8: Cuentos tradicionales

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Anthony

Odio mi vida.

Algo debí haber hecho mal para estar en esta situación. Nos encontramos en el patio de la mansión. Sillas decoradas, flores blancas por todos lados y nosotros parados frente a un arco, en el cual el cura recita sus palabras. Lisette sonríe como estúpida y mi hermano Anatoly se burla de mí, haciendo gestos desde su asiento. Unos nervios recorren mi espina dorsal, así que me giro, entonces visualizo a Asthur, sentarse en una de las sillas del fondo.

Mi padre se le aproxima.

―Señor Wedengraf, no le tenía prevista su visita.

El hombre, de temeraria apariencia, se ríe. Siempre se viste formal, pero percibo que es un salvaje. Sonríe con arrogancia y sube los pies en el respaldo de la silla del frente.

―Vengo a ver los bochornos de los humanos ―le responde a mi padre, mientras del bolsillo de su chaqueta, saca un dedo humano y lo mastica.

Qué mierda.

Siento como un flash y veo la puerta de mi cuarto con sangre. Esta se derrama por todos los bordes.

Abro los ojos, todo transpirado, entonces me siento de manera abrupta. Estoy en mi cama, entero, y no hay nada muerto aquí. Qué alivio, todo fue un sueño. Aunque pronto no lo será. Me quito la manta y bajo del colchón. Me aproximo a la ventana, visualizando como están haciendo todos los preparativos para la boda.

Debo estar delirando.

Me sobresalto cuando tocan a la puerta. Camino, rápido, y abro. Me encuentro con mi padre. Él entra sin ningún permiso.

―Vine a asegurarme de que no hagas alguna estupidez. ―Me observa de una forma, que me hace pensar en las mil maneras en que me puede matar―. ¿Escuchaste? ―insiste al yo quedarme en las nubes, imaginando mi propia muerte.

―¿Huir? ―Río, nervioso―. ¿Quién dijo eso?

Sonríe, molesto.

―Nadie, por suerte.

―Padre, en serio, no quiero casarme ―suplico―. Yo... no es por las mujeres, es que... hay algo mal aquí.

―Yo me encargaré de todo lo raro que exista, tú ocúpate de tu futura esposa.

―No puedo, no creo que ella sepa lo que ocurre dentro de una habitación, menos en una noche de nupcias.

Mi padre me observa como si estuviera diciendo estupideces, luego se ríe para burlarse de mí, acto seguido, se acerca enfadado y me agarra de la ropa.

―Qué decepción. Somos malas personas, robamos, matamos, extorsionamos, violamos, amenazamos, estafamos, somos las personas más despreciables del mundo, ¿y te importa como reaccione una chiquilla cuando conozca el mundo sexual? ―Me empuja para apartarme―. ¡Por favor, Anthony! Además, ella te adora, así que no creo que tengas problema, le va a encantar.

―Tengo códigos.

―Es mayor de edad ―contraataca.

―¡¡Te digo que no sabe!!

―¡¡Te digo que le encantas!!

―¡¡No me importa!! ―insisto.

Levanta las manos y hace fuerza con los puños, está furioso.

―No se puede razonar contigo. ―Bufa―. Lo que sea, estarán casados, lo que importa es que todo el mundo lo sepa.

―¿Por qué? ―expreso, desconcertado.

―¿Todo te tengo que explicar?

―¡¡Sí, porque no me has dicho nada, absolutamente nada!!

Suspira, cansado.

―Escucha, esta unión es muy importante para mí, y no me importa lo que opines, harás lo que yo diga ―dictamina, luego lo veo partir, cierra la puerta de una manera arrolladora.

En definitiva, me odia.

Lisette

Tengo un hermoso vestido blanco y este tul sobre mis cabellos rubios es tan lindo. Parezco toda una princesa. Me observo en un gran espejo, levantando las telas de la falda. Sonrío, emocionada. La puerta se abre y me sobresalto.

Me giro, rápido, pensando que es Anthony, hasta iba a gritarle que no me puede ver, pero resulta que es Asthur.

―¿Cómo has entrado aquí? ―pregunto, extrañada.

Sonríe, tranquilo.

―Al fin estamos solos.

Escucho sus pasos aproximarse y retrocedo, mantengo fruncido el ceño.

―Aléjate, no me das buenas vibras, no puedo percibir...

―¿Mis pensamientos? ―me interrumpe, completando la frase―. Exacto, pues no puedes usar tu habilidad con tu propia especie, para eso no sirve. No puedes comerme, no estoy en tu cadena alimenticia, los humanos sí.

―Soy humana ―lo corrijo.

Se ríe, luego responde con sarcasmo.

―Claro.

―¿Qué sabes tú? ―Entrecierro los ojos.

―Te han mentido toda tu vida, Lisette, ¿de verdad crees que tienes un demonio dentro de tu cuerpo? Eso dejémoslo para los cuentos tradicionales de los humanos, nosotros tenemos mejores historias.

―Es una maldición y debo curarme.

―Sí, estás maldita ―lo afirma―. Aunque no creo que puedas... ―Se ríe antes de terminar la oración―. Curarte.

―No te burles ―me quejo―. ¿Por qué estás aquí?

―Te lo dije antes, soy un cazarrecompensas y tengo un cliente muy interesado en ti, pero me ha pedido que espere, así que mientras investigo un poco.

―¿Quién es Uxío? ―Me apresuro a preguntar.

Quizás él sepa sobre lo ocurrido en mi cumpleaños.

―¡¡Lisette!! ―Entra Anthony de repente―. Tenemos que hablar.

Parpadeo varias veces, Asthur se ha ido, rápido, ni le dio tiempo a que mi prometido lo viera irse. Maldición, debí haber preguntado por Uxío en primer lugar, no escuchar todo el palabrerío de ese loco.

Reacciono.

―¡Ay, no me veas! ―grito―. ¡Arruinarás la boda!

―¡Lisette! ―De pronto, me agarra de los hombros, así que me estremezco―. Huyamos juntos.

El calor sube rápido por mis mejillas a toda mi cara.

―¿Huir? ¿Nosotros? ¿Tú y yo? ¿Cómo un cuento romántico?

―Deja de soñar. ―Me toma de la mano―. ¡Y corre!

Me hace avanzar, así que levanto el vestido, entonces le sigo el paso, como puedo. ¿Qué mosco le picó? Si es así, ojalá que lo piquen más, para que continúe de esa manera. 

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