And I never put the safety on

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Tomas mi mano como si fuera una vasija delicada, estás temblando. Luego peinas tu cabello hacia atrás; es lo que haces cuando los nervios te consumen. Sé que, al tocarme de esa forma, tratas de relajar mi cuerpo porque una tormenta se aproxima. Sé que estás a punto de decirme algo que me sacará de mis casillas y tratas, con esos pequeños actos, de que no me enoje ni te reproche nada. Entonces sonrío, para que escupas de una vez lo que estás ocultando, pero en el fondo ambos sabemos que acaberamos gritándonos.

—Esto... —dudas, llevas tu otra mano al rostro y masajeas rápidamente tu nariz—. Esto no está funcionando, ya no podemos seguir así —declaras y apartas la mirada de forma inmediata. Tragas saliva, estás vacilando; puedo verlo.

—¿A qué te refieres? —exijo saber, fingiendo torpeza en vano. Siento mis cejas torciéndose, seguro estoy haciendo un gesto absurdo.

Hay un largo silencio que nos separa. Sueltas mi mano. Sueltas mi mano y caminas un par de pasos, con ambas manos en los bolsillos. Quizás estás incómodo, tus movimiento son algo torpes. Cuando puedo ver tu espalda, levemente arqueada, sé que estás intranquilo. La oscuridad de la noche opaca tus rubias hebras de cabello, esos que siempre me han gustado. Sé hacia dónde va esta conversación y no me agrada para nada. Lo sé porque no eres capaz de ver mi rostro en cuanto te volteas y dices algo, desde esa distancia que parece larga.

—Debemos ver a otras personas.

El silencio no es el único que nos separa ahora. Hay lágrimas bajando por mi mejillas, las noto por el aire, se siente mas fresco porque tengo la cara empapada, casi tanto como mi vestido. El aire se siente helado y me está dando frío. Este viento nocturno no me gusta y solo deseo salir corriendo.

Mientras tanto, tu mirada permanece viendo hacia el suelo. Mueves tu pie izquierdo con nerviosismo. Me das lástima pero ambos sabíamos que este día llegaría.

—Está bien —te respondo.

Me rindo. Has ganado esta batalla.

El silencio se siente ensordecedor y dolorosamente amplio. Quisiera no estar aquí en este momento. No soporto verte en estas circunstancias. Duele tanto recordar todos los momentos agradables que vivimos y pensar que no sirvieron para nada, no pudimos llegar a nada. Solo acabamos en este momento, donde todo lo que había entre nosotros se termina, finalmente se termina.

—Puedes irte —comento luego de unos minutos, cuando se han evaporado todas las lágrimas de mi cara.

Pareces aliviado. Me miras un par de veces, ¿acaso quieres mi aprobación para irte? Ya te la he dado. Tan solo cierro mis párpados y giro mi rostro en dirección contraria, no quiero darme cuenta cuando me quede igual de sola y vacía que nuestra casa. Sé que apresuras el paso hasta llegar a la puerta, puedo oir como tropiezas con un par de sillas de plástico, tratando de evitar algo.

Te vuelves torpe cuando estás nervioso, tan dolorosamente torpe y lento que podría matarte aún si mis ojos siguieran cerrados. Así que lo hago, levanto el arma y disparo. Tu cuerpo cae sobre la grama y yo me acerco lentamente hacia tí. Estás temblando, tratas de hablar pero el asombro no te deja emitir palabras. Hay alas de sangre formándose a tu espalda, casi pareces un ángel de cabellos dorados.

Esta situación es dolorosamente hilarante, se vuelve imposible no llorar y reír al mismo tiempo. ¿Por qué duele tanto?

Cuando dejas de moverte, sé que te has ido para siempre. Entonces todo pierde el sentido y solo me queda una bala.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro