también.

¿Qué piensas sobre Tyson?

A mí me encanta este personaje.:)

Gracias por leer.
¿Te gustó este capítulo persona divina de mi corazón?

No olvides de votar y de paso comentar tus dudas, u otra cosa que quieras comentar.

¡Nos leemos en el siguiente capítulo!

Keill Pravia

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