Los detectives habían abandonado el hogar de Irons. Las dudas los invadían cada vez más y al mismo tiempo se reprochaban cada pista que con anterioridad no habían notado, o peor aún que habían dejado pasar por alto. En su andar observaron detenidamente el comportamiento de los dos hombres, quienes discutían fuertemente.

— ¿¡Porque demonios trajiste a los detectives a mi casa?! — bramó Hugh.

— No se que fue lo que sucedió. Empezaron a interrogarme, me dijeron que de todas formas sabrían como encontrarte. Créeme que no quería meterte en problemas — respondió con dureza en la voz.

— Los dos estamos en serios problemas, pensaran que tenemos algo que ver con la desaparición de Kate— dijo exaltado Hugh.

— Tampoco podía decirles lo que sucedió ahí, no te iba a gustar— dijo molesto Tyler.

— ¡Silencio! — gritó furioso Hugh — No vuelvas hablar con nadie. Lo mejor será que nos mantengamos lo más alejados de todo este incidente.

Tyler no emanó ni una sola palabra. Su tono de piel fue  más  pálido de lo normal e incluso no movió ni un solo músculo, era como una estatua solo mirando al hombre de cabellos oscuros, que terminó por darle la espalda.

Los dos detectives que estaban a un extremo de la escena se dispusieron a discutir del tema.

— ¿De qué se tratará todo esto? — preguntó Grace a su compañero. 

— ¿Crees que ellos tengan algo que ver? — se volvió Mike hacia su compañera.

— Todo en este caso se torna extraño, primero Jane Doe y ahora Kate Holland, una mujer rumana está desaparecida — comentó a su compañero — Necesitáremos una orden para obtener  el ordenador de Irons, tal vez eso nos de más respuestas.

— Por supuesto ahora mismo llamaré a Emily Stan — dijo Mike, mientras observaba con frivolidad la mansión Brooks y es que la final de cuentas se rumoreaba que el asesino siempre vuelve al sitio donde cometió el crimen, aquello para revivir el momento, pero está vez no fue así, nadie se presentó en aquel sitio, ni siquiera un alma.

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Grace y Mike entraron al departamento de policías ahí los esperaba su compañero Benson. Está vez el hombre estaba lúcido y más tranquilo que los últimos días.

— ¿Qué nos tienes? — preguntó Grace.

— Pude examinar más aún la escena del crimen y encontré algo interesante en el sitio.

— ¿De qué se trata? — preguntó con curiosidad Mike.

— El asesino no sólo utilizó el sótano como su escena del crimen. Sino que también utilizó uno de los cuartos de la mansión. Al parecer reviso muy bien y conoce a fondo la casa — dijo.

Los dos detectives plasmaron sus miradas en el hombre.

— ¿Cómo lo sabes? — preguntaron al mismo tiempo que sus palabras chocaron fuerte.

— Movió uno de los roperos del lugar y de ahí obtuvo unas dos lindas muñecas. Al parecer alguien tenía oculta estás dos muñecas de porcelana — respondió. — Sabía perfectamente que ahí las encontraría, o supongamos que el sujeto las escondió con anterioridad. Están muy bien cuidadas a pesar de tiempo, solo pude encontrarlas algo empolvadas, pero a juzgar por lo demás, lucen bien. Ahora mismo buscare información en Internet sobre este modelo.

— De acuerdo. Cualquier otra pista que puedas obtener, házmelo saber — le pidió Grace.

— Cuenta con ello— respondió con una sonrisa Clark Benson.

Mike y Grace se encaminaron hacia la oficina de la fiscal, mientras conversaban.

— Quizás alguien sepa algo acerca de los antiguos propietarios, tal vez ellos son los culpables de los dos crímenes. Después de todo, no te parece tanta causalidad que son exactamente dos muñecas. Este hombre estaba preparando todo y hasta hoy lo ha conseguido — Grace hablaba con tanto resentimiento en su voz y Mike asentía, pues podía entender el dolor de su compañera.

— No entiendo, cómo es que alguien se convierte en asesino. Es que sabes un día eres un hombre normal y al otro ya eres buscado por la policía de Nueva York — dijo con sarcasmo.

— Ojalá que nunca sea nuestro caso — dijo riendo Grace.

— Ojalá que no — respondió riendo Mike.

Los dos se asentaron a la oficina de la fiscal, quien los esperaba con la orden en su mano, aquel sobre era tan nítido y los detectives mostraron un gesto de agradecimiento en su rostro.

— Les daré la orden que necesitan, pero solo eso. Este caso no tiene ni principio ni fin. Al menos que logren encontrar una pista que me tenga un caso que llevar, seguro que podrán contar con mi ayuda — dijo Emily Stan una mujer rubia, de cabellos hasta la cintura y tez pálida. Tenía una actitud serena y una sonrisa muy marcada en su rostro.

— No te preocupes apenas lo tengamos en la soga y dejaremos que tú lo ejecutes — respondió Mike entre risas.

— Tal vez deberías dejar tus bromas para otro momento. Ahora lo más importante es que atrapen al desalmado que ha hecho esto, y entre más rápido traigan noticias de él, mejor. Algunas mujeres de la ciudad temen salir de su hogar, no quieren ser asesinadas, imaginen lo horrible que debe sentirse salir de su casa y entrar en pánico, mientras que el asesino puede salir a caminar  normal, sin temor a ser señalado.

— Sé como te sientes, yo me siento igual — dijo Grace con un gesto funesto y bajando la mirada.

— Les prometo que lo encontraremos — Mike intentaba levantar el animo a sus dos compañeras. — Ahora vamos por una computadora.