La niña del cuadro

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El retrato «Niña sentada en una roca en la playa» es una obra del pintor John Petersen, creada en 1919, para el cual utilizo como modelo a su hija Mildred. Sin embargo, pocos saben el trágico destino sufrido por esta última. Al cumplir los diecinueve años Mildred conocio a un pasante de abogado con el que se casaría poco después. Aunque al principio la recién casada parecía enormemente feliz, no mucho después, la joven comenzó a aislarse poco a poco del mundo por presión de su marido, para después empezar a sufrir abusos físicos por parte de este. A los cinco años de casarse, harta de la situación, Mildred intentaría refugiarse en casa de su padre pero, a pesar de todo, su historia finalmente desemboco en un final trágico cuando su cónyuge, después de encontrarla, la asesino en la propia casa».

Este es un fragmento de un artículo del jornal local del pueblo de Creektown en el estado de Pensilvania, publicado el 1 de Enero de 1972. El motivo de este artículo fue la muerte del dueño de la casa donde ocurrió el fatídico suceso relatado anteriormente, y en el que según las malas lenguas rondaba el espíritu de Mildred Petersen. ¿Verdad o mentira? Quién sabe. lo que si es cierto es que en esa casa ocurrieron cosas tan terribles como extrañas. Pero no quiero influir en la opinión de los lectores, así que me voy a limitar a narrar los hechos tal como sucedieron:

Fue dos meses después de la publicación del ya mencionado artículo. Alan Silverman, un reputado arquitecto, se había mudado a Creektown con su única hija, Heather, de doce años. Aunque la versión oficial decía que Alan era viudo, la verdad es que su mujer lo había abandonado hace ya varios años. Alan había comprado la casa del desdichado John Petersen por mediación de la inmobiliaria y de una notaría de la que Alan era socio comercial, así que aún no conocía bien el pueblo, aparte de por las fotografías,por lo que se vio obligado a parar en la gasolinera para preguntar sobre como llegar a su nuevo hogar.

-Heather- exclamó en tono imperativo- Anda,sostén mi café.

Su hija obedeció, pero entonces un coche paso a su lado tan rápido y de forma tan inesperada que ella se sobresalto y sin querer soltó el vaso de café, que se derramo sobre los pantalones de Alan. Este ,enfurecido, agarro a la niña del pelo con una mano y con la otra le dio una bofetada muy fuerte.

-¡Maldita cría torpe¡ ¡Si es que no sirves para nada¡- Después de eso, se bajo del coche mientras Heather, compungida, lloraba en silencio.

Después fueron a la casa donde les esperaba un agente inmobiliario quien les explico que, junto con la casa, había también un inventario de los objetos de esta.

-Puede decidir sin problemas si venderlos o no- le dijo al señor Silverman.

-De acuerdo,ya veremos.

Le echo un vistazo a la decoración y decidió que cambiaría un par de muebles. Luego fue al salón principal y vio el cuadro de Mildred, que estaba colgado al lado de la chimenea, y de inmediato sintió una misteriosa atracción hacia el., lo mismo le ocurrió a Heather.

-Esta bien, me quedare con el mobiliario del salón y el cuadro, y venderé los muebles de la entrada.

-De acuerdo, le pasaré el recado al mercado de subastas.

Cuando el agente se fue, Alan volvió al salón y vio que Heather seguía allí, mirando fascinada el cuadro. Entonces Alan, en silencio, fue a la cocina con una idea perversa., con satisfacción vio que ahí  había una cafetera, tras lo cual, saco el paquete de café que había comprado en la gasolinera, preparo la suficiente cantidad que necesitaba, volvió al salón, donde Heather seguía observando plácidamente la obra y ,sin siquiera previo aviso, le echo intencionadamente el café caliente sobre la piel . Heather comenzó a gritar dolorida, mientras su padre reía a carcajadas, y para rematar, le golpeó en la frente con la taza.

-A ver si así aprendes a ser más cuidadosa- le espetó finalmente con desprecio. Después de que su padre se fuera del cuarto, Heather, luchando para contener las lágrimas, cogio sus cosas y se instalo en su nuevo cuarto. Sin embargo, una sensación intensa la embargaba, pero esto no se debía a los malos tratos por parte de su padre, sino porque al salir del salón, se volvió para volver a mirar el cuadro, y eso hizo que se quedara paralizada durante unos segundos, y es que hubiera jurado que la sonrisa radiante de Mildred se había convertido en una mueca de tristeza…

Esa medianoche, Alan escucho ruidos en la habitación de su hija y fue a ver que pasaba, y encontró a Heather hablando sola:

-De verás que no importa como seas, yo se que tu y yo podemos…

-Heather,¿que carajo haces?¿Hablar sola?¿Es que ya perdiste la cabeza,como tu madre?

Por primera vez en su vida, enmudeció ante alguién, al ver la mirada fría, distante,casi ida, y llena de odio por parte de su hija hacia él.

Dos días después, Alan fue al pueblo y compro todo lo que pudo. Luego volvió a casa y llamo a Heather pero esta no contesto. Extrañado, fue a su habitación y vio que ella tampoco estaba allí. Fue entonces al jardín y encontró ahí a su hija, vistiendo a una muñeca.

-Ah,conque aquí estas, podrías contestar cuando te llamo¿no?- le soltó iracundo.

Heather no reacciono. Alan se fijo en la muñeca, no la reconocía en absoluto y tampoco podía ser nueva,en primer lugar, Heather no tenia ahorros como para comprarse una muñeca, y en segundo lugar, esa muñeca se veía muy antigua y gastada, y Alan estaba seguro de que no formaba parte de una herencia familiar.

-¿De donde has sacado esa muñeca? Dime la verdad.¿la has robado acaso?

Antes de que Heather pudiera defenderse, su padre intento arrebatarle violentamente la muñeca pero esta vez la niña fue más fuerte y consiguió zafarse. Fue en ese momento,cuando,con tono frío,le dijo a al señor Silverman:

-Pagaras,padre. Pagaras por todo el daño que me hiciste y por las humillaciones que me hiciste pasar. Ya veras, Mildred se encargara de eso.

Alan estaba inquieto pero no iba a permitir que Heather lo notara.

-¿Mildred? ¿De que demonios hablas? ¡¡Como si tu tuvieras alguna amiga que se preocupe por ti¡¡ ¡Si hasta para hacer amistades eres inútil¡.

Pero su furibunda burla se vio interrumpida por las carcajadas freneticas de Heather, algo que la joven nunca había hecho.

Para cada día que pasaba Alan se sentía más inquieto, sin saber el mismo por que : Por las noches,en sueños, sentía como si una fuerza poderosa y furibunda le oprimía, lo que  causaba que se despertara bañado en sudor. Su inquietud y su convicción de que Heather tenía algo que ver, provoco que le diera más palizas a su hija.

Un día,furioso,fue a la agencia inmobiliaria para arreglar causas pendientes.

-Espero que los vecinos no le hayan causado problemas con la historia de la pobre Mildred Peterse-le dijo el empleado.

-¿Mildred Petersen?-exclamo Alan, recordando el encuentro con Heather en el jardín.

Entonces el empleado le contó la historia. Cuando termino, Alan estaba tan nervioso que ni siquiera se despedio. Al entrar en la casa, se fue directo a la habitación de su hija para encontrarse con una nota en el escritorio que decía así:

«Querida Mildred, estaré oculta hasta que todo termine»

Tu amiga Heather.

Alan se quedo de piedra, fue corriendo de habitación en habitación pero no logro encontrar a Heather. Iracundo fue al jardín mientras gritaba:

-Heather, maldita niña, esto lo vas a pagar caro,¿entiendes?

Pero Heather tampoco estaba allí. Confuso, decidió volver a la habitación de la muchacha para ver si había vuelto allí. Otra vez allí, vio que seguía sin haber nadie allí así que decidió ir al balcón para asegurarse de que su hija simplemente no se hubiera escondido bien en el jardín. Lo último que vio antes de caer al vacío fue una figura femenina que soltaba una risa siniestra y malévola mientras le empujaba.

Así fue como murió Alan Silverman. La policía dicto finalmente que se había tratado de un desgraciado accidente y archivo el caso.Sin embargo,hubo muchos vecinos que se cuestionaron ese dictamen,debido a sus fuertes creencias en la leyenda negra de la casa.

En lo que muy pocos se fijaron fue que en el funeral de su padre, Heather,bajo las lágrimas falsas,exhibía disimuladamente una sonrisa.

Fin

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