Capítulo 7: Desliz

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"Decidí enamorarme de la vida, es la única que no me dejará sin antes hacerlo yo"
Pablo Neruda.

Aidán estaba sentado en la silla del escritorio observando su guitarra, pensando en la de Alice. De un instante al otro su mente empezó a producir una escena muy agradable para sus emociones, ellos tocando sus canciones bajo el manzano del Parque del Sol donde se despidieron.

A fin de cuentas las compuso por y para ella. No le molestaría compartirlas.

—Buenas noches—saludó una voz que se le estaba volviendo familiar.

—Aidán, mira quién ha venido a hacernos unos propuesta—expresó Percival. 

Aidán llevó su vista a la puerta y bajo el umbral se encontraban Carlos junto a Percival,  superficiales sonrisas adornaban sus rostros.

—¿Qué tal Carlos? ¿Qué propuesta es esa?—preguntó con curiosidad.

—Esta noche inaguran un nuevo club, muy cerca de aquí. Vine a invitarlos a pasar la noche y de paso celebramos que nuestra chica está de vuelta a casa y en camino a la recuperación.

Aidán pensó que desde que llegó al pueblo no había tenido tiempo de recrearse, esa noche era la indicada para hacerlo. Las cosas iban bien.

—Sí, vámonos de fiesta—expuso. 

A fin de cuentas merecía despejar su mente un rato y divertirse con sus nuevas amistades. Desde que llegó a la ciudad se había pasado los días viajando del hospital a la casa solamente.

***

Los tres chicos llegaron al club y rápidamente Aidán se adaptó a las luces color neón y el alto volumen de la música que llenaba la estancia. Al pasar unos minutos en el interior se dió cuenta de que la música provenía de un pequeño escenario de karaoke dónde varias personas se animaban a cantarle a la multitud presente en el lugar.

En su interior creció una emoción indescriptible por subir al escenario y hacer lo que tanto le gustaba, cantar.

—Quisiera participar en el karaoke—le informó a los chicos que lo acompañaban.

—Ve allí y haz la fila.

—Nosotros te animaremos desde la barra—expresó Carlos y arrastró a Percival con él.

La canción que sonaba por los altavoces terminó y las chicas que estaban encima del escenario bajaron dejándole la vía libre.

Los latidos del corazón del chico empezaron a latir desenfrenados por la adrenalina que se instauraba en su pecho por cantar frente a tanta gente.

Por los altavoces empezó a sonar la canción “Tarde” de Morat.

¡Que casualidad! Esa canción iba perfecta con su estado sentimental actual.

Inició la letra de la canción y la voz de Aidán se empezó a escuchar gracias al micrófono.

Una sonrisa apareció en sus labios al ver que la multitud se encontraba pendiente del escenario donde estaba y cantaban a coro la canción. Ese acto causó que todas las inseguridades desaparecieran de su mente y se llenara de total confianza para seguir cantando.

Luego de unos pocos minutos la canción llegó a su fin, por lo que su voz dejó de escucharse.

—Gracias por acompañarme a cantar—expresó al público.

—¡Otra! ¡Otra!—gritaban varias personas.

Aidán paseó la vista por el lugar y los gritos de la multitud lo convencieron.

Carlos lo observaba sonriente desde la barra. Se había ganado al público con solo una canción. Ese chico estaba hecho para cantar. ¿Cómo no podía darse cuenta de eso? Cuando Carlos paseó su vista por el local reconoció a Marcio, estaba en una esquina hablando con una chica.

¡Oh no! ¡Eso no podía estar pasando de nuevo!

Marcio empezó a caminar junto a Camila, una compañera de la facultad de Carlos y Alice hacia la zona de los baños.

Carlos abrió grandemente los ojos sorprendido, ya no escuchaba la voz de Aidán que seguía cantando desde el escenario. Solo podía ver la próxima traición de Marcio a su novia.

—Debo irme—le informó a Percival.

Sin esperar una respuesta de su parte empezó a caminar apresurado por salir del club. Cuando el frío aire de la noche lo golpeó, sacó el teléfono del bolsillo trasero del jean y marcó el número de Ellie.

Ellie estaba durmiendo y su teléfono en silencio descansaba sobre su mesita de noche. Por lo tanto, no atendió la llamada de su amigo, pero al día siguiente sabría el motivo cuando se le ocurrirera la idea de salir al jardín y cortar nuevos tulipanes amarillos para sustituir los del jarrón de la mesita de noche de su hermana.

Cuando Ellie iba a abrir la puerta principal de la casa, se detuvo al escuchar dos voces que conocía a la perfección.

Marcio y Camila al parecer estaban discutiendo. Ellie podía imaginarse de qué iba.

—¿Qué se supone que haces aquí?—le preguntó él.

Parecía molesto por su presencia.

—Supe que mi mejor amiga está de alta médica, por lo que vengo a visitarla—se limitó a responder Camila.

—Márchate, no es el momento.

—¿Y desde cuándo tu decides cuándo es el momento adecuado para venir a visitar a mi amiga?—le reclamó.

—Desde que nos acostamos. No podemos estar en el mismo lugar al mismo tiempo—dijo Marcio en un susurro.

Ellie al otro lado de la puerta se llevó sus manos a su boca para controlarse las ganas de salir al exterior y gritarle unas cuantas barbaridades.

¿Cómo habían sido capaces de volver a traicionar a Alice? Ellie en el fondo sabía que Marcio era un chico demasaido egoísta, y debió haber pensando que volvería a cometer el mismo error que en el pasado para descargar la frustración que le causaba la idea de que Alice lo hubiera olvidado.

—Deja de ser tan cobarde. Nadie nos vió en el bar anoche. Solo tú con tu actitud puedes delatarte.

—No Camila, por favor—le suplicó él. 

—No vas a hacer que cambie de opinión. Vine a ver a mi amiga y hasta que no lo haga no me voy a marchar—demandó Camila pareciendo muy segura de sus palabras.

¿Cómo podía seguir diciendo que Alice era su amiga?

—Eres muy falsa tú—empezó a decir Marcio—. Dices que Alice es tu mejor amiga y finges estar preocupada por su estado, pero anoche no te acordaste de ella cuando te acostaste con su novio.

—Tú no tienes el derecho de hablarme así porque lo mismo pasa contigo—espetó.

—¿Te has vuelto loca? Habla más bajo o podrían escucharnos. ¿Eso es lo que quieres?—le preguntó alterado. 

—Eso tenías que haberlo pensado antes de armar todo este espectáculo.

—Estoy arrepentido de lo de anoche. Olvida que algo volvió a suceder entre tú y yo—confesó.

Siempre era lo mismo con Marcio, actuaba por impuslo y luego no tenía el valor de afrontar las consecuencias. Era un cobarde y esa vez Ellie no lo cubriría con su hermana.

—¡Que fácil es arrepentirse cuando ya pasó la diversión del momento y empiezas a ver las consecuencias de tus actos!—exclamó.

—Solo quería despejar la mente y olvidar la situación por un momento—expresó con un tono de voz cansado.

—¿Lo lograste?—le preguntó Camila—. Entonces, cómo con mi compañía te olvidas de los problemas y yo me divierto mucho, te propongo algo.

Marcio debió asentir con la cabeza.

—¿Qué sugieres?—preguntó Marcio.

—¿Qué te parece si desaparecemos de la vida de Alice ? Nos vamos a otra ciudad tal vez, dónde solo estemos nosotros y nos disfrutamos.

¿Cómo se le ocurría algo así?

—Camila, ¿no entiendes? Si me puse paranóico cuando te vi y te pedí que te marcharas es porque tengo miedo de perder a Alice, porque no quiero que un desliz de una noche afecte mi relación. La respuesta a tu propuesta es no. Cuando Alice se cure de su amnesia volveremos a estar juntos como antes.

—Debías haber pensado en eso antes—insinuó Camila.

—¿Qué me quieres decir con eso?

—Que algún día Alice se enterará de que le fuiste infiel por no ser capaz de sobrellevar la situación por la que estaba pasando. Entonces la relación que supuestamente quieres cuidar se habrá ido a la basura.

Ellie consideró que ese era el momento adecuado para sorprender a los amantes. Giró el pomo de la puerta y cuando esta cedió a ella, apareció en el campo de visión de ambas personas que estaban en el porche de su casa.

—Ese día es hoy—expresó con tono gélido.

Marcio y Camila tenían un semblante que irradiaba puro temor, y ese sentimiento en ellos incrementó luego de la mirada asesina que la gemela les lanzó.

Camila, al parecer no pudo soportar y salió corriendo en dirección a la calle. Cuando desapareció del campo de visión de Ellie, ella soltó una carcajada de ironía.

—Tan cobardes los dos. Hasta se merecen.

—No. Ellie. Déjame explicarlo.

—Lo escuché todo Marcio. No hay nada que explicar. Vete y nunca más regreses. No te quiero volver a ver cerca.

—Por favor, Ellie.

—Vete—demandó molesta.

A Marcio no le quedó otra opción que recurrir a su último recurso.

—Ya lo entiendo. Quieres dejarle el camino libre a Aidán, para que pueda estar con Alice.

—¿Qué dices?—le preguntó incrédula—No te compliques la vida. Acaba de marcharte.

—Me voy a ir. Pero volveré—anunció Marcio alejándose por el pasillo entre las flores.

—Más te vale que no—dijo su última frase la chica.

Ellie se sentó en las escaleras del porche de la casa, necesitaba pensar y calmar la furia que contenía en su interior.

¿Cómo le diría a Alice al recuperarse, que su novio la traicionó, que actuó como un adolescente inmaduro dejándose llevar por el despecho?

¿Cómo le diría que le prohibió volver a acercarse a ella?

Su pobre hermana, iba a sufrir mucho cuando recuperara su memoria y se diera cuenta de que su entorno estaba vuelto al revés. Ellie sabía que se culparía al ser consciente de que todo empezó a suceder a raíz del accidente que sufrió.

Y no quería eso.

Ellie se hizo una pregunta internamente, a la cual no le encontró respuesta. ¿Por qué le sucedían tantas cosas desagradables a una persona maravillosa, alguien que no merecía tanto sufrimiento?

Ellie agarró su teléfono del suelo, donde lo dejó al sentarse y marcó el número de Carlos, al segundo timbre el chico descolgó la llamada.

—Carlos, necesito que nos reunamos con Emma.

—¿Sucedió algo?—preguntó alarmado.

—Es sobre Marcio—le avisó—¿Podemos vernos en tu casa?

—Sí, ya Emma está aquí—le informó.

¿Qué hacía Emma en casa de Carlos? Ya tendría oportunidad de preguntarles.

—Está bien, en unos minutos llego—avisó y colgó la llamada.

Ellie se adentró a la casa y buscó a su madre.  La encontró en la habitación de Alice sentada en la cama leyendo un libro, mientras Alice leía los títulos de los que tenía en su estante.

—Madre, iré a casa de Carlos—le informó en un susurro para que Alice no escuchara.

Si lo hacía, preguntaría quién era Carlos y se frustraría por no recibir una respuesta.

—Está bien. Te espero aquí para el almuerzo.

Ellie salió de la casa cerrando la puerta principal a sus espaldas y empezó a caminar hacia la casa de su amigo. Luego de quince minutos llegó y se encontró con Carter en la entrada.

—Buenos días—lo saludó.

—Buenos días Ellie. ¿Cómo ha seguido tu hermana?—le preguntó el médico .

—Bastante bien.

—Hoy en la tarde empiezan las consultas.

—Sí, mi padre la llevará al hospital.

—Está bien.

Se despidieron y  al tocar a la puerta de la casa, le abrió Carlos.

—¿Qué sucedió? Nos tienes nerviosos—confesó Emma.

—Marcio le fue infiel a Alice con Camila—dijo Carlos.

Ambas chicas se quedaron confundidas por lo que dijo.

—¿Tú lo sabías?—le preguntó Ellie.

—Anoche estaban juntos en el club. ¿No viste mi llamada perdida?

—Sí.

—Te llamé al instante para contarte. ¿Cómo lo has sabido tú?

—Los muy imbéciles estaban en el porche de mi casa discutiendo sobre eso.

—No lo toleraremos de nuevo—habló Emma.

—Esta vez tenemos que decírselo a Alice—reconoció Carlos.

Ellie se encogió de hombros en su lugar.

—Le dije a Marcio que no lo quería ver más nunca cerca de mi hermana.

—¡Hiciste bien!—exclamó Carlos.

—El punto es que si Marcio no va a volver a acercarse a ella, cuando recupere la memoria podemos decirle que se fue sin dar explicaciones. No hay necesidad de hacerla sufrir contándole del desliz.

—No Ellie, no volveremos a hacer eso. Tenemos que explotar la burbuja en la que tenemos encerrada a Alice. Nosotros no queremos que sufra y se decepcione de las personas que la rodean, pero tiene que saber la verdad. A fin de cuentas es su relación y nosotros somos intrusos que nos estamos entrometiendo.

—No debí haberle dado una segunda oportunidad a Marcio—expresó arrepentida.

—Tranquila, no te culpes. Fue una decisión que tomamos entre los tres—le recordó Emma.

—¿Entonces cuándo Alice se recupere le diremos la verdad?—les preguntó Ellie con la esperanza de que se arrepintieran de la decisión de contarle.

Temía mucho que su hermana se desestabilizara emocionalmente.

—Sí, lo haremos.

—Al menos tendrá a Aidán a su lado. De seguro se le hará más fácil sobrellevarlo.

Aidán impediría que Alice sufriera, eso planearon ellos.

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