Prólogo

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Esto debe ser un error.

Un gran terrible y jodido error.

Vuelvo a girar la cabeza a la derecha dónde Carter West se encuentra y un pequeño grito de construye en la base de mi garganta.

Mi cabeza está palpitando tan fuerte que tengo que llevarme las manos a mi frente sosteniéndola, algo raspa mi piel y cuando alejo mi mano izquierda de mi frente veo un pequeño anillo en el dedo anular. Estoy apunto de tener una crisis cuando entonces notó que algo duro se está presionando contra mi muslo.

Levantó la sábana y todo el poco control que tenía de la situación se desliza fuera de mi cuerpo.

Su. Jodida. Erección.

Gritó tan fuerte como mis pulmones me lo permiten y me levanto de un salto de la cama, ocasionando que mis pies se enreden con las sábanas y termine directamente en el suelo con mi cara de lleno en ropa interior masculina.

Trato de recordar cómo llegué a una situación cómo está, lo último que recuerdo es estar con Jessie, ni mejor amiga en la barra del hotel y ahora estoy aquí tirada en el suelo de una habitación de hotel, con una ropa interior en mi rostro, semidesnuda y con la peor resaca que he tenido en mi vida.

—¿Estás bien?—una voz áspera y masculina suena detrás de mí y cierro los ojos con fuerza.

Esto no es real.

Es imposible que sea real.

¿Qué probabilidad hay de despertarse en las Vegas con el chico más codiciado del campus en tu cama?

Carter West es más que un hombre guapo, sus increíbles ojos como la miel pueden hipnotizar a cualquier chica, su cabello azabache y sedoso incita a querer pasar todo el día tocándolo y ni hablar de sus labios carnosos y la coqueta sonrisa que suele tener en cada momento del día porque él sabe que es demasiado ardiente. Y su cuerpo es algo que tampoco se puede dejar atrás, alto, hombros fuertes y bíceps entrenados, deliciosa tableta de abdominales y no hablemos de sus perforaciones de pezon o sus tatuajes.

Todas las chicas en la universidad alguna vez ha visto ese cuerpo trabajado en Instagram y yo no soy la excepción.

—Sí— digo prácticamente gritando y me levanto con rapidez del suelo. — Estoy bien, perfectamente bien.

Él está de pie delante de mí de la misma manera que llegó al mundo.

Completamente desnudo. Cierro los ojos automáticamente cuando consigo un nuevo vistazo a su gruesa y grande erección.

Una risa ronca y profunda sale de su garganta y estoy tentada a dar un vistazo, sin embargo, mantengo mis ojos sellados bloqueando todo tipo de imagen tentadora.

—¿Puedes por favor ponerte ropa interior?

Siento su cuerpo acercarse cada vez más. El aire deja de entrar en mis pulmones cuando su fuerte aroma a perfume invade mis fosas nasales y todo mi cuerpo se siente extremadamente caliente cuando se agacha y toma el bóxer. Una de sus manos toca mi tobillo y toda la piel se me eriza.

—Es curioso como ahora quieres que me vista con urgencia cuando anoche en lo único que pensabas era en desvestirme.

Abro los ojos justo cuando termina de colocarse la ropa interior y justo ahí está esa pequeña sonrisa coqueta de la que hablaba. Debo estar teniendo un mal sueño o tal vez me golpee la cabeza demasiado fuerte y mi cerebro está dándome una mala jugada.

—No tengo idea de qué estás hablando — replicó.

—Amor, ya estamos casados. Ya no tienes que jugar más a ese juego — susurra, su mano sosteniendo mi cintura desnuda y es entonces cuando me besa.

Un beso lento y corto, pero lo suficientemente bueno como para saber que no estoy soñando y que, de hecho, él acaba de decir que estamos casados.

¡ESTOY CASADA CON CARTER WEST!

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