Capítulo 3:Detrás de la máscara

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¿Alguna vez se han desmayado?

Es una sensación horrible.Te caes al suelo y cierras los ojos, pero continúas oyendo todo lo que se habla a tu alrededor.Lo peor es que quieres despertar, pero no puedes.

Sientes que una fuerza invisible te mantiene con los ojos cerrados y no te deja abrirlos.Como si los tuvieras pegados.

Y con cada intento que haces por abrir tus ojos, te alejas más de lo que te rodea.

Es como bajar una escalera a oscuras y creer que hay un peldaño más de los que hay, cuando pones el pie, hay un instante intermedio entre este y el escalón que te hace creer que caerás hacia abajo y no podrás subir de nuevo.Que te quedarás perdido para siempre en ese estado, capaz de escuchar pero no de tocar o ver.

Así me sentía en aquel momento.Estaba tendida sobre algo suave, probablemente una cama.Pero, ¿dónde me encontraba?No tenía idea.Por alguna razón no podía recordar absolutamente nada.

De repente sentí un aroma fuerte inundando mi nariz.Olía a alcohol, pero tan cerca que me dio ganas de vomitar hasta la hiel.

Me desperté de golpe y miré a mi alrededor.

Esta no es mi cama, tampoco mi habitación

Fue lo primero que pensé hasta que lo ví de nuevo.Sentado a mi lado estaba ese chico, mi prometido.Tragué en seco ante las frases que vinieron a mi mente cuando me besó la mano.

Él no me miraba.Estaba sentado en el borde de la cama, de espaldas a mí observando algún punto en el techo.Estábamos totalmente solos en esa habitación.

-¡Ajam!- carraspeé levemente para que notara que me había despertado y me reincorporé despacio sobre la cama.

-Veo que ya despertaste- su tono era neutral desde que lo conocí en la sala, pero ahora no, ahora era, frío.

-Así es- dije mirando hacia mis manos con las que me dediqué a jugar para calmar mis nervios.

-Pues, les avisaré a tus padres, estaban preocupados.

Se levantó con intenciones de salir pero antes de que se diera la vuelta me atreví a hablarle de nuevo.

-¡Espera!

-¿Qué quieres Hestia?- al oírlo decir mi nombre solo pude pensar en lo bien que sonaba en su voz, aunque me pareció injusto, él parecía saber mucho más de mí que yo de él.

-¿Puedes, decirme dónde estoy?- bajé la cabeza avergonzada al ver como me estudiaba con sus brillantes y profundos ojos azules

-En mi habitación

Ge-nial Hestia, no llevas aquí ni dos horas y ya la andas regando

-¿Algo más?- me dijo con tono algo fastidiado

Es un grosero de primera.

-¿Cómo te llamas?

-Aidan- dijo y salió dejándome sola en la habitación con todas las ideas confundidas

¿Por qué siento que eres más de lo que aparentas, Príncipe Aidan?

Mis padres entraron a la habitación corriendo con rapidez seguidos de Charlotte.Mi madre se sentó junto a mí y me abrazó.

-¿Estás bien cariño?- preguntó mi padre con evidente preocupación

-Sí papá-!- sonrisa falsa de nuevo

-Qué bueno cariño, eso es lo mejor- me acarició el cabello

Por más que insistí no me dejaron salir de la cama en todo el día y luego de que los reyes lograron tranquilizar un poco los nervios de mamá y papá estos se fueron dejándonos a mí y a Charlotte a merced de esos chicos.

Adam no me caía nada bien, sentí que le iba a hacer cosas horribles a mi hermana.Pero Aidan, tenía esa vibra peligrosa, extraña, como de alguien que oculta un gran secreto .

Sinceramente me daba escalofríos, pero a la vez no pude evitar tener mucha curiosidad por él.

Entre pensamientos y cortas siestas llegó la noche.Me quedé dormida muy temprano.

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-¡Hestia!¡No lo hagas Hestia, yo te amo!¡Esto no es lo que parece!-me imploró la voz con desespero

-¡Basta!-grité entre lágrimas-¡No te creo una palabra!¡Te odio!

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Volví a despertar bruscamente y suspiré

Otra pesadilla.

A pesar de que me ocurrían con frecuencia aún me asustaba cada vez que tenía una.

Palpé mi cuello con la mano y me levanté de la cama.Necesitaba un vaso de agua, aunque en esa habitación no había nada que se le pareciera.Salí al pasillo con cuidado para no despertar a nadie.

El palacio en tinieblas le daría miedo incluso al más valiente, pero no a mí, estaba acostumbrada a la oscuridad.Me acompañaba desde siempre.

Caminé por un montón de pasillos y ya me encontraba completamente perdida cuando giré en una esquina y tropecé con alguien.

Di un brinco del susto cuando chocamos y me giró hacia él para luego agarrarme de la cintura con fuerza, tanta que creí que me rompería . Comencé a forcejear por liberarme hasta que miré hacia arriba y lo vi.Ahí estaba Aidan mirándome con esos ojos fríos que parecían escudriñar mi alma.

Me sentí tan indefensa como un gatito asustado frente a un tigre feroz.

Comencé a temblar entre sus brazos al igual que una gelatina mientras él miraba mi cara de susto con una expresión molesta.

-¿Qué haces aquí?- me preguntó

-Salí por un vaso de agua- volví a bajar la mirada- ¿Y tú?¿No duermes en las noches?

-Sí duermo, pero debo recordarte que hay cierta inquilina en mi habitación- alzó una ceja

-Entiendo.

Incómodo

No me gustaba verlo a los ojos.Sentía que de un momento a otro podría congelarme y quedar vuelta una estatua para toda la eternidad.

-¿Por qué nunca me miras a los ojos?- ahí estaba ese tono como si intentara levantar un enorme muro entre nosotros incapaz de derrumbarse, al parecer no era la única que quería evitarlo

-No entiendo qué quieres decir-
- sonreí falsamente.

-Escúchame Hestia- me pegó a la pared con fuerza y tapó mi boca con su mano para que no gritara- puedes darle esa sonrisita a todo el mundo pero, te digo algo.No a mí, no me engañarás con esa falsa alegría que te inventas- quitó la mano con suavidad y observó mi cara de susto, pero aún me tenía acorralada contra la pared.Admito que me moría de miedo.

-¿Qué te hace pensar que finjo?- lo miré a los ojos con un atisbo de desafío.

-Porque yo no soy como los demás.Aunque no lo creas te conozco muy pero muy bien.Tanto que te sorprenderías.Yo puedo verte, puedo ver la tú real, la que hay tras la máscara- susurró en mi oído

-Tú... quién, cómo...- comencé a balbucear confundida.

-Solo no te metas en mi camino, y no te preocupes por la estúpida boda.Sé que quieres casarte conmigo tanto como yo contigo- dijo con ironía

-Tienes razón- le dije aún con mi tono desafiante- jamás me casaría por voluntad propia con alguien como tú.

-¿Ah sí?- se me acercó de nuevo y yo me alejé

No pienso dejar que me acorrale de nuevo.

-Sí, como lo oyes, no me casaré contigo ni aunque tenga que morir- dije con una firmeza salida de Dios sabe dónde

-Acabas de hacer algo muy malo Hestia- comenzó a jugar con un mechón de mi cabello

-¿Qué hice ahora?- alcé una ceja

-Me retaste, nunca me retes, porque perderás- su rostro me dio miedo puro

-Eso lo veremos- sonreí con malicia

-No juegues conmigo duquesita, puedo hacerte cosas horribles.

-Tsch, he oído amenazas peores, de mi prima de tres años.

-No lo creas sino quieres- me dio un corto beso en el cuello y una corriente me subió de la planta de los pies hasta el último cabello.

Ahí estaba de nuevo, esa sensación de familiaridad, como si nos conociéramos de siempre.

El rojo de mis mejillas no era visible gracias a la oscuridad que nos envolvía, sin embargo los nervios eran palpables en mí y eso no podía permitírmelo.No le daría el placer de ver que me intimidaba.

Lo aparté de un empujón brusco que casi ni lo movió, sí que era fuerte.

-Nos vemos por ahí Aidan- volví a sonreír con picardía mirándolo con puro desafío y me fui corriendo por el oscuro pasillo mientras agarraba las puntas de mi camisón de dormir.

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