ㅡTe vas a casarㅡDijo con firmeza Jeon SunMi, la reina de Moonie, un reino bien establecido, con una reserva de oro inimaginable.

ㅡ¿Qué? Madre no puedes...ㅡIba a continuar con su protesta, cuando las puertas del salón se abrieron, dejando ver al rey. Inmediatamente, hizo una reverencia mostrando respeto.

ㅡTe vas a casar, Jeon JungKook.ㅡReiteró su padre tomando asiento al lado de su mujer.

JungKook sudó frío.

ㅡNo me pueden obligar a casarme, no quieroㅡIntentó sonar lo más calmado y educado posible al contradecir a sus progenitores.

ㅡ¿Por qué no, cariño?ㅡsu madre sonaba dulce, sabía que quería convencerlo.ㅡPor lo que sé, no tienes a nadie en tu vida que te impida aceptar la propuesta de poder formar una familia con alguien del mismo nivel que tú.

Su madre tenía un buen punto; JungKook era un príncipe que no tenía ningún amorío con alguna princesa o plebeya del reino, era un alma libre. Pero el solo pensamiento de tener que abandonar su libertinaje para asumir responsabilidades en su lugar, lo irritaba.

Suspiró antes de hablar.

ㅡCierto madre, pero aún no estoy listo para dar un paso así de grande.ㅡJungKook quería llorar así que bajó la cabeza para que sus padres no lo vieran en ese estado.

Su padre, al notar que su hijo se encontraba desconcertado y con un mar de emociones por la repentina noticia, miró a su reina y dándole un apretón en su mano, se levantó de su asiento dirigiéndose a JungKook. Lo envolvió en un cálido abrazo y sobando su espalda le dijo:

ㅡTranquilo, sé que no quieres hacerlo porque no conoces a la persona con la que te casarás. También sé que no quieres asumir tantas responsabilidades y tienes miedoㅡse separó un poco para verlo a la cara y limpiar una lágrima rebelde que se salió sin permisoㅡ. Pero aquí estamos tu madre y yo. Te apoyaremos tanto como nos sea posible para que seas un rey próspero. Puede que seamos muy egoístas al arreglar un matrimonio, espero que entiendas que lo hacemos por tu bien y el del reino.

Y JungKook lo sabía. Sus padres siempre habían puesto su felicidad por encima de todo y de todos, por esa razón es que comenzaba a pensar que había una buena razón detrás de todo este asunto, por lo que asintió mientras volvía a los brazos de su padre cuando sintió otra presencia calidad abrazándolo, su madre; separándose del abrazo, se dirigieron al comedor para el almuerzo.

Después de la comida, su madre se encargó de contarle a JungKook maravillas sobre el reino vecino, contrastando con las ideas que él tenía sobre dicho territorio.

Primero, sabía que, para llegar a dicho lugar, tendría que cruzar la frontera en forma de portón de su reino; después atravesaría el espeso bosque de cedros, entonces sería capaz de visualizar la frontera en forma de muralla de dicho reino, según su progenitora, eso era cierto.

Segundo, el nombre le resultaba extraño; para él, un reino llamado Ga-Ja no le daba buena espina. Pero la reina le había confirmado que así era como se llamaba y que debían tener un motivo por el cual lo nombraron de esa manera.

Tercero, había escuchado los rumores en el pueblo, que tenían una reserva de oro mayor a la de ellos, por lo que, preocupado, se lo preguntó a la mujer junto a él y ella lo negó diciendo: "cariño, nosotros somos los más ricos de estos rumbos, son solo rumores. Aunque parece que tienen grandes reservas de rubíes."

Cuarto, no habían mencionado el nombre de la hija del reino vecino. Cuando lo preguntó, obtuvo como respuesta algo que lo dejó atónito a tal punto de que se desmayó. Rápidamente, las sirvientas acudieron a los llamados de la reina, llevando a JungKook con el médico familiar.

Cuando despertó, creyó que todo había sido un sueño, que no tendría que casarse con el hijo del reino vecino. Pero el ver a su madre viéndolo fijamente preocupada, le hizo entender que era real y que se iba a casar con un hombre.

«Un hombre» pensó «¿Cómo podré llevar un buen reino si la idea de casarme con un chico me da asco?»

ㅡCariño, por fin despiertas. ¿Te encuentras mejor?ㅡInquirió SunMi aún preocupada.

ㅡSi, mamá. ¿Porque no me dijeron que me tendría que casar con un hombre?ㅡ JungKook estaba enojado, su ego no le permitía aceptar que no tenía nada de malo acabar casado son alguien de su mismo sexo.

ㅡPorque de cualquier manera te vas a casar, cariñoㅡDijo con obviedad.ㅡ Tienes que tratarlo bien, pues estamos formando una valiosa alianza entre ambos reinos.

ㅡNo le estaré dando sonrisitas todo el tiempo. No soy gay.ㅡDefinitivamente está molesto.

ㅡPues te vas haciendo la idea de compartir tu vida con un hombre, querido. Porque en unas horas lo vas a  conocer.

La reina salió de la habitación mientras le decía a JungKook que se fuera a duchar en lo que iba con las sirvientas a buscar la ropa que tendría que usar para una gran fiesta en el gran salón del palacio.

Trajes de la realeza. JungKook amaba la idea de tener fiestas grandes en su palacio. Adoraba tener que escoger las delicadas ropas confeccionadas a su medida, elegantes y finas, que usaría en el salón adornado acorde a lo que se estaría celebrando.

Pero no era una ocasión para celebrar; estaría perdiendo su libertad para fortalecer dos reinos. Así que no le gustaba tener que cambiarse, ni las ropas, ni el salón adornado, ni la música.

Refunfuñando, salió de su habitación seguido de sirvientas que se encargaban de arreglar los últimos detalles de su traje en lo que él iba directo con sus padres, para pedir que cancelaran todo.

ㅡPadresㅡEntró a la gran habitación donde se hallaban terminando de vestirse. Se quedó sorprendido al verlos tan elegantes, ambos llevaban puestas sus capas, rojas con detalles destellantes en ellas. Su padre, Jeon HyunSeung, vestía un traje negro con partes azules. Su madre, llevaba un hermoso vestido, a juego con el traje de su padre, que se asentaba perfectamente a su bien cuidada figura.

ㅡJungKook, ¿Que sucede?ㅡInquirió su padre mientras tomaba la corona de su reina y se la colocaba delicadamente, sonriéndole con amor después de terminar.

ㅡN-NadaㅡJungKook retrocedió un poco aturdido.ㅡVenía a decirle a mamá que me ayudara con los accesoriosㅡMintió.

¿Porqué mintió? No lo sabe. Sus padres se veían tan felices que no quiso arruinarles el momento por su actitud infantil de no querer aceptar que era hora de tomar sus responsabilidades.