Radar averiado y premios falsos.

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—¿Por qué no están los chicos aquí?

Apretó con más fuerza el cojín que tenía entre sus manos y continuó donde estaba, con la mirada hacia el balcón del salón de su pequeño departamento para así observar el sol brillando en el exterior y las copas de los árboles meciéndose ante el viento.

—¿JongIn? —Su madre tomó asiento en el sofá, interrumpiéndole la visual y viéndose obligado a que la mirara—. ¿Qué sucede?

Se llevó la mano hacia el cabello castaño para enterrar por ahí sus dedos, como si con eso pudiese hacer funcionar a su cerebro de mejor manera.

—Besé a KyungSoo.

La mujer se llevó ambas manos a la boca, viéndose como una infanta, pero estando claramente sorprendida. Si bien en primera instancia una sonrisa cruzó por el rostro contrario luego la mujer relajó su expresión y se enderezó, probablemente tomando aquella postura de madre sabia que tanto le gustaba adoptar.

—¿Eso es bueno o malo?

—No lo sé, pero KyungSoo no me habla desde ayer, desde que lo besé, mamá. —Se hizo hacia delante para tomar las manos de su madre, dejando atrás el cojín—. Pero me dijo que le gustaba, entonces yo pensé que estaría bien hacerlo. Pero... —dejó la frase a medias, sin saber qué más decir.

La mujer suspiró—. ¿Lo besaste durante la celebración? —Asintió con la cabeza gacha—. Primero, no porque te diga que le gustas significa que puedas besarlo. Teniendo en cuenta el tipo de persona que es KyungSoo no deberías quedarte solo con lo superficial.

Entreabrió los labios porque sintió que tenía que decir algo, sin embargo, no había nada con lo que pudiese argumentar porque su madre tenía razón.

—Además —continuó la mujer—. No creo que KyungSoo se haya sentido muy cómodo de haber recibido ese beso con tanta gente viéndolos.

—No es tanta... —gimoteó.

—¿No? —Su madre soltó una risa, como si estuviese divertida de su inocencia—. Pues yo los estuve viendo en vivo en las redes sociales.

En aquel momento abrió los labios indignado—. ¿Viste que nos besamos?

—Sip. Como mínimo había doscientas personas viendo eso.

—¡Mierda!

Se puso de pie y —en pijama y descalzo— cruzó el pasillo para llegar hasta la puerta de KyungSoo, donde dio dos toques sobre la superficie de madera. En un inicio no recibió ningún tipo de respuesta y ante la necesidad de apoyo miró por sobre su hombro para encontrar algo de confianza en su madre, quien le dio una suave sonrisa, aunque estaba claro que la mujer temía que le llegara un florero en la cabeza.

La puerta de madera rechinó por delante de él—. ¡JongIn! ¿Cómo estás, hijo?

—Hola, señora Do. —Sonrió nervioso.

Se olvidó que ahí no vivía solo su compañero de clases, por lo que se sintió muy avergonzado al ser consciente de las pintas con las que salió de su casa.

—¿Está KyungSoo?

—Claro. Ya mismo lo llamo.

La anciana dejó la puerta entreabierta y se fue hacia el interior del departamento, momento en el que aprovechó de pedirle zapatillas a su madre porque ni con las pantuflas salió. Además, seguía con pijama, un pantalón de chándal desgastado y una camiseta de Pikachu.

Cuando el pelinegro se plantó delante de él de verdad pensó que lo golpearía, pero este solo se quedó quieto, viéndose tan neutro que le recordó de inmediato al KyungSoo con el que chocó por primera vez unas calles más abajo.

—¿Podemos hablar? —El chico tuvo intenciones de cerrar la puerta, así que el rápidamente lo evitó—. Por favor, KyungSoo. Solo unos segundos.

Esta vez solo recibió una negación de cabeza y nuevamente la puerta se fue contra él para dejarlo fuera del departamento ajeno. JongIn no podía simplemente dejar que aquello sucediera, como si no estuviese sintiendo nada ni le importara la fuerza con la que latía el corazón adolorido dentro de su pecho. Empujó la puerta también, volviéndose en una lucha estúpida con KyungSoo, quien lo miró por entre el espacio abierto con el ceño fruncido. Pero él no se rendiría, por supuesto que no.

—JongIn, deberíamos volver a nuestro...

Dejó a su madre reproduciéndose en mute y empujó con fuerza, esta vez logrando hacer a KyungSoo hacia atrás para entrar, aunque eso mismo provocó que se fuera de cabeza. Por otra parte, su compañero pareció tropezarse con la alfombra y se fue junto a él. Ambos terminaron contra el suelo del departamento, el cual por suerte estaba alfombrado porque KyungSoo ya estaba lo suficientemente accidentado como para herirse en alguna otra parte.

Pensó que de inmediato el chico agarraría una cuchara para sacarle los ojos, pero se quedó inmóvil por debajo de él, permitiendo que pudiese detenerse a mirarlo. Sus ojos se encontraron y JongIn se inclinó porque quería besarlo y por fin no tenía a doscientos pares de ojos pendientes de ellos.

—¿Qué estás haciendo con mi hijo?

De un solo salto JongIn se puso de pie sin saber cómo y en el proceso tironeó de KyungSoo para que también se levantara.

El señor Do estaba sentado en el sofá más alargado del salón mientras comía de un racimo de uvas verdes y veía un documental sobre la selva amazónica. Claro, es domingo, se dijo a sí mismo de forma mental como un imbécil mientras se pasaba las manos por la ropa y el pelo para verse un poco más decente. El hombre en respuesta pasó la mirada desde él hasta su hijo, quien terminó bufando a su lado.

—Estaremos en mi habitación. —KyungSoo lo tomó de la muñeca, sorprendiéndolo.

Una vez que el pelinegro se acercó a la puerta para cerrarla le dejó un tímido saludo a su madre antes de tirar de él para meterse a su habitación. Cuando estuvieron dentro de las cuatro paredes el contrario lo soltó y se sentó en la cama con los brazos cruzados, permitiendo que se percatara del revoltijo de las sábanas y en lo despeinado que estaba KyungSoo, probablemente por haber despertado recientemente.

—¿Y?

—Lamento mucho lo de ayer —soltó de inmediato—. No quise incomodarte ni faltarte el respeto. Simplemente me gustas y luego de lo que tú dijiste pensé que aquello no estaría mal.

El chico frente a él desvió la mirada hacia la ventana, provocando que la luz natural entrara fuertemente desde el exterior y le diera un hermoso aspecto a KyungSoo por aquello que obstaculizaba los rayos del sol.

—Lo que yo mencioné... —El contrario se quedó a medias y JongIn simplemente se mantuvo en silencio, dándole su tiempo—. Tampoco lo dije tan en serio —KyungSoo rio nervioso y lo miró, desviando así la mirada de la ventana—. Me gustabas antes. Me llamaste la atención desde que éramos niños, pero cuando llegué al instituto ni siquiera me saludaste, incluso después de que supiste mi nombre.

Bueno, la verdad es que JongIn lleva aproximadamente siete días sabiendo quién era KyungSoo. Si lo hubiese recordado por supuesto que lo saludaría, pero en ese momento no sabía cuál de las dos verdaderas era más dolorosa.

—No te recordaba —susurró con la cabeza gacha, avergonzado—. Cuando nos topamos en la parada fue la primera vez que te vi realmente, que me dediqué a mirarte. —Elevó la cabeza para encontrarse con los ojos de KyungSoo y que así notara lo sincero que estaba siendo—. Me llamaste la atención de inmediato y estuve intentando durante toda esta semana estar contigo, conocerte más.

El chico volvió a desviar la mirada, pareciendo más incómodo—. ¿Cómo no te puedes recordar de alguien que decías que te gustaba?

—Luego de que me gustaste empecé a odiarte —bromeó, llamando de inmediato la atención del pelinegro—. Cuando era pequeño no me importaba que fueras un niño, simplemente me gustabas. Pero cuando cumplí los trece años me di cuenta que a todos los demás niños le gustaban las niñas y eso me dio miedo porque a mí me gustabas tú. Supongo que desde ese momento me concentré en olvidarme de ti o algo parecido.

Miró al contrario directo a los ojos, permitiéndose introducirse en esas orbes negras y dejarse cautivar por la emoción que le hacían sentir estas.

—Ahora... —continuó—. Ahora me di cuenta que me sigues gustando. En un inicio me asusté porque no podía gustarme un chico en tan poco tiempo, pero cuando supe que me habías gustado desde hace mucho tiempo me sentí bastante imbécil. —KyungSoo soltó una risa suave frente a él y no pudo evitar imitarlo porque la situación resultaba incluso ridícula—. A lo que voy, es que no estoy bromeando contigo. De verdad me gusta. Las cosas se dieron de niños de esa manera, luego dejamos de vernos unos años hasta que entramos al instituto y me acerqué a ti porque de verdad me interesas, no por conveniencia o algo así.

Guardó silencio, pensando que todo lo que soltó ya fue suficiente y aparentemente sí lo fue porque el chico frente a él sonrió por lo bajo y luego asintió unas cuantas veces.

—¿Podemos intentarlo? —preguntó con delicadeza, sorprendiendo a KyungSoo.

—¿A qué te refieres?

—¿Puedo intentar conquistarte, tomarte la mano en el instituto, llevarte a comer pizza y luego vivir juntos mientras vayamos a la universidad? —El pelinegro le tiró una almohada, haciéndolo reír—. En parte estoy bromeando y en parte no. —Se encogió de hombros—. Solo quiero que me des la oportunidad de salir juntos.

KyungSoo se mordió el labio inferior y eso lo hizo sentir sumamente nervioso, aunque esperó los segundos en los que el contrario guardó silencio. El tiempo lo sintió como una eternidad.

—Está bien —susurró el chico demasiado bajito como para que cualquier otra persona lo pudiese escuchar si estuviese en su situación, pero JongIn ya lo conocía, así que las palabras llegaron directo a sus oídos y lo hicieron sonreír—. Podemos intentarlo.

Sonrió sin siquiera pensárselo y simplemente se quedó en su lugar porque no sabía muy bien qué debía hacer en esos casos, especialmente teniendo en cuenta que el contrario era KyungSoo.

—JongIn —Se sobresaltó al sentir la puerta detrás suyo abrirse, dejando ver a la señora Do con una inmensa sonrisa—, ¿quieres quedarte a almorzar?

Le envió una mirada con cejas alzadas a KyungSoo, preguntándole mudamente qué opinaba y este en respuesta imitó su gesto, aunque sonrió y él no pudo evitar hacerlo de vuelta.

—Sí me quedaré. Gracias.

Y claro, se quedó a comer con el señor Do del otro lado de la mesa y eso parecía querer dejarlo con tic en el ojo porque lo ponía inexplicablemente nervioso, pero se las arregló para sonreír y responder educadamente a todas las interrogantes que le hacía el hombre, empezando por cuáles eran sus calificaciones.

Ya para cuando el lunes llegó todos parecían estar locos en el instituto, aunque JongIn no supo por qué y la verdad es que le importó bastante poco porque durante la tarde anterior estuvo haciendo con KyungSoo y su abuela una tartaleta que aquel día se comieron en el bus en dirección al instituto.

—JongIn. —JongDae lo increpó en la entrada del salón, haciéndole luego un gesto a KyungSoo a modo de saludo—. Has sido expulsado de la actividad de San Valentín.

Frunció las cejas sin entender, como si el haber estado con KyungSoo el día anterior hubiese sido suficiente para borrarle la memoria, pero rápidamente recordó que había en juego un viaje a Seúl y una firma que estaba seguro de que a su pequeño compañero le encantaría.

—¿Cómo?

Sacó rápidamente su celular y caminó hasta su asiento tirando de la mano de KyungSoo porque no podía dejarlo simplemente plantado en la entrada, cosa que ocasionó que todos sus compañeros se giraran a verlos y empezaran a cuchichear entre ellos.

Una vez que abrió la página web en su celular se percató que efectivamente fue eliminado y que el ganador fue Park JiMin, un chico de un año menor que aparentemente fue el más botado porque nadie se esperaba que el malote de Min YoonGi le parara bolas.

—Pero ¿por qué...? —se quedó con la frase a medias e ingresó a su propio perfil dentro de la página.

A pesar de que JongIn consiguió tener una cita romántica con Do KyungSoo, un chico muy introvertido y fanático de la lectura, este no es nuestro lírico de susurros y es por eso que ha sido descartado como posible ganador de la actividad.

—¿Cómo que no eres el lírico de susurros?

KyungSoo, quien se mantuvo de pie a un costado de su escritorio, le frunció el ceño y él boqueó porque no podía creer que se hubiera equivocado.

—¿Qué es el lírico de susurros?

JongDae a su lado se aguantó la risa y él jadeó—. El chico que hace poesía para la radio.

—Ahh... —KyungSoo dejó caer el culo en la silla que estaba frente a su mesa de forma desinteresada—. Ese es JunMyeon. ¿Para qué lo necesitas?

Elevó una ceja, totalmente sorprendido por la información y aparentemente no fue el único porque JongDae quedó con la boca abierta y todo. De igual forma KyungSoo no era una persona que hablara muy fuerte, todo lo contrario, así que su confesión salió como un ligero susurro exclusivo para ellos dos.

—De igual forma no importa —terminó por soltar mientras le sonreía al chico que estaba frente a él—. Juntaré dinero y te llevaré a Seúl.

—¿Seúl? —El pelinegro frunció el ceño—. ¿Por qué querré yo ir a Seúl?

Su compañero se puso de pie y le hizo un rápido gesto con la mano, indicándole que iría hasta su puesto porque su compañero de asiento —JunMyeon— había llegado. JongIn no pudo evitar girarse a mirarlo y sentirse agradecido de verlo porque si no lo hubiesen emparejado con él probablemente las cosas con KyungSoo no hubiesen sido las mismas.

Radar de susurros.

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Hola. Muchísimas gracias por leer, votar y comentar esta pequeña historia que ya llegó a su fin. 💛

Solo me gustaría comentarle que estaré atenta a sus comentarios para ver si alguno de ustedes está interesado en leer acerca de alguna otra pareja. Si es así me dicen para escribir alguna cosita. 🙊

Saludos y besos, Ary. ♥️

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