•♡6•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Beomgyu revisó la nevera y comprobó que faltaba refresco, cervezas y pizzas congeladas. Siempre era lo primero en agotarse así que debía reponerlos cada tres o cuatro días.

Los chicos llegarían en un par de horas, hambrientos y agotados. Llevaban semanas frecuentando un centro comercial; averiguando los horarios, salidas y los turnos de cada guardia y trabajador. Estarían ejecutando un atraco pronto, por lo que se tomaban su tiempo haciendo un plan perfecto.
   
Ya el menor no se quejaba de ser excluido en esas salidas, despues de haber pisado la cárcel las persecuciones perdieron el encanto. Así que se quedó en casa haciendo las tareas más banales que en realidad le traían paz y felicidad.
   
Porque ninguno de ellos sabía usar la cocina, ni los productos de limpieza, ni sabían cómo reparar el conducto del agua o la electricidad. En efecto, sus tareas eran importantes y ellos valoraban de corazón que él estuviera apoyandolos. O más bien, era un complemento perfecto.
   
Fuera cuál fuera el caso, Beomgyu debía comprar la despensa, e ir al convini significaba solo una cosa.
   
Usar un mono ajustado a la cadera y un suéter de top. Amaba esos conjuntos de los 00'. Y el conbrador del convini también.
   
Es cierto que Yeonjun no aprobaba que coqueteara con ese chico, porque sabía cuáles eran las intenciones del otro. Pero Beomgyu no vivía para obedecer siempre a Yeonjun. Al menos no fuera de la cama.
   
Solo se divertiría un poco, jamás iría demasiado lejos con nadie porque todo su interés se centraba en su tatuado y sexy novio.
   
Luego de arreglarse le tomó un par de minutos salir de casa. El sistema de seguridad era un poco fastidioso cuando nadie estaba tratando de entrar. Cosa que nunca pasó en los años que llevaban viviendo allí.
   
En el garaje habían cinco motos. Una para cada uno, además de la camioneta que en ese momento estaban ocupando.
   
La de Yeonjun era negra, la de Soobin plateada, la de Kai violeta, la de Taehyun roja, y la de Beomgyu era rosa, como no iba a ser de otra manera.
   
Se colocó el casco y salió con el motor rugiendo.
   
Cada vez que la conducia Beomgyu agradecía al universo por la vida que tenía. Que no era del todo honesta, pero era perfecta para él.
   
Bajó la velocidad para no llamar la atención de ningún policía y llegó al convini en menos de díez minutos. La aparcó afuera y se quitó el casco. Ya desde ese momento podía ver a travez del cristal que Hyunjin, el chico de turno, lo miraba espectante.
   
Seguramente ya reconocía el sonido de su moto.
   
El castaño entró a la tienda apoyando el casco en su cadera. Le echó una simple mirada al rubio de cabello largo y se metió entre los pasillos.
   
Desde el ángulo de Hyunjin se veían todos los anaqueles, con lo cuál no le quitaría la mirada a Beomgyu hasta que se fuera.
   
En especial no dejaría de mirar cómo su culo redondo, su estrecha cintura y su tatuaje se veían tan bien complementados en ese conjunto deportivo.
   
Beomgyu fingió no darse cuenta como siempre, entretenido jugando con el control del otro moviendo sus caderas sugerente.
   
Buscó una cesta y colocó las cervezas, dos cajas de pizza, snacks y algunos refrescos. Y jugo de uvas, muy importante porque Hueningkai se volvería un niño malcriado si no había para la cena.
   
Con todo eso y una sonrisa satisfecha caminó hacia la caja.
   
No, esta vez no iba a robar nada. Por el simple hecho de que llevaba demasiadas cosas y era poco práctico. Su tarjeta tenía suficiente dinero para comprar otra moto y por lo menos mil cajas de esas pizzas.
   
Cortesía de Yeonjun que cada semana le sacaba dinero a cualquier cajero que se le atravesara.
   
—Hola —saludó cordialmente colocando la cesta sobre el mostrador.
   
Hyunjin tomó una posición disimulada, pero la verdad es que no le estaba saliendo bien actuar como si no se lo hubiera estado comiendo con los ojos.
   
—Hola, chico lindo —respondió sonriendo.
   
Lo cierto es que el rubio era muy atractivo, alto y de facciones hermosas
   
Sí Beomgyu no estuviera enamorado de Yeonjun, ya se abría comido a Hyunjin. O más bien al contrario, pero él respetaba su relación monógama.

Su actuar juguetón solo era del momento y sin importancia.
   
—Hoy llevas mucha cerveza —comentó el chico empezando a pasar cada cosa por la máquina de precios.
   
—Sí, en mi casa celebramos muy seguido.
   
—¿Hacen fiestas?
   
—Algo así —sonrió. Hyunjin tragó saliva.
   
—T-tu tarjeta —pidió extendiendo su mano— son setenta y cinco mil seiscientos won.
   
Beomgyu asintió y le pasó la tarjeta.
   
Luego de dar los datos y que saliera la factura Hyunjin debia guardar sus compras en bolsas, pero se detuvo a mitad de la acción soltando un suspiro tembloroso.

—O-oye... —tragó saliva — siempre vienes aquí, y sé que te das cuenta de que te miro un poco... Bueno, quizás demasiado, pero yo... Yo quería saber sí...
   
De repente Beomgyu sintió un brazo posarse sobre sus hombros, y un puñado de condones cayeron sobre el mostrador.
   
—Cobrate esto también —dijo una voz gruesa e imponente detrás de él.
   
Beomgyu miró con pena al pobre de Hyunjin, que no parecía entender lo que estaba sucediendo.
   
—¿Disculpe?
   
—Cobralos, esa de ahí es mi tarjeta, te repetiré los datos.
   
Hyunjin puso una mueca, cosa que no debió haber hecho, porque Yeonjun odiaba a la gente lenta que no seguía sus órdenes inmediatamente cuando eran tan claras.
   
—¿Me escuchaste o te lo repito? —soltó con enfado a lo que el rubio miró entre él y Beomgyu.
   
El castaño no decía nada, estaba esperando que terminara rápido para que el pobre chico saliera ileso.
   
—Haz lo que te dice —murmuró tratando de ayudarlo.
   
Yeonjun embozó una sonrisa triunfal.
   
Hyunjin cobró la docena y media de condones y los agregó a una de las bolsas con un trago amargo en su garganta. Yeonjun las cogió todas con una mano sin soltar a Beomgyu.
   
—Adiós —se despidió el castaño con una sonrisa incomoda pero cálida, cosa que no ayudó a que el rubio se sintiera menos abatido.
   
De seguro su estado empeoró cuando al darse ambos la vuelta, Yeonjun bajó su mano y apretó una de las nalgas de Beomgyu camino a la salida, haciéndolo soltar un ruidito de sorpresa.
   
Una vez fuera el castaño se encontró con la camioneta y a los chicos inclinados en las ventanas. Seguro habían estado viendo todo el incómodo intercambio.
   
—Pobre chico, debe tener el corazón roto —dijo Soobin.
   
—Nuestro lindo Gyu anda por ahí enamorando galanes —Hueningkai halagó —. Las ventajas de tener un bonito culo.
   
—Callense —habló el aludido— ¿Qué demonios hacen aquí?
   
Yeonjun respondió a eso con un encogimiento de hombros.
   
—Llegamos a casa y no encontramos tu moto, así que supuse que estabas aquí.
   
—Y viniste a asustar al pobre de Hyunjin —reclamó cruzando sus brazos molesto.
   
—Solo lo quería intimidar un poco —sonrió prepotente—. Ahora entra a la camioneta, Taehyun se irá en tu moto.
   
—¿Qué? —soltó el pelirrojo que en cuanto fue atrapado por la filosa mirada del azabache se bajó de la camioneta— No es justo, fuí obligado a venir aquí.
   
Beomgyu le entregó el casco y luego se subió en el asiento copiloto, mientras Yeonjun metía las bolsas en la maleta y daba la vuelta para conducir.
   
—Cinturón de seguridad.
   
—En serio no puedo creer lo que hiciste —siguió reclamando el castaño mientras se colocaba el dichoso cinturón.
   
—Yo no puedo creer que lo dejes mirarte así.
   
—Así me miran todos, incluso Hueningkai lo hace.
   
—A mi no me metas, quiero seguir viviendo —interrumpió aunque fuera cierto.
   
—Hueningkai no te mira el culo porque quiera follarte, lo está comparando con el suyo —Yeonjun resopló—. Ese imbécil se quiere meter en tus pantalones y tú solo le sonríes como si fueras a permitircelo.
   
—Sabes que jamás permitiría tal cosa.
   
—Más te vale, Choi Beomgyu —dijo con un tono que destilaba pocesividad—. Eres mío, y haré a cada persona de este puto planeta consciente de ello si es necesario.
   
A la vez que lo irritaba con su actitud dominante, Beomgyu debía aceptar que le gustaba. Aunque eso no significara que estuviera aprobando su comportamiento de psicópata celoso.
   
Había sido un alivio que esta vez ni siquiera alzó la voz o llegó a los golpes. Cómo otras veces en el pasado.
   
—Sé defenderme solo, por si no sabías.
   
—Lo sé, pero no confío en absolutamente nadie.
   
El menor rodó los ojos.
   
—Ya para eso me tatúo tu nombre sobre el otro tatuaje —dijo sin tomarselo en serio, pero el repentino silencio de Yeonjun significó peligro.
   
—No es mala idea —dijo después de un minuto.
   
—¡Estás loco!
   
—En absoluto, follarte en cuatro y ver mi nombre allí sacaría lo peor de mi, y sé que te gusta eso.
   
—No voy a discutir esto contigo, ni creas que eso va a pasar.
   
Yeonjun tenía una cara divertida en lo que su precioso novio le rebatia la idea.
   
Hueningkai y Soobin murmuraba en los asientos de atrás.
   
—Que ni se te ocurra comentarlo —murmuró Soobin solo para que Kai lo escuchará.
   
—Por qué —sonrió— ¿no quieres que nadie sepa que tengo tu nombre y el de Taehyun debajo de mi glúteo derecho?
   
—Es nuestro secreto.
   
—Está bien, no le diré a nadie dónde se los tatuaron ustedes.
   
Soobin le apretó el muslo.

—Buen chico.

Mientras en los asientos de en frente la batalla parecía casi perdida.
   
—¡No estás...! ¡No estás llevándonos a un estudio de tatuajes! ¡Yeonjun, no!
   
—Relajate precioso, será uno pequeño.

—¡Dije que no!

—Eso veremos.
   
Y si Beomgyu acabó con el nombre de Yeonjun tatuado justo encima del que ya tenía tatuado, eso solo lo sabría el azabache.

Hemos llegado al final de esta corta historia que disfruté mucho escribir ^^ Fue un respiro a todas mis otras fic que ya sé que debo actualizar xc

Me da risa como no confiaron en que actualizaría esta diario a pesar de que lo repetí en cada capítulo xd Supongo que me lo merezco jhasjsh

Estas cosas pasan con poca frecuencia~

Yo solo espero que disfrutaran imaginar a Beomgyu con ese tatuaje porque gracias a esa foto me vino la idea de todo. En general, espero que la hayan disfrutado <3

Nos leemos pronto ;)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro