segunda semana: marcas que cavan en lo profundo

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Es lunes por la mañana y la alfa aún sigue algo confusa por lo que pasó el sábado en la noche, su loba le repite una y otra vez que hizo lo correcto, diciendo tonterías como que reclamó lo suyo. Jennie cree que eso es estúpido.

Camina por el corredor del colegio y todas las omega sueltan sus olores dulzones para obtener un poco de su atención y a diferencia de otras veces, esta vez le disgusta en demasía, de alguna forma todos los olores se le hacen asquerosos menos el de cierta omega con ojos grandotes.

―No nos contaste lo que pasó el sábado en esos siete minutos, Jennie ―Nayeon llega a su lado y pasa uno de sus brazos por sus hombros―. ¿Ya se te tiró encima esa omega regalada? ―un gruñido se escapa de la garganta de la alfa pelinaranja, sorprendiendo a su amiga y a sí misma en el proceso.

―No le digas así, no es correcto —frunce su ceño al hablar y se profundiza cuando Nayeon ríe.

―¿Correcto? ―el brazo de la alfa desapareció de los hombros contrarios y ahora están paradas frente a frente―. No seas idiota, Jennie, como si meter en una apuesta a una omega sea lo correcto. No te pongas moralista ahora.

Y aunque le cueste admitirlo, Kim sabe que la otra de alguna forma tiene la razón, pero antes de que se la pueda dar o incluso comience a insultarla, su amiga Rosé llega y frunce el ceño ante ambas alfas que parecen estar a nada de agarrarse a los golpes.

―¿Qué pasa aquí? ―ella pregunta y las empieza a empujar a ambas hacia sus casilleros―. ¿No la pasaron bien el sábado?

―¿Jennie no te contó? ―Nayeon se cruza de brazos y pone una mirada pícara―. Ella junto a la avispona se encerraron juntas en el armario, pero aún no nos quiere decir si hubo besos o no.

―Bueno, creo que no importa mucho de todas formas. Estoy comenzando a pensar que todo esto de la apuesta ya es un poco absurdo —Rosé se encoge de hombros al hablar y ambas alfas se sorprenden por eso.

―¿Qué te pasa, entonces no me conseguirás la cita con tu prima? ―aunque si lo piensa, la idea ya no le está gustando mucho. Se golpea mentalmente por eso. No. Shuhua es la omega que quiere.

―¿De qué mierda estás hablando, Rosé? Hicimos una apuesta y esta bastarda tiene que completarla —sin embargo, Nayeon se queja más que ella. Siempre a sido mucho más dramática.

―No sean exageradas, chicas, le preguntaré yo cuando la vea o incluso pueden preguntarle ustedes mismas en la reunión estudiantil más tarde.

Sí, de alguna forma a Jennie se le olvidó mencionar esto. Shuhua asiste al mismo colegio que ellas, solo que la chica va en último año y a Jennie y sus amigas, junto con la omega, les queda aún un año más para terminar. La reunión estudiantil se encarga de juntar a los alumnos más importantes, alumnos como los que representan grupo de estudios para mejorar notas, representantes de clubes, capitanes de equipo o capitanes de porristas.

―No, se lo preguntarás tú y eso si Jennie gana la apuesta. Fin de la discusión —Im se marcha con el viento y las deja ahí paradas junto a sus casilleros.

―Como sea, ¿dónde estabas el sábado? ―la mayor pregunta cautelosamente y puede ver de reojo como su amiga se tensa―. No te encontré el resto de la noche.

―Estaba... Yo... ―hace esto de rascarse la nuca y rebuscar algo inexistente en su casillero―. ¿Qué opinas de las relaciones entre... entre...?

―¿Entre quiénes? ―Rosé se acerca un poco más a ella y puede notar el sonrojo de vergüenza sobre sus mejillas.

―Entre alfas... —baja su tono al hablar y su mirada se dispara al piso. Como si evitara la reacción de su amiga.

―Oh... No pensé que tú... ―se aclara la garganta, no se esperaba que a Rosé le gustaran las alfas, pero Jennie de alguna forma siempre fue muy abierta de mente y al ver la relación de los padres de Lisa, no cree que sea algo tan difícil de llevar―. Creo que si esa alfa te hace sentir mal, le voy a romper la cara.

Rosé levanta su cabeza y sus ojos están algo vidriosos y muy brillantes, se tira sobre sus brazos y Jennie acepta el contacto gustosa. No le importa si a su amiga le gustan las de su misma casta, solo espera que no sean malos con la rubia o tendrá que romper unas cuantas caras de alfa. Rosé, a diferencia de Nayeon, siempre está para escucharla y suele ser muy comprensiva. No se merece menos en esta vida, se merece lo mejor.

―Gracias, Jennie, y no pienses que nuestra relación va a cambiar por esto, yo... ―se separa del abrazo y comienza a rascarse su brazo, incómoda por algo.

―Lo sé, Rosie, sé que el hecho de que te gusta tu casta no implica que todos los alfas te gustan ―Rosé tiene una sonrisa de alivio por eso y Kim ríe suavemente―. Sin embargo... ¿quién es la pobre desafortunada?

―¡Hey! ―se gana un golpe en su hombro y ambas se permiten reír por eso―. No te diré hasta el baile y por favor, no le digas a Nayeon. Dudo mucho que ella tenga la misma reacción que tú.

―Lo prometo —Jen entiende el porqué sin si quiera preguntar, porque aunque admita que a veces suele ser una idiota de primera, Nayeon suele ser mucho menos comprensiva que ella.

***

Las clases acaban de terminar y como es costumbre para las reuniones estudiantiles, los alumnos requeridos deben quedarse hasta lo último para asistir a la misma. Algunos alumnos requeridos ya se encuentran en el aula 18-A y otros, como Jennie, tienen que ir ahora. No la culpen por ser una holgazana y dejar todo para último minuto.

Es difícil explicarlo, pero la sensación que emana caminar en los pasillos vacíos de la escuela es extraña, solo escuchar sus propios pasos y los pasos de algunos de los otros alumnos que se quedaron detrás también. Gira en la esquina, hacia la izquierda y camina hacia la puerta 18-A. Abre las puertas y estas hacen un sonido de eco en el gran aula, todos los de allí se giran.

La pelinaranja queda estancada en su lugar con sus manos débiles a sus costados mientras todos los otros jóvenes se adentran por sus costados al aula. El cuerpo de la alfa sigue algo inmóvil en su lugar y su respiración disminuye en cantidad para luego elevarse y sentir un ardor en sus mejillas. La omega se encuentra allí.

Ella está sentada en la ronda de sillas que está creada en el centro del lugar, sentada junto a su amiga alfa.

Como todos los demás, Lisa desvió su vista de ella hace segundos, incluso podría decirse minutos. Pero Jennie está siendo demasiado tonta y demasiado vergonzosa ahora mismo como para notar exactamente como transcurre el tiempo, todas las imágenes del sábado pasado transcurren por su mente y en un sonido sordo, traga saliva.

―Jennie, solo faltas tú ―la capitana del equipo de porristas dice, su fina y chillona voz la desconcierta un poco―. Toma asiento —tiene una sonrisa suave, ajena a toda la tormenta de emociones que está teniendo internamente la pelinaranja.

―Sí, lo siento —sus pasos son algo lentos y cautelosos, dentro suyo su alfa se sacude con cada paso.

―Siéntate junto a la representante del club de química y junto a mi co-capitana, por favor —su tono sigue calmo y pacífico, Jen solo asiente y procede a tomar el lugar.

Ni siquiera sabe cómo es que todavía no se murió, tal vez dentro de poco toda esta mierda la mate. Sí, está sentada entre medio de Shuhua y de Lisa, pero de alguna forma extraña su alfa solo quiere estar atenta a Lisa. Ve el momento exacto en el que la tailandesa sube la capucha de su sudadera para tapar su cuello y sintió como el cuerpo de esta misma se tensó desde que se acercó a la silla y ahora mismo la siente mucho más rígida.

―Muy bien, ¡comencemos, chicos! ―Yuri, la capitana de porristas dice y aplaude para despertar un poco a todos en el lugar―. El delegado del colegio no ha podido asistir hoy porque está enfermo, así que por eso mismo tomaré anotaciones de sus pedidos y comentarios acerca de lo que necesiten.

Jennie intenta poner su atención máxima en lo que dice la chica, pero de alguna forma su vista se clavó en la omega que está junto a ella. Su alfa le está suplicando para que se gire completamente y le desgarre la sudadera, su alfa quiere ver si dejó marcas en su cuello la noche del sábado.

―Bien, ¿Lalisa? ―Shuhua tiene una libreta en su mano que parece tener preguntas de rutina, Kim intenta concentrarse en la rubia y no en Lisa―. ¿Cómo ha estado todo con el club de química desde que te convertiste en su representante? ―golpea la lapicera contra la libreta y mastica un chicle mientras habla.

Jennie siente algo raro en su pecho, ¿qué mierda es eso? ¿Orgullo por la omega? ¿Qué carajo le está pasando a todo su sistema nervioso? Escucha a Lisa tomar aire y aclarar su garganta mientras se remueve en la silla metálica, sus piernas que estaban estiradas ahora están cruzadas y sus manos que estaban guardadas en los bolsillos de la sudadera ahora están fuera. Jennie a notado que la omega suele gesticular mucho con sus manos.

―Muy bien, en realidad —sonríe amablemente y Kim se obliga a desviar la mirada―. Pero me gustaría pedirle al delegado o más bien que le informen, por favor, que no hay suficientes tubos de ensayo y necesitamos algunas batas más y protectores para los ojos.

―Muy bien, anotado, Lis. ¿Hay algo más que el club necesite? ―Yuri pregunta con su voz chillona y su sonrisa amable y resplandeciente.

―Hmm ―Manoban toca su barbilla en forma pensativa y su capucha se baja un poco por la acción. La surcoreana le da un vistazo a su cuello y de repente siente que todo su cuerpo se congela―. Creo que no, pero gracias por escuchar.

Ahora todo el cuerpo de Jennie está en llamas, el cuello de Lisa está repleto de marcas, de chupetones. Todas y cada una hechas por ella. Esta mierda de alguna forma se está volviendo muy complicada.

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