𝒇𝒊𝒇𝒕𝒆𝒆𝒏

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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝐹𝐼𝐹𝑇𝐸𝐸𝑁 )
𝚎𝚏𝚎𝚌𝚝𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚞𝚗𝚊 𝚚𝚞𝚊𝚏𝚏𝚕𝚎 𝚖𝚊𝚕𝚒𝚗𝚝𝚎𝚗𝚌𝚒𝚘𝚗𝚊𝚍𝚊.

Todos sus amigos sabían que su nuevo pasatiempo favorito era estar ocupada, y Alaska no podía estarlo más aquellas semanas. Al acercarse el día del primer partido de Quidditch de la temporada, Slytherin contra Gryffindor, las reuniones del ED quedaron suspendidas temporalmente. 

Dado que hacía mucho tiempo que no se celebraba la Copa de Quidditch, el inminente encuentro había producido grandes expectativas y emoción. Como era lógico, los de Ravenclaw y los de Hufflepuff demostraban un vivo interés por el resultado del partido, aunque claramente esperaban que Gryffindor ganara.

Alaska hizo lo posible para entrenar cada minuto del día que tuviera libre, y Snape no se molestaba en disimular que defendía los intereses de su equipo. Había reservado tantas veces el campo de Quidditch para los entrenamientos de Slytherin que estaban practicando tres horas diariamente. Y todo para pulir a los nuevos jugadores, que era la gran mayoría del equipo. Además, Alaska y Draco que eran los jugadores que quedaban del antiguo equipo, no jugaban hace mucho. Por estas razones el mes de octubre fue una sucesión ininterrumpida de entrenamiento. 

Fue una suerte que la mañana del partido haya amanecido fría y despejada, a diferencia de los días anteriores.

—¿Al, estás despierta? —Escuchó la voz de Draco desde el otro lado de la puerta.

—Estoy lista. —Dice ella, abriendo la puerta en el momento. Ya estaba vistiendo su uniforme de Quidditch y llevaba el cabello atado en una coleta alta.

Todo el equipo subió en conjunto al Gran Comedor, el cuál estaba casi a rebosar cuando llegaron; los alumnos hablaban más alto de lo habitual y reinaba una atmósfera llena de vida y de entusiasmo.

—¡Slytherin! !Slytherin! ¡Slytherin! —Gritan los alumnos de su casa cuando entraron en el lugar.

Alaska no se quedó a desayunar, a diferencia de sus amigos Blaise y Draco, no era amante de la atención previa a los partidos. Fue la única en ir directamente al terreno de juego, quería comprobar las condiciones del campo.

Al salir del Castillo pudo notar que no había ni gota de viento y el cielo era una extensión uniforme de un blanco perlado, lo cual significaba que la visibilidad sería buena, pues el sol no los deslumbraría. Veinte minutos después, en el vestuario de Slytherin, ya estaba todo el equipo con sus uniformes y escobas en mano esperando para salir al campo.

—Ya todos saben la nueva alineación del equipo de Gryffindor. Ron Weasley es ahora el guardián y sabemos que su punto débil es la confianza. Mientras más tantos anotemos, más fácil se volverá el partido.

El resto del equipo dio un fuerte alarido de emoción antes de salir de los vestuarios, en el campo de Quidditch fueron recibidos con un fuerte estallido de gritos y silbidos por parte de Slytherin. Pocos segundos después salió el equipo de Gryffindor.

—Dense la mano, capitanas —Ordenó la señora Hooch, que hacía de arbitro, cuando Angelina quedo delante de Alaska—. Monten en sus escobas... 

La señora Hooch se puso el silbato en la boca y pitó. A continuación soltaron las pelotas y a rubia emprendió el vuelo, agarrando la quaffle.

—Y es Ryddle, Ryddle con la quaffle, quien es la nueva capitana de Slytherin con un equipo renovado en su gran mayoría. Ahora le pasa la quaffle a Vanity, una hermosa cazadora nueva. Vanity la pasa a Zabini quien vuela a los aros esquivando las bludgers de Fred y George Weasley. La quaffle nuevamente en manos de Ryddle quien se prepara para anotar y... ¡Anota! 

Una gran ovación se escucha de parte de Slytherin y poco a poco se comienza a escuchar una canción.

Weasley no atrapa las pelotas y por el aro se le cuelan todas. Por eso los de Slytherin debemos cantar: a Weasley vamos a coronar. Weasley nació en un vertedero y se le va la quaffle por el agujero. Gracias a Weasley hemos de ganar, a Weasley vamos a coronar.

—¿Quién rayos creó esa canción? —Soltó Alaska sobrevolando el campo, aunque no le preguntó a nadie en especifico.

—La quaffle es atrapada por Katie Bell; Katie Bell, de Gryffindor, le hace un pase hacia atrás a Alicia Spinnet, y Spinnet sale disparada... ¡Y Alicia vuelve a pasársela a Angelina! —Gritó Lee—. ¡Vamos, Angelina! ¡Ya sólo tiene que superar al guardián!... LANZA... ¡¡¡AAAYYY!!!

King había parado la pelota; luego le lanzó la quaffle a Zabini, quien salió como un rayo con ella, zigzagueando entre Alicia y Katie; y anoto nuevamente para Slytherin. 

Luego de eso no fue muy difícil seguir anotando, las cazadoras de Gryffindor ponían pelea pero no lo suficiente para ganarles. Estaban ganando el partido y eso tenía satisfecha a Alaska, estaban jugando de maravilla. Sería buen momento para que Draco atrapara la snitch.

Slytherin nuevamente tenía la quaffle en su poder. Blaise estaba mostrando sus dotes en la escoba, demasiado exagerado para el gusto la capitana pero al menos jugaba de manera excelente, al igual que Vanity, quien había dejado sus nervios de lado.

Alaska se impulsó en su escoba para atrapar la quaffle que Vanity acababa de lanzarle, zigzagueo en el aire esquivando a las cazadores de Gryffindor y, de reojo, observó que Fred Weasley le había puesto el ojo encima. Cuando una bludger se acercara iba a lanzársela, lo sabía. Aceleró entonces y con fuerza lanzó la pelota, que atravesó metros del campo con velocidad, rozando la oreja del pelirrojo para luego acabar en el aro de Gryffindor.

—¡Ryddle anota otro tanto para Slytherin! —Se escuchaba decir mientras los estudiantes de su casa alentaban a gritos—. ¡Slytherin lleva la delantera...!

Blaise se había acercado a Alaska y volaba alrededor de ella, aullando de alegría mientras la felicitaba. Vanity por otro lado había ido detrás de Katie para quitarles la quaffle, ellos debían ir a sus posiciones. Con sólo una mirada acordaron hacer una carrera de velocidad. Para Blaise sería fácil ganar, sólo debía ir hasta la mitad del campo mientras que Alaska a la otra punta.

Se pusieron en marcha. La rubia cruzó el campo a toda velocidad, con prisa para llegar a tiempo. Blaise ya había recibido la quaffle y ahora se estaba dirigiendo hacia ella para lanzársela. Alaska se preparó, retrocedía de espaldas con su escoba con los brazos en el aire, concentrada en el juego.

Sucedió en segundos. No había visto a Draco bajar desde donde se encontraba, pero lo escuchó:

—¡Al, cuidado!

Su mirada rápidamente se desvió hacia él en cuanto recibió la quaffle, y antes de comprender lo que ocurría sintió el impacto. Tuvo razón respecto a Fred, en cuanto tuvo una bludger a la vista no había dudado ni un sólo segundo en lanzarla en contra de ella, así era el juego después de todo. La bludger impactó de lleno en el brazo de la chica, sintió que se lo había roto. 

Su escoba había cambiado de dirección ante el golpe. Débil, aturdida por el punzante dolor que se expandía por su brazo y hombro, mantuvo sus rodillas bien apegadas a la base de su escoba, con su brazo derecho sujetando la quaffle y su brazo izquierdo colgando inerte en una extraña posición, terminó acercándose la zona de gol de Gryffindor de manera brusca. 

Para la sorpresa del publico y compañeros, continuó con el juego. Sus movimientos no eran muy agiles pero logro anotar un ultimo tanto para su equipo. Sin embargo, Fred Weasley no se daría por vencido en su cometido, volvió a lanzar una segunda bludger en su dirección y con el insoportable dolor en su hombro no logro redireccionar a tiempo. La pelota golpeó la punta final de su escoba, rompiéndola casi por la mitad.

Y ya sin nada a que sujetarse, Alaska cayo unos cuantos metros hasta golpear en solo unos segundos el duro suelo. Su cabeza había rebotado en contra del terreno, pronto comenzó a sentirse desorientada, no podía escuchar lo que sucedía a su alrededor y le costaba trabajo mantener los ojos abiertos, su vista se volvía borrosa y lo ultimo que vio antes de quedar inconsciente fueron unas sombras que se acercaban. 

Madame Hooch hizo sonar su silbato, deteniendo el partido, pero incluso antes de aquello Draco ya se encontraba a un lado de Alaska. No se preocupo de su escoba cuando llego al suelo, podía sentir su corazón palpitar con mucha fuerza contra su pecho y no podía pensar en nada más que no fuera Alaska. No fue el único que se acercó, pronto todo el equipo estaba alrededor de ella, incluyendo a algunos del equipo de Gryffindor como Harry, Ron y George.

—¡Aléjense de ella! ¡Todos! Denle espacio —Decía la señora Hooch—. Ella estará bien Malfoy, pero necesita ser trasladada a la enfermería y tu darle especio. —Obligó al chico a alejarse.

Draco estaba preocupado, furioso por lo que había sucedido. Blaise a su lado intentaba calmarlo, diciéndole que todo estaría bien.

Mediante magia hicieron aparecer una camilla y con un solo movimiento de varita subieron a Alaska en ella, su brazo quedó colgando fuera como si ya no fuera parte de su cuerpo, era una vista grotesca. 

—¿Te ha gustado la letra de mi canción, Weasley? —Gritó Draco furioso mientras se acercaba a Fred, que se había mantenido alejado—. ¡Queríamos escribir un par de versos más sobre tu madre! —Cuando estuvo lo suficientemente cerca intentó darle un puñetazo, pero fue esquivado—. Pero no se nos ocurría nada que rimara con gorda y fea...

Fred se había puesto muy rígido.

Draco no se detuvo a pensar en lo que le diría Alaska cuando se enterara, lo único que quería era hacerle a Fred Weasley todo el daño que pudiera; no tenía su varita mágica a mano, así que intentó arreglárselas por su cuenta, mano a mano.

Por otro lado, en la enfermería de Hogwarts estaba ocurriendo otro problema, tal vez mucho más grave. Madame Pomfrey pudo volver a colocar el hombro de Alaska en su lugar, desde luego ella era una sanadora bastante competente, sin embargo fue demasiado lejos. 

La chica seguía inconsciente cuando su hombro fue sanado, y para asegurarse de que no tuviera más heridas la sanadora le había quitado la manga del uniforme, dejando ver el vendaje que cubría casi todo el antebrazo izquierdo. Creyendo que se podría tratar de alguna vieja herida que podría curar, la sacó con delicadeza, esperando no provocar más daño. Más lo que vio allí la espantó, dejó caer el brazo de la chica y se alejó.

La brusquedad de ese movimiento fue justo lo que Alaska necesitaba para despertar, movió su cabeza con incomodidad, estaba confundida. Tardó unos segundos en recordar lo que ocurrió en el campo, y en cuanto lo hizo la puerta de la enfermería se abrió de par en par. Snape había llegado con prisa, y se quedó de pie en el umbral viendo lo que ocurría.

Alaska había estado demasiado desorientada para darse cuenta, pero entonces sintió su brazo descubierto. Pasó su mirada del preocupado rostro de Snape, a su antebrazo donde la Marca Tenebrosa contrastaba con su piel y luego a la sanadora.

Lo había arruinado. Era lo único en lo que podía pensar.

—Snape... —Soltó la chica, pero él la interrumpió.

—Vuelve a colocarte las vendas, ahora. —Tras de él cerró la puerta de la enfermería y se acercó a la camilla en la que se encontraba.

No dijo nada. Recogió los vendajes que estaban junto a su cama, estaba temblando, hizo su mayor esfuerzo para colocar la venda de forma correcta en su antebrazo pero se detuvo en seco cuando levantó la mirada. Snape había sacado la varita de su túnica y la mantenía levantada, apuntando justo a la frente de la señora Pomfrey.

—¿Qué es lo que...?

Obliviate.

En el acto, la señora Pomfrey se quedó como atontada, sin poder enfocar la mirada. No miró a Snape ni a Alaska, se disculpó antes de irse a su despacho.

—Le he borrado la memoria, no recordará nada de lo que vio —Le informó el profesor, asegurando los vendajes de la chica—. No tienes de que preocuparte.

—Fue mi culpa, debí ocultarlo mejor...

—No lo fue, yo debí llegar antes, pero Madame Hooch me quitó algo de tiempo. Eso ya no es importante, el problema fue solucionado —Snape inspeccionó la apariencia de la chica—. Te sugiero descansar, tu hombro no mejorara del todo hasta dentro de unas semanas.

Ese fue su modo de despedirse. Desapareció de la enfermería y a los segundos alguien más atravesó la puerta, era Tim. Se veía bastante preocupado cuando se sentó en un borde de la camilla.

—¿Ya te encuentras mejor ahora? —Le preguntó el chico, observando su hombro ya en su posición normal—. Fue increíble lo que hiciste allí, ¿sabes? Todos quedaron impresionados.

—Estoy mucho mejor, no te preocupes. —Le murmuró la rubia, escondiendo sus manos que se estremecían aún.

—Me asusté mucho. Si soy sincero, creo que no deberías volver a jugar Quidditch, es peligroso. 

—Pero yo soy bastante buena —Rebatió Alaska con una leve sonrisa, aún seguía preocupada por lo ocurrido pero no quería que Tim notara algo extraño—. Es la primera vez que me lesiono desde que entré al equipo.

—Sí tu lo dices... —Tim soltó un suspiro—. Dejaré que descanses. 

El chico le dio un corto abrazo antes de dejarla sola en la enfermería, aunque eso no duro demasiado tiempo. Un cuarto de hora después sus amigos Blaise, Ann y Theo llegaron a verla.

—¿Sabes el susto que nos has dado a todos? —Soltó Ann en cuanto entró.

—Tus gritos fueron... muy desagradables.

—Pues dolía como mil demonios —Le dice a Theo—. ¿Tienes cigarrillos?

—No —Se apresuró a decir la castaña antes de que el chico le entregara uno—. Theo no te dará ni uno solo.

—Supongo que no. —Se encogió el chico, volviendo a guardarlos. No pensaba contradecir a su novia.

—Lasky, ¿te he dicho lo mucho que te admiro? Has estado increíble hoy —Decía Blaise con emoción—. Volviste a tu escoba y realizaste un tanto con tu brazo roto. Extraordinario.

—Por cosas como esta no soy fan del Quidditch —Comenta Ann con disgusto—. ¿Qué tiene de divertido lesionarse por un juego?

—¿Por qué no educas a tu novia, Theo? ¿Cómo puedes decir eso del Quidditch? No es sólo un juego.

—A mi nadie tiene que educarme —Le espetó la chico, ofendida—, puedo pensar por mi cuenta.

—De todos modos —Interrumpió Theo—, ¿qué tiene Fred Weasley contra ti? Cualquiera que estuviera viendo el partido se hubiera dado cuenta que el lanzamiento de la segunda bludger fue intencional. Él quería que cayeras de tu escoba.

—Es lo que hacen los golpeadores —Les recuerda Alaska—, lanzan las bludgers a los del equipo contrario.

—Bueno, pues Fred parecía realmente querer hacerte daño.

—Pues no lo logro del todo —Dice la rubia—. Mi hombro está como nuevo y mi contusión desaparecerá en cuestión de horas.

—Eres demasiado optimista —Soltó Theo—. Alaska, te rompió el hombro y esa caída... Merlín, creo que es una suerte que no haya sido nada mas grave.

—¡Si lo hubiera sido...! No me imagino como hubiera reaccionado Draco.

Alaska frunció el ceño—. ¿A que te refieres?

Blaise y Theo se quedaron en silencio, mirándose entre sí. Ann puso los ojos en blanco y se acerco para explicarle.

—Draco se ha peleado con Fred Weasley —Dijo la chica—, luego se han unido otros jugadores de Gryffindor y le han dado un buen par de golpes.

—¿Por qué hizo eso?

—¿Por qué crees? —Soltó Blaise. Alaska lo ignoró.

—¿Quedó muy herido?

—Una nariz sangrante, labio herido y unos cuantos golpes más. Draco estaba furioso, lo hubieras visto, supongo que se dejó llevar y ha mencionado muchas cosas...

—Y no me arrepiento de lo que hice.

Los cuatro se voltearon hacia la puerta. Draco estaba allí, apoyado en el umbral de la puerta con un pañuelo blanco teñido de rojo por la sangre que salía de su nariz. Uno de sus ojos parecía estar inflamado; se veía satisfecho.

—¿Te sientes mejor? ¿La señora Pomfrey ya te ha curado? —Le preguntó a Alaska cuando estuvo frente a su camilla.

Ella asintió. 

—Eso es bueno... —Murmuró, algo incomodo por el silencio de la chica.

—¿Pueden dejarnos a solas?

Ann y Theo se levantaron de inmediato, Blaise en cambio intentó quedarse allí para ver que ocurría pero fue sacado de la enfermería por sus otros dos amigos. Prometieron volver a visitarla luego de la comida. Entonces los dejaron a solas.

—¿Esta todo bien?

—Agradezco lo que hiciste Draco, defenderme o como quieras llamarlo. Aunque Fred no se merece nuestra atención, es un idiota —Agregó—. Supongo que es agradable saber que te preocupas por mi a ese nivel.

—Siempre lo he hecho, siempre me he preocupado por ti. 

—Para la próxima intenta no meterte en una pelea con el doble de personas, ni salir lastimado, ¿sí? No me gusta verte así. 

—No puedo prometer eso. Si se meten contigo haré lo necesario, ¿lo sabes, no? —Alaska no se había dado cuenta que estaba sonrisa, hasta ese momento que la expresión se hizo más grande.

—¿Sabes que soy capaz de defenderme por mi cuenta?

—Lo sé perfectamente.

Alaska apretó sus labios con fuerza, y de a poco fue desviando su mirada de los ojos de Draco. No notó cuando se había acercado a él, lo hizo de forma inconsciente y tuve que alejarse, sintiendo una extraña sensación. Era culpa, lo sabía bien. Durante esos días tenía muchas cosas que mantener bajo control, y si se ocupaba de un par, otras se salían de control. Y fuera lo que fuera que estuviera pasando con Draco, se estaba descontrolando. Tenía que hacer algo al respecto.

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