✅31 Llanto por nostalgia, vejestorio gruñón y evasivas mal disimuladas

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7:18 p.m.

Se que ya debe de empezar a ser algo tarde porque empieza a oscurecer.

Y ahora echo de menos a Luca.

Se me forma un puchero y trato de no llorar pero acabo perdiendo la pelea.

Y sí.

Una vez más en todo este puto y eterno día, empiezo a llorar como una magdalena.

¿Por qué estoy tan malditamente sensible?

Ruedo los ojos y me sobresalto cuando el ascensor empieza a moverse de nuevo al ser llamado.

Y yo solo quiero llorar más.

Quiero estar sola, mierda.

El ascensor se detiene en el segundo piso y las puertas se abren, cediéndole el paso a un hombre que viene silbando y distraído con el último botón de su uniforme, un uniforme que era idéntico al de Dereck.

También hecho de menos hablar con Dereck.

Se sentía como una eternidad la última vez que hablamos y solo habían pasado un par de horas.

Vuelvo a la realidad de golpe cuando escucho como el hombre maldice.

—¡¿Qué se supone que ha pasado aquí?! —su voz era muy ronca, demasiado, podría apostar lo que fuese a que fumaba.

—Unos niños vinieron y armaron todo este desastre —improviso con lo primero que me viene a la mente y rezo por que me crea —, Dereck los echó —añado al recordar que tienen el mismo uniforme, no quería que por querer salvar mi trasero condenara al de Dereck de quedarse sin trabajo, ya había sido demasiado gafe por hoy.

Aún con la cara arrugada por la molestia, el tío se mete en el ascensor y pulsa con demasiada fuerza el botón que lleva al vestíbulo.

De vez en cuando me mira por el rabillo del ojo, como si no se terminase de creerse mis palabras.

La cuestión aquí es cómo es que está planteándose creerme.

Permanecemos en silencio durante el corto viaje mientras él aleja con sus pies algunos de los pétalos de las difuntas flores que yo misma he terminado de matar hasta que las puertas se vuelven a abrir.

Veo a Dereck desde aquí mientras parece recoger algunas cosas y ponerlas en orden.

Señor amargado se aleja sin despedirse y le gruñe algo a Dereck antes de que las puertas empiecen a cerrarse pero apenas lo hacen vuelven a llamar al ascensor.

Las puertas se vuelven a abrir y al otro lado me espera un Dereck que rueda los ojos.

Adorable.

—Hola —saludo aguantando la risa cuando él entra y señor amargura sigue refunfuñando sobre vete tú a saber.

—Dios mío, rezo porque algún día se quede mudo o consiga un polvo, una de dos.

Río con fuerza y él bufa antes de pulsar el botón del octavo piso.

Yey, ya se donde vive.

—Veo que te cae fenomenal.

—Ujum, tanto que hasta compartimos sangre —murmura mientras me mira divertido, a la espera de mi reacción.

—No —me negaba a creerlo.

—Sí.

Wow.

—Sí —repite —, es mi tío y también el causante de que yo haya conseguido trabajo.

—Uh, eso es bueno entonces, ¿no?.

—Supongo que sí —murmura mientras se agacha para empezar a recoger las mierdas que nos rodean.

—¿Qué haces?

—Me ha pedido que lo recoja —lo miro incrédula y golpeo sus manos para que suelte los pocos pétalos que había en sus manos.

—No, lo haré yo —sonríe victorioso y lo fulmino —, lo has hecho a propósito, ¿verdad? —no es una pregunta.

—Te traeré una bolsa para que metas todo —murmura con una sonrisa de suficiencia antes de salir del ascensor.

—Te odio.

—Sabes que en verdad me amas.

Niego para mí misma y empiezo a amontonar mi mierda cuando él vuelve con la bolsa.

En pocos minutos el ascensor vuelve a estar limpio y Dereck deja su culo entre las dos puertas antes de cruzarse de piernas.

Me remuevo incómoda cuando me mira fijamente.

—¿Sí sabes que me he fijado en el espejo, no? —murmura.

—Pásale una factura a mis padres, ya sabes donde vivo —me encojo de hombros.

Ya sé que esta mañana había prometido desentenderme de todo lo que tenga que ver con ellos pero cuando se trata de joderlos me da igual.

¿No presumen de que cagan dinero?, pues toma.

—Imbécil —murmura pero luego decide seguirme el rollo —. Ya me imaginando llamando a tu puerta y exigiendo que paguen el espejo del ascensor.

Se ríe por lo bajo y niega.

Río ante su expresión y me recuesto contra la pared del ascensor.

—Ahora enserio, ¿Cuándo piensas salir de aquí?

—¿Qué hora es?

—Son las siete y media, creo —y busca su móvil en el bolsillo para confirmarlo.

—Los señores Carson me esperan en casa a las ocho, a esa hora es la cena y nunca se debe faltar, "es tiempo de familia" —ruedo los ojos.

—¿Vas a ir?

Me encojo de hombros y él entrecierra los ojos.

—¿Vas a ir? —repite.

—No.

—¡Alexa!

Me vuelvo a encojer de hombros.

—Tienes que salir de aquí, además, no puedes llamar a tus padres de ese modo.

—No son mis padres, no los considero mis padres.

—¿Qué te han hecho?

—Planean mandar mi vida a la mierda —murmuro abrazando mis piernas.

—Ya, pero eso es algo que tú tienes más que controlado, quiero decir, es obvio, sino te hubieses ido de aquí o algo, ¿por qué sigues encerrada aquí?

—Todo lo contrario, estoy aquí porque me da miedo actuar, y también porque no sé que hacer, sinceramente.

—Lo tienes que saber —insiste.

—¿Sabes?, en este momento no me gusta mucho que seas mi mejor amigo —finge ofenderse llevándose una mano al pecho y yo le saco la lengua.

—¿Quieres que llame a Rachel?

—No.

—¿Segura?

—Sí, aunque me gustaría abrazar una vez más a Trevor.

—Vale, eso ha sonado un poco a despedida —murmura poniéndose en pie al comprobar la hora otra vez.

—¿Te vas ya? —pregunto triste lo obvio.

—Lo siento, pero sí, mis padres ya deben de estar esperando.

—Pero aún es muy temprano.

Se encoje de hombros y se pone en pie, sacude sus pantalones y extiende sus brazos.

Me incorporo, resoplando.

—Estas vieja —se burla y yo solo le saco la lengua antes de abrazarlo.

—Te quiero —murmuro.

—Yo también te quiero.

—TElurio... —se interrumpe a sí mismo.

—¿Qué?

—Nada, ya te lo diré otro día —murmura con una pequeña sonrisa antes de salir del ascensor y dejar que las puertas se cierren.

Él saluda con su mano por última vez y yo vuelvo a pegar mi culo contra el suelo.

¿Qué sigo haciendo en este puto ascensor?

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