TIAGO–

Tenía mi vista fija en mi celular, escuché un pequeño grito y levanté la mirada para ver a Ámbar saltando y gritando, raro de ella.

–¿Qué te pasa? -reí.

–Zoe, está volviendo -dijo emocionada.

–¿Zoe? -susurre.

–Le voy a decir a mamá -salió de la pieza.

Recuerdos llegaron disparados a mi, Zoe volvía.

Y ese sentimiento que me costó ocultar, estaba apareciendo de nuevo.

ZOE–

Suspiré y entré, en algún momento tenía que volver. Y en el fondo algo me decía que este era el momento.

Pero no iba a ser fácil.

Escuché gritos en la cocina y rodé los ojos, otra vez.

Subí las escaleras y entré a mi pieza, nadie se iba a percatar de mi llegada, aunque no sabía si siquiera se habían enterado que pasaron 3 años desde que me fui.

Me tiré en la cama y dirigí mi mirada a mi mesa de luz, donde había una foto de nosotros dos. Costaba. Dolía. Y me daba cuenta que no lo había superado en realidad. Solamente había aprendido a convivir con el dolor.

Di vuelta la foto y saqué una que tenía en mi mochila, éramos Dhara, Max, Alec y yo.

Suspiré y me estiré, un viaje desde Estados Unidos a Argentina es cansador.

–Hola -saludó una pelirroja con una sonrisa gigante en la puerta.

–Hola mi amor -vino a abrazarme, en eso, sentí sus lágrimas en mi cuello.

–Nunca pararon

–Shhh, ya estoy acá mi amor, ninguno te va a hacer nada, te prometo que esto va a terminar dentro de poco

Me abrazó más fuerte y dejé un beso en su cabeza.

Me dolía que ella pasara por esto, por eso volví lo antes posible, 3 años en los cuales no pude ayudarla, salvarla de esta mierda, pero ahora que había vuelto, no iba a permitir que le hagan algo.