¡¿pasiva?! ♡ minalisa

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Mina caminaba por su casa con el ceño fruncido, sus manos hechos puños.

Estaba tan molesta, indignada y ofendida.

Hace unos meses que conoció a Lalisa y lo único que quería era besarla, así que Sana, que fue quien las presentó, había estado ayudándola estas últimas semanas para saber si acaso había posibilidad con Lisa.

Sana la llamó hace una hora tal vez, con noticias no muy buenas.

—Dice que eres muy linda, pero...

—¡¿Pero qué?! —una ansiosa Mina mordisqueaba sus uñas, no quería ser rechazada.

—Pero que a ella le gustan las chicas dominantes y, bueno, que le da la sensación que a ti te dan en cuatro.

—¡¿Disculpa?!

Sana tuvo que soportar una media hora más a Mina furiosa, argumentando que ella no era pasiva y era una estupidez que Lisa se dejara llevar por la apariencia.

O sea sí, se la habían follado en cuatro un par de veces, ¡pero ella también ha puesto en cuatro a más de una linda chiquilla! Mina se consideraba versátil con una inclinación a activa, pues las veces que le tocaba ser la pasiva las chicas solían ser un tanto morbosas al punto que le incomodaba. Si alguien iba a decir comentarios sucios mientras metía dedos, sería ella.

Sana le dijo que podía aclararle a Lisa que no era pasiva, pero que sería un tanto extraño, y Myoui, aunque bufó, estaba de acuerdo. ¿Qué le diría? Oh, no, de hecho Mina mete lengua, dedo y hasta frente. No, Dios santo, sería raro.

Así que con humor de perros se rindió y le cortó a su gran amiga.

Debía buscar una solución, demostrarle a Lisa que se equivocaba y así por fin tener una noche con ella. Le gustaba mucho esa muchachita de ojos afilados y sonrisa de colmillos, tanto que más de una noche se masturbó pensando en ella.

Tenía que idear un plan.

Se contactó con Jennie, su otra mejor amiga y probablemente el imán atrae chicas más grande que conociera. Todas las lesbianas y bisexuales estaban locas por esa morena y Mina no entendía cómo lo hacía.

"Agárrale la cintura, muestra tus uñas cortas, habla de experiencias pasadas donde fuiste la activa, sé un poco posesiva y ten la mirada en alto en cada momento", esos habían sido los consejos de Jennie.

Le agradeció aunque se anotó mentalmente que Jennie y Lisa nunca se conocieran en persona porque con su aura "dominante", como decía la ridícula de Kim, probablemente atraería a Manoban con facilidad.

Era sábado, así que le rogó a Sana que hicieran algo en la noche y trajera consigo a Lalisa.

Hizo una junta de pocos amigos en su modesto departamento, y a las once ya estaban todos conversando en su salón o terraza. Mina se sintió un poco ridícula, pero se había puesto unas botas con plataforma para quedar más alta que Lisa y no tener que observarla desde abajo.

En serio deseaba a esa gatita.

—¿Y cómo ha ido la universidad? —preguntó, sentándose al lado de la castaña en el sofá.

Lisa estaba cursando primer año, ella y Sana iban en el tercero.

—Genial, me gusta mucho lo que estudio.

Por supuesto, esa perfecta chica era una mente brillante y entró de las primeras a Medicina.

—Que bueno, Sana me dijo que la próxima semana tendrás práctica —comentó, llevando el vaso a su boca y moviendo un poco los dedos, quería que Lisa notara sus uñas limpias, sin esmalte y tan cortas que serían perfectas para clavarse en sus adentros.

Lisa notó el sutil gesto y Mina evitó sonreír cuando la menor puso sus bonitos ojos sobre sus manos.

—Bueno, no es práctica como tal, todavía me quedan unos años para llegar a eso —rió suave y Mina se mordió el labio. Cuantas ganas le tenía—. Pero iremos a ver cómo es el ambiente en un hospital en emergencias, es así como una preparación.

Asintió pasando un brazo por detrás de sus hombros, apoyándolo en el sofá y sin tocarla realmente. Quería coquetearle, pero tampoco ser tan obvia.

—¿Y ya hay un área en específico que te interese?

—Pediatría me encanta —sonrió y Mina no pudo evitar pensar en Lisa tratando con delicadeza a niños pequeños.

No es que estuviese enamorada de ella, pero sus hijos juntas saldrían muy lindos.

Lalisa le correspondió, acercándose un poquito también.

Bien, bien, las cosas iban bien por ahora.

—Fotografía era, ¿no?

—Sí, así es.

—Pero debe ser una carrera muy bella.

—Es grandiosa, no mentiré. Mira, de hecho tengo mi cámara por aquí, si quieres te muestro mi último proyecto.

Manoban asintió entusiasmada, siguiéndola hacia el comedor. La nipona le mostró unas fotos en la playa de día y otra de noche, una de la luna y otra del sol. El trabajo que estaba haciendo consistía en un contraste de opuestos, y ella escogió eso; lo oscuro y lo claro. También había una foto de Sana y luego una de Jennie, pues a Minatozaki la molestaban diciendo que era color amarillo, casi naranjo, y que Kim era morena como la canela.

—¿Puedo hacerte una? Te queda muy lindo ese labial —coqueteó, poniéndose la correa de la cámara en el cuello.

La menor se sonrojó, dándole un sí en respuesta y sentándose en la silla una vez Mina se lo pidió.

—Mira al lente —murmuró, enfocándola—. Sí, así, que bonita te ves, Lis —alagó y capturó el momento exacto donde Lisa soltó una risita avergonzada, tapándose las mejillas.

Por todos los cielos, que mujer más hermosa.

—Una última y te dejo —volvió a mirar por la cámara, aunque con las palabras de Jennie en mente la bajó, acercándose a Lisa—. Déjame arreglarte esto...

Pasó una mano por su cabello, corriéndolo hacia atrás, y luego, dándolo todo, la tomó del mentón, obligándola a que le mirara.

"Sé un poco posesiva", ¿eso estaba haciendo, verdad?

Quiso soltar un grito de orgullo cuando los ojos de Lisa brillaron en atracción. Le estaba sosteniendo de la cara, mirándola hacia abajo, probablemente sumándole puntos.

Bendita lesbiana de Jennie Kim, pensó, guiñándole un ojo y caminando unos pasos hacia atrás para fotografiarla. De todas, esa fue su favorita. El sonrojo estaba pleno en sus mofletes y su sonrisa tímida la enmarcaba dulce como la miel.

Volvieron al salón, y en toda la noche no se separaron, Sana de vez en cuando llegando hasta ellas para mirarlas burlonas.

—Así que... Lisa—habló un poco ebria, nada alarmante.

—Dime... —en su mismo estado se encontraba ella, sentada de lado en el sofá y con las piernas encima del regazo de la más baja.

—¿Puedo hacerte una pregunta algo... atrevida?

—Claro —sonrió sintiendo la mano de Mina posarse en sus piernas y acariciarlas.

—¿Has estado con chicas?

Sabía que sí, Sana le contó que era bisexual y que de hecho, prefería a las mujeres, pero solo era una pregunta distractora para llegar a su objetivo verdadero.

—Unas cuantas, sí —respondió egocéntrica, pero en tono de broma—. ¿Por qué?

—Curiosidad.

—Mmh —entrecerró los ojos—. ¿Y tú, Myoui?

—Sí, me gustan bastante. En especial las que se dejan controlar.

Ay, Jesús. Le dio un poco de vergüenza decir aquello, y sabía que si Sana la llegaba a escuchar se reiría en su cara hasta la muerte, pero al parecer funcionó, pues Lisa mordió sus labios y le tocó la mano, jugando con sus dedos.

—¿Me acompañas a buscar hielo? —Mina cambió de tema, sintiéndose con seguridad para avanzar.

—Vamos.

Se pararon y caminaron hasta la cocina, donde la japonesa, antes de que Lisa diera otro paso, la acorraló contra la pared.

Lisa la rodeó por el cuello, dándole el visto bueno para que uniera sus labios en un preciado beso que se quedaría por siempre en la mente de la mayor. Le acarició la cintura, hurgando con su lengua y permitiéndose disfrutar de esa futura médico.

—No sabes las ganas que tenía de hacer esto —murmuró, dándole otro beso húmedo.

—¿Si? Pues yo debo admitir que también llevo tiempo esperando que dieras el paso.

Mina dejó besos en su cuello, lamiéndolo de paso. Succionó con fuerza luego, arrancándole un gemido a Manoban.

—Hueles rico, Lisa...

—Gracias, es un nuevo perfume —rió suave, escuchando como alguien gritaba llamando a Hanni desde afuera.

—Ugh, estos idiotas no dejan de molestar.

—Eso es ser la dueña de casa, unnie —sonrió y le robó un pico, ambas separándose para ir con el resto de sus amigos.

Antes de salir, Mina la tomó del brazo.

—Esto no se quedará aquí, gatita. Quédate hasta más tarde —y sin esperar respuesta, salió por la cocina, dejándola atontada con esa sonrisa de aires superiores que le dedicó.

Por fin, estaba haciendo las cosas bien.

A las dos de la mañana Mina le pidió ayuda a Sana para echar a todos de su hogar, diciéndole que por fin había logrado algo con Lisa y que necesitaba su casa a solas con la chica.

Sana era muy sociable, así que les propuso a los jóvenes irse a un after que tenía gracias a otro amigo de la universidad.

Ya sin nadie que las molestara, Mina y Lalisa acabaron en la pieza de la mayor, besuqueándose en la cama.

La japonesa le sacó la remera con desesperación, tirándola sobre el colchón para que apoyara su espalda en este y se subió sobre ella.

—Sana me dijo algo que tú le dijiste...

—¿Q-qué cosa...? —preguntó con dificultad, su brasier cayendo al suelo gracias a la extranjera.

—Que me creías una maldita pasiva —dijo, pellizcando sus rosados pezones con fuerza. Lisa gimió alto, aferrándose a las sábanas—. Te equivocas, Lalisa, y prometo esta noche hacerte mierda... y en cuatro, bonita —se burló, escupiéndole en los senos -como la morbosa de mierda que era- para después frotar sus dedos con rapidez al rededor de sus areolas, logrando que la espalda de Lisa se arqueara, entre excitada y avergonzada. Iba a matar a Sana mañana por soplona.

Mina la obligó a levantarse, volteándola para que quedara con las rodillas y palmas apoyadas en la cama, dándole una cachetada en el trasero. Lisa lloriqueó, sintiéndose increíble y disfrutando tanto como la mayor.

Lisa sabía que era una gatita sucia,

por Dios, probablemente le gustaba que la ahorcaran.

Llevó dos dedos hasta el coño empapado de la tailandesa, adentrándose a ella sin piedad, escuchándola gritar. La masturbó entre palabras sucias y dejó su trasero rojo de todas las palmadas que dio, y antes de que Lisa pudiese correrse, volvió a acostarla en la cama de frente, abriéndole las piernas.

—Y ahora te comeré tan bien, linda, que prometo que mi nombre no se te olvidará jamás.

Dicho esto, hundió sus belfos en el sexo de la chica, moviéndose por sus paredes vaginales que palpitaban con ansias por el orgasmo. Con su pulgar estimuló su clítoris, permitiendo que la sensación de placer aumentara con sencillez.

Lisa se vino sobre su boca, gimiendo su nombre y temblando por los espasmos, y Mina no dejó de masturbarla para torturarla con el sobre estímulo.

—¡Mina! —cerró sus piernas al rededor de la cabeza de la baja, sintiendo que se volvería loca con esa lengua dentro suyo.

—Tú te lo buscaste, gatita —se separó con sus fluidos vaginales goteando de su boca, y en un instante metió dos dedos a su coño, moviéndolos hacia atrás y adelante.

El segundo y perfecto orgasmo no tardó en llegar, dejándola atontada por la excitación.

Lisa esa noche se corrió hasta quedar seca, Mina burlándose de ella y maltratándola (no realmente), en venganza por llamarla pasiva.

adoro este ship, ¿qué les digo?

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