☀️Capítulo IX☀️

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Cómo lo prometido es deuda.
Capítulo dedicado a : TrishianaCroft.

KIRA

El viento estaba tan fuerte que revolvió mi cabello y me despeinó en cuanto salí del aeropuerto. Medellín tiene un clima muy agradable, no hace frío ni tampoco calor y la brisa ayuda a que sea fresco.

Aunque Mao me dijo que no viniera porque estaría muy ocupado y no me podría prestar la atención que merezco, no le hice caso. En realidad fue Tania quién me convenció de venir. Tomé un taxi al salir del aeropuerto  rumbo al hotel Viaggio donde mi Mao se hospeda. Quería venir desde ayer, pero Thomás insistió en ir al cine y usar las boletas que Laura nos dio, con la ayuda de mi hermana y ella, terminaron convenciéndome y la verdad se los agradezco. La tarde en el spa me relajó muchísimo y pude conocer más a mi nuevo amigo Thomás; es un gran chico.

El conductor del taxi me sacó de mis pensamientos al avisarme que ya habíamos llegado al hotel.

Entré a recepción y le pedí a la señorita que me dejara pasar a la habitación de Mauricio Macías.

—El señor no está y no puedo dejarla pasar señorita, son protocolos del hotel —Se excusó.

—Es una sorpresa para mi prometido, por favor. Mire, si no me cree observe estas fotos —Le enseñé la galería de mi celular para que viera las fotos donde estábamos juntos, incluyendo las de la cena de compromiso.

—¿Lo ve? No miento, Mauricio Macías es mi prometido y quiero sorprenderlo, hoy  su cumpleaños. Anda, no seas mala y déjame seguir a su habitación —Coloqué ojos de cachorrito—. Por favor, por favor. —Supliqué juntando mis manos, la chica sonrió y tomé eso como una señal de aceptación—. Gracias.

—De nada, pero si el señor se enoja y pone una queja diré que usted me obligó.

—Hecho, aunque no pasará nada de eso —Río y me dio la copia de la llave.

—Es la suite Grand loft. —dijo.

Corrí hacia el ascensor y cuando llegué abrí la puerta de la suite y observé la habitación, era bastante grande y la cama se veía muy deliciosa, me llamaba para que me acostara sobre ella. Coloqué el regalo en la mesita de noche, mi morral en la silla y me lancé a la cama para probarla, pude sentir lo suavecita que estaba.

«¡Que rico!»

No sé cuánto tiempo me quedé ahí acostada y empecé a sentir sueño, debí quedarme dormida porque cuando abrí los ojos y miré mi celular eran las dos de la tarde.

«Con razón muero de hambre». 

Tomé mi morral y bajé al restaurante del hotel para comer algo. El mesero me recomendó probar la bandeja paisa, plato típico de aquí, quise probarlo y acepté. Aproveché la espera para llamar a papá y a Tania para supieran que todo estaba bien.

—Su plato señorita. —El mesero colocó una bandeja bastante bastante grande.

Me quedé observando su tamaño.
Arroz, frijoles, plátano, chorizo, aguacate, arepa, huevo frito... wow.


«Necesitaré ir al baño después».

Pensé, pero igual me lo comí todo porque estaba muy rico.

Apenas terminé subí nuevamente a la lujosa habitación. Me metí directo al baño, pero no a eso.  Lo hice para cepillar mis dientes y retocar un poco mi maquillaje, no sería grato besar a mi Mao así, con todo eso que comí en mis dientes. Me miré al espejo y cuando estuve satisfecha con el resultado,  apliqué brillo labial, que era lo único que me faltaba. Recogí mis cosas e iba a salir cuando escuché la puerta de la suite abrirse. La emoción que sentí al saber que por fin vería a mi Mao después de este largo tiempo me hizo dibujar una sonrisa tonta en mi rostro, no podía dejar de  imaginar su reacción cuando me viera, pensé en varias formas de salir del baño.

¿Y si salgo y grito "Sorpresa"?

No, eso es muy trillado. ¿Y si mejor...

Fruncí mi ceño al escuchar risas, mi respiración se aceleró y mi corazón latió muy, muy rápido al escuchar la voz de una mujer.

«¿Quién es ella y que hace aquí?»

—Hazme tuya. Ahora mismo, amor.

Lo peor de todo no fue cuando reconocí la voz,  sino cuando ella lo llamo  "amor", mis lágrimas salieron y me quedé muda de la impresión, por la desilusión.

«Esto no puede ser cierto, seguro escuché mal o aún sigo durmiendo en esa cama» Me dije.

Sentí como el aire se escapaba de mis pulmones, me costaba respirar, todo empeoró cuando el sonido de sus besos se escucharon hasta acá. Mi cuerpo se quedó inmóvil y cuando los gemidos por parte ella se hicieron frecuentes, recuperé el control de el, ya no aguanté más y salí del baño alterada.

Sin duda el peor error que pude haber cometido al ver la escena enfrente de mi.

Cubrí mi boca y mi pobre corazón se rompió en millones de pedacitos.

No podía creer lo que estaba viendo, mi  Mao, el amor de mi vida estaba en medio de las piernas de Valeria, quién lo abrazaba mientras él la besaba con lujuria, movía su cadera a un ritmo voraz. Valeria abrió sus ojos y se percató de mi presencia, me sonrió con malicia antes de empujarlo, levantarse y bajarse el vestido rojo.  Mauricio se quejó por no dejarlo terminar, pero volteó a ver cuándo ella me señaló. Su rostro palideció al instante, subió su bóxer, luego su pantalón lo más rápido que pudo.

—Sol, ¿Qué haces aquí? No es... déjame explicarte Sol, yo, yo... —Se acercó a mí y entonces se percató que no respiraba—. Sol. ¡SOL!, háblame, respira. Reacciona por favor, Sol. —Estaba angustiado, empezó a darme golpecitos ligeros en la mejilla para que reaccionara.

Por más que quería hablar y gritarles, lo miserables que eran, la voz no me salía.

«¡Dios, estoy en shock!
Me ahogo, no puedo respirar»

»¡Trae un vaso de agua Valeria!, no te quedes ahí —Lo escuché decir muy preocupado. 

El aire me faltaba, pero logré tomar una bocanada y lo solté; el llanto de dolor que estaba atascado. Valeria me tendió un vaso con agua y se lo aventé de un manotón.

—¡No quiero! —Miré a Mao con odio, estaba muy ofendida—. Tu, tu me... Por eso no... no querías que... que viniera ¿verdad? —tartamudeé—, porque estabas aquí, revolcándote con esa. —Las lágrimas corrieron sin cesar por el dolor que ahora sentía en mi pecho—. ¿Cómo pudiste hacerme esto Mauricio? —recriminé en medio de mi llanto—. Yo sabía que algo pasaba entre  ustedes —Los señalé—, pero me negué a creerlo porque confiaba en ti, y porque Tania me convenció que eran paranoias mías.

—Sol...

—¡No! no quiero escucharte Mauricio, no quiero oir más mentiras, porque todo ese cuento de los faltantes y que lo tenías que resolver fue mentira, como lo fue lo de los padres de Valeria ¿No es cierto?

—Sol, las cosas no son así, escúchame, por favor te lo suplico —Sus ojos se tornaron rojos y una lágrima corrió por su mejilla izquierda—, déjame que te explique...

—¿Qué vas a explicar? Con lo que vi me quedó muy claro todo.

—No es así, yo traté, lo juro. No quise hacer esto, no...

—No mientas más amor, Kira ya lo sabe, piensa que no tendrás qué romper tu compromiso con ella porque estoy segura que tú ahora ex- Sol, ya lo comprendió ¿Verdad, Sol?

No aguanté la ira y me lancé sobre ella, la tomé por el cabello y halé con toda mi fuerza descontrolada.

—¡Maldita Zorra! —Tiré muy fuerte, sus manos intentaron soltarse sin lograrlo.

Escuchar sus gritos de dolor me satisfacían.

—¡Suéltame! —gritó.  Mauricio me tomó de la cintura y logró apartarme de ella, pero me traje un mechón de su cabello.

—Ya Sol, ¡Basta! Déjala, ella no tiene nada que ver, esto es entre tu y yo.

—¿Qué no tiene nada que ver? ¿A caso no era ella a la que te estabas tirando hace un rato? Pues yo veo que si tiene mucho que ver la muy perra.

—Con insultarla no vas a arreglar las cosas.  Nosotros no planeamos esto, sucedió así no más y te juro que pensaba decírtelo en cuanto volviera.

—¿Y que me ibas a decir? ¿Qué Valeria y tú son amantes? ¿Qué me veían la cara de estúpida? ¿Eso me ibas a decir

—No, te iba a decir que... —Me miró con pesar y se quedó en silencio.

—Que Mauricio y yo estamos juntos ahora, nos enamoramos y hagas lo que hagas Kira, no podrás evitarlo. —Terminó Valeria y eso rompió aún más mi corazón, creo quedó quedó hecho polvo.

—¿Es cierto eso Mao? —Bajó su cabeza y no respondió. —¡Responde! Maldita sea, dime... —El nudo en mi garganta me interrumpió, solo lloré con más fuerza, tapé mi rostro con mis manos y me di la vuelta mientras lloraba. La habitación quedó en silencio, solo se escuchaban mis sollozos.

—Sol, lo siento.

—Lo sientes, ¿Es todo lo que dirás? —Cuestiné en cuanto me recompuse de mi ataque de ansiedad.

Me sentí humillada, pisoteada e Impotente ante esta situación.

Mi coraje salió a relucir envuelto de mucho dolor, me acerqué a él, no le dije nada, solo lo observé y sin darme cuenta mi mano se estampó en su mejilla, y entonces mi otra mano también lo golpeó, no se defendió y tampoco alegó, solo me miró con tristeza.

»Me has herido Mao, y no sabes cuánto —Limpié mis lágrimas que aún seguian saliendo por más que intentaba contenerlas—. Siempre te he dado lo mejor de mí, te he puesto por encima de todo, incluso de mis sueños porque te amaba. Yo no merecía esto Mao, nunca... —Mis lágrimas casi no me dejaban hablar—, nunca te voy a perdonar que me destrozaras así, porque esta no era la manera de hacerme saber que ya no me amabas, hay otras; como ser honesto y decirmelo.

—Sol —pronunció con voz quebradiza, pues sabía que yo tenía razón. Su mirada estaba llena de tristeza, más bien de culpa, y de repente unas cuantas lágrimas salieron.

—No, te prohíbo que me llames así.  Ya no hay un Sol Mao, acabas de apagar sus rayos y destrozar mi al...

—¡Ay por favor! No seas ridícula Kira, acepta de una vez que Mauricio ya no te ama, que ahora me ama a mí, ten dignidad y lárgate de aquí."payasa".

Por más coraje que sus palabras me causaron, no le dije ni hice nada contra ella, solo la observé de arriba abajo para luego darme la vuelta y salir de ahí con mi alma rota, no sabía a dónde ir, no sabía qué hacer y tampoco conocía esta ciudad.

Al pasar por la recepción la chica que me dejó pasar me preguntó cómo había salido todo y entonces mi llanto salió de nuevo sacando todo mi dolor y frustración, no quería que me viera, entonces corrí tan rápido que no me di cuenta de la persona que entraba y la choqué, la fuerza del impacto fue brutal, tanto que reboté y creí que caería de culo, pero sus fuertes brazos me sujetaron antes de que lo hiciera. El chico me sujetó tan fuerte que no podía zafarme por más que me movía.

—¡Suéltame! —pedí entre lágrimas.

Golpee su pecho cuando pude sacar mis manos, sus ojos mieles me miraron con lástima y lo odié por eso.  No quería su lástima ni la de nadie, así que saqué fuerzas de no sé dónde y lo empujé hasta quedar libre para seguir corriendo sin rumbo alguno por las calles de esta ciudad hasta que me cansé.

Luego solo caminé sin dejar de llorar hasta que el pito de un carro se escuchó insistente, me di cuenta que estaba en la orilla de la carretera con el tráfico en marcha.

—¡Niña estúpida! —escuché gritar a un conductor que pasó su auto muy cerca de mis pies.

Entonces mi mente maquinó.

«Dejarás de sufrir. Hazlo»

No quiero vivir sin Mao, no puedo seguir sin él. 

Cerré mis ojos y di un paso hacia adelante, luego otro y pronto escuché el pito desesperado de un camión, pero no me importó, yo solo esperaba que aliviara mi dolor para "siempre".
Cerré mis ojos y esperé el impacto, pero en vez de eso sentí como fui tomada de la cintura y jalada hacia atrás para caer al suelo sobre alguien, traté de levantarme enseguida, pero no pude, entonces me senté en el pavimento.

—¿Estás loca? ¿Acaso no viste el camión? Ten más cuidado la próxima vez. —oí  la voz de la persona regañarme. Alcé mi mirada y vi de nuevo sus ojos mieles observarme con preocupación—. ¿Estás bien? —En cuanto preguntó eso mis ganas de llorar me ganaron otra vez y me dejé envolver por el llanto.  Él chico se levantó y me ayudó a colocarme de pie, pero me dolía, aunque no más que el dolor que sentía en mi corazón
—Te lo lastimaste. —Me tomó en sus brazos y me llevó a la banca que estaba del otro lado, me sentó ahí y él lo hizo también.

—Vete, déjame en paz —dije entre sollozos.

—Oye, no sé que te sucedió, pero no puedo dejarte aquí sola en ese estado.

—No quiero que estés aquí, además no es tu asunto, lárgate de una vez.

—Puedes echarme todas las veces que quieras, aún así. No me iré —Lo miré mal y me levanté para irme, pero el dolor en mi tobillo casi me hace caer y nuevamente, él me sostuvo.

—Déjame sola.

—Ya te dije que no —Insistió.

—¡Que te vayas! vete y déjame aquí. Quiero estar sola ¿No lo entiendes? — Empecé a forcejear y a darle golpes hasta que ya no pude y volví a llorar desesperadamente dejándome vencer aceptando su compañía.

—Llora —dijo y me abrazó. Se sintió tan bien, era justo lo que necesitaba.

Mis rodillas flaquearon y caímos al suelo sentados sobre el suelo, lloré tal como me pidió dejando salir todo ese dolor que me estaba matando.

Y ahí, en medio de la calle de una ciudad desconocida, me encontraba yo, llorando como niña, en los brazos de un desconocido.

Sorpresa. no se lo esperaban ¿verdad?

se los debía.

disfruten. 

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