𝒔𝒊𝒙

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( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑆𝐼𝑋 )
𝚎𝚕 𝚛𝚎𝚎𝚗𝚌𝚞𝚎𝚗𝚝𝚛𝚘.

Aquel año Alaska viajo sola a Kings Cross, teniendo que levantarse varias horas antes para poder viajar desde La Hilandera hasta Londres, trayecto de casi dos horas en el que aprovecho de dormir y disfrutar de las últimas horas que podría escuchar música con sus auriculares, ya que en Hogwarts los aparatos electrónicos no funcionaban.

La estación estaba repleta de muggles, con maletines o baules caminaban de un lado a otro tan deprisa que no notaban a las cuantas personas que se detenían con disimulo junto a la barrera que había entre el andén número nueve y el número diez y atravesaban la muralla fácilmente. Alaska apareció en el andén nueve y tres cuartos, donde el expreso de Hogwarts escupía vapor y hollín junto a un montón de alumnos que aguardaban con sus familias la hora de partir.

Como ya era costumbre, mientras se hacía paso por la multitud, recibió cientos de miradas que demostraban distintas emociones, desde miedo hasta repugnancia. Alaska ignoró cada una de ellas; se sentía nerviosa.

Encontró a su grupo de amigos en un lugar apartado, al fondo del andén apoyados en la muralla o sentados sobre sus baules. Todos le dirigieron significativas miradas cuando se acercó a ellos.

—Antes de que pregunten: sí, estoy bien. Y no, no quiero hablar de ese tema ni nada relacionado —Dijo una vez llegó a su lado, sin dejar que ninguno hablara antes de que ella—. Ahora, ¿por qué no me dicen como estuvieron sus vacaciones? ¿se divirtieron?

—No es bueno reprimir tus sentimientos, Alaska. —Le respondió Ann, ignorando las preguntas de la chica.

—Si bueno, ya estoy acostumbrada a hacerlo —Comentó la rubia echándole una rápida mirada a Draco—. Entonces, ¿sus vacaciones?

—Las mías estuvieron interesantes —Comentó Blaise, ya que nadie estaba dispuesto a hablar—. Visite Escandinavia durante un mes con mi madre, quien tenía que realizar unos negocios allá. Y disfrute de mucho tiempo junto a Daphne, es un placer informarles que sus padres me adoran.

—¿Finalmente lo hicieron oficial? ¿Son pareja?

—De hecho, aceptó ser mi novia unas semanas antes del término del curso anterior. —Le informó el moreno.

—¡Oh, no lo sabía! Felicidades, supongo —Alaska frunció el ceño—. ¿Por qué no me lo dijiste?

—No es por ofender Lasky, pero no estabas en tu mejor condición en ese tiempo. —Ella no lo negó, estaba en lo cierto.

—Pudiste decírmelo en una de tus decenas de cartas que me enviaste en vacaciones. —Se quejó.

—Creí que Daphne no te agradaba.

—¡No me agrada! ¡Pero tu sí! Eres mi mejor amigo, me gusta estar al tanto de lo que sucede en tu vida.

—Créeme, no te gustaría —Intervino Ann—. Tendrías que haber soportado párrafos y párrafos del hermoso cabello brillante de Daphne, y su melodiosa sonrisa... —Decía con tono burlón.

—O el magnífico color que tomaban sus ojos ante la apuesta de sol... —Le siguió Theo, haciendo una buena imitación de Blaise enamorado.

—¡Ja, ja! —Soltó Blaise fastidiado—. Estan actuando de forma muy inmadura. ¿Por qué no le cuentan de sus novedades a Lasky?

—¿Qué novedades? —Quiso saber la rubia.

Theo hizo un ademán, indicándole que le respondería. Vio como sacaba un cigarrillo de una cajetilla casi vacía y lo encendía con un prendedor. Dio una profunda calada antes de hablar:

—Ann y yo estamos saliendo.

Las cejas de Alaska se elevaron de la sorpresa, hasta ese momento no había reparado en sus brazos entrelazados. Busco la mirada de Draco y Blaise en busca de alguna explicación, pero no recibió nada.

—¡Vaya! Eso si es una sorpresa —Soltó la chica. Debía admitir que nunca había notado algún tipo de tension entre ellos o algo parecido—. Felicidades a ustedes también, creo que hacen una linda pareja.

—Gracias...

—¿Y no crees que Daphne y yo hacemos una linda pareja?

—Pues si Daphne está involucrada...

—A eso le llamo tener preferencias. —Dijo Blaise fingiendo estar afectado mientras negaba una y otra vez con la cabeza.

—¿Ahora quien está actuando de forma inmadura? —Le dijo Ann.

—De todas formas —Dijo Alaska terminando con la discusión—. Theo, ¿Empezaste a fumar? Eso es bastante muggle de tu parte.

—Sólo puedo decir que el tabaco es el mejor invento de los muggles —El castaño enarco una ceja—. ¿Quieres uno?

Alaska observó por unos segundos el cigarrillo encendido en su mano, se veía relajado y tal vez podría ayudar a calmar con sus nervios. Terminó aceptando y muy pronto tenía uno entre sus labios.

—Yo también tengo novedades. —Habló la rubia luego de un largo silencio.

—¿También estás saliendo con alguien? —Aventuró Blaise.

Sí. Pero esa no era la noticia que quería darles.

—Me escogieron como capitana del equipo de Quidditch, y también soy la nueva Prefecta de Slytherin.

—¡Por Morgana! ¡Lasky, eso es increíble! —Dijo Blaise tan emocionado que le dió un fuerte abrazo a la chica—. ¡Por fin podré ser parte del equipo! He esperado años por esta oportunidad.

—Creí que estabas feliz por mí.

—¡Lo estoy! —Le aseguró el moreno—. Y por la posibilidad de ser compañeros de equipo.

—Eres el peor Zabini. —Le espetó Ann a un lado.

—¿No crees que tendrás muy poco tiempo para descansar? Con las tareas como prefecta, capitana más los TIMO's...

—Eso es lo de menos, lo importante ahora es otro tema. ¿Cuál de mis amigos es el nuevo prefecto?

—Es Draco.

Alaska se gira para mirar al rubio, no había participado mucho en la reciente conversación y eso era extraño en él. El chico estaba mostrando una gran sonrisa de orgullo y el efecto fue inmediato, aquella extraña sensación volvió a expandirse por todo su cuerpo y los sentimientos que pensaba haber olvidado volvieron a surgir por un par de segundos.

—Eso es maravilloso, podremos pasar más tiempo juntos. —Hizo notar Alaska para luego darle un corto abrazo a Draco.

Un silbido de aviso sonó por todo el andén, rápidamente Alaska y Theo apagaron los cigarrillos para subir junto a sus amigos al tren que estaba por partir. Draco y ella se despidieron del resto del grupo para dirigirse al vagón de prefectos, dónde habían sido citados para recibir instrucciones de los delegados.

—Te veré allí Draco, ¿sí? Necesito pasar al baño antes.

El chico accedió y pronto desapareció entre la gente que aún deambulaba por el pasillo, una vez fuera de vista retrocedió unos pasos y golpeó la puerta de un compartimiento. Solo unos segundos después Dean apareció tras la puerta con una gran sonrisa.

—Sólo pase a saludar...

Antes de siquiera contestarle el chico posó sus manos sobre su cintura y la atrajo hasta el, dejando múltiples besos cortos en demostración de lo mucho que le gustaba verla.

—Dean... —Logró articular la rubia entre leves risas—. Tengo que ir al vagón de prefectos, no puedo llegar tarde. Nos veremos después.

—Suerte con eso, y no te olvides de buscarme. —Le pidió Dean antes de volver a besarla.

Cuando Alaska se separó de él y al voltear se encontró con Archer sabía que de vendría algún tipo de charla, y no estaba de humor para ello. Siguió caminando hacia el vagón de prefectos con su amigo a su lado.

—Tengo que ir al vagón de prefectos —Le informó Alaska—, ¿hablamos después?

—Vamos al mismo lugar así que podemos hablar ahora —La rubia maldijo en su cabeza—. ¿Desde cuando estás saliendo con Dean?

Ella se encogió de hombros—. Hace unas semanas.

Y era la verdad, Dean le había pedido ser su novia una semana después de encontrarse; ella había dudado. No creyó que eso podría llegar tan lejos, pero termino aceptando, le parecía reconfortante la sensación que Dean provocaba en ella, llenando aquel vacío que estaba siempre presente.

—Seguí tu consejo —Añadió Alaska—. Me conseguí una buena distracción.

—No me refería a ese tipo de distracción —Se explico Archer—. No puedes utilizar a ese chico de esta forma, está mal.

—Lo sé, y no lo estoy utilizando.

Alaska y Archer no hablaron más del tema, siguieron caminando por el pasillo del tren en movimiento hasta que llegar al vagón de prefectos. Este era el doble de grande de los normales con una mesa en el centro, bocadillos y algunos pergaminos esparcidos por encima. Parecía que ya todos los prefectos estaban presentes, sólo faltaban ellos.

—¡Llegaron, perfecto! Ahora que estamos todos podemos empezar —Comenta una chica de último año, debía ser la Premio Anual—. Pueden sentarse en los asientos vacíos.

A Alaska le hubiera gustado sentarse junto a Draco, sin embargo, otros prefectos de Slytherin habían ocupado los asientos por lo que debió sentarse junto a Archer y Padma Patil, quien la saludo con lastima.

—Antes queremos darle la bienvenida a cada uno de los nuevos prefectos de cada casa, el cargo que han aceptado es sumamente importante tanto para su curriculum como para Hogwarts; todos son clave para el correcto funcionamiento de la escuela.

—Por si no conocen a sus nuevos compañeros, los presentaremos uno a uno. Para la casa de Hufflepuff recibimos a los nuevos prefectos Ernie Macmillan y Hannah Abbott. Archer Tonks y Padma Patil de Ravenclaw. Ronald Weasley y Hermione Granger de Gryffindor —El chico se aclaró la garganta antes de continuar—. Y por último Draco Malfoy y Alaska Ryddle de Slytherin.

La chica comenzó a explicarles todas las responsabilidades de las que tendrían que hacerse cargo durante todo el curso además de una serie de consejos para organizar sus tiempos de forma inteligente, ya que este año era el más complicado por la llegada de los TIMO's.

—Los prefectos tienen permitido quitar puntos a estudiantes de cualquier casa, pero no a otros prefectos. También pueden dar distintas detenciones como forma de castigo. Y por último deben patrullar los corredores en las noches para asegurarnos que los estudiantes no están rompiendo el toque de queda, se les notificara de sus turnos cada domingo por la noche a traves de su jefe de casa.

—¿Por qué Hermione Granger no te ha quitado la mirada desde que llegamos? —Le murmuró Alaska al pelinegro, sin prestar atención a las palabras del Premio Anual.

—¿Qué? —Preguntó el chico, desviando su mirada hacia la castaña.

—No seas tan obvio. —Le reclamó, pues en el momento que había volteado la Gryffindor desvió su mirada con sus mejillas algo coloradas.

—¿Me estaba mirando?

—Sí, ya te lo dije. ¿Acaso se enamoró de ti mientras se quedaban en la misma casa?

Archer se encogió de hombros—. Puede ser, no estoy seguro.

—¿No estás seguro de que Hermione está enamorada de ti? Sólo tienes que mirarla, está actuando como toda una admiradora.

—¿Hermione tiene un enamoramiento con Archer? —Habló Padma a su lado, curiosa por entrar en la conversación.

—¿Qué crees tú? —Le pregunta la rubia—. Ha estado mirando de reojo hacia aca así que debe sospechar que estamos hablando de ella.

—Creí que ella y Viktor Krum tenían algo.

—Pues parece que lo ha superado rápido. —Sugirió la rubia.

—¿Pueden dejar de hablar del tema? Deberían prestar atención a lo que están hablando. —Las reprendió el pelinegro.

Padma y Alaska rieron ante la molestia de su amigo y volvieron a levantar la mirada para escuchar a los Premios Anuales, fue cuando la rubia notó que Draco había estado observándola. Ella le dio una leve sonrisa antes de desviar la mirada.

El resto de la reunión fue bastante tediosa donde se respondieron cada una de las dudas y preguntas que los nuevos tenían. Alaska tampoco prestó mucha atención a las respuestas, lo único que deseaba era largarse de ese vagón.

—Y no olviden patrullar los pasillos de vez en cuando. —Agregaron mientras todos salían del compartimiento con prisa.

La chica se despidió de Archer y Padma y se apresuró en alcanzar a Draco, quien había salido antes que ella. Tuvo que correr un par de metros para finalmente llegar junto al chico, entrelazó ávidamente sus brazos y juntos se quejaron de lo latosa que se había convertido la reunión.

Pronto encontraron el compartimiento dónde se encontraban sus amigos, la charla que estaban teniendo se detuvo por completo y quisieron saber cómo les había ido de inmediato.

—Fueron las horas más largas de toda mi vida. —Se quejó Draco tomando asiento junto a Theo.

Alaska agarró uno de los tantos dulces que Blaise había comprado y se sentó a su lado, comiendo del chocolate y recostandose con los ojos cerrados.

—Solo nos hablaron de nuestras responsabilidades, nada realmente que valga la pena repetir. —Les informa Alaska con desinterés.

—¿Quienes son los Prefectos de otras casas? ¿Alguien que conozcamos? —Preguntó Ann levantando las cejas por unos segundos.

—Archer y Padma —Mencionó la rubia—. Será bueno tenerlos de compañeros.

—Padma es bastante guapa... —Comentó Blaise mientras revisaba una revista que había llevado.

—Sí, lo es. —Afirmó Alaska.

—¿Y que hay de Gryffindor?

—¿No es obvio? —Le respondió el moreno a Theo—. Potter y Granger, ¿quién más podrían ser?

—De hecho Ronald fue escogido, no Harry.

—¿El tonto de Weasley? —Repitió Theo bastante sorprendido.

—Creímos que Potter sería el prefecto.

Alaska se encogió de hombros, no le interesaba hablar más de los prefectos. Se acomodó entre el cuerpo de Blaise, estirándose a lo largo del asiento y volvió a cerrar los ojos, evitando pensar en cualquier recuerdo.

El clima seguía sin definirse mientras el tren avanzaba hacia el norte. Fue agradable leer mientras la lluvia salpicaba las ventanillas con desgana, de vez en cuando el sol hacía una débil aparición antes de que las nubes volvieran a taparlo y Ann aprovechaba esos momentos para sacar fotos a sus amigos con una nueva cámara que su madre le había regalado.

Cuando oscureció y se encendieron las luces dentro de los vagones, Theo guardo el libro que había estado leyendo y suspiro de manera fuerte, de inmediato Ann se puso alerta. Sin intercambiar palabras ambos se pusieron de pie.

—¿A dónde van? —Quiso saber Blaise.

—A estirar las piernas. —Comentó Theo sin ganas de explicar nada más.

—Los acompaño —Agrego de inmediato, dejando la partida de ajedrez que jugaba con Alaska a medias—. Daphne se enfadará si no la busco antes de llegar a la estación.

—¡Eso significa que gané la partida! —Soltó la rubia con una sonrisa de triunfo—. ¡Eres un perdedor!

—¡No! Mira el tablero, yo voy ganando por mucho.

—Si abandonas el juego pierdes el triunfo. Son las reglas, Zabini.

El moreno se veía contrariado, estuvo largos segundos de pie bajo el umbral de la puerta decidiendo entre terminar el juego o no. Terminó soltando un largo suspiro antes de abandonar el compartimiento y cerrar la puerta tras de sí.

Alaska no dejo de sonreir mientras recogía las piezas de ajedrez y las colocaba en su lugar; le encantaba ganar. No dijo nada cuando Draco se movió, sentándose donde Blaise había estado solo minutos atrás.

Se habían quedado en un cómodo silencio hasta que la rubia sintió la mirada de Draco examinandola, no tardó en arreglarse la manga de la blusa de forma inconsciente.

—¿Cómo te encuentras?

La chica frunció los labios ante la pregunta.

—Se que no quieres hablar del tema pero estoy preocupado, quiero ayudarte en lo que me sea posible.

Alaska suspiró mientras movía una de sus piezas por el tablero, dejó caer si cuerpo hacia atrás hasta quedar apoyada en el respaldo. Creyó que no había nada de malo en decirle la verdad, despues de todo era Draco.

—Ha sido difícil, más de lo que pensé que podría ser. No dejo de pensar en la situación y los pensamientos que surgen de ello no son muy buenos... creo que está perdiendo el control de mi mente y, no lo sé...

—¿Qué?

Se encogió de hombros—. He llegado a sentir miedo de lo que podría llegar a pasar, no estoy segura de cuál es mi límite.

—Al, la situación por la que pasaste —Comenzó a decirle— es algo que nadie debería vivir. Es normal tener todos esos sentimientos cuando tuviste tal trauma, y reprimir tus emociones no es bueno para tu cuerpo ni mente, tal como Ann te dijo.

—Yo creo que es bastante bueno. —Intentó bromear.

—Debes buscar una manera de dejar salir todo eso o esos sentimientos se van a acumular y terminarán explotando en el peor momento, siendo aún peor.

Draco apretó los labios y se puso de pie, se sentó junto a Alaska con su pierna haciendo presión contra la de la chica.

—Tus amigos están para ayudarme, yo siempre estaré para todo lo que necesites —Notó que el chico había dejado su mano mas cercana a ella reposando sobre su pierna con la palma hacia arriba, casi como una invitación—. Ya sabes, desde escucharte hasta llevar a cabo una venganza. Sólo debes acudir a mi.

Alaska asintió levemente. Bajó su mirada hacia la mano de Draco y, sin pensarlo mucho, la entrelazó con la suya, dando un fuerte apretón y sin soltarla. Una extraña sensación embargó el cuerpo de la chica, las palabras y el contacto de Draco le dieron un alivio que perduró por un buen rato, estaba agradecida. Se hubiera sentido cómoda llorando en su hombro, liberando todos esos sentimientos que había estado guardando, pero no lo hizo.  Simplemente observó a Draco por largos segundos, había algo distinto en él. Le gustaba. Tenerlo a su lado pese a cualquier cosa se sentía bien, y no quería perderlo nunca.

Theo y Ann no volvieron pronto al compartimiento, y debiendo cumplir con sus responsabilidades ambos de vistieron las túnicas y engancharon sus insignias de prefectos en ellas, dejando el vagón para patrullar los pasillos y asegurarse que todo estuviera en orden.

Una hora después el tren empezó a aminorar la marcha y se escuchó el habitual alboroto dentro de los compartimientos, pues los estudiantes se ponían en pie para recoger su equipaje y a sus mascotas, listos para salir hacia el andén.

Cuando la mayoría de los compartimientos se encontraron vacíos Alaska bajo al andén, notando el frío de la noche chocar contra su rostro. Caminaba sola hacia los carruajes pues Draco se había encontrado con Crabbe y Goyle y la había dejado. A unos metros de ella se encontraba Harry Potter acompañado de Ginny Weasley, cuando volteo si cabeza hacia atrás y vio a la rubia se detuvo de inmediato, diciéndole a la pelirroja que de adelantará.

—Hola. —Saludó Harry con una sonrisa incómoda.

—Hola. —Respondió Alaska de la misma manera, caminando juntos.

Llegaron a la estación de Hogsmeade dónde, como era usual, los esperaban un centenar de carruajes que cada año llevaba a los alumnos que no eran de primer curso hasta el castillo.

Harry se detuvo a metros de un carruaje vacío, que esperaba ser llenado para dirigirse al castillo. Alaska vio las mismas criaturas que había visto e ignorado a final de curso anterior, sabía a la perfección de que criaturas se trataban y eso no la había hecho feliz meses atrás. En esa ocasión tampoco se sentía especialmente bien, pero le gustaba observar finalmente su forma real.

Los animales de encontraban entre las varas de los carruajes, con cierto aire de reptil. No tenían carne en su cuerpos y el negro pelaje se pegaba a su esqueleto, del que se distinguía con claridad cada uno de los huesos. La cabeza parecía de dragón y tenían los ojos sin pupila, blancos y fijos. De la parte más alta del lomo les salían alas inmensas, negras y curtidas Allí plantadas, quietas y silenciosas en la oscuridad, las criaturas tenían un aire fantasmal y siniestro. A Alaska le fascinaban.

—¿Qué crees que son esos bichos? —Le preguntó Harry señalando con la cabeza los horribles caballos.

—¿Qué bichos?

—Esos caballos... —Alaska soltó una carcajada.

—Son Thestrals, y será mejor que no los llames bichos otra vez a menos que quieras ser atacados por ellos.

—¿Por qué están tirando de los carruajes cuando son perfectamente capaces de moverse por su cuenta? —Harry parecía confundido.

—Siempre han tirado de los carruajes, sólo que antes no has sido capaz de verlos. —Le aclaró la chica.

—¿A qué te refieres?

—Estas criaturas solo son visibles a quienes han presenciado la muerte de una persona Harry, son muy pocos los estudiantes que pueden verlos —Harry notó que el tono de voz de Alaska había cambiado, se sentía apagado—. Son juzgadas por muchos magos como un presagio de desgracia y agresión, pero solo son criaturas incomprendidas.

Alaska volvió a mirar las criaturas antes de subir al carruaje, estaban quietas y silenciosas en la fría noche, sus blancos e inexpresivos ojos relucían con la luz de la luna. Y mientras acariciaba a una de las criaturas la rubia sólo podía pensar en su mejor amigo, en Cedric Diggory.

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