08:58 a.m.

—¿Estás bien querida? —no me molesto en responder a la ancianita que ahora se intenta inclinar hacia mi, ni siquiera puedo procesar la pregunta que me hace.

El papelito sigue entre mis manos y siento que pesa mucho.

—¿Hija? —sigue insistiendo y yo la miro como por inercia —, ¿Estás bien?

—Me han preguntado eso muchas veces hoy —murmuro mientras meto el papelito en el bolsillo de mi sudadera.

—¿Y cuál ha sido tu respuesta?

—No lo sé.

—Ou, al menos no es una respuesta tan negativa —intenta reconfortarme.

—Es peor —susurro —..., —intento añadir algo pero no tengo fuerzas para expresarme.

—Es malo dejarse envolver por esos sentimientos —dice la señora mientras se apoya con una mueca de cansancio en una de las paredes del ascensor.

—Ya —me encojo de hombros —, pero es difícil luchar contra ello.

—¿Significa eso que te vas a rendir, hija mía? —arquea una ceja, su expresión demuestra preocupación, una preocupación que intenta ocultar sin éxito alguno.

—No lo sé.

—No puedes vivir a base de "no lo sé's" —me encojo de hombros pero en mi cabeza siguen dando vueltas sus últimas palabras.

—Esto es tan triste —murmura y me sorprende ver que ahora su mirada ha cambiado de forma radical, ya no me mira preocupada o con lástima, me mira con odio. Como si yo fuese la causante de muchos problemas.

—Señora, es mi vida, es la única forma en la que sé lidiar con ella, déjeme —ella sigue negando y mira a las puertas del ascensor, desesperada por que llegue ya seguramente.

En cuanto este se detiene, las puertas no terminan de abrirse del todo cuando la mujer ya está saliendo.

Se detiene para decirme unas ultimas palabras pero las puertas se empiezan a cerrar y empiezo a descender.

Vaya, no me esperaba esto de la señora, pero a la vez sí.

Tiene que ser doloroso saber que tienes los días contados y encontrarte a la juventud de hoy en día queriendo tirarse por el primer puente que pille.

Me siento culpable, a pesar de no saber si la culpa es mía o no.