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Salimos de Beacon Hills en silencio, sin despedirnos de nadie y sin dejarles alguna nota con una explicación decente de nuestros actos.

La luna iluminaba el camino y Zach agarraba mi mano haciéndome invisible con él.

Todavía no podía creer que a los chicos no les importara. ¿Me iban a dejar morir a manos de la Liga?

Me parecía algo increíble, y no en el buen sentido.
Sobre todo, por Daniel.

Él era mi hermano y... se preocupaba por mí ¿Verdad?
Al menos es eso lo que yo pensaba antes de que Zach me dijera lo contrario.

¿Zach me ha dicho la verdad?

En ese momento incluso no quería creerle a él. Era algo que simplemente no quería aceptar.

Muchas dudas rodaban por mí cabeza cuando vi el cartel en el que ponía:
"Está fuera de Beacon Hills".

- Zach... No creo que esto sea lo correcto. - frené en seco - Son nuestros amigos.

Negó repetidas veces con una sonrisa irónica en su rostro y se puso enfrente mía.

- Si fueran nuestros amigos lucharían por tí.

- A lo mejor ellos tienen razón. - susurré con la cabeza gacha.

- ¿Qué? - exclamó enfadado - Eso es mentira. No mereces morir.

- No es eso, Zach. - le miré a los ojos rendida - Esto es una guerra y no tendrían que preocuparse solo por mí. ¡Está en juego nuestra libertad! Deberíamos ayudarles.

- No Allison. No lo haré si eso significa arriesgarme a perderte. Ellos han sido unos egoístas al solo pensar en ellos.

- ¿Y tú no? - solté de la nada - No quieres luchar solo para mantenerme viva. Es igual de egoísta que lo que hacen ellos.

- Tú no lo entiendes. - comentó entre dientes - He estado solo toda mi vida. Eres lo único que tengo y, ahora los dos podemos morir. ¿Qué quieres que haga? ¿Luchar con ellos? ¿Arriesgarme a perderte? ¿Pelear en vano?

- Aunque no lo creas, yo también he estado sola, hasta que te conocí. - susurré después de soltar un suspiro cansado, negándome a mirarle mientras sus duras palabras atravesaban mis oídos y mi corazón - Después me mostraste a los chicos y... A mí hermano. Sentía que tenía una familia, y ahora tú quieres quitarme eso. Simplemente, no lo entiendo, Zach.

Giró su cabeza hacia otro lado y suspiró frustrado.

- No quiero que mueras, ¿Entiendes? No quiero perderte, no quiero volver a estar solo. Te amo ¿Sí? Y haré todo lo necesario para que te quedes a mí lado.

No dije nada más y solo asentí mirándome a los pies.

Entendía su temor, pero sabía que yo tenía razón.

Zach era muy cabezota y no me haría caso nunca, aunque yo estuviera en lo correcto.
Pero no dejaría de intentar convencerle. No nos esconderíamos para siempre.

Lucharía. Como hicieron mis padres.

Me abrazó fuertemente y escondí mi cara en su pecho, cerrando los ojos y sintiéndome bien por una vez en la mañana.

Anduvimos por más de dos horas. Sin descanso. Dados de la mano y con la respiración agitada.

Parecía que está montaña no acababa nunca.

Mientras andábamos, me fijé en todo lo que me rodeaba.
Rocas, árboles, hierva, suelo, señal...
¿Una Señal con una equis pintada en ella?

No le di mucha importancia, ya que, lo podrían haber pintado unos pandilleros.
Pero, al parecer, a Zach si le llamó la atención.

Por una vez en todo el viaje, soltó mi mano y se acercó a examinar la señal.

- ¿Qué pasa? - pregunté cuando llegué a su lado.

- Extremistas. - susurró respondiendo mi pregunta, pero dejándome aún más consternada.

- ¿Extremistas?

- Sí. Se parecen a la Liga pero ellos tienen poderes y odian a los humanos.

- ¿Por qué? - cuestioné curiosamente.

- Diferentes razones. A veces porque perdieron a su familia a causa de la Liga, acoso en la escuela por ser especial, o, directamente, nacieron ya en ese entorno.

- Oh... - miré la equis - ¿Ellos están cerca?

- Eso creo. - suspiró - Nos encontramos en su territorio.

- Y... ¿Nos van a hacer algo? - seguramente le estaba hartando con mis preguntas, pero necesitaba saber todo.

- No. - afirmó - Nos avisarán de que nos encontramos en su territorio y querrán que nos vayamos. Pero no nos harán nada. - me miró - Que no te extrañé si te miren mal. No les gustan los poderosos que apoyan a los humanos fuera de la Liga. Según ellos, también son malos.

- ¿Y no podemos volar?

- Por mala suerte, no. Hay aviones de caza por todo el cielo y tienen un identificador de poderes. Nos verán.

- Entiendo. - suspiré - Andando.

Volvió a agarrar mi mano y sonreí.

(...)

Estaba agotada. Habíamos andado más de 12 kilómetros y mi cuerpo no daba más de sí.

- ¿Podríamos parar? - pregunté parándome en seco.

- Creo que sí. - contestó en un suspiro.

Se notaba que él también estaba cansado, pero no quería quedarse aquí. Todavía estábamos en el territorio de los extremistas.

Nos sentamos apoyados en un árbol.

Cerré mis ojos y me concentré en recuperar el ritmo de mí respiración.
Notaba como Zach dibujaba patrones en el dorso de mi mano y sonreí.

De repente, bombas de humo fueron lanzadas hacia nosotros desde no sé dónde.

Zach agarró mi mano y me levantó del suelo con él.

Poco a poco, algunas siluetas se podían ver entre el humo.

- Mierda. - farfulló Zach cuando una persona se posicionó enfrente nuestra. Una chica.

- Oh. - dijo haciéndose la sorprendida - Mirar a quien tenemos aquí. - se oyeron risas de personas - . El gran Zach Herron.

- Déjanos Alejandra. - bufó Zach entre diente.

- Ale para los amigos. - dijo en una risita irónica - Y tú y yo lo somos ¿No?

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