48.- A veces, una no tiene más remedio que creer

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—¿Por qué razón te encuentras en todas partes, Charlie?

Esta vez, la pregunta venía de la sagaz Dictina Holden. El FBI, con voz bastante más dura, le había preguntado algo parecido. Y antes de esa pregunta, siempre querían saber dónde había estado mientras sucedía todo, porque no acababan de entender que no había visto nada, a pesar de haber estado allí cuando el FBI irrumpiese en el salón de los Johansson... Ella sentía que no tenía más remedio que responder siempre lo mismo...

Traspasé un portal mágico. Encontré a los fundadores de Aderly, en otra época pero en este mismo sitio. Conocí allí a un joven que podría corroborar lo que les digo. Pero no sé cómo se llama, ni dónde vive, ni por qué encontró el portal. Tampoco si sigue allí dentro... A ver, no sé cómo entré. Simplemente abrí la puerta de los Johansson y allí estaba la cueva. Ahora no sé por qué no está. Pero estaba, se lo juro... Oiga, ¿por qué pone esa cara? Le estoy diciendo la verdad.

Conclusión: La policía y los queridos vecinos de Aderly dando la razón a Joel. No, gracias.

—No la entiendo —respondió Charlie.

Dictina Holden la miró con su semblante amable habitual. Su sonrisa era tan dulce como su expresión y su voz. Sus ojos no ocultaban una fina astucia.

—Vamos a ver si nos entendemos —dijo la policía, paciente, agradable, con ritmo sosegado—. Investigo el caso de una serie de ataques en Aderly. Hubo uno en el bosque y otro en el hogar de los Johansson, donde la señora Johansson y el señor Apley sufrieron terriblemente, por no mencionar a las tres personas que perdieron la vida en su salón.

—Sí, lo sé.

—Y, por lo que tengo entendido, alguien disfrazado de geisha asustó a algunos vecinos durante las fiestas, una geisha armada con una espada, que es un arma blanca. Y da la casualidad de que los buenos chicos del bosque y los caballeros asesinados en el salón de la señora Johansson tenían heridas de arma blanca...

—Ya.

La policía asintió, cordial, y dijo:

—La autopsia de la pareja del bosque sugiere que hubo alguien más que les atacó. Porque tenían heridas de distintas armas blancas y golpes de algo parecido a un bate de béisbol, y alguna se repitió pero la mayoría las produjeron distintas manos. —Dictina Holden alzó su diestra y su zurda, sin perder su sonrisa afectuosa, para que Charlie entendiese a qué se refería—. Así que en realidad estamos buscando a varios asesinos, no a uno solo.

—¿Piensa que yo soy una de ellos?

La agente se echó a reír, sin perder su educación. Fue muy bonita su sonrisa.

—¡No! Por favor, no me malinterpretes. No. Yo entiendo que con lo que sucedió en el bosque no tengas nada que ver. Lo que no entiendo es por qué estabas con June Johansson en el salón de su casa, donde su madre se cayó por las escaleras y sucedieron todas esas cosas malas, algunas de ellas hechas con arma blanca.

—Ya se lo he dicho.

Dictina Holden dejó de sonreír para ofrecer una deliciosa expresión de sorpresa, que parecía genuina, seguida de una queja bastante asertiva:

—No. Se lo has dicho al FBI. A mí no me lo has dicho.

—A ver. Tommy me dijo que Jade estaba en casa de June, así que fui a ver si era verdad.

Extracto del interrogatorio de Tommy Fitt, días antes:

—¿Por qué sabías que había muertos en casa de Jade?

—Vernon me lo dijo.

Dato1 : Un coche patrulla encontró a Vernon Johansson (V.J.) junto al arcén, a las afueras de Aderly, horas después de que los agentes Díaz y Ryder se personasen en la escena.

Dato 2: V.J. es mudo y no responde a ningún tipo de comunicación. No pudo contrastarse la información.

Dato 3: V.J. y Tommy Fitt (T.F.) son amigos.

Conclusión: V.J. (víctima 5) se vio con T. F. (testigo) tras escapar de su casa, una vez que se produjeron los hechos, para contarle lo sucedido. Luego salió corriendo y se perdió. Posible estado de shock.

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Dictina Holden asintió, mientras escrutaba la mirada franca de Charlie. Dijo:

—Muy bien. Entonces estabas allí para ayudar. Y te encontraste a los secuestradores. ¿Antes o después de que esos caballeros...? —Se pasó el índice por la garganta horizontalmente, con la bondad impregnando su expresión.

—Después.

—Ah, vale. ¿Y qué viste?

—Lo que vieron los del FBI. Igual. A ver, yo entré porque la puerta estaba abierta. Lo peor había pasado ya, así que no estaba allí cuando pasó. No le puedo decir cómo pasó. Sólo sé que Tommy me dijo la verdad: Jade estaba allí.

Extracto del interrogatorio de June Johansson, días antes:

—Mi madre los mató. A todos. Es lo que hace. Matar a todo el mundo.

—Tu mamá está en el hospital malherida.

—Es lo mejor para todos.

—June... Estoy seguro de que en el fondo amas a tu mamá, pero estás enfadada con ella por lo que le viste hacer. ¿Te enfadaste tanto como para empujarla por esas escaleras?

—Se cayó por el ansia que le puso a correr tras el pintor. No le dieron las piernas. Si lo llega a pillar, acaba como los otros dos.

—El señor Apley ha dicho algo parecido. La experiencia lo ha traumatizado un poco... Pero también la acusa a ella. ¿Tu madre disparó a Hana Yu?

—Ustedes son los policías. ¿No han sacado huellas del arma que disparó a la señora Yu? Pues deberían estar en alguna culata. Las de mi madre seguro que están en la lima. La tenía en la mano, yo la vi y seguro que ustedes también. Hagan su trabajo y déjenme en paz ya.

Dato 1: Ingrid Johansson (I.J.), madre de los niños, cometió homicidio sobre Owen Wordsworth (O.W.) y Wilson Wordsworth (W.W.). Luego, se cayó por las escaleras.

Dato 2: Caída accidental mantiene incapacitada para declarar a la sospechosa principal (I.J.).

Dato 3: O.W. y W.W. (víctimas 1 y 2), sospechosos del secuestro de Jade Evans y el asesinato de Hana Yu (víctima 3). Delincuentes conocidos. Consultar exp. 53544578978789012 y exp. 53544578978789013.

Conclusión: Los supuestos secuestradores fueron víctimas de un acto de defensa por parte de la madre (I.J.), después de que los sospechosos supuestamente secuestraran a la familia Johansson y a Jade Evans, y dispararan a la sirvienta. Se sugiere que J.J. (víctima6) sufre trastorno postraumático y debería ser tratada por el departamento de psicología infantil.

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—Hum... —La agente Holden rompió un instante de silencio—. Todavía trato de entender por qué alguien querría secuestrar a un chico bueno como Jade Evans. Me han dicho que es estudioso y tiene buenos amigos.

—Porque es amigo de June. La madre de June es muy rica. Jade estaría con ella y los secuestraron juntos.

—Ya... Eso es posible, sí...

Extracto del interrogatorio de Jade Evans, días antes:

—Fui a casa de June a jugar.

—Ni tus amigos ni tu familia te vieron desde la mañana temprano. ¿Eso significa que pasaste todas esas horas en casa de June, hasta que te encontraron al día siguiente?

—Sí. Estábamos jugando en el salón, y entonces, entraron esos dos tipos y nos dijeron que no podíamos volver a salir.

—Mm... No es eso lo que nos ha contado el señor Apley. Él nos ha dicho que esos dos hombres entraron tarde por la noche, y que los chicos no estabais en la casa. De hecho, tampoco él te vio en todo el día. Cuando entraron esos dos tipos, como tú dices, vosotros tres no estabais ninguno. ¿Igual no sabes cuándo sucedió todo porque no estabas allí? ¿Dónde estabas, Jade?

—Estaba con June. Jugando en su habitación. ¿Por qué hacen caso a ese señor? June me ha dicho que está mal del tarro.

—¿En su habitación, o en el salón?

—Primero estuvimos en el salón viendo la tele. Y luego nos fuimos a su habitación a jugar. Igual por eso no nos vio el pintor.

—¿A qué jugasteis?

—¿Puedo ver a June?

—Ahora mismo, no.

—Jade, dile la verdad —intervino Selma Evans, sentada junto a su hijo—. Por favor. Dile.

Se lo he prometido. Le prometí que no lo diría.

—¿Qué es lo que hacías con June? —insistió la policía.

Jade enrojeció, incómodo. Bajó la cabeza y, finalmente, dijo:

—Iba a escaparme con ella. Su madre quería llevársela a Noruega y ella no quería ir. Así que nos íbamos a esconder lejos. Pero esos tipos... Esos tipos nos persiguieron y quisieron meternos en su coche, pero... Pero nos escapamos y volvimos a casa de June corriendo. Allí nos acorralaron en el salón y nos dijeron que no podíamos salir.

Jade miró a su madre. Era la primera vez que Selma escuchaba esto, y se le veía dolor y miedo y mucho amor en los ojos.

—¡Lo siento, mamá!

Jade se echó a llorar y su madre lo abrazó fuerte para consolarlo, sin saber que no era la verdad lo que emocionaba a su hijo, sino una promesa que lo obligaba a mentir a la persona que más quería en el mundo: June le había hecho prometer que jamás revelaría dónde se encontraba su escondite, que jamás hablaría sobre el portal, ni siquiera a su madre.

Dato 1: Jade Evans (J.D.) (v.7)se encontraba en casa de J.J. en el momento de los hechos. Ambos fueron retenidos junto a los adultos.

Dato 2: Michael Apley (M.A.) (víctima8) niega haber visto a J.D. (ni al resto de los niños) antes del ataque de los sospechosos (v.1 y v.2).

Dato 3: M.A. denuncia haber visto seis espectros asesinos. Diagnosticado de esquizofrenia paranoide, ref. al exp. 5674441458998 con fecha recientemente posterior a los hechos-dpto. de psiquiatría del Hospital de Saint Paul (Minnesota). Dr. Reynolds, tlf. 555 777 123.

Dato 4: O.W. y W.W., los sospechosos del secuestro de Jade Evans y el asesinato de Hana Yu, eran delincuentes conocidos. Consultar exp. 53544578978789012 y exp. 53544578978789013.

Conclusión: Posible objeto del secuestro: June Johansson. Secuestro de Jade Evans fortuito.

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—Puede ser, sí. Que el objetivo fuese la amiguita de Jade. Pero fueron muy torpes los secuestradores, ¿verdad? El asunto salió muy mal... Pero hay otra cosa que no me cuadra, porque tengo entendido que los agentes del FBI atendieron una llamada en el móvil de uno de los sospechosos... Hoy en día es muy fácil rastrear una llamada. Y se ha comprobado que aquella llamada era de alguien que no tiene problemas de dinero. Alguien que tiene un trabajo muy bueno y está relacionado con alguien bastante rico, tanto que puede pagarle todo ese buen dinero. Alguien, de hecho, mucho más rico que la madre de June Johansson. ¿Por qué iba alguien tan rico querer obtener dinero de un modo tan vil?

—¿Avaricia? ¿Venganza? ¿Maldad?

—¿Fue una de esas tres cosas por las que tú fuiste secuestrada, Charlie?

—Yo estaba allí porque Tommy me dijo que...

—Me refiero a lo que sucedió en el Bell Pharma. Tengo entendido que vienen sucediéndote cosas malas desde que llegaste a Aderly. Mi ayudante Sira me ha hablado de un hacker. Y tus amigos confesaron que te atacaron en Nebraska y luego te retuvieron en ese lugar de Saint Paul. Pero no has querido poner ninguna denuncia. ¿Quieres ponerla ahora?

—No.

—Pero se la has puesto a la familia Buchanan. Me parece que ellos también te hicieron algo parecido. —De nuevo parecía sorprendida la comprensiva agente Holden.

—Eso es diferente. Los Buchanan atacaron a mis amigos. E hicieron algo horrible a alguien que... que no se merecía la pesadilla por la que la obligaron a pasar. Alguien inocente. Y a su madre.

—¿Tú te las merecías? ¿El acoso, la intimidación, el secuestro?

—No es lo mismo.

—Yo creo que sí. Para mí hay dos tipos de personas: Las que tienden a hacer cosas malas y las que tienden a hacer cosas buenas. Tú trataste de devolver a Jade a su familia. Y conseguiste liberar a una mujer que sufría mucho todos los días. Tommy te dijo dónde encontrar a Jade. ¿Quién te dijo dónde encontrar a Bethany Bell?

Por primera vez, Charlie se dio cuenta de hasta qué punto había infravalorado la capacidad indagadora y las habilidades persuasivas de su oponente.

Dictina Holden, sin variar su benévola expresión, su voz de azúcar, su mirada tierna y astuta, insistió:

—¿Por qué razón te encuentras en todas partes, Charlie?

—No la entiendo.

La policía ensanchó su simpática sonrisa, mientras la miraba a los ojos como si fuese una buena amiga o su hermana mayor. Tranquilamente, tomó un tazón azul con avellanas que había junto a su ordenador y le ofreció su contenido a Charlie, que lo rechazó. 

Seguidamente, la policía se introdujo una avellana en la boca, sin perder la serena sonrisa de su mirada aguda. Acto seguido, con calma, dijo:

—Vendiste unos buenos centenares de libros en Nueva York. Luego pasaste malos ratos en Nebraska y en Saint Paul. Y también aquí, en Aderly, lo pasaste mal, porque tuviste un accidente de coche y te quedaste sin hospedaje. Después resolviste el misterio de la desaparición de Jade en Aderly, y, por si fuera poco, descubriste el secuestro de esa mujer en Kansas. Estás en todas partes y es como si no estuvieses en ninguna. Si sabemos que existes es porque otros hablan de ti. ¿Y dices que solo eres una escritora del montón y que quieres pasar página como si nada hubiese ocurrido?

—Tengo mala suerte, supongo. A nadie le gustaría vivir lo que yo vivo.

—Pues yo diría que teniendo en cuenta lo que has pasado, has tenido la mejor de las suertes para salir sin un rasguño.

—Lo de salir ilesa no es suerte. Eso tiene un nombre que no mencionaré aquí.

Dictina Holden apartó la mirada de Charlie para centrarla en la mesa de su despacho prestado. También a la madera le sonreía. Tranquilamente, colocó una avellana entre Charlie y ella. Y empezó a hablar de nuevo:

—Dato uno: Una escritora llega a Aderly con la intención de escribir sobre una niña desaparecida hace mucho tiempo.

Puso una segunda avellana a varios centímetros de la otra, y dijo:

—Dato dos: La escritora no se rinde. Alguien la empieza a acosar.

Tercera avellana:

—Dato tres: La escritora no se rinde. Alguien incendia la casa de huéspedes donde vive y, días más tarde, un testigo sitúa a los hermanos Wordsworth en Aderly la noche del incendio.

Cuarta avellana:

—Dato cuatro: Un hombre muy rico paga a los hermanos Wordsworth para realizar un secuestro que sale muy mal. La escritora se encuentra en el escenario del delito.

Quinta avellana:

—Dato cinco: La escritora no se rinde y encuentra a Bethany Bell.

Sexta, séptima y octava avellanas:

—Dato seis, siete y ocho: El hombre rico llamó varias veces a uno de los hermanos Wordsworth cuando éste se encontraba en Baltimore, en Saint Paul, en Aderly y en Kansas. La familia Buchanan acusa a la madre del hombre rico de perpetrar el secuestro de Bethany Bell y su madre en Kansas. Se detiene al hombre rico, a un hombre de su confianza y a parte de su familia. Cesan los acosos y las intimidaciones.

Charlie se quedó observando el círculo que Dictina Holden acababa de componer en la mesa con sus avellanas. Luego, encontró la dulce y atenta mirada de la policía sobre sí. Ésta añadió:

—Conclusión: Ese hombre rico, que no nombraré aquí, porque las dos sabemos bien quién es, no deseaba que encontrases a Bethany Bell. Hizo todo lo posible por asustarte y, al no conseguirlo, te mandó a dos criminales. No fue un secuestro que salió mal. Fue un ataque. Y el objetivo de ese ataque no eran ni Jade ni June. —Dictina Holden colocó una novena nuez en el centro del círculo y dijo:—. Eras tú. El móvil siempre tuvo un nombre y un apellido, y los dos empiezan por be. ¿Me equivoco en algo?

Charlie no encontró nada que objetar. La agente se cruzó de brazos para apoyarse de ese modo sobre la mesa, cerquita de su círculo. Y dijo:

—Cualquiera podría contar un secreto por avaricia, por maldad o por venganza. Pero yo no quiero que alguien cuente un secreto mío si me quiere mal. Prefiero que alguien cuente un secreto mío si lo que quiere es ayudarme.

—¿Qué secreto? —susurró Charlie.

—Alguien me ha dicho que tienes un amigo invisible. Ese alguien me ha dicho también que se llama Jamie. ¿Es ese el nombre al que te referías antes?

Charlie denegó y dijo:

—No se llama Jamie. ¿Se lo ha dicho Cory? Ella no cree en esas cosas. ¿La va a creer usted?

La energía de Dictina Holden era la propia de alguien sosegado que charla tomándose un café. Sin embargo, su sonrisa desapareció de sus ojos cuando dijo:

—Uno de los hermanos Wordsworth tenía heridas de algo parecido a un bate de béisbol, además de distintas armas blancas. Lo que significa que tengo un grupo de asesinos dando vueltas por el pueblo que me pagan por proteger. Y nada de lo que he oído estos días, de toda la gente con la que he hablado, incluida tú, me ayuda a cerrar el caso de esa pobre pareja que murió en el bosque. No hay testigos, no hay pistas, no hay nada útil. Me marcharé de aquí en cuanto la persona a la que sustituyo se recupere. Hasta entonces, nada me va a ayudar a dormir bien, excepto la fe. A veces, Charlie, una no tiene más remedio que creer.



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