Parte única.

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El flash de aquellas cámaras iluminaba su perfecto rostro, mientras que él saludaba, hacia pequeños corazones con sus dedos o manos y sonreía ante las cámaras que buscaban captar a la perfección cada expresión del azabache, quien en realidad estaba encantado con la atención del público, pues para Kim Jong-Hyun siempre ha sido la mejor sensación el saber que el público lo ama.

Los gritos de sus fans resonaban también al igual que las voces de cada reportero, por lo cual se acercó a los más de cinco micrófonos que lo acechaban.

-¡Señor Jong-Hyun! ¿Qué opina de convertirse por quinta vez consecutiva como el escritor más vendido en Corea del Sur? -cuestionó la joven reportera de labios rojizos, observando atenta al hombre adulto mientras el micrófono volvía a posarse cerca del mayor.

-Una parte de mí debe admitir que se siente sorprendida, pero estoy eternamente agradecido con mis fans y todo aquel público que decide adquirir mis creaciones -comenzó respondiendo con una suave sonrisa mientras todos se concentraban en sus palabras-. Nunca pensé llegar tan lejos, pero saben que yo las amo como nunca.

Y tras realizar un nuevo corazón hacia las cámaras y el público, el aturdente grito del público resonó por el lugar, pues Kim Jong-Hyun además de ser un escritor talentoso, era también conocido por su buena apariencia; incluso mucha gente aseguraba que parecía un idol.

-¡Señor Jong-Hyun! -llamó otro reportero que consiguió atraer la atención del mencionado- ¿Qué le ha inspirado a crear "Attracted to the devil"? ¿Existe una dedicatoria que usted haya evitado en su libro? ¿Alguien en quién se haya inspirado?

Al escucharlo, pronto sus ojos observaron hacia un costado, centrándose en esa mirada dulce e inocente por parte de uno de sus secretarios, quién sostenía firmemente su carpeta y mantenía la atención en él. Fueron efímeros los segundos en los cuales recorrió aquella delgada figura con la mirada y pronto volvió a observar a los reporteros, quienes al igual que las fans, esperaban expectantes por su respuesta, pues aquel libro trataba temas más fuertes, en muchos sentidos, pero especialmente, en el ámbito sexual.

-Bueno... -una suave sonrisa decoró sus labios antes de proseguir-. Sabemos que el protagonista Kim Jun-Hyung vive en un amor enfermizo por Lee Tae-Yeon, haciendo cualquier cosa por ella a niveles extremos pues Jun-Hyung se encuentra relacionado con el bajo mundo.

La sonrisa se mantuvo un instante dibujada en sus labios, mientras los micrófonos continuaban cerca de él, por lo cual prosiguió-. Por supuesto que yo no estoy relacionado con el bajo mundo, pero he de decir que alguna vez tuve... Una atracción prohibida.

Los gritos de los fans se hicieron oír ante la confesión de Jong-Hyun, mientras que él flash volvió a ser más intenso a la par que nuevas preguntas por los reporteros, como "¿Quién es su amante secreta?", no obstante, el mayor solo se despidió amablemente y prosiguió a entrar en aquel estadio para las famosas premiaciones en las cuales había sido invitado.

Por otro lado, su staff lo siguió, dejando atrás a Lee Tae-Min, uno de los secretarios del escritor. Su mente divagó unos segundos, pues por supuesto que sintió aquella mirada por parte de su jefe, recordando las mínimas, pero diversas ocasiones en las cuales este parecía invadir su espacio personal, acercándose considerablemente a su rostro, sus cuerpos teniendo pequeños roces e incluso tocando sus gruesos y rosados labios; incluso en una ocasión, el mayor halagó atrevidamente la boca del rubio, lo cual puso los nervios de punta al joven.

Tal vez... ¿Hablaba de él?

No, ni loco» -se regañó en su pensamiento, agitando la cabeza y pronto le siguió el paso al resto de sus compañeros.

Por supuesto, Lee Tae-Min no podía negar que Kim Jong-Hyun era un hombre demasiado atractivo. Su piel ligeramente tostada, sus facciones marcadas y ni hablar de su cuerpo tan bien trabajado, porque a pesar del traje, era notorio su trabajo en el gimnasio.
Pero eso no estaba bien.
Aunque una parte del joven era consciente de que las mujeres no eran mayormente su atracción, sabía que si llegaba a decirle a sus padres que él sentía algo por su jefe, un hombre, estos lo sentenciaran.

Pero... ¿Sentir era tan malo? Sin importar quién fuera, ¿En verdad era malo? ¿Dios lo condenaría al infierno por eso?

Y así, con sus pensamientos invadiendo su mente, siguió al resto de su equipo, esperando a que la premiación terminase para poder, de momento, volver a casa.

[. . .]

-Jong-Hyun-sshi*¹ -llamó el secretario de cabellera rubia, observando con atención la tabla con diversas hojas pendientes-. Esta noche recuerde que es la cena con la editorial para discutir sobre la secuela; sé que ha estado ocupado y por ende, también cansado, pero necesito su confirmación.

Fue la explicación dada por Lee Tae-Min, atrayendo pronto la atención del mayor quien retiró sus lentes, dejando de lado aquella computadora con su escrito a medias.
El día de hoy era el día libre de su superior, por lo cual el joven veinteañero debía encargarse de los pendientes dentro de la agenda del azabache, pero, afortunadamente después de casi un año, las cosas ya no eran tan complicadas para el secretario.

-Cierto -habló finalmente el hombre mayor, apoyando su mentón sobre sus dedos que se hallaban entrelazados y sus codos apoyados en el escritorio-. Pero dudo que sea brutalmente necesario, a fin de cuentas, ellos necesitan más la secuela que yo.

Su tono de orgullo era palpable en sus palabras, haciendo que Lee relamiese sus labios antes de posar de nuevo su atención en su carpeta negra.

-Por supuesto, Jong-Hyun-sshi, pero aún así el presidente de la editorial Diphylleia Grayi acaba de comunicarse conmigo para notificarle sobre su participación -la voz del joven era suave, resonando en los oídos de Jong-Hyun una y otra vez, pues estaba seguro que no había escuchado una voz tan encantadora como la de su joven asistente.

Por otro lado, Tae-Min intentaba evitar aquel fijo contacto visual con su jefe, sintiendo el nerviosismo recorrerlo de pies a cabeza. Los ojos avellanos del mayor eran penetrantes y era imposible negar que, a su vez, también eran hipnotizantes.

Kim Jong-Hyun, uno de los hombres más atractivos dentro de Corea del Sur por su encantadora sonrisa, su profunda mirada y un físico envidiable. Aquel hombre que estaba a la altura del encanto irreal que poseían los idols, era el mismo hombre que no podía dejar de comerse con la mirada a su joven secretario, de tan solo 22 años de edad.

El de piel morena dejó sus lentes sobre el escritorio y pronto se puso de pie, acercándose a Tae-Min con lentitud mientras este parecía sumido en sus pensamientos. No podía negar su deseo de profanar aquel menudo cuerpo que poseía. Sus encantadores labios lo atraían como imanes, pero siempre procuraba mantener el profesionalismo al evitar comerle la boca como un desquiciado, porque también sabía que Tae-Min provenía de una familia Cristiana y, aunque esto para él no resultaba un impedimento, no podía asegurar que el joven no huiría al primer contacto sexual entre ambos.
Es por ello que durante los últimos seis meses, se ha limitado solo a ese sex appeal*² que los rodeaba cuando se hallaban solos.

-Honestamente no siento muchos ánimos de ir, Tae-Min-ah*³ -fue la respuesta que pudo otorgarle una vez que estuvieran cerca. El joven no se había movido hasta que sintió la cercanía de Jong-Hyun, quien casi lo acorralaba contra aquel escrito fino-. Pero si vienes tú a pedírmelo, con esa encantadora expresión, no tengo más opción que aceptar.

Le fue difícil tragar saliva una vez que los ásperos dedos de su jefe acariciaron su mentón y en seguida su labio inferior, logrando sentir como sus respiraciones se entrelazaban una con la otra y podía jurar que sentía el calor emitido por el cuerpo ajeno.
Sus ojos se encontraron. Tae-Min lucía sorprendido, más no disgustado, lo cual hizo que Jong-Hyun sonriera victorioso; por otro lado, el escritorio parecía satisfecho por el nulo rechazo de su empleado. Si bien no era la primera vez que se hallaban en una situación como aquella, esta vez podía asegurar que, a pesar de su religión, Lee Tae-Min no sentía rechazo hacia él por ser también un hombre.

-Yo-... Enton-... Entonces debo confirmarle al presidente Park, Jong-Hyun-sshi -intentó desviar el tema con torpeza, pero sintió sus piernas flaqueando cuando los labios de Jong-Hyun pudieron crear un mínimo roce entre ellos. Su corazón comenzó a palpitar aún más rápido, pues la mano libre del mayor se posó sobre su cintura, acariciando con suavidad la misma.

-Claro, tal vez deberías hacer eso, Tae-Min-ah -siguió con su pequeño jugueteo, sintiendo como si el menor le diese luz verde para continuar al no moverse ni un milímetro u empujarlo con brusquedad.

Para Jong-Hyun, era como haber ganado la lotería.

Aún continuaban sintiendo el calor de sus cuerpos y poco a poco sus caderas se pegaban entre si mientras sus labios se mantenían creando roces entre si, provocándose mutuamente. Ambos sentían hormigueos en sus cuerpos, deseando mantenerse así.

-Eres bonito, Tae-Min-ah -halagó en un susurro contra su boca, antes de besarlo tan superficialmente que arrancaría un suspiro de los labios del menor-. Me encanta observarte, ¿Lo sabías? Tú-...

El sonido del celular interrumpió.

Oh, bendito sea Dios. O quizá, que se joda.

Ambos se separaron de golpe y aún con su respiración algo ruidosa, Tae-Min tomó su móvil del trabajo mientras respiraba hondo para tranquilizarse. Una vez pudo sentirse sereno, contestó aquella llamada mientras Kim Jong-Hyun se quejaba entre dientes.

-Claro, presidente Park... Sí... Sí, por supuesto. En una hora estaremos con usted -fue lo poco que intercambió Lee con el presidente de la editorial, colgando por fin aquella llamada-. Jong-Hyun-sshi... Quiero decir, Señor Kim... He confirmado porque usted me dijo, así que-...

-Tranquilo, está perfecto. Iré a arreglarme y enseguida vuelvo contigo, Tae-Min -sonrió tan tranquilo como siempre y el menor solo atinó a pensar cómo es que él podía parecer tan sereno después de un momento tan... Tenso.

Pero por supuesto que Jong-Hyun no estaba sereno. Trató de irse lo más pronto posible del estudio, dirigiéndose a su habitación para darse un baño rápido -o quizá no tanto- y partir a aquel restaurante. Y aunque podía ser obvio, no deseaba que Tae-Min viese aquella erección que comenzó a formarse bajo su pantalón de mezclilla.

Pero le encantaba como el pequeño rubio había sido tan obediente de llamarlo Jong-Hyun-sshi cuando se hallaban ellos solos. Lee Tae-Min era tan obediente que le excitaba.

Sí, definitivamente el joven veinteañero le encantaba.

Los minutos transcurrieron con rapidez o al menos eso es lo que sintieron ambos. El rubio esperaba pacientemente a su jefe en la sala de estar, contestando otros correos o llamadas pendientes, al igual que contactando con el chófer de Jong-Hyun, quien ya los esperaba en la entrada de su penthouse. Lee consiguió tranquilizar su mente al pasar los minutos, centrándose mayormente en su trabajo pendiente y dejando -de momento- a un lado aquella tensa situación entre los dos.

Por otro lado, Jong-Hyun se había dado el mejor baño de su vida y es que haberse masturbado después de estar tan pegado a Tae-Min, por ahora, lo había hecho sentirse satisfecho.

Bajó a la sala de estar, abrochando su saco negro mientras su asistente se ponía de pie y, sin querer, le dedicaba una pequeña sonrisa.

-Señor, el chófer Yoon-Oh nos espera abajo -comunicó Tae-Min, abriéndole la puerta al azabache una vez que estuvieron listos.

-Claro, muchas gracias, Minnie -le llamó por aquel suave apodo antes de encontrarse con más gente.

Una parte de Tae-Min era consciente de que, dentro de su penthouse ambos podían parecer muy cercanos y sabía que eso sobrepasaba los límites de jefe-secretario, pero aún así, su corazón le gritaba que continuase de aquel modo un poco más.

Una vez ambos se hallaron dentro de la van que los transportaría, Tae-Min se concentró en su celular y Jong-Hyun escribía en su tablet, continuando su escrito. El chófer Yoon-Oh había colocado música relajante, la cual encantaba a Kim Jong-Hyun. El trayecto no era largo en si, pero tanto el secretario como Jong-Hyun deseaban progresar un poco más con sus trabajos, en especial porque el escritor en ese instante, sentía mucha inspiración.

Su atención se desvío un instante hacia el ido Tae-Min, quién recibía las luces rojas del semáforo que les anunció que debían parar un momento. Su cabellera rubia parecía haber cambiado de color y su clara piel se pintó de rojo ante la intensidad de las luces.

Jong-Hyun amaba ver su perfil así, tan ido; tan divino.

Sin embargo, su parte oscura lo hacía desear tenerlo en aquel cuarto personal suyo, el cual también poseía luces rojas que pintarían tan gentilmente esa blanca piel. Se mordió el labio inferior, deseando besarlo intensamente y tocar esos divinos muslos que se encontraban bajo su pantalón de vestir.

Oh, Lee Tae-Min se sentía como un llamado de la lujuria. Y es que, aunque él haya sido su inspiración para crear a Lee Tae-Yeon en su libro y Kim Jun-Hyung fuera el "demonio" de la historia, en la realidad era como si Tae-Min lo llamase a cometer el pecado.
Porque, aunque a Jong-Hyun no le importaba meterse con hombres o mujeres, era consciente que para el menor se sentiría como algo prohibido, ya que de no ser así, sabía que hace mucho tiempo ya habrían follado mil veces como dos desesperados.

Simplemente lo deseaba. Lo deseaba tanto que ya no creía soportarlo más.

[. . .]

Los días se habían convertido en dos semanas ya transcurridas desde aquel último acercamiento entre ambos. Tae-Min dio todo de sí mismo para intentar superarlo, pero hubo un día, en el cual después de volver del trabajo, sintió como una erección había crecido dentro de su ropa interior y agradecía infinitamente vivir solo, pues era consciente que el ruido era inevitable y su padre podría despertarse si escuchaba algo, ya que el señor Lee tenía el sueño ligero. Y al menos así, podía sentirse un poco menos culpable por lo que sentía, pues su mejor amigo Kim Jong-In, le contaba que sentir atracción sexual o romántica por un hombre era totalmente normal, que por ser él, no era diferente a la atracción de Jong-In con su novio Se-Hun.

Que debía vivir siendo libre. Y aún si sus padres lo rechazaban, él estaba volviéndose ahora un hombre independiente, lo cual lo dejaba pensando de sobremanera.

Por otro lado, Jong-Hyun intentaba concentrarse en su libro. El contrato había sido firmado, por lo cual el plazo para entregarlo había dado comienzo, pero esto no presentaba una mayor problemática para él, pues a decir verdad, Attracted to the devil era una historia que, si bien sus vivencias personales le servían como inspiración, también era una historia que venía planeando hace un buen tiempo, después de todo, sería irresponsable de su parte no llevarlo así, ¿No?

Pero algunas veces su mente divagaba en la figura de su asistente, en su mirada dulce y esos labios gordos que sentía como si lo llamarán, pero aún no se atrevía a acercarse de nuevo con el joven Tae-Min, porque no quería asustarlo, pero genuinamente dudaba de cuánto más podría soportar la tensión que se generaba entre ellos.

-Señor -habló Kim Ki-Bum, su asistente principal, atrayendo la atención de Jong-Hyun-. Sé que últimamente le he pedido demasiados permisos, pero-...

-Si se debe a Min-Ho, no te preocupes, Ki-Bum-ah -se adelantó al hablar el moreno-. Entiendo que últimamente es muy importante estar junto a él, así que puedes irte.

El de ojos afilados sonrió apenado, haciendo una gran reverencia mientras le agradecía infinitamente su comprensión.

-No se preocupe, sabe que Tae-Min está ahora más que capacitado para cualquier cosa que pueda pasar -añadió con una sonrisa, la cual contagió al escritor-. Entonces me debo retirar. Nuevamente, le agradezco su infinita comprensión, señor.

Jong-Hyun se despidió de su asistente principal con una sonrisa y este tras agarrar sus cosas, se retiró del penthouse con rapidez. Kim Ki-Bum era un viejo amigo de la adolescencia y, por supuesto, alguien en quién confiaba mucho, por ello una vez Jong-Hyun comenzó a ganar fama, de inmediato se contactó con él para convertirlo en su asistente.

Solo que esta vez, él guardaba lo que se sentía como una tentación prohibida. Porque principalmente sentía que Tae-Min era muy joven, pues él tenía treinta y tres, mientras que él rubio, veintidós.

Pero tal vez, era momento de intentarlo. Y si Tae-Min lo alejaba, sabría que es momento de detenerse.

Prosiguió con su trabajo, perdiéndose en su imaginación por completo mientras sus dedos presionaban las teclas que narraban aquella historia llena de drama, sexo y el bajo mundo. No podía negar que escribir siempre fue su pasión y desde pequeño soñó con volverse un famoso escritor, lo cual, gracias al destino, lo estaba logrando poco a poco.

Sus ojos se encontraban centrados por completo en la pantalla, así hasta que la puerta sonó con dos suaves golpes, conociendo ya ese característico sonido con el cual Tae-Min pedía permiso de entrar.

-Adelante -respondió sin dejar de mirar su laptop hasta que el joven se adentró en su oficina y una vez lo tuvo frente a él, extendiendo unos documentos, lo miró fijamente.

-Son las diversas propuestas de promoción, señor-... Quiero decir, Jong-Hyun-sshi -se corrigió de inmediato, sabiendo que, de nuevo, solo eran ellos dos en aquel enorme penthouse.

-Gracias, Minnie. Justo Ki-Bum me avisó que en cualquier momento llegarían -una suave sonrisa decoró sus labios, procediendo a lamerlos cuando el contacto visual volvió a generarse.

Tae-Min se mordió el labio inferior, desviando la mirada hacia sus manos, pero pronto el mayor lo llamó- ¿Qué ocurre, Minnie?

-No... No es nada, Jong-Hyun-sshi -dudó un par de segundos considerando en responder o no-. Es solo que... La última vez...

-¿Te incomodó? -se adelantó a la respuesta del nervioso secretario, levantándose en un instante-. Lo siento mucho, Minnie. Si te ha incómodado, no volveré a-...

-¡No! Quiero decir, no, no es así -rapidamente lo detuvo, soltando la carpeta que cayó en el escritorio, agitando sus manos frente su pecho-. No era lo que quería decir, solo que, de algún modo, no podía dejar de pensar en ello. Y quisiera saber si usted está jugando conmigo, Jong-Hyun-sshi.

El semblante de Jong-Hyun pronto cambio, a uno lleno de sorpresa y en cuestión de segundos, a uno preocupado. ¿Para Tae-Min se sentía de ese modo? ¿Tan patán se veía?
Y aunque, si bien al principio el rubio le gustó meramente para hacerlo suyo, conforme fueron conviviendo y vio su adorable torpeza al inicio, sus muecas de disgusto cuando se equivocaba con cosas que podían parecer obvias o los pequeños berrinches que pudo escuchar que el joven hacía delante de Ki-Bum, fueron lo que lo hizo sentirse atraído poco a poco por él.

Eventualmente ese deseo de follar con Tae-Min se convirtió también en un deseo romántico. De besarlo después de hacerlo suyo; deseaba también mimarlo, cuidarlo y tomar su pequeña mano.

Le gustaba. Lee le gustaba demasiado.

-No, Tae-Min. Jamás lo hice con intenciones de jugar contigo -dio inicio a su explicación, acercándose más al contrario, quién no se movió ni un centímetro-. Debo confesarte que en un inicio solo me gustaste físicamente, pero conforme estuve cerca tuyo, las cosas cambiaron... Tú me gus-...

Y por segunda vez, sus palabras fueron cortadas por un beso. Un beso torpe y fugaz, pero dulce.
Los labios de Lee Tae-Min se posaron sobre los suyos con suavidad, temiendo chocar de golpe pues el menor era todo un inexperto. No era su primer beso, por supuesto, pero era consciente de que Jong-Hyun ya era un hombre más experimentado y él solo un joven adulto.

Se separaron y sus ojos se conectaron, mirándose fijamente. Las mejillas del rubio se tiñeron de carmín en tan solo unos segundos mientras él juraba que los latidos de su corazón se escuchaban por la habitación. Por otro lado, Jong-Hyun estaba ido, procesando un momento aquel beso tan suave, porque así se sintieron los labios de Lee Tae-Min: llenos de suavidad.

En aquel momento, las palabras estaban de sobra. No hacía falta seguir confesandose para dejar más claras las cosas, pues el mayor solo tomó fuertemente la cintura del más joven, pegando sus pelvis y, finalmente, besándolo con aquella necesidad que tanto sentía desde hace mucho tiempo.

El beso por parte del menor era torpe, pero aquello era lo que menos le molestaba a Jong-Hyun, aunque a él sí, pues deseaba poder llevarle el mismo ritmo pero en ese instante le era difícil.
Una vez ambos cortaron el contacto de sus bocas, Kim le dio una mordida -no muy fuerte-, tirando de su labio con ligereza mientras él contrario suspiraba.

-Eres tan hermoso, Tae-Min-ah -susurró cerca de su boca y pudo sentir como este se estremecía mientras sus manos invadían por debajo de su ropa, acariciando gentilmente su cintura y torso-. Te he deseado desde hace tanto.

-Yo... Yo también, Jong-Hyun-sshi. Pero por la religión... Estaba dudoso -admitió tímido, relamiemdose los labios cuando el pulgar del mayor rozó su pezón y un suspiro nuevo salió, despejando su mente por completo.

-Por ahora solo llámame Jong-Hyun, Minnie -fue su respuesta contra los labios del rubio, volviendo a besarlo mientras lo empujaba contra el escritorio, subiendolo en el mismo y acariciando sus muslos, los cuales se tomó la libertad de apretar con fuerza.

Tae-Min volvió a gemir, sintiendo la sensibilidad de su menudo cuerpo bajo las manos de Jong-Hyun, las cuales eran grandes para él, pero eso de algún modo le encantaba.

Sus corazones latian al mil por hora, sus respiraciones eran algo aceleradas, especialmente la del inexperto Tae-Min, pero oh, sentía su cuerpo siendo recorrido por tanto placer, nervios y emoción, que juraba iba a explotar.

-A la mierda la religión, Minnie. Solo déjate llevar; permíteme mostrarte el rojo de la pasión. Permíteme llevarte a esos límites que Dios quiere impedirte.

Y solo aquellas palabras bastaron para volver a besarse con tanta pasión, recorriendo sus cuerpos hasta que el acto pudo ser culminado.

Ninguno de los dos podía desear más.





❀ ꒰ ੭' - - - - - - - - - - - ♡ೃ

CREO, creo que es mi o.s más largo hasta ahora. Honestamente disfruté mucho escribirlo ye gustó intentar dejarme llevar con un nuevo tipo de narrativa; quiero creer que voy mejorando.

Espero lo disfruten. Planeo editar casi todos mis proyectos, incluidos O.S, pero estaré avisando de eso próximamente ^^

Gracias por leer. Si votas y comentas me harías muy feliz 🤍

Happy 15th anniversary, shawols!

1. 씨 (shi)
Cuando lo añades a un nombre, esto significa Sr./Sra./Srta.

2. 아 (ah)
Estos sufijos se agregan para enfatizar si estás llamando a alguien.

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