Capitulo 33

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Al día siguiente, Lily bajó a desayunar junto a Theo. Al entrar al Gran Comedor; todos voltearon a mirar la Saeta de Fuego, murmurando emocionados. Lily vio con satisfacción que el equipo de Gryffindor la miraban atónitos. Marcus también estaba orgulloso de la Saeta de Fuego.

—Déjala aquí, Lily.—dijo, poniendo la escoba en el centro de la mesa y dándole la vuelta con cuidado, para que el nombre fuera visible.

Los de Ravenclaw y Hufflepuff se acercaron para verla. Cedric Diggory fue a felicitar a Lily por haber conseguido un sustituto tan soberbio para su Nimbus.

A las once menos cuarto, el equipo de Slytherin se dirigió a los vestuarios. El tiempo no podía ser más fresco y despejado, con una brisa muy ligera. Se oían al resto del colegio que se dirigía al estado.

Lily, en un cubículo personal, se quitó las ropas negras del colegio, saco del bolsillo la varita y se la metió dentro de la camiseta que iba a llevar bajo las ropas de quidditch. Esperaba no necesitarla.

—Bien, recuerden que debemos ganar o perderemos la copa y los matare por ello.—dijo Marcus.— y sobre todo recuerden esto: Slytherin no gana, masacra a sus enemigos.

Salieron al campo y fueron recibidos con un aplauso tumultuoso. El equipo de Ravenclaw, de color azul, aguardaba ya en el campo. La buscadora, Cho Chang, única chica del equipo al igual que Lily, se notaba algo nerviosa, pero le sonrió a Lily cuando los equipos se alinearon. Lily solo asintió, secamente.

—Wood, Davies, dense la mano.—ordenó la señora Hooch y ellos cumplieron.— Monten en las escobas...¡Tres, dos, uno!

Lily despegó del suelo y la Saeta de Fuego se levantó más rápido que ninguna otra escoba. Empezó a buscar la snitch mientras escuchaba al comentarista, amigo de los gemelos, Lee Jordan:

—Han empezado a jugar y el objeto de expectación en este partido es la Saeta de Fuego que monta Lily Potter, del equipo de Slytherin. Según la revista El mundo de la escoba, la Saeta es la escoba elegida por los equipos nacionales para el campeonato mundial de este año.

—Jordan, ¿te importaría explicar lo que ocurre en el partido?—interrumpió McGonagall.

—Tiene razón, profesora. Solo daba información complementaría. La Saeta de Fuego, por cierto, esta dotada de frenos automáticos y...

—¡Jordan!

—Vale, vale. Slytherin tiene la pelota. Draco Malfoy se dirige a la meta...

Lily pasó como un rayo a lado de Draco en dirección contraria, buscando la snitch y siendo seguida de cerca por Cho Chang, quien continuamente se le cruzaba, obligándola a cambiar de dirección.

—Enséñale como se acelera, reina.—le grito Blaise yendo en persecución de una bludger dirigida a Adrian.

Lily aceleró al rodear los postes de la meta de Ravenclaw, seguida por Cho. La vio en el momento en que Draco conseguía el primer tanto del partido y las gradas de Slytherin enloquecían: la snitch, muy próxima al suelo, cerca de una de las barreras.

Descendió en picado y Cho salió rápidamente tras ella. Cuando estaba a tres metros de distancias, una bludger impulsada por uno de los golpeadores de Ravenclaw surgió ante Lily y veloz como un rayo, la esquivó por un centímetro. Tras esos escasos y cruciales segundos, la snitch desapareció.

Slytherin gritó de decepción, a diferencia de los Ravenclaw que lo hicieron de alegría. Theo desfogó su rabia enviando la bludger directamente contra el golpeador que había lanzado contra Lily. Este tuvo que dar en el aire una vuelta de campana para esquivarla.

—¡Slytherin gana por ochenta a cero! ¡Y miren esa Saeta de Fuego! Potter le está sacando partido. Vean como gira. La Cometa de Chang no esta a su altura. La precisión y el equilibro de la Saeta es realmente evidente en estos largos...

—¡JORDAN! ¿TE PAGAN PARA QUE HAGAS PUBLICIDAD DE LAS SAETAS DE FUEGO? ¡SIGUE COMENTANDO EL PARTIDO!

Ravenclaw jugaba a la defensiva. Ya habían marcado tres goles, lo cual había reducido la distancia con Slytherin a cincuenta puntos. Si Cho atrapaba la snitch antes que ella, Ravenclaw ganaría. Lily descendió evitando por muy poco a un cazador contrario y buscó la snitch por todo el campo, desesperadamente.

Vio un destello dorado y un aleteo de pequeñas alas: la snitch rodeaba la meta de Slytherin. Lily aceleró con los ojos fijos en la mota de oro que tenía delante pero un segundo después surgió Cho, bloqueándole.

—¡LILY! ¡SI ES NECESARIO TÍRALA DE LA ESCOBA!—grito Marcus.

La muchacha sonreía y Lily le envió una mirada fría que la hizo temblar. La snitch había desaparecido de nuevo. Ascendio y enseguida estuvo a siete metros por encima del nivel del juego. Vio como Cho la seguía, prefería marcarla a buscar la snitch. Bien, pues si quería perseguirla, que se atuviera a las consecuencias.

Volvió a bajar en picado; Cho lo siguió y ella frenó bruscamente, a lo que Cho se precipitó hacia abajo. Una vez más, ascendió veloz y entonces la vio por tercera vez: la snitch dorada por encima del campo de Ravenclaw.

Aceleró y Cho también, muchos metros por debajo. Lily iba delante, acercándose cada vez más. Alargó la mano y pudo hacerse con la pequeña snitch. Se oyó el silbato de la señora Hooch. Lily dio media vuelta en el aire y vio seis borrones verdes que se le venían encima.

Al momento siguiente, todo el equipo la abrazaba tan fuerte que casi la derribaban de la escoba. De abajo llegaba el griterío de la afición de Slytherin.

—¡ESA ES MI PEQUEÑA SNITCH! ¡ESA ES MI NIÑA!— exclamaba Marcus una y otra vez.

Theo abrazó tan fuerte a Lily que creyó que se le iba a salir la cabeza, Bletchley besó su mejilla al igual que Blaise y Draco besó su frente. En completo desorden, el equipo se las ingenió para abrirse camino y volver al terreno de juego. Lily descendió de la escoba y vio a un montón de seguidores de Slytherin saltando al campo, con Daphne y Cassius a la cabeza. Antes de que se diera cuenta, la rodeaba una multitud alegre que la ovacionaba.

Esa noche festejaron y a la una de la madrugada, los alumnos de tercero para abajo fueron enviados a dormir para que los de cuarto en adelante siguieran con la fiesta. Al día siguiente, sin embargo, la alegría de Lily se esfumaría un poco al enterarse que Sirius Black había ingresado a la Torre de Gryffindor y rasgado las cortinas de la cama de Ron Weasley, quien afirmaba que Black estaba con un cuchillo en mano.

Por cualquier sitio por el que pasaran al día siguiente, encontraban medidas de seguridad más rigurosas. Incluso se contrato a un grupo de hoscos troles de seguridad para proteger a la señora gorda, el retrato de Gryffindor que había vuelto a su lugar.

Dos semanas más tarde, una nueva salida a Hogsmeade fue anunciada y Lily volvió a acompañar a Theo y Hermione a la salida y camino por los pasillos de Hogwarts mirando el mapa del merodeador, que no estaba activado, en sus manos.

—Aún no puedo creer que los gemelos Weasley me dieran esto.—dijo para si misma.

—¿Cómo?—dijo una voz y Lily alzó el rostro, pálida. Era Snape y lucía nada contento, después de todo, el detestaba a los Weasley y parecía reconocer el mapa. La tomó del brazo y la hizo entrar a su despacho.— ¿Un precioso regalo del señor Weasley? ¿O es otra cosa?—se lo arrebato— ¿Quizá una carta con tinta invisible? ¿O tal vez...instrucciones para llegar a Hogsmeade evitando a los dementores?

—Yo no...

—Veamos.—susurró, sacando la varita y desplegando el mapa. —¡Revela tu secreto!— no ocurrió nada y el corazón de Lily palpitaba alocadamente. No tenía nada contra Snape, pero no quería que nadie supiera del mapa.— ¡Muéstrate!

—¡Severus Snape, profesor de este colegio, te ordena enseñar la información que ocultas!

Como si una mano invisible escribiera en la lisa superficie del mapa, fueron apareciendo algunas palabras:

«El señor Lunático presenta sus respetos al profesor Snape y le ruega que aparte la narizota de los asuntos que no le atañen.»

«El señor Cornamenta está de acuerdo con el señor Lunático y solo quisiera añadir que el profesor Snape es feo e imbécil.»

«El señor Canuto quisiera hacer constar su estupefacción ante el hecho de que un idiota semejante haya llegado a profesor.»

«El señor Colagusano saluda al profesor Snape y le aconseja que se lave el pelo, el muy guarro.»

Un tenso silencio invadió la estancia. Snape la miro con ojos feroces, pero al ver su incredulidad y palidez, pensó que no sabía nada de ello, cuando en realidad, Lily lo único que no sabía es que el mapa era capaz de insultar.

—Yo...—la miró.—...creo que su cabello es lindo.

—Lily.

—¿..Sí...?

—Cállate.

Furioso, se dirigió al fuego con paso decidido, cogió un puñado de polvo brillante y lo arrojó a las llamas.

—¡Lupin! ¡Quiero hablar contigo!

Segundos después, Lupin salía de la chimenea sacudiéndose las cenizas.

—¿Llamabas, Severus?

—Sí. He confiscado esto de Lily cuando caminaba por los pasillos, ¿Qué te parece?— en el rostro de Lupin apareció una expresión extraña y hermética.— Este pergamino está claramente encantado con Artes Oscuras. Entra dentro de tu especialidad, Lupin, ¿Dónde crees que lo pudo conseguir Lily? Mejor dicho, los gemelos Weasley, quienes se lo regalaron a ella.

—¿Con Artes Oscuras?—repitió con voz amable.— ¿De verdad lo crees, Severus? A mi me parece simplemente un pergamino que ofende al que intenta leerlo. Infantil, pero seguramente no peligroso. Supongo que los gemelos lo han comprado en una tienda de artículos de broma.

—¿De verdad?—lo miró enfadado.—¿Crees que una tienda de artículos de broma vendería algo como esto? ¿No crees que es más probable que lo consiguieran directamente de los fabricantes?

—¿Quieres decir del señor Colagusano o cualquiera de estas personas? Lily, ¿los conoces?

—No.

—¿Lo ves, Severus? Creo que es de Zonko.—resolvió tranquilamente.— Bien.—dio una palmada y miro contento.— ¡Parece que eso lo aclara todo! Me lo llevo, Severus, si no te importa.— plegó el mapa y se lo metió en la túnica.— Lily, por favor ven conmigo. Tengo que decirte algo relacionado con el trabajo sobre los vampiros. Discúlpanos, Severus...¿Lily?

Lupin miro confundido a Lily, quien no se movía. En su lugar, ella miraba al profesor Snape, quien se giro a verla con tranquilidad.

—¿Puedo ir, profesor?

—Por supuesto, Lily.—accedió.—pero no tardes mucho.

Ella salió del despacho detrás de Lupin y ambos hicieron todo el camino sin hablar hasta que Lily decidió romper el silencio.

—¿Qué quería decirme?

—Se que este mapa fue confiscado por el señor Filch hace muchos años.—interrumpió Lupin.— Si, sé que es un mapa.—dijo ante su mirada asombrada.— Supongo que los gemelos lograron hacerse con el y aunque no entiendo porque te lo regalaron, me asombra, sin embargo, que no lo entregaras, especialmente después de lo sucedido en la última ocasión en que un alumno dejó por ahí información relativa al castillo. No te lo puedo devolver, Lily.

—No tengo problema con ello.—dijo Lily, quien estaba tranquila, pues ya había hecho una copia del mapa por si algo sucedía. —Pero tengo una pregunta, ¿Porqué pensó el profesor Snape que me lo habían dado los fabricantes.

—Porque...porque los fabricantes de estos mapas habrían querido sacarte del colegio. habrían pensado que era muy divertido.—respondió misteriosamente y Lily quiso reír para sus adentros, sabiendo que era una verdad a medias.

—¿Los conoce?—ladeó la cabeza.

—Nos hemos visto.—dijo Lupin, lacónicamente. Entonces la miro más serio que nunca.— No esperes que te vuelva a encubrir; Lily. No puedo conseguir que te tomes en serio a Sirius Black, pero creía que los gritos que oyes cuando se te aproximan los dementores te habrían hecho algún efecto. Tus padres dieron su vida para que tú siguieras viva, Lily. Y tu les correspondes muy mal...cambiando su sacrificio por una bolsa de artículos de broma.

—¿Disculpe?—Lily soltó una risa burlona y despectiva, que hizo que la mirara sorprendido.— Mis padres dieron su vida porque prefirieron luchar en una guerra teniendo una bebé en brazos a resguardarse en un lugar alejado de todo. En cuanto a Sirius Black, lo tomó en serio, por si no lo sabe. Y respecto a encubrirme, no tenía porque hacerlo, ¿en realidad cree que el profesor Snape estaba enfadado conmigo?

Lupin la miro incrédulo y ella volvió a reír.

—El no estaba enfadado conmigo, sino con los dueños de ese mapa que, tanto usted como al parecer el también, conocen. ¿En serio cree que el profesor Snape castigaría a su alumna y jugadora estrella? —lo miró cruzada de brazos.— No necesito clases de moral de usted, profesor Lupin. Nunca le pedí cubrirme y si quiere no vuelva a hacerlo, puedo resolverlo sola, sin embargo, no soy mal agradecida y le agradezco el gesto. Ahora, si no le importa, me largo y espero no verlo a menos que sean sus clases, porque si hay algo que detesto más que a Ronald Weasley, es a la gente que habla de mi y mis padres como si me conociera.















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