Capítulo 39: Noticias

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Narra Lisa

La vida de las personas cambia mucho en unos meses. En mi caso hubo cambios buenos y también malos.

Lo malo era que Cinthia, Eduardo y su grupo se habían empeñado en molestarme por "chismosa". Tuve que contenerme varias veces antes de golpearlos y llevarme un reporte.
Daniel en cambio ya vivía más tranquilo. La directora se encargaba de él y su seguridad. Hubiera agradecido que también lo hiciera conmigo... Pero estaba bien, yo sabía defenderme sola. Toda mi vida fue así.

Además había pasado el examen para la preparatoria que deseaba así que ya no volvería a verlos. No quedamos en el mismo colegio y eso pondrían fin a las rencillas que veníamos orillando desde la primaria.

Mi graduación fue de lo más normal. Le pedí a papá no ir a la fiesta, sólo a la entrega de papelería y él aceptó. Me preguntó la razón, pero creyó que era porque odiaba las fiestas.

Creo que jamás lo había visto tan orgulloso de mí. Cuando me llamaron se puso de pie y me felicitó cientos de veces. Me sentí feliz, feliz al saber que alguien en el mundo me amaba de verdad. Y papá lo hacía. En ese momento me di cuenta lo mucho que debía hacerlo para que pocas veces notara la falta de mamá. Estuvo ahí cuando comencé a andar, en las noches en las que me visitaban las pesadillas, en los días donde la fiebre no me dejaba ponerme de pie. Era joven cuando se quedó conmigo, supongo que aprender a ser un buen padre le fue difícil, pero estaba haciendo un excelente trabajo.

Por otra parte Angélica se había separado de su marido. Que mal. ¿A quién engañaba? Estaba muy contenta. Sabía que no estaba bien que eso me alegrara, pero no podía negarlo. Papá estaba soltero, ella ya estaba tramitando su divorcio...Era imposible no ilusionarme. Nunca se lo escribí porque me pareció un poco atrevido, pero ganas no me faltaron.

Ellos no lo notaban, pero si lo intentaban formarían una bonita pareja. Y no sólo eso, sino también una familia. Ella había demostrado más interés que todas las mujeres que pisaron nuestra casa, y papá aunque tratara de ocultarlo siempre se preocupaba por ella y su felicidad. ¿Qué más necesitaban para estar juntos?

Si lo pensábamos a fondo las cosas se estaban poniendo a nuestro favor.

¿Cuánto duraría eso?

Sobre Fabiana no sabíamos nada, apenas lo que algunas revistas de consultorio nos decían. Estaba escribiendo un nuevo libro, pero no puse atención de qué. Grave error.

🔸🔹🔸🔹

Narra Angélica

El cambio fue favorable.
Mi nuevo departamento era pequeño, pero acogedor. Cada espacio tenía algo que me gustaba. Y era genial sentir que algo era tuyo, que equivocarse era normal y que levantarse no era otra cosa que un aprendizaje. Me sentía independiente y dueña de mi vida por primera vez.

No todo fue fácil. El primer paso siempre es el más difícil. Enfrentarme a una sociedad que tiende a juzgar todo sin conocer la profundidad de los hechos me ponía en un sitio desfavorable, pero empecé a ignorarlo y acostumbrarme. Creé una armadura de fuerza que no sabía que tenía para volver a sonreír. Entendí que la gente hablaba mucho cuando no tenía nada que decir.

Me aventuré a enviar mi currículum a un par de empresas y esperaba emocionada el resultado. Mientras tanto llevaba la contabilidad de pequeños negocios y aquello me hacía sentir más tranquila. No tenía muchos gastos así que podía darme algunos gustos como comprar galletas, ir al cine, incluso rentar más películas.

Por otro lado Esmeralda se había convertido en madre de una niña preciosa. Haría un papel extraordinario, lo sabía porque se había convertido en mi soporte en esta travesía. Su marido la adoraba y ahora las cosas caminaban muy bien para ambos. Se merecía toda la felicidad del mundo, y estaba segura la alcanzaría.

Cada vez que veía a su hija no podía evitar desilusionarme un poco por mi situación. Imaginarme con hijos había sido mi sueño de juventud, era una pena que el destino tuviera otros planes. Trataba de no pensar mucho en eso, después de todo eso no solucionaría nada. En esta vida hay muchas cosas que no puedes tener por más que las desees. Por otro lado haber tenido hijos sólo los habría forzados a ser testigos de una situación tan lamentable y eso no me gustaba en lo absoluto.

Para mi buena fortuna el divorcio con Alfonso se había realizado con éxito. Por mutuo acuerdo. Él no se atrevió a llevarme la contra seguramente temeroso a lo que se viniera si yo decidiera hablar. Un trato un poco injusto, pero rápido. No estaba muy orgullosa de eso, pero en ese momento corté el problema sin pensar en después. Bienes separados. Sin denuncias. Con su prestigio intacto. Y mi libertad sin cuestionamientos.

No volví a verlo después de la última firma, y aquel encuentro fue bastante desagradable. Tuve la mala suerte de encontrarlo esa mañana con su abogado en la entrada y aunque traté de pasar de largo Alfonso aún quería jugar su última carta.

—Angélica, vamos, dame al menos el derecho a réplica —dijo mientras me seguía por el pasillo.

Verlo de nuevo sólo me hizo odiarlo más. Era un sinvergüenza. Le iba a dar un puñetazo como derecho a réplica.

—¿Por qué no contestas mis llamadas, dónde vives ahora? —preguntó con su abogado de lado.

—Eres un ridículo —solté más sincera que nunca.

—Angélica, esos insultos no me lastiman. Lo hace el hecho que no reconsideres una segunda oportunidad —manifestó con falso arrepentimiento.

¿En serio?
Lo miré incrédula. Detestaba su cinismo. Quería firmar ese papel apenas lo tuviera en las manos.

—Vete al demonio —contesté molesta mientras me subía las escaleras.

—Si una vez me amaste deberías intentarlo.

—Una vez lo hice, pero gracias al cielo ya lo olvidé. Me equivoqué contigo. Ya pagué mi error  a un precio muy alto. Ahora sólo quiero volver a empezar. Deberías agradecer que no te denuncié.

—No te hagas la niña buena, sabes perfectamente que eso también te beneficia a ti —contestó molesto.

No repliqué ante eso porque tenía razón. Era consiente de eso.

—¿Para qué quieres el divorcio tan rápido? —No había paciencia en su voz.

—¡Qué te importa! —respondí haciéndolo a un lado.

—¿Ya tienes a otro, no? Por eso te urge tanto acelerar todo esto —concluyó irritado—. ¿Ya vives con él? Que poca dignidad, Angélica. Al menos deberías esperar a que esto termine antes de enredarte con cualquier estúpido.

¿Cómo podía ser tan descarado? Me sentí humillada, pero no pensaba demostrárselo, está vez ya no me afectarían sus palabras.

—Agradece que no puedo hacer un escándalo aquí porque hoy  amanecí con unas ganas de romperle la cara a alguien y tú estás juntando muchos puntos —dije antes de entrar a la oficina.

Y la verdad es que no me quedé con el deseo de hacerlo, después de la firma y de salir del edificio le regalé una bofetada que hasta a mí me dolió. No fue buena idea, pero al menos había sido capaz de descargar un poco mi coraje. Alfonso dijo que me arrepentiría de eso y no le hice caso. Pensé que nunca lo volvería a ver, que se quedaría en sólo palabras... De nuevo me equivoqué.

No quise pensar mucho en él después de ese suceso. Me concentraba al máximo en mi trabajo y en la amistad que tenía con Lisa que parecía evolucionar con el tiempo.

Todo siguió con esa rutina hasta que una tarde después de entregar unos documentos encontré en casa mucha correspondencia. Demasiada.

Lo primero que revisé fue una revista que descansaba a la orilla de mi puerta. Eso fue lo más raro yo no tenía subscripción a ninguna. Entonces comprendí de qué se trataba cuando vi a Fabiana en la portada de sociales.

Fabiana Palacios presenta su nuevo libro. La trama aún no nos fue revelada del todo, pero la autora nos regaló un adelanto.

Se basa en un romance reciente que vivió con un contador del país, y que terminó por culpa de su caprichosa hija de apenas quince años y su nueva amante. También mencionó que no se guardará nada y que servirá como un ejercicio de liberación.

¿Esto era en serio?
No debía ser muy lista para poder darme cuenta que Fabiana hablaba de Roberto.
Una chica caprichosa y egoísta. ¿Quién lo decía, la mujer que se la pasaba escribiendo de sus ex-parejas?

Y su nueva amante. Bueno, tenía que reconocer que esa parte sí había despertado un poco de curiosidad en mí. Es decir, no es que me importara que él tuviera una... Él era libre para hacer lo que quisiera y eso debía darme igual, pero me resultaba extraño.

Fabiana quizás estaba mintiendo, estaba dolida, y eso siempre altera la perspectiva.

¿Lisa ya lo sabría? ¿Habría recibido un ejemplar también? Imaginar quién lo había colocado en mi puerta me dejaba más dudas. ¿Fabiana? ¿Para qué? Yo no pintaba nada en su vida. Apenas nos vimos un par de veces y parecía muy amable.

Muy amable.
Sí, claro. Muy amable escribiendo tonterías y haciéndolas públicas.

¿Podría Roberto detener la publicación? Si lo hacía quedaba al descubierto su identidad y ella podía negar que se tratara de él. Y era verdad quizás nadie reconocería su nombre en las hojas y sólo nos afectaría a los que lo conocíamos. Seguro eso era lo que quería.

Estuve a punto de llamarle después de tantos años para preguntarle qué haría, pero hallé el otro sobre que descansaba en el piso. Una invitación. Al día siguiente se celebraría la junta familiar en Empresas Paper, y el señor Martínez había tenido el detalle de invitarme.

En otra momento hubiera dudado asistir, pero en ese no. No faltaría.
Después de tantos meses volvería a ver a Lisa, Matilda y Roberto. Y arreglaría los problemas que mi cobardía había arrastrado por muchos años.

¡Hola!
Gracias a todos por leerla y comentar :). Había planeado actualizar hasta mañana porque hoy saldría todo el día, pero decidí adelantarlo para festejar el #51 de romance y las 45k de lecturas :). ❤.
Muchísimas gracias por su apoyo. Los quiero mucho.

Fabiana volvió al ataque xD.

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