Capitulo 21

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El cumpleaños de Regulus Black llegó la mañana de un lunes, provocando que las dos semanas de preparación para la fiesta, empezaran a ser trabajadas contra reloj para que todo aquello que faltara, estuviera listo para esa noche.

En el apartamento de Rose, ella y las chicas se encontraban arreglándose para encontrarse con sus parejas en la mansión. Narcisa usaba un precioso vestido largo, dorado de tirantes; Jane un vestido gris ceñido y sin tirantes; Bellatrix un vestido azul oscuro de manga larga con hombros caídos y flojo, que remarcaba sus tres meses de embarazo; por último, Rose salió del cuarto mostrando a sus amigas el con pedrería, de escote v con tirantes gruesos y que mostraba su espalda.

—¿Cómo me veo?—pregunto Rose a sus amigas, colocándose los largos guantes negros. Sus amigas también usaban guantes del mismo estilo, solo que del mismo color que sus respectivos vestidos.

—Te ves preciosa, Rosie.—dijo Jane con una sonrisa.

—Es verdad, acapararas todas las miradas esta noche. Serás el centro de atención. —dijo Narcisa sonriente.

—Oh, eso sin dudarlo, especialmente despues de la partida del pastel.—comentó Bellatrix. Rose y Jane fruncieron el ceño.

—¿A qué te refieres?—pregunto Rose confundida y Narcisa golpeo el hombro de su hermana, sonriéndole a la joven Potter.

—No es nada, Rosie. No le hagas caso.

Las palabras de Narcisa solo provocaron que Jane y Rose compartieran una mirada furtiva, cuestionándose el porque las hermanas Black llevaban días con ese tipo de comentarios. Sin tiempo para indagar más en el tema, las cuatro chicas salieron del apartamento de Rose al cuarto para las nueve, llegando a la mansión Black justo cuando la fiesta comenzaba.

—Feliz cumpleaños, amor.—dijo Rose llegando a besar a Regulus, quien la recibió con los brazos abiertos en la entrada de la mansión.—espero te guste mi regalo.—añadió con una sonrisa.

—El mejor regalo es tenerte a ti en mi vida.—replicó Regulus contra su oído, abrazándola con más fuerza.

—Bueno, bueno, es mi turno.—se quejó Narcisa y todos rieron.

Una a una las chicas fueron felicitando a Regulus y pronto ingresaron al salón principal, dejando a Regulus y Rose recibiendo a la gente. La fiesta era simplemente maravillosa y opulenta, aunque Rose a veces se sentía incomoda de estar entre tantas personas importantes como lo eran el mismo ministro de magia o grandes pocionistas como el creador de la poción matalobos.

Rose se sentía bien por ser reconocida como una gran sanadora de San Mungo, sin embargo, le dolía internamente que parte de su reconocimiento fuera gracias a ser como la hermana menor de Lucius Malfoy y la novia de Regulus Black, así como también el hecho de que fue alumna del mismísimo Severus Snape.

A la media noche, todos se reunieron para cantar feliz cumpleaños a Regulus y partir el pastel. Despues de eso, Regulus tomo de la mano a Rose y con una sonrisa la jalo fuera del salón.

—¿A donde vamos, Reggie?—pregunto Rose— No podemos desaparecer así, es tu fiesta de cumpleaños.—regaño suavemente.

—Eso no importa, vamos.—replicó Regulus.

Llegaron al jardín posterior, internándose al fondo hasta quedar debajo de unos grandes manzanos. Rose inmediatamente reconoció el lugar y sonrió con ternura.

—¿Recuerdas este lugar?—cuestionó Regulus tomándola de las manos.

—Por supuesto.— respondió Rose de inmediato con una sonrisa.—aquí me diste la tiara que traigo esta noche y...

—...y te presente al mundo como mi hermosa princesa.—completo Regulus.

Contemplaron el jardín y Regulus jalo a Rose de sus manos, pegándola a el y robándole un corto besó en los labios que fue recibido con una sonrisa. 

—¿Por qué me has traído aquí?—pregunto Rose despues de que separaron sus labios.

—Porque te amo y estoy listo.—respondió Regulus con una enorme sonrisa.

—¿Listo?—lo miro confundida.

Regulus se arrodillo frente a Rose sin soltarla de las manos, mirándola con una sonrisa mientras que ella observaba sorprendida su accionar. Rose no era tonta, el hecho de que un hombre se arrodillara frente a ella cuando llevaban unos meses siendo pareja, significaba que claramente iba a hacer aquella pregunta que emocionaba a las damas.

—Jamie Rose Potter, mi hermosa princesa y la mujer que me ha mostrado una vida llena de colores y felicidad que jamás creí vivir...

—Reg...—Rose intentó soltarse, pero el sujeto con más fuerza sus manos.

—Déjame terminar, por favor.—pidió.— Se que eres aún muy joven y que no estas acostumbrada a las doctrinas de los sangre puras. También se que no estas en tu mejor momento emocional desde el regreso de tu hermano, pero...si de algo estoy seguro es de que no quiero pasar ni un segundo más lejos de ti. Te quiero conmigo para toda la vida, así que...—se levanto, sacando un precioso anillo de diamantes de una caja de terciopelo, colocándoselo en el dedo.—¿Te casarías conmigo, princesa?

Por unos segundos, Rose solo pudo mirar conmovida a Regulus, quien le sonreía con amor y tranquilidad. Seguro de su respuesta, Regulus se inclino para besarla, pero ella colocó sus manos en el pecho de este y se alejo dos pasos.

—Y-yo...no puedo hacer esto.—dijo Rose dando un paso hacia atrás.

—¿Acaso no me amas?—cuestionó Regulus dolido, tomándola de la mano para que no se fuera.

—¡Por supuesto que te amo!—exclamó Rose. 

Sorprendida, Rose se toca el pecho incrédula. ¿Porqué razón había confesado su amor aunque ella no pretendía hacerlo?

—¿Entonces porque no quieres que estemos juntos? ¿Qué es lo que te detiene?—pregunto desesperado, tomándola por los hombros.

Los ojos de Rose se llenaron de lagrimas mientras que ella cerraba los labios con fuerza, sintiendo como si una fuerza la estuviera forzando a hablar. De pronto, sintió su dedo escocer y miro el anillo confundida.

—Sí hay una razón por la cual no quieres aceptarme, el anillo hará que me lo digas.—explicó Regulus sombríamente, intuyendo los pensamientos de la chica.— tiene una magia antigua que hace que sus portadores sean sinceros entre sí, es...

Sin esperar a que Regulus terminará de hablar, Rose se quito rapidamente el anillo y lo dejo caer al suelo, respirando agitadamente mientras las lagrimas escurrían por su rostro. Ambos se miraron en silencio, ella llorando y él incrédulo y dolido.

—L-Lo siento tanto...—balbuceó Rose dando unos pasos atrás y corrió lejos del lugar.

En silencio y con los puños apretados, el heredero de los Black volvió a la fiesta con el rostro ensombrecido. El lugar estaba tan animado como cuando se fue, la única diferencia era que esta vez el no rebosaba de alegría como al inicio. 

Recorrió el lugar con la mirada, comprendió pronto que Rose no estaba por ninguna parte, por lo que se acercó a Severus, quien estaba solo en una esquina diciéndole algo a los elfos.

—Ey, ¿Cómo te fue con Rose?—pregunto Severus con una sornisa.

—Saca a todos de aquí. Acabo la fiesta.— ordenó Regulus fríamente, pasándolo de largo.

(...)

Abrió los ojos con lentitud, sintiendo un punzante dolor en la cabeza, su cuerpo débil y un poco de nauseas. Adaptándose poco a poco a la luz, contempló que se encontraba en su despacho con aún la ropa de la fiesta, exceptuando el saco y la corbata, las cuales se había quitado.

En cuanto conecto todos sus sentidos, los recuerdos la noche llegaron como un balde de agua fría. Gruño un poco al recordar el rostro lloroso de su amada Rose. No comprendía lo que estaba sucediendo.

Quizá fui demasiado avaricioso, debí darle su espacio.—pensó Regulus con pesar.

En ese momento, la puerta de su despacho se abrió abruptamente, causando que soltara un quejido ante el dolor de cabeza que se acentuaba debido al ruido. Miro con molestia al intruso, abriendo los ojos sorprendido al ver que frente a él estaba Jane, completamente desvelada y con rostro temeroso. 

—Jane, ¿Qué estas...?

—Todo es mi culpa, no es culpa de Rose.—dijo Jane sin dejarle hablar. 

—¿De qué estas...?

—Ella es mi mejor amiga, debes entenderlo, pero ella no quería, yo la obligue y...

—Cállate, Jane.

La puerta había sido abierta nuevamente, se trataba de Rose, quien lucía igual de demacrada que su amiga, pero a diferencia de ella, la joven Potter mostraba un rostro más decidido y firme. 

—Rosie...

—Vete. Esto es algo entre Regulus y yo.—pidió Rose.

—Pero...

—Ahora. —la cortó, Rose.

Indecisa, Jane miró por última vez a Regulus, susurrando un «Lo siento», saliendo del despacho sin mirar atrás. Regulus se levanto y miro a Rose. Ambos estaban serios y el dolor estaba latente en sus ojos. 

Dando un paso al frente, Rose miro a los ojos a Regulus y con el corazón en la boca, dijo:

—Es hora de ser sincera contigo, Regulus.

















¡Hola mis preciosos lectores! Disculpen que no haya actualizado cuando debía, pero la verdad he estado demasiado ocupada con la universidad, pero la siguiente semana ya estaré más tranquila, así que tendré un poco más de tiempo para escribir.

Los amo y espero que hayan disfrutado el capitulo!







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