Capítulo II

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¡Lo conseguí!

Se mordió el labio inferior de forma nerviosa y dejó que JongDae llegara a su lado con aquel aura alegre mientras daba saltitos. Ya era hora del almuerzo y JongIn se adelantó para llegar a las zonas que estaban alrededor de la edificación del comedor, siendo estas áreas donde se podía comer, con bancas y sombrillas por el lugar.

—¿Lo tienes?

JongDae dejó caer el culo sobre la silla que estaba del otro lado de la mesa sin perder la sonrisa—. Me costó demasiado, JongIn. Estuve toda la mañana intentándolo. Incluso tuve que hablar con el profesor Kim.

—¿Profesor Kim?

Su amigo abrió y cerró la boca unas cuantas veces, como un pez fuera del agua, viéndose tan nervioso que JongIn no pudo evitar carcajearse porque era demasiado inusual ver al castaño con esa expresión.

—¿Qué tal estuvo?

—No hice nada, idiota —se quejó el chico ofendido e hizo arrastrar una pequeña hoja arrancada de cuaderno que tenía unos números escritos de forma desordenada con lápiz pasta azul—. Aquí está el número de KyungSoo.

Se mordió el labio inferior emocionado y ansioso a la vez. Pasó toda la noche buscando el número del chico, pidiéndolo entre sus contactos y buscándolo con tantas ansias como si su vida dependiera de ello, pero lo cierto es que le emocionaba bastante el poder tener un contacto más directo con su compañero y ni siquiera sabía por qué estaba considerándolo así. Lo cierto es que JongIn se estaba dando cuenta de que durante clases se quedaba más minutos de lo normal mirándolo y que ya estaba empezando a identificar aquello que sentía en el pecho, pero no estaba seguro si hacer algo al respecto o no.

Por lo mismo le emocionaba tener algún tipo de interacción con el bajito extraño, como lo definió JongDae. Sabía perfectamente que KyungSoo no era un chico muy llamativo y que era poco probable que estuviese interesado en llamar la atención de alguien, pero aun así cautivó a JongIn de una forma inusual. Se lo pensó mucho durante la noche anterior y llegó a la conclusión de que su interés estaba más allá de una simple curiosidad. Quizás, solo quizás, puede que KyungSoo le esté empezando a gustar.

—¿Le hablarás ahora?

—Tengo miedo —confesó mientras veía el número ingresado en sus contactos.

—¿Le hablarás desde tu número?

Claro. JongIn se pasó otra gran parte de la noche buscando ese chip de compañía telefónica que tenía olvidado por algún lugar en su escritorio. Sabía perfectamente qué actitud tomaba KyungSoo cuando él se intentaba acercar, aunque suponía que era así con cualquiera, pero de igual forma tenía la ligera esperanza de que un personaje anónimo le pareciera mucho más curioso como para incentivarlo a responder los mensajes.

Su teléfono de dos chips le dio la confianza suficiente como para meterse a la mensajería gratis y buscar el nombre de su compañero, notando entonces que este tenía de perfil una foto que aparentemente le sacó el mismo a su libro, aquel de tapa roja que llamó la atención de JongIn desde un inicio. Al ver tal imagen sintió la confianza suficiente como para mandar el primer mensaje con un sencillo saludo.

—¿Cuánto crees que se tarde? —preguntó ansioso mientras del otro lado de la mesa JongDae le daba grandes bocados a su comida preparada desde casa. JongIn, por el contrario, debía conformarse con la insípida comida de la cafetería.

—Dudo que te responda.

Hizo una línea con sus labios y luego suspiró, agobiado ante la sola idea de imaginarse que no recibiría ningún tipo de respuesta.

—De igual forma, ¿no deberías estar más preocupado en conseguir el número del lírico de susurros?

Bufó frustrado—. No quiero hacerlo.

—Pero al menos debes intentarlo. —El chico del otro lado de la mesa lo apuntó con los palillos—. ¿Ni siquiera te da curiosidad descubrir quién es el chico que escribe esas cosas que lees en la radio?

Si bien se lo pensó siguió opinando lo mismo—. Prefiero no saberlo a que me obliguen a perder tiempo y energía en este tipo de cosas que no me retribuye nada, ni siquiera felicidad.

—¡Ya...! —JongDae alargó la última vocal—. ¿Por qué estás siendo tan exagerado?

—Pero si es verdad.

—Sigues siendo un exagerado.

Puso los ojos en blanco, pero no dijo absolutamente nada y dejó que JongDae siguiera llenándose la boca con aquella rica comida casera que le preparaba su madre todos los días. Por otro lado, JongIn pateó con los palillos algo que parecía ser un trozo de tomate cocido, aunque la verdad es que no estaba muy seguro de que aquello fuese comestible.

—¿Intentaste hablarle?

No tuvo que preguntar para saber a qué se refería su amigo—. Le mandé un mensaje por Instagram a su cuenta de escritor. —Hizo la bandeja a un lado y apoyó los brazos sobre la mesa de forma desganada.

—Y no te ha respondido, ¿cierto?

—No —gimoteó porque era frustrante necesitar de alguien y no recibir nunca una respuesta.

—¿Pero hiciste algo más que saludar? —Se irguió un poco al escuchar la pregunta de su amigo y este hizo con los labios una línea—. Debes preguntarle algo, hacer que de algún modo esté obligado a responderte.

Se mordió el labio inferior, pero consideró que lo que estaba mencionando su amigo tenía cierto sentido, por lo mismo se lo estuvo pensando durante la tarde y para cuando llegó hasta la estación de la radio se detuvo un momento sobre el panel de controles mientras dirigía la mirada hacia la mesa del otro lado del vidrio.

—ChanYeol —lo llamó, notando entonces cómo el chico se erguía sobre la silla giratoria mientras se subía los lentes ópticos. La verdad es que JongIn tampoco sabía por qué lo escogieron como un conquistador—, ¿cómo lo harás para hablarle a BaekHyun?

El chico encargado de sonido hizo una mueca y volvió a encorvarse para acomodar los controles—. No te burles.

—¡No me estoy burlando! —Quitó la pose chula y se inclinó para estar más cerca del chico—. De verdad necesito ayuda.

—Pues yo creo que debes buscar en otro lado.

—¿Por qué?

—¿No se supone que te tocó el lírico de susurros? —Hizo una línea con sus labios. Seguía sin agradarle la idea—. Porque a mí me tocó BaekHyun y prácticamente ni siquiera necesito su número porque el chico se la pasa molestándome.

—¡ChanYeol!

—Mierda. Lo invocaste —se burló y rio al ver que su compañero ponía los ojos en blanco e intentaba encogerse para desaparecer, cosa estúpida porque era ridículamente alto.

JongIn prefirió escapar porque de verdad BaekHyun era infinitamente insoportable, tanto con o sin ChanYeol, así que prefirió cruzar la puerta de vidrio para sentarse detrás del micrófono e ignorar a los otros dos. Como aún faltaban unos minutos se aseguró de leer la tablet y también darle un vistazo a su celular por si llegaba a recibir algún tipo de mensaje, ya sea de KyungSoo o del imbécil del lírico de susurros. Pero nada, absolutamente nada.

Recordó lo que le mencionó JongDae y optó por escribir, obviamente primero en el chat de KyungSoo.

¿De casualidad sabes dónde puedo conseguir el libro "Cartas para una mujer"? Como es tan antiguo no lo he podido encontrar en venta en ningún lado.

Se mordió el labio inferior y luego de leer el mensaje unos cuantas veces optó por enviarlo, viéndose inmediatamente en la necesidad de silenciar su celular porque el profesor Zhang ya hizo su ingreso en la pequeña habitación mientras avisaba que estaban a dos minutos por comenzar.

Durante ese día JongIn tuvo que leer muchas declaraciones y poemas de amor —los cuales mayormente daban vergüenza ajena—. Las confesiones empezaron y la radio se volvió en algo así como la cantina donde vas a llorar tus penas, por lo que la mayoría de las personas conversaban de sus amores no correspondidos o de que les gustaba alguna persona, pero no se sentía confiados como para confesarse.

JongIn no debía dar consejos ni mucho menos, pero al profesor Kim se le ocurrió algo interesante de lo cual él no estaba enterado; terminó dándose cuenta aquel día miércoles en plena transmisión cuando el hombre se hizo dueño del micrófono que estaba del otro lado del vidrio que los separaba.

—TaeHyung —llamó el profesor al chiquillo de primer año que se puso en contacto porque no se atrevía a confesarle sus sentimientos al chico que le gustaba—, el lírico de susurros ha preparado algo para ti.

El profesor Kim le envió una intensa mirada a través del cristal y JongIn se apresuró en mirar su tablet, notando entonces el nuevo documento que llegó al dispositivo. Abrió el archivo y leyó:

—Creemos que amar es cosa de dos, que el amor no nace hasta que es correspondido. Sin embargo, uno ama con locura flores, ama cómo brilla el sol todas las mañanas y ama tantas canciones que pensamos que están hechas para nosotros, y es así. Las flores danzarán para ti, el sol solo brillará para que tú lo veas y las canciones están dedicadas en tu nombre. Todo aquello puede ser tuyo siempre y cuando tú lo quieras.

Las últimas palabras salieron de forma extraña de entre sus labios y dejó su boca ligeramente pastosa. Los ojos no los pudo quitar de la pantalla brillante que estaba frente a él hasta que sonó la típica musiquita que daba cierre a la emisión.

—Independiente del resultado debemos aprender a sentirnos satisfechos con nosotros mismos porque al menos lo intentamos —susurró y luego formó una pequeña sonrisa para decir aquellas palabras que acostumbraba a pronunciar cada vez que terminaba una emisión—: ¡Nos escuchamos pronto! Se despide con cariño, JongIn.

La luz en lo alto de la habitación le dio a entender que podía apagar el micrófono e irse de ahí para tomar su última clase, así que eso hizo luego de despedirse de todos rápidamente con una sonrisa para no recibir un regaño por parte de su profesor.

Su celular sonó, sorprendiéndolo. Al verlo notó la notificación de la mensajería gratis, lo que lo hizo detenerse a mitad de pasillo para leer con atención.

¿Y yo por qué habría de saberlo? Búscalo en internet.

Hizo una mueca con los labios y suspiró, sintiéndose ligeramente decepcionado porque por un momento realmente pensó que KyungSoo le respondería con algo menos... propio de él. De igual forma no supo por qué se decepcionaba, después de todo el pelinegro siempre ha parecido tener la misma actitud, ya sea con él o con cualquier otro. Probablemente por eso mismo prefirió concentrar la mente en otra cosa y buscar algunas ideas con JongDae para hablarle al lírico de susurros, principalmente porque ya se estaban acercando al sábado, donde se suponía que los conquistadores tendrían la cita en caso de haber conseguido convencer a la otra persona.

De forma secreta —porque si el profesor Kim se enteraba de seguro los decapitaría a todos— hicieron un grupo en la aplicación de mensajería gratis donde estaban todos los desgraciados que quedaron seleccionados para comenzar a hacer el ridículo.

Por lo que leyó LuHan aún no ha intentado nada porque sigue dándole cosita —como describió él— acercarse de esa forma a una persona tan pequeña, cosa estúpida porque no era una diferencia de muchos años, pero teniendo en cuenta que el presidente estudiantil tenía dieciocho años y SeHun quince era algo extraño. Por otra parte, Irene terminó con su novio y, no sabe si por despechada o no, tiene lista la cita con SeulGi.

Tanto JiMin como YiFan, el primero como integrante del club de baile y el segundo como líder del equipo de baloncesto, pasaban quejándose por el grupo que acercarse a sus correspondientes conquistados era prácticamente imposible porque parecían odiarlos y los chicos aparentemente no tenían ningún tipo de vergüenza en decirles que 'no' en público.

—Bueno. Las cosas no van bien para todos —se dijo a sí mismo cuando salió de la última clase, donde no se encontró con JongDae porque este tuvo que ir a enfermería por un libro que le golpeó la nariz. Exacto, un libro volador lo golpeó tan fuerte que incluso lo dejó sentado de culo en el suelo mientras sangraba. JongIn lo ayudó y le dijo que al acabar las clases iría a verlo, pero su amigo le envió un mensaje a último minuto diciéndole que se largara a su puta casa porque la enfermera se fue y está el jodido profesor Kim aquí. No vengas a molestar y vete.

Así que ahí estaba, esperando el autobús como todos los días mientras leía los mensajes donde KiHyun se quejaba de que HyunWoo era un ostentoso de mierda —con sus palabras— y que no quiso tocarlo ni con un palo porque eso era como faltarse el respeto a sí mismo y a su actitud de 'todos me quieren, pero nadie me tiene'.

Cuando sintió el bocinado se sobresaltó y miró hacia el frente, quitando la vista de la pantalla de su celular. No había nadie a su lado ni tampoco se encontraba alguien esperándolo en lo alto de las escaleras del vehículo como el día anterior.

Lógicamente apenas llegó a la parada se fijó si estaba su bajito compañero, pero no vio ningún rastro de él y se dijo a sí mismo que llegaría pronto, así que no debía impacientarse. Sin embargo, su autobús ya llegó y KyungSoo seguía sin aparecer, cosa que por alguna extraña razón hacía que su corazón revolotee alborotado, aunque esta vez no trayendo consigo un sentimiento muy satisfactorio.

—No subiré —le avisó al chofer con una sonrisa—. Esperaré al siguiente.

Pero luego de cuarenta minutos KyungSoo seguía sin estar por ahí e incluso JongDae salió del instituto. Si bien se sorprendió al verlo aún ahí le importó poco porque empezó a parlotear de lo guapo que era el profesor Kim y de lo mucho que le gustaba. Cuando su amigo tomó su correspondiente autobús él volvió a sentirse raro y se encontró mirando siempre a sus costados con la esperanza de ver aquella cabellera negra y un montón de libros.

Es extraño, pensó. Recuerdo haberlo visto durante la última clase.

De forma prácticamente instintiva sacó su teléfono celular —el cual guardó cuando se dio cuenta que le quedaba veinte porcientos de batería— y se dirigió hacia el chat de KyungSoo, esta vez desde su chip móvil registrado a su nombre.

Hola, soy JongIn, el chico que te botó los libros por accidente. ¿Estás bien?, escribió y luego lo envió, importándole poco si tenía faltas de ortografía o no puso ningún emoji, pero ya estaba atardeciendo y por alguna extraña razón sintió una incomodidad en la garganta que le dejaba en claro que estaba preocupado.

Volvió a mirar a su alrededor cuando sintió el bus acercarse hasta él, dándose cuenta que KyungSoo seguía sin aparecer. De igual forma se subió al vehículo con desgano y caminó hasta el penúltimo asiento para dejar caer el culo ahí, pensando que aún debía llegar a casa para hacer su tarea de la historia imperial coreana. Ya sentado volvió a mirar su celular, arrepintiéndose rápidamente de lo que le mandó a su compañero, cosa que lo hizo eliminar el mensaje porque sabía que ya fue lo suficientemente raro acercándose al chico como para que este se enterara de que también se las ingenió para conseguir su número.

Como su celular estaba en las últimas con la batería decidió guardarlo en uno de los bolsillos de su mochila, recordando que su madre le mandó por chat una lista de cosas que le pidió que comprara antes de llegar a la casa. Sin embargo, no tuvo oportunidad para pensar en dónde compraría esa extraña salsa que le encargó su mamá porque terminó quedándose dormido con la cabeza apoyada en el respaldo del asiento.

Muchas veces se dormía durante el viaje de regreso a casa, después de todo no solían subirse muchas personas y eso lo hacía sentirse cómodo, por lo que no se esperaba que alguien le tocara el hombro repetidas veces con la intención de despertarlo.

—Joven. —Abrió los ojos algo asustado—. Ha llegado al final del recorrido.

Pegó un ligero salto y miró a su derecha para encontrarse con el hombre mirándolo con el ceño fruncido, aunque JongIn no pudo identificar si era porque estaba ligeramente preocupado o enojado de verlo ahí.

—¿Dónde puedo tomar un autobús que me lleve de regreso?

—Lo siento, joven, pero esta línea ya terminó su turno. Por lo mismo necesito que descienda del vehículo.

Pestañeó unas cuantas veces aturdido, como si aún no fuese realmente consciente de la situación y la verdad es que no lo era, al menos no hasta que se bajó y se encontró con muchos otros buses en el lugar, todos estacionados de forma ordenada.

El sol ya se escondió por completo por detrás de las montañas, aunque aún quedaba una ligera iluminación en el lugar. Mientras avanzaba hacia la que parecía ser la entrada del lugar rebuscó en su mochila para sacar su celular, notando entonces que este estaba sin batería. Ante lo mismo decidió acercarse hasta la garita que parecía estar en la entrada del gran terreno, aunque en su interior no había nadie, sin embargo, a un costado de la puerta rejada estaba un menudo cuerpo apoyado en la pared.

—¿KyungSoo?

El chico que permanecía a tan solo unos metros de él se dio vuelta para mirarle con los ojos bien abiertos por detrás de esas gafas ópticas, provocando que JongIn se viese en la necesidad de pestañear repetidas veces porque sintió que todo aquello se lo estaba imaginando. Era claro que KyungSoo no estaba ahí, no en el mismo lugar que él con la mochila grande colgada en su espalda y sin ningún libro en las manos.

—¿Qué haces aquí? —volvió a preguntar.

Miró a su alrededor, de repente sintiendo un ligero miedo que rápidamente desapareció cuando el chico frente a él soltó un suspiro casi imperceptible mientras desviaba la mirada, cosa que lo hizo acercarse lentamente para escucharlo por si este quería hablar con esa modalidad tan rara que solía emplear.

—Sin darme cuenta me entretuve leyendo —susurró el contrario con la mirada fija en la tierra suelta que estaba por debajo de sus pies, viéndose ligeramente avergonzado, cosa que lo sorprendió.

—Yo me quedé dormido.

KyungSoo se giró a verlo con el ceño fruncido y él soltó una pequeña risa nerviosa. Volvió a dar una mirada a su alrededor, dándose cuenta que no parecía haber ninguna persona en el lugar. Ante ellos solo había un inmenso portón junto a una puerta abierta que les enseñaba una larga calle pavimentada rodeada de arbustos y árboles. JongIn no sabía dónde estaban exactamente, pero a juzgar por las luces a lo lejos supuso que no estarían muy lejos de la ciudad.

—Supongo que tendremos que devolvernos a pie —comentó con una sonrisa, sintiendo que las cosas no estaban tan mal del todo porque KyungSoo seguía a su lado.

—No quiero caminar —escuchó mencionar al chico en un tono demasiado bajo, cosa que de igual forma lo hizo sonreír porque de forma estúpida empezó a agudizar el oído como para escuchar al contrario sin llegar a parecer demasiado intimidante.

—¿Quieres que te lleve sobre mi espalda? —se burló con la intención de reírse un poco de la situación, aunque en respuesta solo recibió una mirada de molestia.

Tuvo la ilusión de que el chico le dijera algo más, pero este solo caminó en dirección hacia la salida del recinto, dejándolo atrás. JongIn se apresuró en seguirlo y se puso a su par para caminar junto a él en silencio, optando por mirar a su alrededor porque se le hacía demasiado curioso la cantidad de vegetación que había en el lugar.

—¿Habías estado aquí antes? —Vio de reojo que el contrario solo negó con la cabeza—. ¿Sabes qué tan lejos estamos de casa?

El pelinegro se giró a mirarlo y él verdaderamente no le prestó mucha atención a su ceño fruncido, ya estaba suponiendo que aquello era algo cotidiano en KyungSoo, así que solo caminó a su lado dejando un momento de silencio, sabiendo que el contrario no le respondería de igual modo.

Caminaron a la par durante unos segundos, al menos los suficientes como para recordar que su madre debería de seguir esperando por los champiñones que le encargó durante esa mañana y aquella salsa árabe que no sabe de dónde mierda la sacaría. Rebuscó entre su mochila para buscar su celular entre lapiceras sin tapas y boletos de autobús. Una vez lo tuvo entre manos se esforzó por encender el aparato, pero este ya estaba apagado por la falta de batería. Miró entonces su reloj de muñeca con la intención de ver la hora, notando que eran cerca de las ocho de la noche, demasiado tarde teniendo en cuenta que salieron a las cinco del colegio.

—KyungSoo —lo llamó urgido y caminó más rápido hacia la curva para así mirar el trayecto que quedaba, viendo entonces las luces a lo lejos—, ¿dónde mierda estamos?

Se giró a mirar al chico con el ceño fruncido y este por primera vez le mostró una expresión de confusión, como si no entendiera su comportamiento y en cierto modo era lógico, pero JongIn no podía creer que hubiera pasado tanto tiempo. Claro, salió a las cinco, se saltó un bus y puede que haya esperado hasta después de las seis y media. ¿Pero cómo era posible que fuesen las ocho de la noche?

—¿Por qué te alteras? —preguntó el chico demasiado bajito sin cambiar la expresión y avanzó tan lento como lo hizo en un principio, desesperándolo.

JongIn procuró respirar profundo mientras veía que su compañero daba los últimos pasos para ponerse a su lado, permitiendo que tuviese la misma visión que él. KyungSoo no pareció sorprendido y solo continuó caminando.

—Son las ocho de la noche, KyungSoo. —El aludido solo lo miró por sobre el hombro y continuó avanzando, provocando que JongIn diera grandes zancadas para llegar a su lado—. ¿Puedes prestarme tu teléfono para llamar un taxi?

El pelinegro soltó un bufido sin siquiera dirigirle la mirada—. No lo tengo.

—¡¿Cómo que no lo tienes?!

Se atrevió a sujetarlo del brazo, provocando que el chico se girara a mirarlo y casi chocara contra su pecho. El contrario tiró de su propia extremidad para soltarse del agarre y JongIn no fue consciente de ello hasta cuando los grandes ojos de KyungSoo se detuvieron a mirarlo de forma amenazante.

—Perdón.

—Oye —soltó el chico con un tono de voz mucho más audible, logrando que JongIn se sorprendiera al escucharlo hablar tan fuerte y claro—. Tranquilízate un poco, ¿sí? Estoy en la misma situación que tú. No vamos a morir tampoco, así que no te alteres.

KyungSoo lo dejó petrificado ahí donde estaba y caminó para alejarse de él en dirección a las luces que estaban a lo lejos. JongIn no se movió hasta que lo vio demasiado lejos como para empezar a preocuparle, así que corrió para ponerse a su par.

—¿Sabes qué hora es? —preguntó con suavidad, concordando con que estaba mucho más alterado de lo que debería. El chico en respuesta solo le dio una rápida mirada—. Son las ocho.

—¿Y qué? ¿Tienes que comerte la papilla a esta hora?

Se quedó sin aire, sorprendido. De igual forma no puso hacer mucho más y terminó carcajeándose porque jamás se hubiese imaginado que KyungSoo tuviese sentido del humor y que este empezaría a hablarle de una forma tan casual cuando fue tan arisco con él todo el tiempo.

—¿Eso quiere decir que puedo hablarte de forma casual sin miedo a que me degüelles?

Su compañero pareció confundido por su comentario, pero solo terminó asintiendo con lentitud, como si se le hiciera extraña su pregunta—. ¿Acaso no me has hablado siempre de forma casual? —musitó el chico como si el comentario fuese solo para él.

JongIn sonrió emocionado porque de repente su pecho se sentía hinchado con un cúmulo de buenas sensaciones y avanzó unos grandes pasos hasta posarse frente al chico, sorprendiendo a este y deteniendo un caminar. Hizo una pequeña venia como saludo.

—Mi nombre es Kim JongIn. Un gusto conocerte. —Le sonrió feliz, emocionado porque seguía pareciéndole muy ilusorio que ese chico le estuviese hablando de aquella manera tan audible.

—Ya sabes mi nombre, así que no me presentaré.

KyungSoo pasó por su lado con la intención de continuar con el camino y él se apresuró para ponerse nuevamente a su par. A pesar de que cualquiera pensaría que a partir de ahí comenzarían a conversar e instaurarían la historia de los mejores amigos no fue para nada así. Solo avanzaron en silencio, sin tener ningún tipo de sonido más allá del que hacían los animales del bosque y las hojas de los árboles moviéndose por el viento.

Se sentía bien en ese ambiente y se le hizo sumamente extraño encontrarse en la situación donde no necesitase hablar de absolutamente nada como para sentirse acompañado, cosa que se le hacía inusual porque de mejor amigo tenía a JongDae, un chico que no se callaba ni cuando estaba meando. Se preguntó entonces si había una posibilidad —aunque sea mínima— de que siguiera teniendo ese tipo de encuentros con KyungSoo. Aunque quiso salir de la duda no preguntó, no tenía el deseo de arruinar el silencio medianamente cómodo que por fin había entre ambos. No obstante, empezó a preocuparse cuando llegaron hasta las luces y notaron que solo se trataba de la entrada a un pueblo pequeño que no conocía de nada.

—¿Ahora sí puedo preguntar dónde estamos? —se burló por lo bajo y KyungSoo se giró para mirarlo con el ceño fruncido. JongIn sintió que lo regañó mudamente.

—No sé dónde estamos —lo escuchó susurrar, cosa que lo desanimó un poco porque esperaba que el chico hablara con un volumen moderado—. Pensé que el autobús solo se trasladaba por la ciudad.

—¿Crees que estamos en otra ciudad? —preguntó con preocupación.

No recibió respuesta. El pelinegro solo caminó hacia lo que parecía ser una bencinera, uno de los pocos lugares que tenía las luces encendidas en ese pequeño lugar. Lógicamente no dejaría al contrario ir solo, ni el tampoco quería quedarse parado ahí, así que cruzó la calle para ir detrás del chico.

—Disculpa —lo escuchó hablar con un tono mucho más alto, llamando la atención del tipo que estaba dentro de la tienda—. ¿Me podrías decir qué ciudad es esta?

El chico pareció muy extrañado por la interrogante, pero de igual forma respondió—: Banseok Dong.

Sintió que le faltaba el aire.

—¡¿Cómo?! —chilló KyungSoo, sorprendiéndolo más si podía llegar a ser posible.

—No exageres. No estamos tan lejos —comentó con confianza.

—¿Qué no estamos lejos? —El chico se giró a mirarlo con el ceño fruncido, claramente molesto—. Pronto serán las diez de la noche y Daejeon está a unos... ¿Qué? ¿10 minutos en vehículo?

El pelinegro se giró a mirar al chico que seguía dentro de la tienda, el cual asintió, dándole a entender que no se equivocó con las cuentas.

—¡Es genial! —Sonrió—. Es poquísimo.

—Estamos a pie, JongIn. Nos llevará más de una hora llegar recién al centro de la ciudad. Recuerda que nosotros vivimos del otro lado. —Frunció el ceño y KyungSoo botó el aire con fuerza, claramente molesto—. Llegar a Gyejok nos tomará unas tres horas.

—Podemos tomar un taxi —comentó con ánimo.

—¿Un taxi que nos lleve hasta el otro lado de la ciudad?

Se mordió el labio inferior porque creyó que nunca vio a KyungSoo tan molesto, hablando tan fuerte y moviendo los brazos como si en cualquier momento fuese a estamparle un puñetazo contra el rostro. Entendía lo frustrado que debería de estar. ¡JongIn también se sentía así! Después de todo ambos se encontraban en la misma situación y no es como si él hubiese sido el causante de que su compañero terminara en la misma condición.

—Tengo dinero —aseguró porque sabía que en su tarjeta tenía algo.

—Disculpen...

—¿Siquiera sabes cuánto sale un viaje hacia el otro lado de la ciudad?

—Aun así tenemos que llegar a casa. ¿O acaso esperas quedarte aquí hasta mañana? —espetó al notar lo negativo que era el pelinegro.

—Chicos...

—Mañana tenemos clases, imbécil. Y además necesito terminar la tarea de historia.

—¡Yo también! Estoy en la misma situación que tú, KyungSoo. No te lo tomes contra mí.

—Chicos...

—¡¿Qué?! —repitieron al unísono, dándose vuelta para mirar al chico que seguía parado bajo el marco de la puerta.

—Quizás pueda ayudarlos.

KyungSoo se mostró claramente interesado—. ¿Cómo?

—Tengo un lugar donde podrían quedarse.

La mueca en el rostro del más bajo fue evidente, pero JongIn no se preocupó mucho por eso y tuvo intenciones de hablar, responderle con algo afirmativo porque estaba jodiéndose de hambre y sabía que el dinero que tenía en la tarjeta solo le serviría para la comida o para un viaje.

Abrió la boca, pero su compañero se le adelantó—. Muchas gracias, pero sería mejor que nos moviéramos...

Sin siquiera pensárselo mucho dio los dos grandes pasos que lo separaban de KyungSoo para taparle la boca con su mano, viéndose en la necesidad de apegarse a la espalda del chico para que este no se moviera demasiado.

—¡Lo aceptaremos!

—¿Pero ambos están de acuerdo? —preguntó el desconocido lentamente, como si tuviese miedo de que soltase al bajito y lo atacase.

Quitó las manos de su compañero y este inmediatamente se giró a mirarlo con el ceño fruncido, aunque no parecía tan enfadado como se lo esperaba.

KyungSoo volvió la mirada hacia el frente y suspiró—. Estaríamos muy agradecidos si nos permitieras quedarnos.

El chico intercaló la mirada entre ambos antes de regalarles una sonrisa y asentir, haciéndoles finalmente un gesto para que entraran a la tienda.

—A las diez termina mi turno. —JongIn le dio un rápido vistazo al reloj digital que estaba en la pared detrás del mostrador—. Solo faltan unos minutos, así que me pueden esperar aquí.

Observó al más bajito y se encontró con sus ojos. Entendió entonces que ahora, en ese preciso momento, solo eran ellos dos, por lo que habría que evitar los conflictos y llevarse lo mejor que pudieran. JongIn de igual forma no tenía ningún problema con ello, después de todo la concepción que tiene del contrario es bastante... linda, si es que puede llegar a definirse así. Lo cierto es que a él no se le hacía para nada dificultoso tener que pasar más tiempo con su compañero de curso; de hecho, estaba encantado con ello.

—¿Quieres comer algo? —preguntó cuando quedaron solos, recibiendo solo un asentimiento de cabeza por parte de su compañero.

Ahora que JongIn sabía que no tenía que gastar un dineral en un taxi que los llevara hasta el otro lado de la ciudad se acercó hasta el pasillo donde estaba el ramen instantáneo y agarró un pocillo con su sabor favorito. Se sintió un poco nervioso porque no sabía qué escoger para KyungSoo, aunque solo tomó uno tradicional y se acercó a la caja para pagarlo.

Una vez con el agua caliente dentro del recipiente se dirigió hasta la angosta y delgada mesa que se encontraba contra la ventana, donde KyungSoo ya se deshizo de la mochila y tomó asiento en los altos taburetes. Lentamente se acercó y posó uno de los potes frente al chico, quien rápidamente se giró a mirarlo, como si sus acciones lo hubiesen sorprendido.

—Pensé que comprarías unas papas —volvió a murmurar el contrario sin mirarlo.

JongIn se recordó que debía acostumbrarse a ello si quería seguir relacionándose más con KyungSoo, aunque se le hacía bastante difícil teniendo en cuenta que el chico cambiaba el volumen de su voz cada vez que hablaba.

—¿No te gusta?

Estuvo tentado a alejar la comida del chico, pero este rápidamente negó con la cabeza y tomó el ramen—. Gracias.

Se mordió el labio inferior nervioso y de pie vio cómo el chico separaba los palillos para luego enrollar los largos fideos y acercárselos a la boca, sacándole un quejido en el proceso ante lo caliente del contenido.

—Come con cuidado.

Tomó asiento a un costado del chico y luego de dejar el pocillo sobre la mesa se quitó la mochila para dejarla sobre la silla que estaba a su izquierda. Una vez con los palillos separados sopló fuertemente los fideos mientras miraba hacia el frente, apreciando solo las luces amarillentas de los postes de luz.

—JongIn —Sorprendido se dio vuelta al escuchar a KyungSoo llamarlo por su nombre. Para cuando puso la atención en su compañero este continuaba con la mirada hacia el frente—, ¿por qué te has estado acercando a mí?

| ••• |

Espero que hayan disfrutado del capítulo. 🙆🏻‍♀️✨

Muchas gracias por leer, votar y comentar. 💖

Saludos y besos, Ary. ♥️

Ediciones por LabbraRosseEditorial.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro