Capítulo 3: Cambio de canal

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Angélica
Esa noche fue más de lo que imaginaba. Es decir, jamás pensé que terminaría comiendo palomitas frente a una película musical.

Bien dicen que las cosas más extraordinarias suceden sin planearlas. Por otro lado también estaba feliz porque Elizabeth pareció no odiarme, lo cual era un gran paso. Nunca había sido muy buena con la gente, pero creo que con los niños no me era tan complicado. Quizás porque son muy directos, y yo también lo soy (o eso intentaba).

Miré a Roberto que conducía en silencio a mi lado. No habíamos hablado nada desde que salimos de su casa. ¿Estaría molesto?

Conocía a Roberto desde que comencé a trabajar en ese edificio de oficinas, haces más o menos cinco años. En todo ese tiempo apenas cruzamos palabras, pero mi jefe directo, el señor Martínez, estaba maravillado con él. Y no es para menos, Roberto es el tipo más responsable de la oficina. Nunca llega tarde, siempre entrega sus reportes a tiempo y sólo faltó una vez en casi un lustro. Al principio sólo lo veía cuando llegaba, pero cuando me ascendieron y me colocaron en el mismo piso lo veía casi a diario. A pesar de eso si sumamos todas las palabras que hemos cruzado en estos años apenas llenaríamos una hoja.

Pero las cosas empezaron a cambiar la semana pasada. Para el miércoles me invitó a tomar un café. No exagero cuando digo que llevaba casi dos años sin ir a uno, casi el mismo tiempo que terminé con Alfonso. Me gustaba la idea de pasar un rato afuera, pero era muy consiente de mi responsabilidad, al día siguiente había que trabajar, además nadie podíamos cuidar a mamá entre semana. Roberto no pareció molestarle mi excusa, al contrario, me propuso pasarla para el viernes. No me pude negar por la simple razón que me gustaba la idea.

Hay veces que veo la vida de los demás y me pregunto cuándo me llegará el momento de vivir la mía, así que quería empezar a trabajar en ella.

Claro que en aquella invitación no indicaba la parada en su casa. Se suponía que iríamos directo al restaurante, pero a mitad de camino se desvío. Me alegro que las cosas no salieran tan mal.

—¿Sabes algo? Cuando llegué a tu casa Elizabeth estaba jugando con unas muñecas —traté de romper el silencio—. Era muy bonita. Creo que no lo sabes, pero tengo una colección, ¿tú coleccionas algo? No tienen que ser muñecas, pueden ser otras cosas. Conocí a un chico que coleccionaba tapas de sodas. Sé que suena algo loco, pero era un tipo agradable...

—No colecciono nada... —interrumpió.

No, no estaba molesto. Su tono de voz delataba que ni siquiera me ponía atención. Tenía la mirada clavada al frente como si deseara leer las respuestas del mundo ahí. Me recordaba un poco a la expresión que yo tenía de estudiante cuando intentaba recordar respuestas del examen o cuando quería inventar una buena excusa para justificar que reprobé.

Quizás estaba preocupado por dejar a Matilda y Elizabeth solas en casa tan tarde. Debí pedir un taxi, pero él estaba muy convencido de llevarme. Gracias al cielo mi casa quedaba cerca, así que pasados los veinte minutos llegamos.

—Bueno, nos vemos el lunes en el trabajo —dije cuando el auto se detuvo frente a casa.

Las luces estaba encendidas, mamá debía estar jugando lotería. Roberto me ayudó a bajar del auto, se lo agradecí y me dirigí a abrir la puerta.

—Angélica... —me llamó cuando estuve apunto de colocar las llaves—. ¿Crees que podamos hablar un momento?

—Sí, claro... —Su tono me ponía un poco nerviosa—. ¿Quieres un café?...

—No, no. Gracias, así estoy bien —asentí. Él me miró por un largo rato. Estaba analizando si debía hablar o no, ya sabía a dónde íbamos con eso—. ¿Por dónde empiezo?

—Roberto, tranquilo —lo animé—. Di lo que tengas que decirme. Soy una mujer mayor. No me pondré a llorar.

—Angélica, eres una mujer encantadora, dulce, inteligente, hermosa... —comentó nervioso—. Hay millones de hombres que tienen el sueño de encontrar una mujer así, pero...Creo que ambos no estamos en la misma sintonía. Y no quiero lastimarte siendo consiente que ambos buscamos cosas diferentes. No estoy buscando una relación larga y estable. No busco un remplazo de madre para Lisa... Y no quiero que...

Lo entendí.

—Sé lo que quieres decirme —corté con el tono más amable que encontré—. No te preocupes.

—Angélica, no quiero que lo tomes...

—No, en serio. No te preocupes. No es como si fuéramos a casarnos, fue sólo una cita para conocerlos. Me alegro que seas sincero conmigo —dije. No estaba molesta, estaba un poco decepcionada, pero no pensaba demostrarlo.

—Angélica, gracias por lo de hoy.

—Ni lo digas. Deberías irte a casa, Lisa te está esperando —aconsejé.

—Tienes razón —respondió apenado—. Descansa y...

—Igual —interrumpí antes de entrar.

Lo vi marcharse desde la ventana.

¿Cómo se supone que debía de sentirme? Decir que amaba a Roberto sería una exageración, apenas lo conocía. Sólo estaba un poco apenada por hacerme ilusiones tan rápido. Mi mente era algo tonta. Pero ya se me pasaría.

O eso esperaba.

Nota:
¡Gracias a todos por leerla! ❤❤ Espero les gustara este capítulo desde la perspectiva de Angélica.
Un abrazo a todos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro