16. Peleas

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Adrien

Pasó exactamente un mes. Un mes siendo novios. Los akumas dejaron de aparecer, curiosamente. Talvez Hawkmoth se haya rendido, no aseguraba nada. Pero dejando eso de lado, todo estaba bien.

Siempre visitaba a mi princesa como Chat Noir, y mi padre se había puesto más... ¿irritante? Me molestaba cuando hablábamos, porque siempre terminaba en pelea.

Aunque una parte de mi saltaba de emoción cuando estábamos juntos, ya que pasábamos un "momento" padre e hijo, peeo todo se iba al traste cuando las charlas se convertían en debates. Era él o yo quien terminaba retirándose. Aunque esperaba poder llevarme bien con él aquellos días donde se acercaba la Navidad.

- Estás callado, ¿Marinette no quiere hablar contigo?- preguntó Plagg. Me senté en mi cama.

- No, estaba pensando-

- ¿En qué?-

- En mi padre-

- Ah- suspiré y me lavé la cara. Miré por la ventana y me sorprendí al ver lo oscuro que estaba.

- Hey Plagg, ¿qué hora es?-

- Deben ser más de las dos de la mañana-

- ¿Cómo? ¿por qué no me dijiste?-

- No es mi obligación, pero es la tuya buscarme más queso- me contestó sentándose en mi sofa.

- Sabes, Nathalie cree que me lo estoy comiendo todo- protesté en la puerta.

- ¿Y qué?-

- Y nada- murmuré.

Bajé con pasos silenciosos las escaleras, muy lentamente. Dudaba que mi padre o Nathalie estuvieran levantados a esa hora de la madrugada, pero lo mejor era no arriegarme haciendo ruido. Cuando llegué a la sala, giraba mi cabeza a cada rato. El sueño iniciaba a apoderarse de mi.

Aunque mañana, bueno, ese día era Sábado. Cuando llegué a la cocina vi a Plagg saliendo del refrigerador con un gran pedazo de Camembert. Me cruzé de brazos.

- ¿Se puede saber que haces aqui?- le pregunté.

- Tenía hambre-

- Por algo me mandaste a ver tu queso ¿no?-

- Te demorabas mucho-

Estaba demasiado cansado para pelear, solo caminé para mi cuarto.

Me puse mi pijama y me tumbé encima de las sábanas. Apenas mi cabeza hizo contacto con la almohada, me dormí. Cuando desperté, era por los golpes en la puerta. Estaba demasiado cansado. Vi la hora en mi celular. Eran las siete de la mañana. Me levanté con pesadez y abrí la puerta.

- Buenos días Nathalie- la saludé medio dormido.

- Buenos días Adrien. Tu padre quiere hablar contigo- otra vez.

- Ahora estoy durmiendo, es muy temprano Nathalie. Tengo mucho sueño. Puedes decirle que más tarde, si es que tiene tiempo en su ocupada agenda- le respondí y cerré suavemente la puerta.

Apenas vi la sonrisa de Plagg antes de volver a dormirme. Cuando desperté de nuevo era por mi celular sonando. Era Marinette.

- Hola princesa- saludé. El sueño se me fue por unos instantes.

- Hola Adrien. Oye, quería preguntarte ¿si ya venías? Mis papás estan atendiendo aún la pastelería y yo los estoy ayudando. En época de Navidad es donde la demanda aumenta más. Pero ya mismo cerramos- me dijo soltando una risita. Sonreí.

- Seguro pero ¿no crees que es muy temprano?- pregunté bostezando.

- ¿Temprano? Son casi las dos de la tarde- me respondió. Me levanté de golpe de la cama y vi el reloj en mi mesa de noche. Tenía razón.

- Sabes que, voy para tu casa directamente- dije entrando al baño.

- ¿Acaso te has quedado dormido?-

- ¡te hablo luego mi lady!- colgué antes de poder escuchar su carcajada.

Me arreglé y agarré mi chaqueta antes de salir de mi habitacion. Corrí hasta llegar al vestíbulo. Ahí estaba mi padre. Paré de correr.

- Hola padre-

- Parece que te has saltado el desayuno- me dijo sin poner ninguna expresión en su rostro.

- Al parecer si. Tengo que ha-

- ¿Nathalie no te dijo que tenía que hablar contigo?-

- Si lo dijo pero era muy temprano y me quedé dormido. Y estoy tarde para una cosa que tengo que hacer. Debo irme- le contesté caminando a la puerta.

- Hijo, una cosa más- me volteé con la mano en la perilla de la puerta.

- ¿Qué opinas de los héroes de París?- me preguntó. Me tomó desprevenido.

- ¿A que viene esa pregunta?-

- Solo responde- dijo cortante.

- Opino que son muy valientes y compasivos al defender a gente inocente y su determinación para derrotar a los akumatizados es admirable- le respondí. Me giré y abrí la puerta.

- ¿Y qué opinas de la persona que esta detrás de estos ataques?- soltó de repente.

- Dijiste una cosa. Cuando vuelva te contestaré-

Entré al auto y le pedí a Gorilla que me dejara en casa de Marinette, el ya sabía la dirección. Debajo del asiento, saqué la pequeña funda donde venía el collar que compré para Sabine. Hoy era su cumpleaños y ayer en la mañana, antes de ir al instituto, salí a comprarlo.

- ¿Estás bien niño?-

- Si Plagg-

- Tus manos tiemblan- me dijo. Las miré y era cierto. - No entiendo porque te pones nervioso-

- Ni yo- Cuando llegamos Plagg se escondió en mi chaqueta y subí al departamento de Marinette. Toqué el timbre y me abrió ella.

- Hola princesa- la saludé besando sus labios. Me sonrió. Entré y estaban Alya, su mamá, Nino, y los padres de Marinette.

- Adrien, creí que no vendrías- dijo Sabine y se paró para saludarme. Me dió un abrazo al cual respondí.

- No me perdería tu cumpleaños por nada- ella nos deja tutearla, así que no hay problema. Nos separamos y le dí el regalo.

- Feliz cumpleaños- le dije. Ella lo cogió y sonrió.

- No tenías que molestarte querido-

- Pero claro que sí- dije.

- Chica, le contagiaste tu costumbre de venir tarde- escuché decir a Alya. Me acerqué a los demás y los saludé. Me senté a lado de Marinette.

- Estoy muy feliz, faltan ocho días para Navidad- comentó Marinette.

- Te emociona mucho- le dije.

- Si, y más porque mi abuela Julia nos visita-. Le sonreí.

- Es hora de cantarle a Sabine- anunció Alya parándose.

Nos reunimos a su alrededor y luego apareció Tom con una torta. Cuando terminamos de cantarle, la mamá de Alya partió la torta y la repartió. Nos sentamos en la sala y platicamos por varias horas. Nino siempre contaba un chiste que nos hacía reír.

Yo besaba a Mari de sorpresa y ella se sonrojaba, haciéndome sonreír. Alya nos miraba pícara y Mari y yo le sacabamos la lengua. Tom y Sabine sonreían y la mamá de Alya reía. Era lindo el ambiente.

Me recordaba cuando mi mamá estaba con mi padre y yo. Él nunca pasaba tanto tiempo trabajando, diría que casi todo el día estaba con nosotros.

Ella nos brindaba sonrisas, nos daba felicidad, nos unía. Eso es lo que mis amigos y los Dupain me ofrecían. Ellos eran mi familia. Y se que puedo contar con ellos. Me ofrecen felicidad, lo que hace algún tiempo existía en mi vida.

- ¿Estás bien Adrien?- escuché a alguien preguntarme. Mis pensamientos se alejaron y vi a Marinette.

- ¿Qué?-

- ¿Estás bien? Has estado callado- susurró. Le sonreí y le di un pequeño beso.

- Todo bien princesa, solo me quedé en mi mundo por un rato- le dije. Ella me sonrió y dirigió la mirada a los demás.

Pasé el resto del día disfrutando de la pequeña fiesta de Sabine. Cuando se hizo de noche, se empezaron a ir. Yo fui el ultimo en quedarme. Estaba compitiendo con Tom con un videojuego. Era bueno, pero le gané de nuevo.

- Soy pésimo. Tú y mi hija siempre me ganan- me dijo poniendo el control en la mesa. Supongo que ya se había rendido.

- No Tom, solo es suerte- mencioné tratando de no reír.

- ¿Siete veces? Si claro- suspiró.

- Se un buen perdedor querido- le dijo Sabine.

- Sabine, ¿cuándo vendrá la abuela de Marinette?- le pregunté. Miré a Mari un momento y sus ojos se iluminaron.

- Vendrá el 23 de Diciembre y se quedará hasta después de Año Nuevo- me informó.

- Ya quiero que la conozcas- me dijo Marinette tomándome del brazo.

- Mi abuela te amará, ¡estoy segura! Y también se que ella te caerá bien. Ella es muy cariñosa, amable, graciosa, hu-

- Marinette, Adrien ya te entendió- la interrumpió Sabine sonriente.

- Suena bien Mari. No te preocupes, ¿y vendrá tu tío Cheng?-

- No, pero nos visitará el siguiente año-

- Adrien, ¿acaso tu padre no está preocupado de que aún no vuelves?- me preguntó Sabine.

- No, él no lo está, no te preocupes- le dije. No quería irme, queria quedarme, seguir conversando. No volver al aburrimiento eterno.

- Y mi chofer me llamara cuando esté abajo- le dije. Ella asintió y se paró.

- Puedes quedarte el tiempo que quieras. Me quedaría a conversar pero tengo sueño y mañana debo madrugar, las ventas en Navidad son mayores- me dijo. Me dió un besó en el cachete y se fue a su cuarto, junto con Tom, que se despidió con la mano y una sonrisa.

- Entonces, solo tú y yo- le dije rodeando sus hombros con mi brazo. Ella apoyó su cabeza en mi hombro. Nos quedamos un rato en silencio.

- ¿Quisieras, si puedes, venir a la cena de Nochebuena?- me preguntó mirándome.

- Claro que si. Estoy seguro que podré-

- Y puedes traer a tu padre tambien- añadió. Fruncí el ceño.

- ¿Por qué?-

- Por que si. Él ya me invitó una vez y me gustaría devolver el favor-

- Marinette, ¿quieres que esa cena se vuelva incómoda y tensa? Si él viene, yo no-

- ¿Por qué Adrien? ¿no podrías llevarte bien con tu padre una noche?-

- No sé-

- No puedes quedarte enojado con él para siempre-

- Si puedo-

- Adrien en serio-

- Escucha, uno de nosotros vendrá y otro no. O simplemente ninguno vendrá- le dije volteandome a verla. Se quedó callada.

- Ya me tengo que ir- me levanté del sofá y salí por la puerta. Salí del condominio y entré al carro. Cuando llegué a la mansión, me fui directo a mi cuarto. Entré y me acosté en la cama.

- Fuiste duro con ella- me habló Plagg. Pasé mis manos por mi cabeza.

- Creo que tienes razón-

- No lo creas, la tengo- me corrigió. Rodé los ojos y me senté.

- Es que tú sabes como se pondría si vamos los dos-

- ¿Le vas a contar?-

- No lo creo. Además, dudo de que vaya-

- Eso debiste decirle- dijo. Suspiré y fui al baño.

- Lo sé-

Marinette

Me puse mi pijama. Cepillaba mi cabello sentada en mi pequeño sofa rosa. Talvez lo agobié. Sabiendo el tema que tiene con su padre, no debí presionarlo.

- Sabes Tikki, no debí haberle dicho que trajera a su padre- le confesé. Ella estaba sentada en mi rodilla.

- No es tu culpa Marinette, solo querías invitarlo-

- Pero Adrien se fue enojado-

- Puede que se quede enojado con su padre para siempre, pero contigo no podrá ni un minuto- yo me reí.

- Ójala- dejé el cepillo y me acosté en mi cama.

Al día siguiente me pasé todo el día ayudando a mis padres en la pastelería. Parece que habían mas clientes que ayer. Alya vino y nos ayudó. Fue mucho más divertido con ella acá.

A veces nos comíamos algunos postres, pero papá siempre nos atrapaba, y lo único que hacíamos las dos era reírnos. Alya me contaba anécdotas divertidas mientras batía, decoraba o hacia alguna cosa. Mamá corría desde la caja hasta la cocina. Era muy divertido.

Cuando se hizo de noche, la mamá de Alya la vino a ver. Me quitó el mandil y corrí a darme una ducha. Cuando salí, bajé a cenar con mis padres y fui a mi cuarto. Hablé con mi abuela Julia por teléfono. Ella es una de los mejores ejemplos a seguir. Es muy buena, ayuda a todo el mundo, y siempre me enseña mandarín a pesar de olvidarme. Me encantaría que conociera a Adrien.

- Te ves feliz- escuché a Tikki decirme.

- Lo estoy-

- ¿Más que cuando le contaste que eras Ladybug?- me reí al recordar ese día no tan lejano.

- Su expresión fue digna de ser grabada- dije subiendo a mi cama.

Desperté cuando mi alarma empezo a sonar. La apagué y fui al baño a arreglarme. No sé porque pero ahorita que estamos en invierno, me gusta tener el pelo suelto. Me puse mi gorrito negro, mi abrigo rosado y salí a la escuela después de desayunar.

La pastelería de mis padres ya estaban llenas cuando salí. Como llegué temprano, fui a coger mis materiales para las tres primeras clases. Un brazo golpeó el casillero a mi lado y alguien se arrimó. Yo ya sabía quien era.

Autora

La peliazul cerró la puerta de su casillero.

- ¿Emocionada por Navidad?- preguntó el castaño sonriendo.

- Si- respondió guardando los libros en su mochila.

- Yo tambien te extrañaré, es la última semana de clases- dijo Ethan jugando con un mechón de pelo de la azabache. Ella se lo acomodó detras de la oreja.

- Serás el único que extrañara a alguien- mencionó Marinette caminando a su clase.

- Además, las vacaciones son hasta Enero, no lo suficiente para deshacerse de alguien- susurró la joven al último. Los estudiantes comenzaban a llegar, con ellos, Alya, que los observaba desde lejos.

- Si Adrien llega se-

- ¿Se qué- le interrumpió el rubio.

- Mejor ve a aclararle al de allá que Mari es tu novia- la morena le apuntó a Ethan siguiendo a una fastidiada Marinette.

- Con gusto- dijo Adrien. Justo cuando llegó donde los chicos, sonó la campana.

- Alya...- suspiró su novio.

- ¿Qué? Es tierno- sonrió.

- No del todo- musitó Nino.

Con una mirada fulminante, Adrien se fue a su clase. Ni el rubio ni la peliazul cruzaron palabra durante la clase. Cuando fue recreo, Marinette y Alya fueron las primeras en dejar el aula. Después de conversar un rato, fueron a sus casilleros. La peliazul estaba volviendo al salón cuando se topó con el castaño.

- ¿Hasta cuando vas a seguir apareciéndote?- le preguntó Marinette.

- Solo quiero verte- respondió. Le tomó de la mano y la acarició. Marinette la separó bruscamente.

- ¡No hagas eso!- le gritó enojada.
En ese momento, Ethan estaba pegado a los casilleros, y Adrien cogiéndolo del cuello de la camisa.

- Hasta que el modelito aparece- bromeó el castaño.

- ¿Cuántas veces hay que decirte que pares de molestarla?- cuestionó serio. Lo soltó y le pegó con su puño en el rostro.

Ethan no se quedo atrás y se lanzí sobre el rubio. Marinette trataba de separarlos, pero solo terminaba por esquivar un golpe. Los dos chicos quedaron acorraladoscde estudiantes que observaban la pelea. Marinette divisó a Nino y Alya acercándose al paradero.

- ¡Chicos!- los llamó.

Los dos morenos corrieron a la dirección de la azabache. Nino intentó separar a Adrien y Ethan. Kim, que pasaba con Max por el pasillo, lo ayudó. Ethan tenía un ojo morado y Adrien la mejilla inflamada.

- ¿¡Qué está pasando aquí!?- preguntó una profesora. Al ver los aspectos de ambos chicos, infirió lo demás.

- Los dos, a la oficina del director- dijo. Nino intercambió una mirada con Adrien. El rubio siguió a la profesora igual que Ethan.

- Chica, ¿que pasó?- pregunto Alya caminando a la clase. Nino estaba del otro lado de la peliazul.

- Ethan, para resumir- Los otros empezaron a reírse.

- Sabía que era celoso pero no al límite de llegar a pelear- comentó Nino. Pasaron las clases y Adrien entró al salón a las últimas horas. Su mejilla ya no estaba tan inflamada, solo se veía un poco roja. Algo que se quitaría al pasar los días.

- ¿Que pasó viejo? ¿suspensión?- le preguntó Nino en química.

- No, como era la primera vez que me metía en problemas y como el director Damocles sabe que no soy un lío, solo me dió una hora de detención- explicó el rubio.

- ¿Y el otro?-

- Me libraré de él por dos días- rió.

Cuando acabaron las clases, Adrien se dirigió a un salón de los de sexto curso. No había ningún profesor aún. Se sentó en la primera fila.

- Plagg, estoy aburrido-

- Y yo con ganas de queso pero por tu culpa no lo tendré hasta después de una hora- se quejó el kwami.

- ¡Plagg! No fue mi culpa, fue la de Ethan- replicó Adrien.

- Me da igual-

- ¿No vas a contarme algo? Tengo una hora-

- No, tengo hambre-

- ¿Por qué no te pones irritante cuando lo necesito?-

- Oorque no me da la gana- el rubio suspiró.

Iba a ser una larga hora. Una aburrida hora. Escuchó la puerta abrirse, esperando ver a algún profesor, pero en vez vió a la peliazul. Ella cerró la puerta detrás suyo. Se quedó un rato viendo los ojos esmeraldas de su novio hasta que decidió sentarse en una mesa a su lado.

- Ya la tienes a ella, yo esperaré por Camembert- mencionó el kwami volviendo al bolsillo del abrigo de su portador.

Marinette se lo quedó viendo hasta cambiar la mirada al frente. Ambos jóvenes se quedaron en silencio hasta que Adrien lo rompió.

- ¿Y cómo así por aquí?- preguntó. Marinette se quitó el abrigo rosado y lo colgó en su silla.

- Quería hacerte compañía- respondió. Hubo otro pequeño silencio.

- Mira, sobre la cena con tu padre, no tienes que traerlo ¿ok? Es-

- No te disculpes. Me puse algo enojado pero no te preocupes. Si quiero ir, si es que aún puedo- le interrumpió el rubio. La peliazul soltó una sonrisa.

- Claro que si- dijo. Se quedaron toda la hora conversando y riendo. Cuando entró un profesor diciendo que se podían ir, ambos salieron cogidos de la mano. Adrien entró a la limusina y Marinette caminó a su casa. Dando vueltas en el corto camino y gozando de la nieve.

Cuando Adrien llegó a su mansión, primero tuvo que contestarle unas preguntas a Nathalie. Luego tuvo que ir a la oficina de su padre. Cuando entró, la silla negra en la que el diseñador estaba sentado se volteó.

- ¿En qué pelea es en la que te has metido?- fue lo primero que Gabriel preguntó. Su hijo se encogió de hombros y se sentó en una de las sillas enfrente del escritorio.

- Un idiota que le flirteaba a mi novia-

- ¿La señorita Dupain?- el rubio asintió.

- No puedes andarte de golpes porque alguien le esta coqueteando, simplemente aléjate de ahí con ella. Mira como acabaste-

- Solo está hinchado, se quitará en días- dijo Adrien. Gabriel suspiró.

- Bueno. Pero no quiero que se repita una situación como esta-

- De acuerdo-

- Tengo una pregunta, ¿quién te regaló ese anillo?- Adrien pasó su mano por el miraculous inconcientemente.

- ¿Por qué lo preguntas?-

- Porque no lo tenías desde, no sé, ¿antes de que aparecieran Ladybug y Chat Noir?- respondió sin expresión. Adrien se quedé en blanco por unos momentos.

- ¿Adr-

- Marinette me lo dió- respondió rápidamente. Gabriel alzó una ceja.

- Si, en mi primer día de clases me lo dió como una bienvenida-

- Ok...- dijo su padre nada convencido.

- Tengo deberes que hacer- dijo el rubio llendo a la puerta. Fue a su cuarto y sacó sus tareas. No era mentira. Cuando las acabó decidió ir a visitar a la peliazul.

La azabache estaba hablando con su mejor amiga por el celular.

- Que aburrido. Te pasaste una hora valiosa de tu vida en detención-

- Exacto, valiosa por estar con Adrien- sonrió la peliazul.

Escuchó un ruido proveniente de su celular. Lo miro y se levantó de la silla.

- ¡Maldita sea! ¡uno por ciento!- exclamó horrorizada.

- ¿Mari...?-

- ¡Uno por ciento Alya! ¡debo cargarlo o se apaga!- gritó la joven. Subió las escaleritas para llegar a su cama cuando se acordó que ahí no estaba el cargador.

- ¡En la sala! ¡estúpido cargador!- gritó impaciente.

- Chica tranquila...-

- ¡No! Se me apaga y no puedo usarlo hasta que se cargue por completo- corrió hasta el sillón de la sala y agarró el cargador. Subió a su cuarto y corrió hacia donde estaba el enchufe.

- ¡Listo!- dijo calmada. Cuando vió al héroe rubio saludarla le dijo a Alya.

- Te hablo luego- y colgó.
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Lectores!!! Se q me ausente pero d nuevo estuve ocupada y ni leer podia, lo q me torturo😠😭😭😭😭!!!!! Pero recien me "desocupo" y mañana d nuevo las benditas clases. Espero q los profesores no me llenen d deberes otra vez.
Disfruten, comenten, voten y gracias a todos por sus comentarios, gracias💖💖💖 por apoyarme!😊 son los mejores
Hasta el siguiente capitulo
Miraculousteen

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