Al aire: Tu chico anda diciendo...

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Era normal que las cosas no salieran siempre como quisiéramos, eso YiFan lo sabía. Sin embargo, siempre se esforzó por conseguir todo aquello que deseaba y muchas veces lo hizo a costa de la felicidad de los demás, pero todo cambió cuando lo conoció.

Fue durante las vacaciones de verano cuando se topó con el muchacho. Él accedió a viajar con su padre, su madrastra y sus dos hermanastras, las cuales eran menores que él por unos dos o tres años. Los cinco viajaron hasta la costa, donde la mujer tenía un departamento localizado cerca de la playa.

A YiFan le dio igual el matrimonio conveniente que tuvo su padre con aquella mujer. Desde que su madre falleció pasaron varios años y él estaba bien con ello, estaba bien con absolutamente todo, menos con que lo obligaran a moverse, saludar y sonreír. Odiaba fingir que la gente le caía bien, que la pasaba de puta madre cuando no era así y que era una bolita de algodón cuando jamás se sintió como tal. Su padre lo sabía y la esposa de este también, pero las chiquillas esas parecían querer llevarlo para todos lados con la finalidad de jactarse de su nuevo hermano terriblemente alto y con cara de querer matar cualquier cosa que se moviera.

YiFan nunca estuvo realmente cerca de ellas hasta ese momento, así que no hizo más que pararse tras ellas con los brazos cruzados. Ponía los ojos en blanco cada vez que las escuchaba interactuar y durante tres días sufrió así, como si sencillamente se tratase de una estatua que estaba para montar y desmontar.

No obstante, todo cambió el cuarto día. Era de noche y sus padre fueron invitados a una fiesta VIP en el complejo de departamentos en el que se quedaron, así que YiFan estuvo ahí con sus hermanastras, como siempre. Únicamente llevaba un short de mezclilla, una camiseta y una camisa con flamencos que se puso porque quería y ya. Hacía calor, así que andaba cómodamente sobre sus sandalias mientras veía a las otras dos muchachas doblarse los tobillos gracias a sus zapatos de tacón alto. Se rio mucho debido a ello, aunque siempre lo hizo entre dientes y por lo bajo, casi sin alzar la comisura de los labios porque las dos eran unas quinceañeras y como hermanas mellizas, durante esos pocos días, hicieron que YiFan se divirtiera al menos burlándose de ellas.

—¡FanFan! —Apretó los dientes ante el apodo y dejó que una de sus hermanastras enrollarse el brazo en torno al suyo para tirar de él.

Llegaron hasta delante de un grupo de chicos y chicas que estaban sentados en una especie de terraza por debajo de las ampolletas cálidas que iluminaban el lugar. Eran rodeados de agua debido a la instalación extraña de la piscina, como si corriera un pequeño canal a su alrededor. Se veía bonito, sí, pero poca atención le puso al escenario y solo se concentró en los ojos que se toparon con los suyos desde el sofá que estaba en el frente. Se trataba de un chico que de seguro debía tener la edad de sus hermanastras o puede que un poco más, tenía el pelo rubio, casi platinado, y las uñas estaban pintadas de un intenso color negro. La sonrisa se le fue al sujeto apenas sus ojos encontraron y YiFan no entendió por qué, después de todo no lo conocía.

Terminó sentado junto al grupo de chicos, quienes hablaban entre ellos de cosas que no entendía ni quería entender. Él solo se mantuvo atrás con los brazos cruzados y la espalda recostada cómodamente en el sofá donde las chiquillas lo situaron. Por lo general se la pasaba mirando a su alrededor, curioso por los adornos del lugar y a veces por las rarezas humanas que estaban ahí, aunque en ese momento su vista terminó anclada una y otra vez en un menudo cuerpo que, a los pocos segundos, comenzó a devolverle la mirada.

—¡YiFan! —Abrió los ojos asustado y miró hacia arriba, encontrándose a ByulYi, líder del equipo de fútbol femenino—. Te dormiste en el campo, bastardo. Levántate que tenemos que entrenar.

La zapatilla le dio un puntapié en el muslo y él solo hizo una mueca mientras se ponía de pie—. Disculpen. Suerte en el entrenamiento.

La chica asintió, aunque se mantuvo con esa postura enfadada y él no hizo más que darle un ligero empujón divertido en el intento de distraerla y quitarle la cara de amargada, cosa que consiguió porque la chica rio antes de despedirse.

¡Nos escuchamos pronto! Se despide con cariño, JongIn. —Escuchó a través de los parlantes del salón.

Cruzó los brazos y se echó hacia atrás en la silla mientras se mantenía con la mirada perdida. Era el capitán del equipo de baloncesto y lo sabía, así que no se sorprendió mucho cuando frente a él se sentó la presidenta de su clase con su coleta alta, la sonrisa monstruosa en la cara y esos ojitos que decían "YiFan...".

—YiFan... —llamó ella con cuidado y él se contuvo de poner los ojos en blanco.

—¿Qué sucede?

—Hoy serán las votaciones para escoger a uno de los conquistadores y quiero preguntarte si podríamos votarte como curso.

Elevó una ceja, sorprendido—. ¿Yo por qué?

—O sea... —La chica soltó una risa extraña y se toqueteó su propio pelo—. Eres capitán, entonces mucha gente de otros cursos te votará, pero con algunos compañeros estuvimos hablando y nosotros queremos... Ya sabes...

—No, no lo sé. —Se enderezó y dio una sonrisa incómoda—. Dímelo directamente.

—Queremos que participes porque eres un chico demasiado serio. Nunca te hemos visto con novia y creemos que sería lindo conocer esa faceta tuya para San Valentín.

—No quiero —soltó tajante y la chica solo apretó los labios y asintió con lentitud.

—Perfecto. Si no quieres no hay problema. —La pelinegra le dio una sonrisa amplia—. Lamentablemente no puedo asegurarte que los compañeros no te votarán, pero hablaré con las personas que me lo preguntaron directamente.

—Bien. —Asintió—. Gracias.

La chica simplemente se fue y YiFan dio el tema por zanjado, supuso ilusamente que el tema no llegaría más lejos, pero aquel lunes su mundo pareció dar vuelta cuando sus compañeros de equipo se acercaron a pegarle codazos apenas tocó la hora para entrenar.

—¿Qué pasa? —preguntó sin mucho ánimo y uno de los chicos le pasó el brazo por sobre los hombros.

—¡Te toca conquistar!

—¿Ah? —Miró a los chicos, quienes empezaron a hacerles señas obsesas y él cerró un momento los ojos para respirar con profundidad—. ¿Me están jodiendo?

—¿No viste la página del instituto?

Maldijo entre dientes y se concentró en no ponerle demasiada atención a lo hablado con los chicos. Sabía que cualquier chica o chico podía ser su conquistado, no creía, no podía...

Se cruzó de brazos y tomó aire profundamente por la nariz mientras se recordaba que todo estaba bien, que no tenía por qué complicarse por cosas estúpidas, que todo saldría perfecto y que no obtendría un golpe en la nariz como lo tuvo la primera vez, cuando se encontró con esos ojos oscuros en un lugar tenuemente iluminado, cuando se fue a la mismísima mierda y abrió la boca para hablar con un desconocido tan descaradamente.

El recuerdo de sus manos sujetando otras llegó a su mente, lo nubló la sensación de desenfreno y ante él llegó la imagen de ese cabello sudoroso apegado a la frente húmeda mientras jadeaba por debajo de él. YiFan recordaba perfectamente que hizo esa locura el verano pasado sin tomar ninguna gota de alcohol, sin meterse drogas ni dejarse abofetear por las hormonas. Lo hizo porque quiso y no se arrepentía de ello, pero el recuerdo vívido de lo sucedido durante aquella noche calurosa no salía de su mente y parecía revivirse cada vez que estaba cerca dichoso chico, como en ese momento.

—ZiTao —llamó casi sin aire al verlo salir de su salón de clases junto a sus compañeros.

El chico al verlo le hizo una mueca y miró hacia otro lado mientras tomaba aire profundamente. Finalmente se acercó hasta él, lo tomó por el codo y tiró de su brazo para caminar hacia el interior del edificio, llevándolo hasta un salón vacío, donde lo soltó de tal manera que terminó golpeando su espalda contra una de las paredes. Se quedaron mirando ahí y YiFan no pudo contenerse mucho más, así que posó ambas manos sobre las mejillas del otro y se acercó para besarlo. Se movió rápido para aprisionarlo sobre la pared en la que él anteriormente estuvo recostado.

Puede que fuese solo una noche, YiFan lo sabía, pero lo enloqueció a términos inimaginables. Fue su primer encuentro sexual y puede que para ese momento ya experimentó otro par más, pero nada se asemejaba a lo que vivió con ZiTao.

Sus manos sobre las caderas, su cuerpo moviéndose, sus labios sobre los ajenos y esos ojos oscuros mirándolo siempre. Le encantó desde que lo vio y debió ser mucho más inteligente, no solo quedarse dormido junto al cuerpo del otro después de un buen sexo. Debió preguntarle el nombre, el número de teléfono o quizás alguna red social, de esa forma no hubiese terminado solo en esa cama deseando un cuerpo que no volvió a ver hasta que ingresó al último año escolar. Su fugaz amor de verano era un estudiante nuevo en su instituto y estaba justamente en el salón de al lado.

En ese momento YiFan no estuvo dispuesto a ser más idiota y decidió acercarse, saludarlo primero, pero el rubio ni siquiera se detuvo a escuchar sus palabras porque solo pasó por su lado, dándole un empujón con el hombro en el proceso. Se sintió extraño, pero lo volvió a intentar el día siguiente y solo consiguió un no me hables de parte del otro.

No lo entendió, pero en su momento dejó al chico tranquilo hasta unos dos o tres días después, ya que se lo encontró en el campus y se atrevió a hablarle. En ese momento logró leer de la placa de su uniforme que se llamaba ZiTao y este le dijo directamente que no quería tener ningún tipo de relación con él, así que YiFan no hizo más que asentir y aceptarlo porque era lo que se supone que debía hacer, sin embargo, de una forma extraña terminó metido dentro de un cuarto oscuro en el instituto mientras le comía la boca al rubio y se las ingeniaban para complacerse.

Tuvieron sexo en lo que creía que era el almacén de los equipos deportivos, aunque eso daba igual porque a él lo que verdaderamente le importaba era que tuvo un buen encuentro con ZiTao y le hizo pensar que aquello era lo suficiente claro como para intentar algo con el chico. De verdad quería hacerlo, le gustaría tener una cita con él y comer helado como idiotas o ver a las palomas ser correteadas en el parque. No obstante, el rubio ni siquiera le dijo algo antes de terminar e irse.

¡Pues que lo jodan! Eso quería pensar, pero en realidad él quería joderlo.

ZiTao rompió el beso y se alejó antes de soltar escuetamente—: ¿Qué quieres?

—Tengo que conquistarte —mencionó algo preocupado. Verdaderamente no quería tener problemas con nadie, mucho menos con ese chico que parecía tan explosivo.

—¿Y a mí qué?

Contuvo el aire e intentó no saltar sobre el otro—. ¿Por qué mierda te comportas así?

—Porque quiero y puedo. ¿Por qué? ¿Te incomoda?

—¡Obvio! —expresó y tomó aire profundamente al notar la ceja alzada del otro. Lo miró atentamente unos segundos y optó por soltarlo—: Me gustas.

—¿Y a mí qué? —repitió con la misma expresión y el mismo nivel de voz.

No pudo contenerse mucho más y sencillamente se fue de ahí cerrando la puerta a sus espaldas, decidiendo que ya no debía importarle ni un poco el tipo ese, pero cuando llegó a su hogar, a su sola y pulcra habitación, se sintió tan vacío y roto que quiso pegar patadas a las cosas que estaban a su alrededor, deseó romper el vidrio del ventanal y lanzar sus medallas a la piscina de la casa. No obstante, no hizo nada de eso y solo se dejó caer de cara contra el blanco cobertor.

Puede que no debiera, pero desde ese momento se prometió una cosa: Si ZiTao insistía tanto en odiarlo entonces él también lo haría.

—¿Qué tal tu conquistado? —ByulYi saboreó la paleta de helado que YiFan le regaló hace un momento—. Me designaron una chica, YongSun creo que se llama. —Su amiga se encogió de hombros—. ¿Crees que logre tener sexo con ella?

Jadeó al verla preguntarle con tanta sinceridad y sin pudor, al parecer teniendo realmente dudas al respecto.

—No lo sé, Yi. ¿Quieres tener sexo con ella?

—Quiero tener sexo —aseguró la chica y él se mantuvo con el ceño fruncido, aunque acabó negando con la cabeza.

—Pues genial por ti, pero no tengas sexo con cualquier persona —acotó y ella elevó ambas cejas, curiosa—. ¿Qué?

—¿Qué tal vas con tu novio que no quiere ser tu novio? —Hizo una línea con los labios y ella rió—. Realmente creo que se ven muy bien juntos.

—Pues ve a contarle a él.

—¿No has intentado nada?

—Sí lo intenté, pero no quiere hablarme.

—¿Fuiste el lindo YiFan que no pareces ser? ¿Le regalaste flores? ¿Le ofreciste un poema?

—No te entiendo, maniática.

Su compañera soltó una risita, claramente con la intención de parecer inocente—. Fóllatelo duro como te gusta.

—¡Por Dios! —Le tapó la boca de inmediato y la miró con urgencia, pidiéndole que no le hiciese la vida imposible.

Ambos se encontraban sentados en las gradas del campo de fútbol, cada uno con su propio uniforme y totalmente sudados porque ambos equipos tuvieron entrenamiento.

—Recuerda que no estás comprometido a nada, FanFan. Puedes no hacerlo.

—Lo sé —susurró y miró su helado antes de llevárselo a la boca. Estuvo demasiado tiempo pendiente de su amiga que ni cuenta se dio de que se estaba derritiendo—. Pero sabes que me gusta Tao...

La chica le dio dos palmadas en el hombro—. Lo sé, amigo. ¿Qué tal si usas esto como excusa para acercarte?

—No es tan fácil.

—¡Claro que sí! —Ella movió las manos alegremente e hizo su coleta hacia un lado—. Encasíllalo por ahí y cómele la boca como siempre.

—Deja de decir cosas tan explícitas, por favor.

ByulYi rio y él solo se concentró en sus propios pies balanceándose en una de las gradas. Le ofreció su helado a medio comer a la chica al ver que ella ya comió el suyo—. ¿Quieres?

—Consíguete un novio. —La chica simplemente le sacó la lengua y bajó las gradas para despedirse con la mano desde abajo, aunque ahí mismo le gritó—: Por cierto, tu chico anda diciendo que le pagaste para que te acompañase el sábado.

Puso los ojos en blanco y bufó. Decidió que no le importaría, así que solo le hizo un gesto a su compañera antes de sentir que su cuerpo se fundía por sobre la superficie de madera y se llevó el helado a la boca para que se derritiese ahí, después de todo se haría agua de igual forma.

Miró hacia el cielo y suspiró. El clima estaba algo caluroso, así que aguantó ahí unos diez minutos más antes de decidir que ya todos sus compañeros debieron irse, por lo que sería bueno que se duchase antes de que cerrasen el instituto.

Con apuro terminó de comerse el helado y caminó hacia el camerino, encontrándolo vacío, como supuso. Se desvistió mediante resoplidos y mientras tanto preparó el agua a su gusto. Se metió con la intención de bañarse rápidamente y largarse a su casa, pero apenas pudo quitarse el champú del pelo cuando sintió algo tocándole la espalda, cosa que lo hizo sobresaltarse antes de mirar sobre su propio hombro. Para su sorpresa se encontró con ZiTao apoyado contra los casilleros y con los brazos cruzados mientras tenía una media sonrisa en la cara.

—¿Qué pasa? —preguntó y se volteó para tomar el jabón.

Supuso que la situación se vería menos humillante si lo consideraba como algo común, así que no le prestó mucha atención al otro y se preocupó en lavarse tan bien como lo pensó en un inicio.

—Tengo algo que comentarte. —Miró sobre su propio hombro y Tao se acercó hasta la ducha que estaba a su lado, donde apoyó desinteresadamente los brazos cruzados sobre la pared divisoria—. Es sobre nuestros acostones.

Frunció el ceño ante el término utilizado por el otro—. ¿A qué te refieres?

—Creo que tienes una infección de transmisión sexual.

Se quedó completamente quieto y dejó que el agua cayese sobre su hombro desnudo. Sencillamente se enfocó en mirar al rubio y este se llevó ambas manos al rostro para cubrirse este, al parecer afligido por su comentario.

—Usamos preservativo todas las veces que lo hicimos —dijo lentamente porque no sabía si el tema iba por ahí.

—¡Tú me lo pegaste a mí!

Frunció el ceño—. Yo no fui —alegó y cerró la ducha para hablar directamente con el otro—. Solo lo he hecho contigo.

—¿En serio?

Para su sorpresa se encontró con la sonrisa asomándose por entre los labios ajenos y YiFan se apresuró en ponerse una toalla alrededor de la cintura antes de acercarse al chico.

—¿Me dijiste esa mierda para descubrir lo otro? —preguntó ofendido, casi sin aire, y decidió que no podía soportar a alguien tan malditamente desagradable como lo era Tao.

—Puede que sí... —Bufó y caminó hasta su bolso con la intención de vestirse—. Hey. —Simplemente no le prestó atención y continuó con lo suyo—. YiFan...

—¡¿Qué mierda quieres?! —Se dio vuelta y suspiró al verlo mirarlo con los ojos grandes, quizás asustado por su alza de voz—. ¿Qué quieres, Tao? ¿Qué mierda puedo ofrecerte? No te molestaré más, ¿bien? No te hablaré ni te buscaré, así que puedes quitarme de la lista donde anotas a quienes molestar.

—¿Realmente quieres salir?

Se detuvo a mirar al rubio y luego solo solo negó por lo bajo, decidiendo que no podía continuar hablando con el chico y que simplemente haría de sus palabras actos, así que se sentó con la intención de ponerse la ropa interior, pero para su sorpresa el cuerpo ajeno se subió a horcajadas sobre su regazo, sorprendiéndolo.

—No quiero que salgas.

Frunció el ceño y esperó que el contrario le dijese algo más, pero terminó con los labios ajenos sobre los suyos y estuvo tan tentado a dejarse caer, a hacer como si no pasase nada sencillamente porque el otro le gustaba, pero sabía perfectamente que no podía hacer nada como eso, debía centrarse y amarse más a sí mismo, maldición.

—Sal, por favor. Me quiero vestir —soltó con suavidad apenas pudo alejar al chico para que dejase de besarlo.

Para su sorpresa el chico no rechistó y simplemente se levantó para sentarse a su lado—. ¿Podemos hablar al menos? —Se sintió confundido, pero acabó asintiendo—. Mmh... Estuve pensando en lo que pasó entre nosotros.

—¿En vacaciones?

—Sí. Y también ahora, sobre lo que me dijiste.

Elevó ambas cejas porque no entendió verdaderamente a qué se debía y el chico tampoco pareció querer explicárselo porque hizo una línea con los labios y se puso de pie. YiFan pensó que el tema quedaría hasta ahí.

—Disculpa por tratarte tan mal sin razón. —Crispó los labios al escucharlo y se puso la ropa anterior. ZiTao no pareció importarle que lo ignorase—. Supongo que tengo miedo de que no te guste realmente.

Se puso de pie y terminó de subirse los pantalones. Una vez que se los abotonó miró al otro con el ceño fruncido y suspiró porque no podía asegurar si el otro hablaba en serio o solo quería joderlo, pero parecía que en cualquier momento se fuese a largar a llorar, aunque no podía asegurar absolutamente nada con ello.

Tomó la camisa del instituto y se la puso lentamente, solamente para darle tiempo al otro de que hablase, que se explicase porque él estaba dispuesto a escuchar una explicación.

—Creo que me gustas, pedazo de mierda —le escupió el rubio y YiFan se vio en la necesidad de detenerse para mirarlo. Para su sorpresa se lo encontró sonrojado.

—¿Es así como confiesas tus sentimientos? —preguntó burlón y el otro le hizo una mueca.

—¿Me salió muy mal?

—Sí, Tao. Sumamente mal. —Le hizo una mueca y tomó la corbata para ponérsela alrededor del cuello. Se concentró en el espejo de su casillero para ponérsela correctamente.

—¿No me dirás nada?

—¿Qué quieres que te diga?

El rubio hizo una línea con los labios y le dio un ligero empujón antes de apoyarse de forma desganada sobre los casilleros—. ¿No se supone que te gusto también?

—Nop —soltó sin más y tomó su bolso para colgárselo al hombro, causándole un ceño fruncido en el contrario, aunque el chico se apresuró en tomarlo del brazo para detenerlo.

—¿Me estás jodiendo? ¿De verdad no te gusto? —Negó con la cabeza y el rubio pareció entristecerse de forma evidente, tanto así que YiFan pensó que fingía, pero su sorpresa fue mayor cuando el chico solo asintió—. Está bien. Comprendo. Disculpa.

Confundido dejó el otro se le adelantara y se fuera. Pensó que no valdría de nada que fuese detrás de él porque lo más probable es que el contrario terminase riéndose en su cara, de seguro tratándose de otro de uno de sus juegos para humillarlo, así que simplemente dejó que se fuese, que hiciese sus cosas.

Se dio cuenta que en cuanto anunciaron los premios todo parecieron volverse locos. No había nada ahí que YiFan necesitase o quisiera, en realidad su interés estaba más centrado en ZiTao, quien pareció desparecer de su vista como ningún otro alumno, cosa extraña porque se la pasaba buscándolo siempre, pero aun así no lo encontró. Supo entonces que el chico no bromeó con él, que de verdad se confesó con él en ese momento a pesar de lo inconcebible que le pareció. Sin embargo, dedujo que las cosas no podían quedarse simplemente así, por lo que se apresuró aquel viernes en escribir una carta con su letra toda fea e ilegible, pero era suya de igual modo y pensó que sería buena idea pasárselo al negro de la radio, pero lo consideró mejor cuando se encontró frente a la cajita cubierta de pegatinas de monitos de Line. En vez de eso se guardó la carta en el bolsillo y se apresuró para ir hasta el salón del chico, aunque no se lo encontró ahí.

Era viernes, el último día que tenían los conquistadores para hacer su trabajo y montar el espectáculo al día siguiente. Nadie se veía realmente enfocado en ello, quizás solo JiWon, un alumno de un curso menor que se esforzaba en intentarlo, pero lo hacía peor que mal. YiFan deseaba pensar tan positivo como ese chico.

—¡Hey, Tao! —Se movió rápido al verlo a lo lejos, aunque el rubio pareció hacer lo posible para huir—. Necesitamos hablar.

No le dio tiempo para que se lo pensase y simplemente lo tomó del brazo para tirar de él hasta llevárselo a uno de los baños, los cuales lamentablemente se encontraban repletos a tal cantidad que se vio en la necesidad de salir con el chico, de seguro viéndose estúpido. Se maldijo internamente porque en un momento como ese lo que más necesitaba era que las cosas le salieran de película, pero todo parecía más complicado que de costumbre.

—YiFan, suéltame. —ZiTao no se esforzó mucho en que lo escuchase, así que supuso que no había problema si insistía un poquito más, al menos solo un poco.

Al final logró llegar hasta las canchas de deportes que se encontraban en la parte trasera. No debieron andar mucho, pero si bajaron tres pisos.

—¿Qué necesitas decirme?

Estaban en horario escolar y había un curso en educación física, pero le importó muy poco y simplemente tomó al chico por las mejillas para tener algún tipo de anclaje y lo besó. Lo hizo con ganas, como la primera vez que se besaron mientras tenían sexo, a profundidad y con lenguas de por medio, haciendo gemir al otro contra su boca.

—¡Jóvenes!

—Me gustas —se apresuró a decir al ver que uno de los profesor les hacía gestos y parecía avanzar hacia ellos—. De verdad me gustas, Tao. No quise mentirte, pero necesitaba saber si estabas siendo sincero.

—¿No creíste en mí?

—¡Wu YiFan, nos podrás participar en los partidos oficiales por lo que te resta de año escolar si no te alejas de tu compañero!

—Retrocede —le susurró el otro al ver que el maestro se acercaba dificultosamente a ellos por verse en la necesidad de pasar por el centro de la cancha, donde los alumnos jugaban a los quemados.

—Estoy bien aquí. —Sonrió y volvió a besar al chico, sorprendiéndolo más en aquella ocasión si era posible.

—¡YiFan, ¿por qué no obedeces?! ¡Estarás suspendido por dos semanas!

—¿Me crees? —insistió y los ojos del rubio iban de él hacia el maestro, quien logró salir ileso, aunque una pelota le botó la gorra.

—Sí, te creo. Ahora suéltame y hazte a un lado que necesito terminar el instituto y no quiero tener que repetir el año por tu culpa —se quejó el otro y luego lo empujó ligeramente hacia un lado, aunque su comentario fue suficiente para hacerlo sonreír.

—¿Eso significa que mañana vendrás conmigo a la celebración?

—¿Qué celebración? —El chico arrugó el ceño y retrocedió lentamente, al parecer con la intención de alejarse del maestro.

YiFan sintió una mano pesada en su hombro—. ¡Joven Wu!

—No es necesario gritar. Ya está aquí —se quejó entre dientes y le dio una sonrisa incómoda al hombre, quien estaba furioso. No obstante, le importó poco—. ¿Qué me dices, Tao?

—¡A dirección!

—Tao —insistió y el aludido pestañeó unas cuantas veces antes de asentir.

—Sí, sí. Ojalá sigas vivo para mañana.

A pesar de lo dicho se quedó conforme y sonrió ampliamente antes de dejarse llevar por el profesor.

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