A la mañana siguiente Bea realizó una ardua tarea de búsqueda para encontrar las direcciones de quienes fueron sus compañeros.

Rebuscó en los empolvados cajones del sótano en busca de su álbum de secundaria y algunas postales de donde obtuvo apellidos para poder localizarlos en redes sociales.
Tuvo que recurrir además a antiguos contactos.

La mayoría habían hecho su vida lejos y se habían sabido posicionar muy bien.
Ella en cambio había sido una fracasada.
A pesar de su altísimo intelecto, Bea no contaba con dinero suficiente y no fue capaz de destacarse entre las mejores de su año, cosa que la hizo perder su beca.
Una verdadera injusticia.
Luego cuando pudo levantarse por su cuenta y demostrar sus capacidades, cayó en depresión y fue opacada por muchos.

Tras haberse localizado, acordaron hacer una reunión de exalumnos. Después de tanto tiempo sería gratificante verse las caras.

Al principio no todos estuvieron convencidos, bastó con que el egocéntrico de Félix ofreciera una de sus mansiones para hospedaje, nadie pudo resistirse a unas relajantes vacaciones de 15 días en un paraíso terrenal.

Debía empacar, había guardado para sí una foto en la cuál estaban todos y que ayudaría a su investigación, además de un pequeño cuaderno de notas y un chismografo donde había reunido información valiosa de cuando eran jóvenes.

Después de todo tenía claro que uno de ellos debía ser el asesino, su objetivo era desenmascararlo.