Capítulo Veinticinco

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La única palabra con la q puedo resumir el retraso es: clases.
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En la tarde, Chloe se miraba al espejo mientras se aplicaba un poco de maquillaje. Normalmente lo haría como pasatiempo, pero prefería hacerlo para despejar su mente de todo lo que le había contado Nathaniel y la había arruinado.

Al salir transformada, vió a sus compañeros de batalla desde el techo en el que se encontraba.

Decidió seguirlos hasta que pararon en un departamento en un edificio. Ella aterrizó en el balcón con suma delicadeza y siguió las voces.

Con el rabillo del ojo los vió acostados, el uno a lado del otro, como si de una pareja casada se tratara. Se quedó pegada a la pared suspirando en silencio. Ella debería estar a lado de él, no Marinette.

- Cuando me propusiste escapar, no lo tomé en serio pero ahorita, estando solos, me parece tentador-

- Cuando crezca, nuestro bebé comprenderá todo lo que hicimos por nosotros tres. Nuestro amor- eso fue como una daga directo al corazón de la rubia. Sus lágrimas hacían un mar en sus mejillas.

- Estoy preocupada, siento que pierdo la confianza de Nath-

- No lo necesitas, nosotros dos juntos somos todo lo que necesitamos- la rubia salió silenciosamente por el balcón hecha una furia.

Giraba su trompo con tanta fuerza que, cuando este tocaba el techo o alguno terreno, formaba un hueco. Llamó al pelirrojo.

- ¿Qué pasa?- preguntó con voz ronca como si hubiera estado durmiendo.

- ¿Sabes que están juntos en este momento?-

- ¿¡Qué!?- el sueño de Nathaniel se desvaneció de inmediato.

- Tranquilo, solo piensan en el futuro de su hijo sin el padre que lo criará-

- No te entiendo-

- ¿Eres tan estúpido Nathaniel? Ellos aún se aman, y solo puedo detenerlo a la fuerza-

- ¡No Chloe! No te precipites, las deci...- escuchó la llamada cortarse. Aún con la amenaza de la rubia, supo que no lo cumpliría. Porque no le convenía a ella, más bien a él, pero ella no lo sabía.

Suspirando, se acostó en su cama tratando de relajarse.

***
La joven pareja se hallaba únicamente cubierta por las sábanas, mientras sus cuerpos sentían el corazón del otro.

- Cada vez que estoy contigo mi lady, veo mi futuro-

- Yo también. Sueño con tenerlo- Adrien posó sobre ella quitándole mechones de la frente.

- Te amaré hasta que muera-

- No hables de muerte- él le sonrió.

- Ni siquiera la muerte nos puede separar. Como a Tristán e Isolda que los unió una enredadera en sus tumbas-

- Recuerdo que decía "Dos veces el rey mandó a cortar la enredadera, pero insistía en crecer". Solo que a nosotroa no nos van a separar-

- Nunca. Tendremos nuestro final feliz, ya verás- dijo después de besarle la frente.

Plagg y Tikki estaban nuevamente en la sala, en forma humana. Sonreír por el amor de sus portadores era inevitable, y al verlos tan decididos, cada vez ellos pasaban más tiempo juntos.

Ellos también tenían encuentros clandestinos, sin embargo no les importaba. Más de tres mil años juntos y por primera vez, les surgió la ilusión de que su amor no era del todo imposible. Aunque su prioridad eran sus elegidos.

Interrumpiendo su silencio, Tryxx y Bee atravesaron la ventana, sobresaltándolos. Poco les importó verlos convertidos en humanos.

- Ahora qué - suspiró Plagg frotándose los ojos.

- Lamentamos interrumpir su siesta- dijo burlona la kwami abeja.

- Pero es urgente- añadió Tryxx irradiando una fuerte luz naranja. Se tornó humana, a excepción de que unas orejas de zorro le salían por la cabeza.

- ¿Qué ocurre?- preguntó Tikki preocupada.

- Es Nathaniel, mi portador, y la de Bee. Sentimos oscuridad en ellos, no como Hawkmoth pero tememos que poco a poco los consuma. Talvez haya que recurrir al Maestro-

- ¿Pero a qué se debe todo eso?-

- Celos- respondió Bee sin rodeos, siendo la única criatura pequeña. - de la relación de los suyos-

- Típico de los humanos- susurró Plagg. Se lanzó por la ventana convirtiéndose devuelta en kwami. Las demás le seguían el paso.

- No me parece buena idea. La última vez que le dijimos al Maestro terminó mal- habló Tikki mientras volaba.

- Ay no- suspiró Bee - Paren- ordenó. Dió vueltas en el aire mientras que pensaba.

- Hey, Bee, no es momento de pensar como hacer miel- dijo Plagg frustrado, ganándose una mirada fulminante de su compañera.

- Plagg, soy capaz de aguantar tus tonterías, pero si abres tu boca para decir una estupidez más, te juro que sabrás lo duro que pica una abeja- el gatuno tuvo ganas de replicar, pero solo se encogió de hombros expresando su indiferencia.

- El Maestro lo sabrá, si le decimos o no, de alguna forma se enterará. No se lo digamos aún. Será lo más arriesgado pero hay que hacerlo. No dejaremos que pase lo mismo, ¿están conmigo?- todos asintieron.

- Tryxx, tú y yo trataremos de calmarlos. Plagg, Tikki y tú deben de ser discretos con sus portadores. Sobre el bebé no tengo idea de que haremos, pero algo se nos ocurrirá- y dichas esas palabras, cada uno se separó, dándole una conclusión a aquella efímera noche.

*****

A la mañana siguiente, al mediodía, la joven azabache fue con su madre, su novio y su mejor amiga a su quinta cita con la tía de Alya.

- Entonces Anne, ¿princesa o héroe?- preguntó el rubio sonriente. La madrina del bebé se movía impaciente a lado de la futura madre.

- Pues es... una princesa. ¡Felicidades, es niña!- Alya terminó dando saltitos en toda la habitación mientras Sabine apretaba la mano de su hija. Marinette tenía una sonrisa de oreja a oreja.

Al terminar la cita salieron a darle la noticia a Tom, mientras que el chofer del modelo lo llevaba a otro destino.

Entró saludando al capitán Roger y a los otros policías que se le cruzaban. Entró en la habitación y halló a su padre esperándolo.

- Lamento no venir antes, he estado ocupado-

- Ni te disculpes, me merezco peor- rió Gabriel.

- Padre, se que desde la muerte de mamá hemos cortado comunicación y que en estos momentos estemos amendandos todos esos lazos-

- Hijo-

- Déjame terminar. Y ahora estoy consciente de que todas tus preocupaciones sobre mi vida eran por mi bien, y por eso eres la primera persona a la que debería contarle esto-


- Adrien, solo dilo, me estás preocupando- el rubio respiró hondo.

- ¿Recuerdas a mi novia Marinette?- el adulto asintió.

- Pues, está embarazada, y es la que lleva a tu primer nieto en su vientre- confesó por fin.

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