Título: La promesa

Jazmín

–Jazmín Elizabeth Campbell Johnson, ¿a quién tienes escondido bajo tu cama? –Interroga mamá mirándome con sospecha.

–No tengo ni idea de lo que estás hablando. Estoy sola.

–Te escuché hablar con alguien

–Ah, pero es que... hablaba conmigo misma. ¿Qué tiene eso de malo? Es entretenido, deberías intentarlo.

–Steve sal de ahí ahora mismo antes de que llegue mi esposo.

– ¿Tan obvio soy? –Pregunta Steve saliendo de nuestro súper escondite que al parecer ya no es tan secreto

–Eres el único chico que Jazzy trae a casa, así que sí. Era obvio. Jamás le hemos prohibido la entrada a tu amigo, ¿por qué lo haces esconderse?

–Lo mismo me pregunto yo, es como si fuera su sucio secreto. Aunque me escapé de casa, las cosas no están marchando bien y no quería estar allá. ¿Le molestaría si me quedo esta noche? Seguro mañana las cosas estarán mejor.

–Por supuesto que puedes quedarte, pero en la habitación de invitados. No dormirás en el piso y tampoco en la cama de mi hija. Lamento escuchar que las cosas van mal...

–No se preocupe, las cosas podrían estar peor, al menos todos seguimos con vida, pero cuando bebe es mejor no estar cerca de él. Intenté convencer a mamá de que me acompañara, pero no quiso.

Siento mucha rabia con el papá de Steve, pero no puedo hacer nada para evitar que lo golpee, aunque sí lo ayudo cuando falta a clases y le paso mis apuntes. Desearía poder hacer más.

–Cualquier cosa que necesites, puedes venir aquí. Siempre. Y ahora me alegra informarte que nos acompañaras a cenar. Los espero abajo. –Sé que a mamá también le apena su situación.

–Quédate conmigo, aquí no te pasará nada malo. –Digo una vez que nos quedamos solos

–Sabes que no puedo dejar a mamá sola, la quiero cuidar. Pero gracias por la oferta Jazzy, sé que a tu lado no me pasará nada.

Siento ganas de llorar, él es tan bueno con su familia y aun así su padre es una completa basura. Me aterra que un día no vuelva a ser él mismo, que su padre lo cambie.

Es mi Steve, mi amigo y el chico del que estoy enamorada.

–No me gusta esa mirada, detesto verte triste Jazzy. ¿Qué puedo hacer para que sonrías?

No puedo pedirle que deje su casa y no lo haré elegir, así que intento sonreír.

–Vamos a comer, mamá nos debe estar esperando.

Steve me sigue escaleras abajo y ni siquiera ver nuestro árbol de navidad consigue hacerme sonreír, es increíble como ayer estaba contenta por la navidad y ahora ese espíritu navideño de esfumó.

Pasados unos minutos papá se une a la cena e intento dejar de pensar en cosas malas, al menos quiero que Steve tenga un buen recuerdo de esta cena.

Jamás me cansaré de preguntarme por qué les pasan cosas malas a personas tan buenas.

Steve debe de darse cuenta de que estoy pensando en otras cosas, porque siento como su mano aprieta la mía y vuelvo a la realidad. Él me sonríe y yo hago mi mejor esfuerzo en corresponderle.

Luego de la cena, todos nos sentamos en los sillones y vemos una película de comedia.

Yo paso más tiempo del necesario observando a Steve y me hago la promesa de que mientras él esté en mi vida haré lo que sea por verlo sonreír, puede que sólo tengamos dieciséis años, pero aun así entiendo el peso de mi promesa y estoy dispuesta a cumplirla.