PRÓLOGO

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"Desde el primer momento en que te vi, te amé sin pensarlo, y aún sin imaginarlo te amé sin medidas."

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Veía caer la lluvia Súbitamente contra el pavimento, hace poco más del mes que había empezado el invierno trayendo consigo sensaciones nuevas que cada año se aglomeraban en aquél azabache, hoy se sentía diferente, sentía como si a la vuelta de la esquina le fueran a dar una buena noticia, lo que era irónico ya que no conocía en nada aquella ciudad en la que se encontraba de intercambio estudiando su último año de universidad.

Debió de pasar algún tiempo bajo el techado de aquella tienda de artilugios antiguos cuando la lluvia paró, pensó en seguir su camino hacia la biblioteca, pero se detuvo a oler los aires nuevos en los que estaba rodeado.

¡Sí!

Sentía el vapor de la acera subir por el enfriamiento de la lluvia en ella, sentía el olor del pavimento humedo y de un poco de tierra mojada de los pocos árboles sembrados a lo largo de la calle, hasta lograba persivir el olor a la comida que preparaban en una cafetería cercana de ahí.

Miró su reloj y se apresuró ya que en una hora cerraban la biblioteca, o al menos eso le había dicho su compañera de cuarto. La lluvia se hizo sentir nuevamente pero sonrió victorioso al estar a unos cuantos pasos de su destino. Hubiera preferido no salir del departamento, la lluvia le agarró de sorpresa bajo aquella tienda pero tenía que hacer una investigación, y no le permitían hacerla por internet, ya que el profesor se daba cuenta.

Entró al establecimiento, el silencio pulcro que poseía le fascinaba, la recepción del lugar era tan fina y quedaba muy bien acompañada de la señora con lentes y de aspecto elegante y fino que estaba atrás del mostrador, se veía amable.

—Buenas tardes —habló el azabache a la señora de lentes.

—¿Qué se te ofrece querido? —la señora dejó de leer para fijar su mirada en el chico que tenía enfrente, se paralizó al ver tal belleza de aquel muchacho, si no estuviera tan mayor le estuviera coqueteando en ese preciso momento.

—Busco la sección de historia

—La sección de historia está en la quinta hilera junto a la de enciclopedias —la mujer le detalló aquello para que no se perdiera, ya que resultaba grande y confuso para los primerizos.

—Gracias

Se dispuso a caminar entre los pasillos observando de tanto en tanto algunos lomos de libros con títulos atrayentes, le parecía que pasaría más tiempo por acá, se encaminó a la quinta hilera, faltaban como tres hileras o mas para finalizar la biblioteca, sin contar la segunda planta que hasta ahora había notado en un deslumbramiento por apreciar más el tragaluz que daba un toque muy elegante a aquella biblioteca.

Llegó a la sección que tanto quería, si no fuera por la tarea que le dejaron no hubiera descubierto tan precioso lugar como aquél.

¡Bingo!

Encontró lo que quería en un libro viejo, leyó las primeras paginas ahí de pie hasta que escuchó algo que lo dejó perplejo y es que... ¿Cuándo se había escuchado a alguien cantar en una biblioteca? Muchos lugares se pudo imaginar donde eso pasara, menos en una biblioteca.

Se guió cada vez más por el sonido de la voz de aquél cantante, por la dulce melodía grave que emitía, se encontró con un chico de espaldas, estaba entonando perfectamente una canción que el jamás había escuchado, pero que quedaba perfecta sonando a través de los labios de aquel chico al cuál no le había visto su rostro, se quedó estupefacto y maravillado, aquél chico rubio casi gris lo había dejado descolocado al tener una voz muy poco común, el muchacho dejó de cantar de pronto lo cuál asusto al azabache.

—Es de mala educación merodear a otras personas ¿lo sabías? —solo así el azabache pudo volver en si y apreciar la voz del chico, sintió cierta vergüenza de lo que había hecho pero no podía evitar no asombrarse por su talento.

—Lo siento mucho, no soy de hacer estas cosas pero esque tu talento es... Inigualable. Yo ya me hiba, disculpa.

—¿Eres nuevo, no es así?

Ambos se voltearon, el azabache quedó deslumbrado, mientras que para el rubio no le tomó tanta importancia, o eso quería demostrar, la verdad es que él quedo igual o más afectado que el azabache, pero sabía disimular muy bien.

—S-si. Yo solo andaba buscando algunos libros para hacer un informe...

No sabía el porqué le estaba diciendo eso a aquél chico, él no era de dar explicaciones, mucho menos a desconocidos.

—Mmm, pues veníste a buen lugar. Mi nombre es Taehyung, puedo ayudarte si lo necesitas.

—¿Trabajas aquí? —preguntó más sorprendido de lo que quería aparentar.

—¿Tan malo es? —contraatacó el rubio alzando una ceja.

—¿Tan mal se escuchó? —hizo una mueca graciosa lo cual hizo reir al rubio —. Lo siento, me sorprendió es todo, mucho gusto Taehyung, mi nombre es Jungkook.

Ambos sonrieron nerviosos, ya el aire de incomodidad había desaparecido. Pero el azabache no quedó conforme con aquello, él quería saber más sobre aquél rubio de ojos plomos que sin saber le robó toda su atención.

—En realidad si necesito tu ayuda —mintió.

—¿Qué se te ofrece?

El azabache se quedó pensando ¿cómo en un hombre puede haber tanta delicadeza y belleza a la vez? No sabía ni si quiera si le gustaban los hombres igual que a él, pero si estaba seguro que intentaría averiguarlo.

—¿Jungkook?

—¿A...qué?

—¿En qué quieres que te ayude?

El chico de la biblioteca rió dejando ver una sonrisa poco vista en un chico, sus ojos se hacían pequeños, la linea de las facciones de sus labios se marcaban en sus pómulos y su sonrisa formaba un rectángulo dejando ver su impecable dentadura. Algo digno de ver en un ángel.

—Y-yo an-andaba buscando... Un libro de historia —bajó la cabeza tímido, jamas le había pasado aquello, Taehyung volvió a sonreír, ya estaba acostumbrado a que siempre lo miraran de aquella forma y se sintieran tímidos con él.

—Claro, yo te ayudo —tomó la mano del chico y lo guió hasta la parte de historia aquello al azabache no lo incomodo para nada, al contrario se sintió tranquilo con su tacto —. Aquí es ¿de qué trata tu informe?

El chico rubio no tenía idea por que estaba haciendo aquello, en otras circunstancias lo hubiera llevado hasta allí y nada más, pero no, ahí estaba, ayudando a un completo desconocido a prácticamente hacer su tarea, pero era un desconocido que le atraía mucho.

—Es sobre hacer una noticia sobre la segunda guerra mundial como si viviera en esa época

—Mmmm, periodismo —afirmó el rubio.

—Así es

—Muy bien, necesitarás esto —le pasó un libro algo grande y pesado —, esto...—otro más—, y esto.

—¿Cómo sabías que estudio periodismo? ¿También lo estudias?

—No —dijo guiándolo a un escritorio y le pasó algunas hojas en blanco y un lápiz. El no era de hacer todo aquello ¿Entonces por que lo hacía?

»Tu aspecto físico lo delata —explicó—, además que caminas un bolsito que probablemente lleves una cámara en él y por último, lo dice tu gafete de universitario —lo último lo dijo viendolo a los ojos, es que más idiota no podía ser, pues claro que se guió por su ID de universiario.

Ya no sabía que hacer ante aquél chico, estaba haciendo peor que el ridículo y seguramente el rubio se burlaba de él en su mente, y así era, no de la mala forma, le parecía tierno el chico que tenía en frente, aunque su aspecto fisico no era de un chico que se dejara intimidar, mucho menos de un chico tímido.

—Te dejo entonces, cualquier cosa que necesites estaré a tres pasillos de aquí

—Muchas gracias Taehyung

El rubio caminó sin voltear, por el nerviosismo repentino que le dejó el azabache al mencionar su nombre de aquella forma, no tenía ya nada que hacer, asique se dispuso a observarlo a lo lejos, ese chico era demasiado atractivo.

No era de hacerlo pero si estaba en lo correcto de que le atraía a ese chico jugaría un poco con la cordura de él.

Por su parte el azabache trató de concentrarse en su informe y logró terminarlo, para su suerte. Levantó la vista y ahí estaba, arrecostado de pie en un escritorio, aquello el rubio no se lo esperaba, no tenía planeado que lo viera observándolo pero que le hiba a hacer, lo único que hizo fue quedarse viéndolo al igual que el azabache lo veía a él.

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