duele desearte

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Estaba enojada, muy enojada. ¿Cómo podría ser esa omega tan odiosa y tan linda a la vez, con un aroma tan rico que la vuelve loca y esos muslos tan lindos de ensueño? Sus labios deben tener el sabor más rico de toda la jodida galaxia. Es increíble la forma en la que vuelve loca a su alfa y cómo casi la hace ronronear cuando se preocupó por ella al negar la pastilla.

Todos los integrantes del equipo ya se fueron a sus casas, pero Jennie aún se encontraba allí, no es como si no quisiera ir a su bendito hogar y meterse en su cama para pensar en esa omega de muslos fascinates.

La realidad es que Jennie estaba muy caliente, pero realmente caliente. Su pecho arde en gruñidos, tiene sudor por todo el cuerpo, sus extremidades fallan y su alfa está muy inquieta. Jennie estaba punto de entrar en celo en el maldito vestidor del colegio.

Los músculos de su cuerpo se quejan cuando intenta levantarse del piso, pero aún así lo logra. Necesita caminar por los pasillos para llegar a su auto o para ver si encuentra a algún profesor o a alguien que pueda ayudar y llamar a sus padres, lo que menos quiere es pasar su celo en la institución. Camina entre quejidos y murmullos de gruñidos porque todo su cuerpo pesa y arde como el infierno.

Unas voces se escuchan desde uno de los salones y Kim está dispuesta a pasar la vergüenza de su vida para pedir ayuda, enserio quiere ir a su casa, su alfa lloriqueaba y llamaba a su omega para ser consolada y para llenarse de su rico aroma a cerezas y chocolate. Y Jen aún no lo nota porque su celo y su loba la tienen perdiendo la cabeza, pero ella ya ha encontrado a su omega.

―El delegado nos dijo que para la semana que entra ya tendremos las cosas que nos faltan, así que no deberíamos preocuparnos por eso ―esa voz. Una puerta del lado izquierdo del corredor se abre, revelando a dos individuos―. ¡Dioses, qué olor a...!

―¿Kim? ―Kang se acerca an ella cuidadosamente y Jennie quiere llorar por finalmente encontrar a alguien que la ayude―. ¿Necesitas ayuda?

―¡Dioses, Seulgi! ¡Por su puesto que necesita ayuda, está entrando en celo! ―una voz un poco más chillona, pero tan linda y agradable se queja.

Omega.

Su alfa se regocija dentro suyo y ronronea, vino a cuidar de nosotras, camina hacia la beta y la omega y se tambalea en el aire, Seulgi la agarra desde el costado enganchando su brazo por detrás de su espalda para no dejar que caiga.

―Omega, quiero... quiero... ―su voz sale ronca y en un murmullo, el delicado cuerpo que está frente suyo se tensa y larga pequeñas y débiles feromonas de su olor―. Mi casa —Jennie aspira con avaricia las feromonas de la pelinegra y eso logra calmar un poco el dolor.

―¡Lisa! ¡Abre las puertas de mi auto! ―grita la mayor de las tres y comienza a caminar, casi arrastrando a la alfa hacia fuera de la institución―. Te llevaremos a tu casa, Kim.

La llevan hacia la parte del estacionamiento donde ya casi no hay autos, solo quedan tres. Kim se queja un poco cuando la tiran en el asiento trasero de un auto que no conoce y su nariz se arruga ante los olores desconocidos, hay algunos aromas fuertes predominando en el lugar, pero muy al fondo de todos esos, hay una pequeña pizca de cerezas y chocolate.

Duele ―su alfa lloriquea y se retuerce en los asientos. Necesita un lugar conocido para pasar su celo o su alfa se volverá loca y retrasará su celo―. Casa... Quiero... casa.

Fuera del auto se escuchan algunos gritos, una pequeña discusión y de repente una de las puertas que está a su costado es abierta y un olor familiar y muy cálido le llenan los pulmones, tan rico, tan bueno, mi omega. Un cuerpo cálido se acerca cuidadosamente a ella e inmediatamente se esconde en la curvatura del cuello que se le presenta.

Omega —su alfa gruñe satisfecha y sus colmillos pican por salir y marcar.

―Escúchame, Lisa, si esto sale mal estás advertida. Cristo, tus padres me matarán —una voz de fondo dice y el auto se pone en marcha.

―Te llevaremos a tu casa para que estés a salvo, Jennie ―su omega habla lento y tan dulce, joder Jennie quiere comerla.

Una mano está en su nuca, acariciando y tranquilizando. Su loba toma un poco el control y sube a la tailandesa a sus piernas, la quiere cerca, tan cerca que sus pieles ardan juntas. Ella es tan suave y huele tan bien, joder, Lisa es tan divina, sabe que su erección está cálida y pesada chocando contra el coño de la omega, enserio quiere aparearse y anudarla. Necesita hacerlo.

―Quiero anudarte —su voz sale espesa y ronca chocando contra el bonito y suave cuello de Lisa. Un jadeo choca contra su oído y la aprieta más contra su cuerpo.

―Solo lo dices porque estás en celo, alfa ―las palabras salen en un débil y delicado susurro, la decepción y el dolor las acompaña―. Ya casi llegamos.

―No. Dilo ―gruñe, su cuerpo está ardiendo más ahora, joder, cómo si eso fuera posible, pero quiere oírla decir esa maravillosa palabra―. Omega, dilo.

Alfa —la palabra escapa de sus bonitos labios y chocan contra su cuerpo ardiente.

Su loba está desesperada, largando feromonas para marcar a Lisa y saber que es suya, sus labios están recorriéndole el cuello y su lengua se encapricha con el punto de unión de la menor, quiere marcarla tan mal y clavar sus colmillos, pero por ahora se conforma con lamer y chupar. La chica arriba suyo se sacude creando una pequeña ficción y gime suavemente en su oído. Su aliento cálido choca contra su cabello y es inevitable el gruñido posesivo que escapa de su pecho.

―Mía. Solo mía —su alfa está repitiendo eso como un mantra y es inevitable que salga de sus labios.

Lisa se tensa un poco al oír las palabras y más feromonas dulces se estancan en su nariz, esta vez es mucho más dulce, mucho más adictivo y embriagante. Todos sus sentidos vibran en anticipación, sus manos que estaban estancadas en la cintura de la omega viajan hacia esos rellenos y delicados muslos, aprieta un poco para recibir una reacción y logra su cometido cuando un jadeo choca en su cuello y el cuerpo cálido se balancea sobre su apretada erección.

De repente todo queda en silencio y el mundo se deja de mover, la omega está estática en su lugar y suelta un largo suspiro mientras deja un beso sobre su punto de unión, sus mejillas se ruborizan más y su alfa mueve su colita, muy feliz por la acción. La calidez del cuerpo que está sobre el suyo se desvanece lentamente mientras Lisa se separa de ella.

No. Mía —se queja en un gruñido que sale casi como un lloriqueo.

―Alfa, debes bajar para estar a salvo —suena tan dulce y melosa su voz, que Jennie y su alfa se sienten hechizadas.

Y es por eso mismo que cuando la puerta del lado izquierdo del auto se abre mágicamente, y la omega la guía con su delicada mano a la salida, ella decide seguirla. Solo porque su alfa la quiere como suya, no porque Jennie se sienta encantada por esos hermosos e increíblemente cálidos ojos redondos.

***

Cuando finalmente están fuera del auto, paradas en la acera y frente a la casa de la alfa con una Seulgi muy agitada tocando la puerta principal de la casa, es cuando finalmente se da cuenta de lo terriblemente enamorada que está de esta alfa. Aunque intente ocultarlo y negarlo, no puede seguir haciéndolo. Jennie es como una pequeña cachorra en su pre-calentamiento a celo, está muy segura que otro alfa estaría gruñendo tontamente e intentaría tomarla sin ningún sentido, pero Jennie es bastante diferente en ese aspecto.

―¿Dónde estamos? ―la alfa inclina su cabeza, sus ojos están oscuros y su tono parece el de una cachorrita perdida. Lisa se permite apreciarla por unos momentos.

―Estamos en tu casa, alfa ―las palabras fluyen en el viento y chocan contra el fuerte pecho de la alfa creando ronroneos, si Jennie estuviera consciente de algo, estaría muy segura que se reiría en su cara―. Hoy no puedo cuidar de ti, alfa, pero alguien más lo hará.

La cara de la alfa se contrae del asco ante sus últimas palabras y Lisa ríe un poco por eso, se ve tan caliente y adorable a la vez. Finalmente la puerta principal de la gran casa se abre y un hombre con un aspecto limpio y una sonrisa es revelado por la madera. La cara del hombre se contrae en confusión al aspirar el aire.

―¿Qué le pasó a mi cachorra? ―él pregunta al aire, esperando una respuesta de cualquiera de allí. Su tono solo denota preocupación y sus zapatos rebotan en el piso al caminar hacia ellas.

―Señor Kim, Jennie estuvo a punto de entrar en celo en el colegio y creo que llegamos justo a tiempo hasta su casa —él la mira con ojos analizadores y una media sonrisa.

―Oh, muchas gracias. Yo me encargaré de que esté a salvo ―Jennie lo mira con ojos de cachorrita, su alfa sabe identificar a su padre―. Gracias por traerla hasta aquí, enserio.

Cuando el hombre intenta tirar del brazo de la alfa para llevarla dentro de la casa, Jennie la tira del brazo hasta su pecho y le gruñe a su propio padre. Se esconde en su cuello y la siente olfatear y lamer allí. No puedo evitar que sus mejillas arder, ahora mismo necesita que la tierra se la trague y la escupa en otro universo. El padre de la alfa se ve algo sorprendido por la acción y sonríe enternecido.

Mía. Mí omega. Quedar —su omega la traiciona y suelta feromonas tranquilizadoras para la alfa, si Jennie tan solo supiera lo que esas palabras causan en ella y su omega.

―Lo siento tanto, intenté calmarla en el transcurso aquí. No sabía que se encapricharía conmigo —su voz rebota contra el pecho de la alfa y sale algo tímida.

―Si ustedes dos quieren pasar el celo juntas, yo no tendría ningún problema en... ―Seulgi atragantándose con su propia saliva es lo que hace que el hombre pare de hablar.

―Lunas, no. Eso... Yo... ―Lisa traga y analiza sus palabras, en realidad no hay mucho que analizar―. Su hija y yo no somos... No tenemos...

―Ellas no están juntas, señor Kim ―Seulgi dice en un tono amortiguado y lento. Parece tímida y nerviosa. Lisa está peor que ella.

―Bueno, en realidad parece que Jennie realmente te reconoce como su omega, nunca la había escuchado decirle eso a alguno de sus compañeros omega de celos anteriores —Seulgi habla con cautela y algo de vergüenza en su tono. Lisa solo se limita a suspirar.

―Alfa, debes soltarme para estar a salvo —susurra solo para que la pelinaranja pueda escucharla. Jennie la aprieta más a su pecho―. Tu padre se encargará de tus cuidados, alfa.

Jennie se suelta lentamente de ella y la toma de su brazo para caminar hacia la puerta de entrada a la bonita casa, Lisa solo puede pensar mil escenarios posibles en los que pueda escapar o esconderse una vez estén dentro de la casa, pero todo su mundo se detiene cuando paran en medio de la entrada y la alfa se gira para mirarla con sus cálidos y pesados ojos negros.

Sus mejillas enrojecen más si es posible y toda su sangre corre por sus venas hasta llegar a su corazón donde más sangre se escabulle por los rápidos y fuertes bombeos. La alfa se está encaminando dentro y la mira cada tanto al subir las escaleras, todo el aroma que dejó pegado en su piel arde al ser respirado y deja una hermosa sensación en su pecho, pero nada como lo anterior que hizo a su estómago festejar en cosquillas. Un beso.

Joder, sus padres la matarán.

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