ʚ🌼ɞ Final.

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Su día comenzó siendo una mierda, debido a que no pudo pegar un ojo en la noche se quedó dormido cerca de las seis de la mañana. Su cuerpo no aguantó tantos días sin dormir que finalmente colapsó esa madrugada.

Despertó gracias a los insistentes llamados en el teléfono de su estudio. Muy pocas personas tenían el número de allí, sólo su hermana y Yusei. Por obvias razones el último mencionado no lo llamaría, así que todo indicaba que Hye era quien insistía incansablemente.

-¿Qué sucede? -Preguntó con cansancio, quería seguir durmiendo.

-Me alegra oír que estás a salvo. —Ella se escuchaba genuinamente aliviada. —¡Pero quiero golpearte por ser tan irresponsable! ¿Sabes qué día y qué hora es?

-No -Respondió con sinceridad.

-Bueno, hermanito, déjame decirte que hoy era la reunión con uno de los accionistas más importantes de la empresa.

-Lo olvidé completamente. -Dijo, siendo consciente que era un total idiota.

-Por suerte tu hermana está aquí para salvarte el trasero. Ese tema está solucionado... Pero quiero hablar contigo, Riku.

-Estoy bien.

-No, no lo estás. Sé que una ruptura es dolorosa, más si es una persona a la que querías como Yusei. Pero tu vida sigue, no puedes estancarte en esto por siempre, además, pronto tendrás a dos hijos, debes elegir el camino correcto y actuar apropiadamente. Cuida de ti, por favor.

-Simplemente estoy cansado, Hye. No te preocupes por mi, ¿bien?

-Será mejor que te repongas antes de que nazca tu bebé porque ahí conocerás lo que no es descansar bien.

-Entendido, jefa.

-Está bien, colgaré. Por favor come, ya has bajado varios kilos.

-Lo haré. Asegúrate de llevar las cosas que compré para Yusei.

-Las llevó aquí. Te quiero, adiós.

-También te quiero. Adiós.

Suspiró con cansancio, realmente tenía ganas de seguir durmiendo, pero lo más probable es que no despertara entrada la noche. Tomó su celular y borró las notificaciones de las llamadas perdidas, entró a la aplicación donde compraba comida e hizo su pedido. Llegaría en veinte minutos, el tiempo suficiente para bañarse y sacarse la pintura de encima.

En cuanto recibió la comida que pidió, su estómago rugió exigiendo una porción. No era tonto, sabía que durante estos días sus comidas habían disminuido provocando una baja de peso insana, pero era demasiado orgullo para decírselo a Hye.

Riku daba vueltas por el estudio comiendo, se detenía de vez en cuando para observar sus obras, las primeras que hizo, cuando era un adolescente transmitían caos, demasiados colores y emociones juntas, en cambio, las que hizo ahora transmitían melancolía y añoranza, nunca quería transmitir eso, pero la pintura fue la única manera de poder expresar sus sentimientos.

En cuanto tuviera un mejor ánimo le haría un cuadro a cada uno de sus hijos.

Observó la hora de su celular, suponía que para este momento Natasitt ya habría almorzado y estaría descansando, iría a dejarle las cosas que compró para el bebé y cerciorarse de que el doncel siguiera al pie de la letra las indicaciones del médico.

Debido a que no fue a la oficina y no planeaba hacerlo, se vistió casualmente. Estaba bien así, le gustaba la ropa holgada y los trajes a medida lo tenían cansado, realmente deseaba noder cambiar de vida.

Tardó quince minutos desde la ciudad hasta el departamento de Natasitt. Las condiciones en las que vivía el griego no eran malas, pero Riku deseaba que su hijo tuviera un jardín donde pudiera jugar en el césped, embarrarse de pies a cabeza y demás cosas que hiciera un niño, por lo que había tramitado la compra de una casa, estaba a veinte minutos de su estudio y a treinta de la casa de Yusei, su bebé podría crecer bien con Natasitt allí.

Por su parte, estaba buscando una propia, donde pudiera trasladar su estudio y a la vez estuviera cerca de la oficina, su agente de bienes raíces le dijo que estaba haciendo lo mejor que podía, pero que tal vez le convendría comprar un terreno y hacerla a su gusto.

Miró por la ventanilla del auto al taxi que se paró frente al edificio, de allí bajó el chofer y del maletero sacó una enorme bolsa de algún lugar de compras, el hombre después ayudó a la persona que estaba allí para salir. Riku abrió escandalosamente sus ojos al percatarse que era Natasitt quien salía del taxi y cargaba el enorme bulto, dispuesto a entrar a su hogar.

Negando y haciendo movimientos rápidos, logró alcanzar al testarudo doncel, que tal como sospechó no hacía caso a las recomendaciones de su médico

-Quédate justo donde estás. -Advirtió Riku mientras llegaba a su lado. — ¿Por qué eres tan testarudo? El doctor dijo claramente que estas cosas las evitaras por un tiempo.

-Lo sé- La mirada lastimera que le dirigió Natasitt logró ablandar su actitud. -Pero necesitaba esto para el cuarto del niño.

-Podrías habérmelo pedido o simplemente ordenarlo por internet.

-Está bien, ya no me regañes.

Natasitt le entregó la pesada bolsa y le abrió la puerta del edificio donde vivía. En esta ocasión el griego llevaba un atuendo que dejaba ver cuán embarazado se encontraba, la jardinera de jean y la holgada camiseta de mangas largas hacían una combinación perfecta, dándole un aspecto enternecedor.

-Preparé algo caliente para tomar. — Natasitt le comunicó en cuanto entraron al departamento.

Riku asintió, no dándose cuenta que posiblemente Natasitt no lo estuviera mirando. Dejó la enorme bolsa en el cuarto del bebé y observó con curiosidad una enorme caja donde se veía la ilustración de una cuna.

-Natasitt -Lo llamó de la habitación. -¿Por qué hay otra cuna?

-Oh -Sus mejillas se tiñeron de rojo - Tenía planeado cambiarla y la que ya está ensamblada dártela para que la instalaras en tu casa.

Riku no iba a discutir, el griego ya le había manifestado que la cuna que tenía no terminaba de convencerlo y probablemente comprara otra. Acarició el puente de su nariz y lo miró de reojo.

-¿Planeabas armar y desarmar esto sólo?

-Tal vez.

-Ve a descansar, armaré esto ahora.

-Te preparé chocolate caliente. Después puedes hacerlo.

-Lo haré hoy, estás a nada de dar a luz.

A pesar de dar su negativa, Riku siguió a Natasitt para beber lo que el griego preparó. El doncel aún no podía hablarle mirándolo a los ojos, pero hacía su mejor esfuerzo para tratarlo bien.

Una vez que Riku terminó su chocolate, lavó las tazas que usaron y le dijo al doncel que fuera a recostarse, sus pies estaban hinchados y la espalda le dolía. Antes de que Natasitt se durmiera le dijo que armaría la cuna y cerraría todo antes de irse.






(🌼)








Estuvo alrededor de dos horas armando y desarmando las cunas. Para su suerte, Natasitt conservó la caja de la primera cuna y pudo guardarla con completo éxito.

Dejó todo exactamente como lo encontró y de paso, colocó las nuevas cosas que el doncel compró.

Antes de poder cargar la caja, escuchó los leves quejidos de Natasitt desde la habitación, sentía que de alguna manera invadiría su privacidad, pero en la condición que estaba el hombre, era primordial velar por su seguridad y la del bebé.

Dio pasos largos y rápidos hasta el cuarto del griego. Abrió la puerta lentamente y asomó la cabeza, los quejidos no paraban, a su parecer cada vez eran más fuertes.

Encendió la luz y en las blancas sábanas de la cama había una pequeña mancha roja. Sus vellos se erizaron y corrió los centímetros que lo separaban de Natasitt.

-Natasitt, por favor, despierta.

Los ojos grises y llorosos del hombre lo miraron sin comprender la situación. Riku temía levantar la sábana y encontrar lo que más temía. Natasitt no pudo sostener más la mirada por el fuerte dolor que atravesó su cuerpo, el doncel levantó la sábana y encontró una enorme mancha de sangre, su jardinera quedó totalmente manchada de rojo.

Riku no esperó más, tomó el cuerpo de Natasitt y corrió al auto.

Cuando llegaron al hospital fueron recibidos de inmediato, no permitieron que pasara a donde se encontraba Natasitt. Los nervios y la desesperación lo comían por dentro, quería saber cómo estaba el doncel y su bebé.

En medio de la espera, llamó a su hermana, quien prometió llegar cuanto antes.

-¿Señor Hagiwara? -Una enfermera ya mayor se acercó a él.

Riku retrocedió al mismo tiempo que negaba y sus ojos comenzaban a aguarse.

Ella le explicaba dulce y pacientemente cómo habían pasado las cosas, se quedó un momento con él y luego se marchó.

-Podrá ver al bebé en un momento, ¿bien? -Ella le dio una suave caricia en el brazo. — Es un niño hermoso.

Su cuerpo no pudo resistir la noticia, sus rodillas cedieron hasta que su trasero se topó con el frío piso del hospital. Le dolía el pecho, el corazón, no pudo hacer nada por él, nada iba bien en su vida.

Cuando sintió los cálidos brazos y el reconocido perfume, se aferró al delgado cuerpo de su hermana.

-No pude hacer nada. Su vida estuvo entre mis manos y no pude hacer nada. - Riku lloraba sobre el hombro de la castaña. -No podrá conocer a su hijo, al que tanto esperó ver y sólo porque no me di cuenta antes.

-No es tu culpa. -Ella le dijo suavemente. -No manejas el ciclo de la vida, Riku

Pasaron unos cuantos minutos cuando la enfermera que le dio la noticia volvió. Él se paró del suelo, limpió sus lágrimas y antes de seguir a la mujer al área neonatal, se dio cuenta que Yusei y Ethan estaban allí, por más que quiera, no pudo decir nada.

La mujer lo llevó a donde estaba su pequeño bebé y le dijo que estaba todo bien con él, no presentaba ninguna enfermedad, que sus pulmones eran muy fuertes y más pronto de lo que creía podría tenerlo en casa.

-Hola, mi pequeño príncipe- Riku  sonrió cuando este se movió con el sonido de su voz -Voy a hacerte el niño más feliz del mundo... tu papá y yo te cuidaremos siempre














Solo falta el epílogo















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