Capítulo II

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AU ; Alternative Universe
NO APTO APTO PARA TODO PÚBLICO
+18)














































Parece que se le olvidó que siempre
cumples lo que dices, ¿Cierto?









La culpa de las mentiras y el secreto le torturaban la cabeza, llevándolo casi a un abismo que parecía peor que el infierno. Constantemente pensaba en lo que hacía, el por qué y si sería justificación válida para lo que le estaba haciendo a Hwang Hyunjin —persona que se suponía era el amor de su vida, o algo muy cercano a lo que seguro aquello significaba—, porque uno no le miente a quien quiere, ¿verdad?

Dios, eres una mala persona, Christopher. Pensó en lo que terminaba de ponerse la camiseta negra de manga corta. Eres una pésima, pésima persona. ¡Le éstas mintiendo!

Pero tenía un motivo, y eso servía como respaldo para defenderse, ¿verdad? Todo lo hacía por un bien, estaba ayudando al menor y con ello quitaría un peso sobre los hombros de ambos. Hyunjin estaría a salvo y libre de cargas; y él, Christopher, viviría tranquilo sabiendo que cuidó de su novio como debía.

Sí, sin duda aquello justificaba su actuar.

Verdad, ¡verdad! No tengo que sentirme tan culpable, Hyunjin lo entenderá.

Suspiró, pensando en cuán magnífico sería que aquello pasara realmente porque, de no ser así, las cosas se pondrían peor de lo que pudieran llegar a ponerse y todo se iría por el caño, directo al infierno del cual nunca salió. Aunque tenía cierto presentimiento que le revolvía el estómago desde que vio a Yem hace unos días atrás. El tiempo pareció irse volando y en menos de lo que esperaba ya se hacía el momento de reunirse con el chico; lo odiaba porque aquello también era una mentira y secreto más que agregar a su lista con la única diferencia de que esta, a comparación de las demás, no tenía respaldo.

Y eso lo convertía en lo peor de la lista. No tenía forma de compadecerse de sí mismo, ni motivarse para calmar el cargo de conciencia que tenía a cada rato.

Miró la hora en el celular. Eran las dos apenas, y aquel sábado parecía tener un clima agobiante, casi podía jurar que veía las llamas del infierno abrirse paso por todo lados para atraparlo, quemarlo y llevarlo a...

Basta. He pensado mucho en el infierno en menos de una hora. Pensó acariciando su frente.

Guió de nuevo su atención al celular para buscar la conversación con Yem; anotaría la dirección del lugar a donde iría en una hoja aparte para luego borrar los mensajes entre ambos, así correría menos riesgos de que Hyunjin viera la conversión de los dos y diera a malos entendidos.

Pero entonces cuando guardo el papel con la dirección en uno de los bolsillos del pantalón, Hyunjin le habló usando un tono curioso, confundido incluso.

—¿A dónde irás?—preguntó.

Y claro, ¿cómo no estarlo?

Dos de la tarde. Sábado. Verano.

Aquello eran características perfectas de un día en el cual Christopher no saldría, en lo absoluto. De hecho, ¡los fines de semana él mismo se rehusaba a salir! Prefería quedarse en casa, descansar y esperar a que Hyunjin fuese quien volviera de salir o algo por estilo, pero ahora que aquello parecía romperse un poco... Que Hyunjin no tuviese curiosidad, aquello sí hubiese sido raro; peocupante, incluso.

Entonces, con aquella vocecita hablándole en la mente y recordándole lo desgraciado que era, Christopher volvió a mentir:

—Saldré a ver algunos detalles del trabajo, me han llamado para que vaya—dijo evitando mirarlo a los ojos pero disimulando al buscar sus llaves.

—¿Cuándo vuelves?

—No creo tardar mucho.

No lo vio, pero estaba seguro que Hyunjin dudaba de lo que decía. Su confianza en ello iba de cien en cien, pero no sabía si agregar más detalles o no la mentira ayudaría. Mordisqueo su labio, inquieto, y guardo las llaves junto al papel.

Y si... ¡claro! Eso siempre lo calma.

—Puedes, ya sabes, llamarme cualquier cosa o hacer facetime si sucede algo—dijo, esta vez volteando a mirarle.

Recordarle aquello pareció calmar al menor, pues solo asintió luciendo más relajado que antes. No le creía del todo, aún, pero al menos lo hacía un poco más ahora que tendría cómo comprobar su coartada.

Un silencio se instaló entre ambos, algo tenso e incómodo. No sabía qué decir, o si quiera si debía decir algo, o si debía irse ahí, o...

—Sabes que no me gustan las mentiras ni los secretos, ¿verdad, Channie?

Claro, claro, y aún así lo hace. ¿No es un novio genial? Hace ambas cosas, te usa de pretexto para traicionarte y...

—Sí, lo sé—respondió cabizbaja.

¿Acaso Hyunjin sospecharía? Sabía que no le creía del todo, pero esperaba que haberle presentado la opción del facetime o llamarle le hubiesen calmado.

Tragó saliva.

De repente, sintió una caricia suave en la mejilla; era cálida, de esas muestras de afecto que recuerdan a casa, a la familia y a la primavera cuando el invierno desaparece. Era de esas caricias que se graban en la memoria de un niño, que cuando dejan de estar todo se desvanece y...

Basta.

Aquella calidez que trajo todo tipo de pensamientos desapareció, y los mismos dedos que trataron con cariño su mejilla ahora le tomaban con firmeza la barbilla. La mirada de Hyunjin sobre sí le causo un malestar, el mismo con que el había estado lidiando todo este tiempo... No, Hyunjin no lo causó, él lo había hecho, ahora se sentía peor que antes simplemente.

—Perfecto, entonces—dijo—, porque entonces sabes que no toleraría ninguna de esas dos cosas viniendo de ti, Channie. Si me quieres no lo harías, porque yo te no lo hago.

Christopher no era idiota, sabía con quién se reuniría y por ende sabía que si vería Lee Yem, este traería consigo a un conocido que sería capaz de matarlo. Por ello buscó por Internet la dirección a la cual iría antes de salir, así se aseguró de que no fuese un lugar tan solitario como para ser el escenario perfecto para que Lee Felix le matara y no dejara rastros de él; terminó viendo que era una calle repleta de tiendas y algunas restaurantes.

Nada sospechoso, aún, porque realmente no se fiaba del acompañante que estaba seguro que llevaría Yem. El tiempo hacía muchas cosas en diferentes personas: a algunas los curaba, a otros los mataba. Christopher estaba seguro que a Felix el tiempo le había subido las ganas de llevarlo al segundo grupo.

Cuando llegó estuvo a punto devolverse a su hogar, esperar a Hyunjin e ignorar por el resto de su vida a Lee Yem, al otro y a quien sea. Poco le estaba importando la deuda que se puso a sí mismo en el preciso momento en que pidió...

Quería huir.

Pero supo que aquello había dejado de ser una opción en el preciso momento en que Yem apareció en su campo de vista, luciendo feliz de verle y trayendo a su lado a un Lee Felix muy enojado; aunque el más bajo no parecía notarlo, Christopher pudo diferenciar las ganas que tuvo el mayor por estrangular a su compañero.

Mordisqueo su labio al sentir que la situación iba a empezar a ahogarle. Con suerte, podría pasar media hora ahí y luego fingir que algo importante había surgido, aunque tampoco estaba seguro que los Lee fuesen a dejarle ir tan fácilmente.

—¡Chris, sí has venido!

Sonrió forzadamente, sacando una de sus manos de uno de los bolsillos de su chaqueta para moverla en modo de saludo; la otra estaba escondida, pues sus propios dedos de movían y apretaban entre sí con fuerza. Estaba nervioso, casi podía recordar sus días de escuela, cuando debía hablar frente a todos los compañeros, aunque esta situación era casi mil veces peor.

—Yem—dijo a modo de saludo, dirigiendo luego su mirada hacia el rubio; entonces, una piedra pareció estancarse en su garganta y su sonrisa tembló, no obstante, Christopher mantuvo la compostura y yendo contra sí mismo, pronunció el nombre del contrario:—Felix, hola.

Un asentimiento, solo un maldito asentamiento recibió. Todo se detuvo en su cabeza por un instante.

¿Acaso Felix no querría matarle luego de la disputa que hubo entre ambos? Era posible, claro, tan posible como que hubiera una nevada en invierno, pero aún así no había sentido. Felix estaba enojado, lo quería matar... ¡Él mismo lo dijo!


Parpadeo incrédulo y por un momento creyó ver el indicio de una sonrisa burlona, pero solo se topo con Felix indiferente ante él.

—¡Lix apostó a que no venías! Le dije que sí lo harías.

Felix rodó los ojos con hastío.

—Pero el tonto no me creyó... Parece que se le olvidó que siempre cumples lo que dices, ¿Cierto?—La pregunta inocente de Yem le abofeteó.

Inconscientemente, su cuerpo dio alerta de ello al ponerse tenso. Esperaba que nadie lo notara, especialmente Felix quien, más allá de haberle dado una mirada rápida, pareció ponerse de un mal humor.

Bullshitmurmuró—. Como sea, ¿Seguirás haciéndome perder el tiempo, o finalmente iremos?—Preguntó harto, pero con tienes de enojo que nadie podía quitar.

—Claro, abuelo. Se me olvida que debes tomarte la pastilla, mejor hay que darse prisa—contestó burlón para después empezar a caminar, haciendo una seña a Christopher para que le siguieran.

Mirando mejor la calle a su alrededor, Bang notó que era una zona donde mayormente habían tiendas de comida y algunas otras de ropas y productos de belleza. Todo estaba despejado y sorprendentemente solitario, la única persona que había visto hasta el momento había sido un señor mayo vestido con una chaleco amarrillo fluorescentes al lado de la vereda, usaba escoba y algunos otros utensilios de limpieza con los cuales recogía la poca basura que habían en los alrededores.

De verdad lamentaba mucho no haber escuchado a Yem el otro día.

Al frente suyo los cuerpos de Felix y Yem no tardaron en formarse, uno pegado al otro debido al agarre que el Lee menor mantenía en el brazo del pecoso. El pelinegro parecía hablar interesado en algún tema, profundamente concentrado en explicarse mientras el contrario se limitaba a escuchar manteniendo un rostro serio.

Por un momento, Christopher recordó el primer día en que conoció al rubio, trayendo consigo a su cabeza el día en que la sonrisa de Lee Felix murió.

¡

Gracias por leer! ♡

—Shadow.

• ¿Cuál es la canción con la que conocieron a los chicos? Tengo la ilusión de algún día poder interactuar con algunos lectores, así que iré dejando algunas preguntas. 🏃‍♀️💃

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