Capítulo 2: Festín

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Shura observó a Godwin para revisar que todo estuviera bien o si había algún cambio en el. Qué si era protectora? Si, generalmente. Pero solo con su familia, Shoshana, Godwin y hasta Castia Allard eran su mundo entero. Eran lo único que conocia despúes de todo.

Sus ojos avellana la miraban con sentimiento, su cabello castaño oscuro le comenzaba a crecer desde la última vez que lo vió y su altura permanecía igual, mal que le pese, algunos codos sobre su cabeza. Todo parecía estar en orden así que cualquier rastro de preocupación que se podría dar en ella se esfumó.

-Tanto tiempo sin verte- le sonrío a boca cerrada.

-Igual, ¿cómo ha estado la vieja cascarrabias?- Shoshana también lo había criado a él, digamos que era al contrario de su impasibilidad como persona, una mujer con un corazón enorme.

-Ya sabes, como siempre, gruñendo por toda la cocina- Su carcajada le hizo perder en instantes toda esa postura de caballero serio y formal que le mostraba a todos, menos a la propia Shura -Pero te extrañó mucho, no le menciones que yo te dije eso- Aclaró y volvió a sonreir con ternura.

-Tranquila- Se tapó la boca con la mano e hizo una cruz sobre su pecho, una promesa. Ahí notó uno de sus guantes roto, esos que ella les regaló cuando comenzó su entrenamiento como caballero hace tanto tiempo. Jamás se los quitaba.

-¿Qué le pas...?- Señaló la prenda.

-¡Ah! Si esto...- ocultó sus manos de la vista- Fué un accidente en una trampa del bosque, no es nada, yo me encargaré no te preocupes- fruncío los labios. Godwin siempre intentaba quitarle trabajo de encima a la muchacha, por ejemplo, no usaba capa o excesos de ropa formales excepto para ocaciones especiales que si o si requerían. Asi ella no tendria que cocer, lavar o rehacer una y otra vez la misma cosa infernal.

Cuando notó como los demás hombres ya desaparecían aprovechó su oportunidad.

Acarició su mejilla con delicadeza y él se tensó, se acercó lentamente pero el no le quitó los ojos de encima. Y de un movimiento rápido le arrebató los guantes separandose con una amplia sonrisa socarrona. Conocía suficientes de sus puntos débiles para saber como ganar una discución sin una sola palabra.

-Eres una persona muy cruel ¿sabias?- hizó puchero y ella se encaramó lejos del salón.

-¡Te los devolveré en el festin!- lo saludó de espaldas. Una vez pensó en todos los preparativos que debia hacer para la noche, se mareo.

-¡Algún dia los papeles se invertiran mi lady!- escuchó igual riendose por lo bajo.

Cuando se deslizó por los pasillos un grupo de jóvenes de la servidumbre caminaban a su contra, pasando al lado y hablando por lo bajo. No era la primera vez. No le importaba ya.

Shura ya conocia las cosas que decian a sus espaldas los susurros llenos de rencor, los "Bruja maldita" que escupian los más corajudos para decirselo a la cara, cual prueba de valor. Ella sabia que era diferente, siempre lo sintió, y para los demás lo diferente es una amenaza, lo diferente da miedo.

Shura sabía que estaba maldita desde antes de nacer, ella podia escuchar cosas que nadie más podia, las sombras tenian otra forma a sus ojos, le contaban secretos como canciones de cuna y aprendia sobre los matices del mismo pecado como si se tratara de una simple lección al final de una fábula.

Y por ello, se sentia sola a mitad del gentio más extravagante del reino. Nunca olvidaría las primeras noches en las que se manifestó su maldición. La penumbra de las sombras la azotaron como la ola de un huracán, le gritaron sentimientos de todo tipo y la abrazaron con todos los rumores de los pasillos del castillo.

Al entrar en la cocina el aroma a hierbas la envolvió. Se detuvo un instante para aspirar el olor de su hogar.

-Romero- Shoshana la saludó con un asentimiento de su apergaminado rostro. A su opinión, sin dudas era la mejor cocinera de todos los tiempos, sus comidas daban una calidez que ninguna otra podría igualar. Un calor que le había secado las lágrimas tantas veces.

-Comerás luego, ve a trabajar- la miró de soslayo. Si bien era una mujer dura y ácida, en el fondo (muy en el fondo) era amable, cariñosa y empática.

-Si señora- le di un beso en la mejilla pero ella no chistó. No lo hacia con aquellos gestos de amor. Sin más, Shura, desapareció entre los quehaceres que debía terminar antes del festín. Desde las comidas a la limpieza, todos corrian de un lado a otro para que todo quedara perfecto.

Asi como asi su tiempo se acortó como la mecha de una vela, el sol cayó grácil como su paso para la luna.

Todo se encendió en la fortaleza de Iustiquia.

El fuego de las antorchas enmarcaba la escena con delicadeza. El banquete no había iniciado pero la sala principal ya estaba lista.
Todo estaba habilitado para el gran evento, las mesas largas hechas de caballetes y tableros. Los manteles blancos y tapices dorados. Aquel lugar desprendía música de cada espacio.

Apenas se percataron cuando los comensales iniciaron a llegar. Todo era animado, todo estaba plagado de algún chiste o anécdota. Pero también de algún chisme de controversia que involucraba seriamente a la familia real.

Las doncellas debian tener el rostro cubierto con una ligera mantilla carmesí que iba concunto con la pequeña piedra rojiza que les colgaba por el cuello, una señal de patriotismo entre las mujeres jóvenes del reino. De cualquier manera a Shura le brillaban los ojos como faroles violaceos incandescentes.

-Vaya mi suerte de encontrar a la doncella más bella de todo el reino sola, ¿qué hace semejante luz apartada en este mísero rincón?- Godwin se reverencio y ella hizo lo mismo. Apenas llevaba un vestido sobrio y una diadema de flores silvestres, nada comparado con con las sedas y brillantes gemas que portaban las demás damas de la corte. Aún así ahí estaba su mejor amigo haciendola sentir maravillosa.

Esperaba que eso no cambiara jamás.

-¿Tienes mis guantes?- Ella le sonrió y él enarcó una ceja. Iba a responderle cuando un matrimonio de la burguesia paso demaciado cerca y cada uno se formo según su posición correspondiente, el firme y Shura inclinada hacia adelante con la cabeza agachada.

-Todo quedó muy bonito mi lady, hasta me dan ganas de invitarla a un baile.

-Por favor Gody, los bufones vendrán luego- Shura se consideraba un desastre bailando, sin mencionar las miradas de desprecio de los demás al ver a una sirvienta en mitad de la pista. Personalmente no le importaba lo que llegaran a pensar de ella pero no le podía arruinar la reputación al custodio leal del futuro rey.

Al cabo de unos segundos se separamos para continuar con sus labores correspondientes. El caballero tomó su lugar como escolta de los principes y la doncella con una bandeja de frutas le dió incontables vueltas a la mesa de invitados.

Las fanfarrias no fueron humildes cuando declararon la llegada de la persona más importante de Iustiquia. La reina había llegado y toda la atención que podía estar en los comensales respecto al ciervo asado se plantó en ella, en su figura imponente y el alo de misterio que la envolvia como una capa de su identidad.

La reina Gadea de Allard, hacia pocas muestras de su presencia al público desde el fallecimiento de su esposo. Nadie sabía sobre su tiempo de luto muy confuso por su actitud de siempre llevar vestidos negros y silencios extremistas.

Pero esa no parecía ser la única sorpresa de la velada. Puesto que su acompañante en vez de ser la soledad e independencia que tanto la caracterizaba era Amán el Canciller mayor y Concejero Real de Iustiquia.

El festín de pronto se había puesto aún más interesante...

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Segundo Capítulo!!! Yupiiiii!
Qué les a parecido? Conocemos un poco más a Godwin, es linda la relación que tienen, no les parece?

Si les gustó haganmelo saber con una estrella o un comentario!

Nos vemos en el siguiente capítulo! Byeeeee☺

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