Capítulo 11: Sigues tu, Bruja.

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La mañana resplandeció cálida a los ojos violaceos de Shura, que la esperaba impasible, había jugado toda la madrugada con los cordones de sus botas. Las cuales había ganado apostando contra uno de los esclavistas en el Combate del Aullido.

Había aprendido bastante rápido como defenderse, la cuestión de estar alerta todo el día al estar desprotegida había sido la excusa de su cuerpo para mantenerla viva. Técnica que muchas veces le resultaba contraproducente.

Pero aquella mañana en el campamento fué distinta, la muchacha no sabía si era por su instinto quemandole las manos, las sombras corriendo por la jaula o por el anormal crecimiento de su versátil furia contra todo ser vivo de "Los Lobos".

-¡Carne fresca! ¡Carne fresca! ¡Carne fresca!

Los gritos estremecieron la tierra, aquellas dos palabras eran solo casuales cuando nuevos esclavos llegaban al campamento. Cientos de cabezas peludas como pelusas desgarbadas espiaron desde las rejas tabladas de las caballerizas. Shura y Eliphas no fueron la excepción que se levantaron como pudieron y enganchando sus dedos en las cadenas miraron por los agujeros de su cárcel compartida.

Alfa camino al trote de siempre hacia la entrada, detrás de él, guerreros apremiados con caballos de cascos embarrados. Beta ya se encontraba al lado del mercenario que conducía la caravana y mantenía una acalorada conversación. Los esclavos salían en fila de a poco, a un ritmo más apresurado del habitual.

-Tienen miedo de estar dentro de la caravana- opinó Eliphas.

-Eso no tiene sentido, deberían temer a salir.

-Esto pinta extraño, bruja- Shura solo asintió mientras observaba al lider calar su abano de espuma de mar.

Un grupo de Lobos conducían a los nuevos esclavos despavoridos atados en fila a paso apresurado. Lo extraño de la situación era que Alfa, Beta y los demás seguían en la entrada mientras que la cortina de la caravana seguía abierta de par en par. Todos estaban tan advertidos de lo que fuera a pasar que Shura no pudo evitar sentir aquella punzante curiosidad que la llevaba a querer traspasar las cadenas y correr a la salida para mirar.

Las sombras yacían apiladas comicamente unas sobre otras sobre la muchacha, también carcomidas por la ansiedad y curiosidad.

De pronto, del fondo de la caravana salió un hombre tan pálido que la propia Shura se preguntaba si acaso conocía lo que era el sol. Tenía las muñecas atadas con aquellas precarias esposas tan rudimentarias que usaban los esclavistas. Apenas era cubierto por unos pares de cueros y telas desgarradas, dejando su reluciente piel cadavérica a la vista, una piel atravesada por unas problemáticas vetas plateadas.

Era sin lugar a dudas un Nokten.

El Nokten más raro que jamás había visto.

-Lo van a matar- Afirmó Eliphas apenas vio como Alfa desenvainaba su espada de hoja curva.

-¿Tu crees?- se preguntó Shura mientras el muchacho brujo se volvía a recostar en su auto denominado rincón de pared dibujada.

-Me repugnan los decapitamientos.

De pronto un grupo de Lobos lo comenzaron a golpear sin piedad alguna, ya a la distancia sin poder notar ni un centímetro del esclavo. Alfa tan veloz como había enarbolado su espada la había guardado, ¿la razón? Desconocida.

-No lo mató- Al instante Eliphas estaba a su lado, rodeandola junto a todas las otras sombras expectantes.

-¿Qué?

-Mirá- señaló al grupo de Lobos que lo arrastraban como un monigote de trapo viejo, sus pies trazando surcos en el barro hasta la estaca alta del patio. Lo ataron con las mismas sogas que usaron para Shura y según le había contado su compañero de celda, también con el.

-Si lo llevaron al poste, será porque es muy peligroso...

-Alfa esta perdiendo practicidad, para ser el fiero lider de Los Lobos, no asesina a los posibles enemigos de su dominio- Le susurró la muchacha al chico, mientras un guerrero cuidaba el borde de las caballerizas.

-Solo perdona vidas desde que...- se detuvo a pensar un instante- De hecho, desde que llegaste tu al campamento Bruja.

Shura guardo silencio, analizando las palabras de Eliphas, la habían golpeado como un martillazo en el pecho.

Con la llegada del mediodía, el Combate del Aullido sacó a sacudidas a la joven de su aprisionamiento. Al salir de la jaula de cadenas que la aislaba solamente con el brujo dos guardias la escoltaron como siempre. Pero ella, aprovecho para mirar furtivamente a la nueva adquisición del campamento. Aquel misterioso Nokten Nuk.

Estaba parado, aún todo golpeado, ella no lo había visto arrodillarse. Tenía todo el torso descubierto, blanco y violeta lo traspasaban a contraluz. Las vetas en sus brazos eran plateadas pero por alguna razón no llevaba el característico tatuaje que solía ver en los Nokten Nuk, allí en el abdomen bajo. El cabello albino le cubría el rostro y apenas una sutil barba le acariciaba el mentón.

Fué un segundo, un momento, un cuarto de instante.

El bárbaro alzó la cabeza y atrapó la mirada de Shura, unos iris grises casi trasparentes se consumaron con unos púrpuras como las violetas de plena primavera.

Un guardia la empujó y el contacto se interrumpio, ella le gruño en respuesta y el Lobo alejó la mano.

Al llegar al cuadrilátero, el presentador ya estaba a los gritos. El cielo estaba garuando aquella insípida cortina que picaba la piel. Apenas Shura apoyó sus botas en la zona de combate y su peso cedió al suelo barroso. Su oponente pasó por lo mismo pero con mayor intensidad al deslizarse hasta rozar sus rodillas con el suelo, las palmas ya estaban mugrosas por la tierra empapada.

-BIENVENIDOS A TODOS AL TAN ESPERADO... ¡¡¡COMBATE DEL AULLIDO!!! ¡Señores hoy tenemos a quien todos querían apostar! En la esquina Este tenemos al grandote favorito del grupo -Los clamores victoriosos de Los Lobos ensordecían el raciocinio más calculado, siendo que seguramente los más débiles ya habrían perdido la capacidad de discernir en sus más tranquilas decisiones.

-Con ustedes... ¡¡¡ALESSANDRO EL CRUEL!!!- Las bolsitas con nipios Iustiquianos eran lanzadas con locura y avaricia en su afán de apuestas. Las monedas de cobre eran las únicas a las que se podía acceder por parte de los guardias, a demás, por mayor que fuera el deseo de apostar, ningún soldado sensato gastaria un nipio de plata en algo tan avaro.

-Y en la esquina Oeste, con su sorpresivo avance en la pizarra de "El aullido" Tenemos a....¡¡¡LA BRUJA!!!- Aquella vez, el griterio resonó un poco más bajo pero no menos potente, en aquel momento Shura se dió cuenta de que había personas de su lado, que gritaban por ella, que apostaban por ella. Y de alguna manera, era reconocida. Eso jamás le había ocurrido, algo que la desestabilizó por un momento.

Todos los ojos estaban clavados en los dos contrincantes. Cada golpe, cada uno de los bloqueos, cada empujón y truco, desde las trampas más indecorosas a las gotas de sudor y lluvia que se entremezclava en el calor de la pelea.

Godwin siempre se había reído de ella, al decirle que luchar era como bailar, y que si peleaba como bailaba de mal, siempre lo tendría a el como apoyo. Pero en eso también se había equivocado. Shura era buena en la lucha cuerpo a cuerpo, había aprendido a los golpes y las técnicas que las sombras mostraban, miraba y entendía. En lo segundo, God también se había equivocado, ya no estaba más con ella para apoyarla, mucho menos para pelear sus batallas por la propia Shura.

Cuando la campana volvió a resonar, la estampida de gritos y maldiciones se podía escuchar hasta el palacio de la Capital.

El cuerpo ensangrentado y embarrado de Alessandro el cruel, yacía de rodillas en el suelo.

Había pedido piedad.

-Piedad- habia chillado- ¡Aléjenme de la Bruja! Por favor...

Apenas su contrincante berreó aquellas palabras, ella desistió su ataque. Sus piernas flaquearon por el esfuerzo de sus músculos, pero de cualquier manera resistió las miradas a su alrededor.

Nadie podía comprender como aquella muchacha estirada y flacucha podía parecer a los ojos de quien se enfrentara a ella el peor demonio nacido de las fauces de la tierra.

Cuando sacaron a rastras al hombre aterrado del cuadrilátero, Shura pensó que volvería de nuevo a su jaula junto a Eliphas, allí bajo el frío y la humedad de la llovizna insípida que caía.

Pero no fue asi.

Instantáneamente, bufando como un toro embravecido, apareció un furibundo Beta. Apenas lo vieron aparecer todos se pusieron firmes, pero fué un reflejo tardío.

La cabeza de Alessandro el cruel rodo entre el fango y su propio cabello mojado. Su cuerpo se sostuvo solo brevemente hasta caer también.

-No hay lugar para los cobardes aqui- gruño. Luego levanto la vista y caló sus ojos rajados de cicatrices en Shura, apenas la apunto con su espada curva los demás comprendieron que le iba a hablar.

-Sigues tu, Bruja.

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¡¡¡WAAAAA!!!! ¡¡¡NUEVO CAPÍTULO!!!

Amé escribir este, ¡será esencial para la historia!

El choque de sus miradas y el contacto de sus ojos, se siente como las letras flotan desde las oraciones y envuelven al lector en aquel instante que lo cambia todo.

¡Gracias a todos! ¡Bella gente de wattpad que le da amor a esta historia! ¡Los quiero mucho!

<<Besos de bosque y montañas>>

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