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•2 semanas después

•Allison•

Habían pasado casi dos semanas desde el accidente.

Ya no sentía que la muerte de la familia de Peter fuese mi culpa.
Daniel me ayudó con aquello.

Los chicos se estaban preparando para la guerra que se acercaba. Y yo...
Yo no podía hacer nada.

Después de mi intento de suicidio, Selena me descartó de la misión, ya que podría contener varias presiones psicológicas que me desabilitarian y, "podría volver a pasar".

Si hubiera sabido esto, nunca jamás lo habría intentado.

Pero, en ese momento... Me sentía débil. Y recordar aquello no me ayudó en absoluto.

Zach no se separaba de mí en ningún momento. Si me tenía que duchar, él esperaba fuera.
Algo que me parecía demasiado estúpido.

La relación con los demás también había cambiado. Se preocupaban más por mí y me miraban con lastima. Lo odiaba.

Pero no podía hacer nada. Era mi maldita culpa que me trataran de esa forma. Solo mi culpa.

Suspiré agotaba mientras me quitaba la camiseta para irme a la ducha.

Unas manos en mi cintura me detuvieron.

Olía su colonia, pero eso no me quitó la sorpresa.

Me giré con cuidado y allí estaba él, mirándome como si fuera un tesoro.

- ¿Qué haces Zach? - pregunté intentando sonar calmada.

Me miró a los ojos apegándose más a mí cuerpo.

- No te puedo dejar sola. - susurró con una sonrisa juguetona.

- Zach... - susurré en forma de aviso.

Sonrió como respuesta y se apresuró a tocar sus labios con los míos.

Me cogió en brazos para poder dejarme encima del escritorio, tirando de paso todo lo que había encima.

- Zach. - me quejé cuando comenzó a besar mi cuello.

Me miró a los ojos con serenidad.

- Me diste un susto de muerte ¿Lo sabías? - seguía agarrándome de la cintura, pero, hablaba con normalidad, como si nada hubiese pasado - No quiero perderte. Solo confía en mí y déjate llevar.

Le miré hipnotizada a los ojos y asentí levemente. Después una sonrisa tierna apareció en su rostro y me besó.
Me besó como nunca antes, haciéndome sentir mariposas en el estómago.

Sus manos subían y bajaban por mí espalada, hasta que se detuvo en el broche de mí sujetador y lo desabrochó.

Mis mejillas se tornaron algo rojas por la vergüenza.

- No seas tímida. - susurró en mi oído, tocando levemente su labio con mi oreja - Recuerda que ya he visto tu precioso cuerpo antes.

Y así, como si nada, siguió a lo suyo dejándome con demasiadas emociones atascadas en mi cuerpo.

Me deshice de su camiseta lo más rápido posible, procurando que los besos que me proporcionaba no cesarán nunca.

Bajó mis shorts mientras besaba mi cuello y me llevó a la cama con gran facilidad.

Sus besos descendían por mis clavículas hasta mi estómago, entonces, él mismo se quitó los pantalones y los tiró al suelo.

Volvió hasta mi boca rozando sin querer su zona íntima contra la mía, aún con tela estorbando.

Sus alas se desplegaron en ese momento, seguido de un gemido por parte de ambos.

Me miró a los ojos con la respiración agitada. Su alas se desplazaban por todo mi cuerpo acariciándolo delicadamente.

Ladeé la cabeza con una sonrisa y posé mis manos en su pecho. Él me sonrió de vuelta mientras sus manos se deslizaban hasta mis caderas. Allí retiró mi ropa interior junto con la suya.

- Agarra mi mano. - ordenó en un susurro - Si te duele... Solo aprétala con todas tus fuerzas.

Asentí y agarré su mano, entrelazando sus dedos con los míos y cerrando los ojos.

Cuando entró en mí, mordí mi labio para no soltar ningún gritó.

- Inspira y transpira. - dijo profundizando más.

Lo hice varias veces hasta que el dolor desapareció.
Me aferré a su espalda recibiendo caricias en los brazos por parte de sus alas.

Era como estar en el cielo. Literalmente. Él parecía un ángel.

Las embestidas se hicieron más frecuentes quitándome el aliento.

En ese momento, pude jurar que sus ojos se habían vuelto grises.
Mi cuerpo comenzó a calentarse poco a poco, envolviéndome en un aura de bienestar y placer.

No podía verme, pero casi podría asegurar que mis ojos también habían cambiado de color. Rojo fuego.

Llegamos al final y los dos nos separamos exaustos.

- ¿Qué ha sido eso? - pregunté con la respiración agitada - Tus ojos...

- Y los tuyos. - afirmó relajado.

Se puso de costado acercando mi cabeza a su pecho y acariciando mi pelo.

- Te he hecho inmortal.

Alcé la cabeza para mirarle a los ojos.

- ¿Qué? ¿Enserio?

- Ajá. - contestó con una sonrisa - Solo se puede traspasar ese poder haciendo el amor con la persona a la que más amas, y esa eres tú Allison.

Sonreí y apoyé mi cabeza en su pecho.

- Ya nada nos separará. - susurró contra mi cabeza - Ya nada te hará daño.

❤❤❤

Zach nació con el poder de la inmortalidad, nadie se lo pasó.

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