Un Millón De Pastillas

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Tal vez tengan razón, tal vez no tengo motivos para estar deprimida, solo seguiré con todo y tomaré las pastillas que me dio él.

https://www.youtube.com/watch?v=3TaZc8wb7NE

Siento mí corazón latir, a punto de explotar de mí pecho y duele, duele tanto que siento mí cabeza lista para estallar, una sobredosis nunca es una buena manera de iniciar el año, pero siendo sincera únicamente estaba acatando órdenes, mamá me dijo: "tómate las pastillas antes de irte a la escuela" claro que fui yo quien exageró con la cantidad exacta, claro que mi psiquiatra me dijo que podía tomar cuántas veces sintiera que era necesario, los antidepresivos me hacían sentir bien, estaba en un constante trance y la euforia en mí era incalculable, hasta que me desmayé en los pasillos de la escuela mientras me ahogaba con mi propio vómito. Pero para este punto estaba harta de no saber nada de nada y a la vez todo, de ir a terapia y simplemente contarle mis males a un desconocido (un desconocido que me devora con la mirada), de estar todo el tiempo dopada de pastillas. Las lágrimas me están ahogando, no sé porque me duele tanto, 1 pastilla...2 pastillas...como dijo él, 3 pastillas...4 pastillas como dijo él.
Soy un mono apenas evolucionado y lamentablemente para esta sociedad sigo viva, apoyo totalmente que quieran deshacerse de mi, puesto que no soy una escritora o científica brillante, no aportó nada a este mundo, lo único que hago es robar oxígeno y quitarle la juventud a mis padres, mis maravillosos padres, las únicas personas capaces de soportar a una basura como yo, porque ni siquiera sé porqué estoy así, simplemente me duele, me duele todo y la presión en mi pecho no desaparece, sigue allí, fortaleciéndose, tanto que a veces no puedo ni respirar, no soy como mí madre, ella es una reina (y mi padre un peón), no soy como mí padre, él es un luchador (y mi madre una carga). Ya no quiero llorar más.

5 pastillas...6 pastillas como dijo él.

No recuerdo con exactitud cuándo todo comenzó, el punto es que yo era alguien increíblemente feliz, siempre tuve todo aquello que deseaba o necesitaba, mí madre era abogada y mi padre un ingeniero, por lo tanto nuestra estabilidad económica era muy buena. No sé porque todo esto empezó a pasar, posiblemente se debía al constante dolor insoportable en mi intimidad o era la presión de la escuela, el punto es que cuando me di cuenta no podía parar de llorar, una parte en mí me decía que algo estaba mal. Y pensar que hace un año yo era una chica normal, era popular, tenía miles de amigos (o eso creía) además de varios pretendientes increíbles, los cuales nunca dejaban de relatar y demostrar su amor por mí.
Si mi memoria no falla (cosa que dudo), todo comenzó poco después de ir al psicólogo por primera vez, habían cambiado al psicólogo de la escuela y para que los alumnos lo conociéramos los directores acordaron enviar a cada alumno a su despacho, así de paso podría conocer mejor la mentalidad de cada uno, fue matar a dos pájaros de un solo tiró.

7 pastillas...8 pastillas...como dijo él.

Recuerdo que ese día iba a cenar con mis padres a un restaurante importante a celebrar el nuevo ascenso de papá, me sentía feliz, así que decidí ir a la escuela completamente arreglada, recuerdo que varios chicos me hicieron burla por lo corta que era mi falda y como mis "amigas" me dijeron que parecía una prostituta con ese maquillaje, obviamente me acobarde y corrí al baño a quitarme el maquillaje, pasé el resto de las clases jalando de la falda para que se viera más larga; pese a que me sentía mal, no recuerdo el haber llorado por eso. Ahora que lo pienso: no recuerdo llorar por nada, solo algo húmedo en mi cara.

Siento como todo se acaba dentro de mí, unas uñas rajan mí pecho, un cuchillo rompe mí carne, sangre por todas partes, ¿Por qué no puedo sonreír? ¿Qué fue lo que me pasó?
Ella me grita que paré de una vez, nadie lo cree, todos me miran con una mueca de disgustó, escucho sus murmullos a mis espaldas y yo muero, las pastillas ya no hacen efecto, no me siento feliz.

Que paré ya.

Yo tengo dos amigos, se llaman nefazodona y mirtazapina, o eso dicen ellos, creó que sus nombres son GHB y cocaína, eso gritó la enfermera (antes de que él la golpeará), me sujeta de las manos y mis caderas duelen, con sus movimientos bruscos, sus manos bajo mí falda, ¿Por qué están allí?

Es parte del tratamiento.

¡Que alguien haga que paré!

9 pastillas...10 pastillas, como dijo él. Ella me llena la boca de pastillas, que poco a poco me ahogan, me ahogó, me muero.

Quiero a mí hija, a mí niña feliz.

¡Yo también lo quiero!

Sí es lo que quieres fumaré tus recuerdos y secretos, aunque eso me maté por dentro. Hay una mujer durmiendo en el suelo de la cocina, lleva días allí.

Que nadie sepa lo que pasó en la cocina, ¿Entendiste, bonita?

¡Pará! ¡Me lastimas!

No me toques, soy frágil (al igual que todos en la tierra), me rompo con cada nueva lágrima que abandona mis ojos, aquí es muy oscuro, hace mucho que dejé de sonreír, mis ojos están muertos, yo estoy muerta y sigo aquí, ¿Cómo mis amigos entenderán que la chica que siempre sonreía ahora toma un millón de pastillas? Los dulces que mi psiquiatra me da son asquerosos, pero al menos puedo dejar de pensar, de sentir, solo soy yo, un organismo omnipresente en esta realidad, no siento nada y eso me gusta. En un principio mamá me daba las pastillas cada día, después ya no podía dejar de tener una en mi boca, se volvió adictivo, como estar atrapada en un lugar, un lugar en el que sé que nada me dañará, incluso mejor: nadie me juzgará.
Tan flaca como un poste, tan gorda como un elefante, tan plana como una tabla, tan voluptuosa como una montaña, tan blanca como la harina, tan negra como la noche, tan fea como la muerte, tan inserta como la vida.

Un puto desastre, en otras palabras.

Todo se vuelve rosa: mis venas son rosas, mi vómito es rosa, mí sangre es rosa...mis pastillas son rosas.

Él es rosa.

No voy a llorar.

Y yo me vuelvo rosa: mis venas son rosas, mis lágrimas rosas, mi vómito es rosa, mí sangre es rosa...mis pastillas son rosas.

Me cortaron en lugares que ni siquiera entiendo (puedo decir que me gusta, cuando en realidad no es así). ¿Y si vómito todos mis problemas? Mi garganta aprisionó mis dedos, intenté sacarlos pero casi los pierdo.
Sólo soy una sombra de lo que era antes, antes quería ser el centro de atención, ser amiga de todos, besar a mamá, abrazar a papá, pero ahora solo quiero llorar hasta no respirar, mi intimidad duele, duele demasiado y a empezado a sangrar, hay días en los que ni siquiera me puedo parar, porque duele, duele como nada en esta tierra. Antes llenaba mi copa de sueños e ilusiones, ahora la lleno de pastillas.

Me gustaría poder mentir, decir que no estoy rota, pero no puedo dejar de llorar, solo haré lo que él me dijo, 90 pastillas...100 pastillas...150 pastillas como dijo él.
Finalmente la luz se acerca, los ángeles se abalanzan y me agarran, intentado hacer que escupa el millón de pastillas que caen por mi garganta. El ángel llorá abrazándome, acariciándome y calmandome, ojalá no hubiera tomado un millón de pastillas. El demonio corre, entre más se aleja más notó que se parece mucho a mi psicólogo.

¿Por qué hay tanta sangre?

¿De dónde salieron esos dulces de colores?

¿Por qué tengo sueño?

¿Por qué me tomé un millón de pastillas?

Siento el vacío a mí alrededor, el calor en todo mi cuerpo, luego viene la humedad, el frío del agua sobre mi piel, mi garganta arde, arde mucho, agua y lava entran en mi garganta, una unión fatal, el consumir ese veneno por fin me esta acabando, todo llego a su fin, al menos para mí. Parece que el conteo hacia atrás ha llegado a su fin, pero esto no es como creía, la muerte no es tan liberadora como pensé, ¡No hay paz! ¡Hay dolor! ¿Sí esta es la muerte no habrá descansó para mí?, ¡Ya no quiero morir! No, no quiero, ¡No quiero morir!. Pero ya es tarde, ya me dirás lo tonta que fui, pero nunca quise tomar ese millón de pastillas, él me obligó; pero ahora sin el millón de pastillas todo está claro, los ángeles dejaron de llorar y yo estoy a salvo, a salvo de un millón de pastillas. Tengo diecisiete años, con una historia de un millón de drogas. Bueno, al final a todos nos toca morir ¿No?

Yo soy rosa, mi sangre es rosa, mis pastillas son rosas... mí muerte es rosa.

El tratamiento se terminó.

*****************************************

El oficial Ramírez observó el expediente con severidad, hasta cierto punto ya nada de eso le sorprendía, se hecho sus años en la policía lo habían insensibilizado hasta cierto punto, por ello aquello ya no le parecía tan horripilante como le habría parecido si fuera uno de sus primeros casos.

— Bien, ¿Algún voluntario para ir a hablar con la prensa? Un periodista del periódico local lleva haciendo fila por más de cuatro horas.

Sin mirarlo Ramírez alzó la mano y camino directamente a la sala de conferencias, donde allí ya el periodista le estaba esperando.

— Muy buen día, mí nombre es Mike, del periódico local, ¿Podría hacerle unas preguntas?

Ramírez se sentó en la silla frente al periodista.

— Para eso estamos aquí, ¿No?

El periodista sonrió.

— Estás en lo cierto, bien, vayamos al punto — el periodista miró indeciso su libreta —, ¿Existen otras víctimas?

Ramírez arrugó las cejas.

— ¿Otras víctimas?

— Sí, verá, después de que se descubriera lo que hacía aquél psicólogo varias demandas se instalaron en su contra, de otros niños.

Ramírez asintió.

— Puede decirme con exactitud, ¿Qué fue lo que pasó? Está circulando mucha información falsa y rumores sin fundamento.

Ramírez asintió, enderezando su espalda y tragando pesadamente saliva.

— Sí, claro, tenemos permiso de hablar del caso Fleury. Verá, el psicologo del que hablamos, Simon's, es un pederasta, que drogo e hizo creer a las familias de las víctimas que sufrían depresión, los manipulaba de tal manera que hacía creer a todos que estaban enfermos mentalmente, les daba medicamentos para alterar sus hormonas, por ende su estado de ánimo — Ramírez suspiro, mirándo hacía la ventana —. Verá...les daba pastillas, unas de color rosa, las hacía pasar como antidepresivos, cuando en realidad eran paralizantes con los cuales abusaba de sus víctimas, todos menores de edad.

El periodista observó horrorizado al oficial.

— Pero...¿Cómo los padres no se dieron cuenta?

— Simon's es un hombre inteligente, demasiado, se ganaba la confianza de la familia entera, les hacía creer que algo mal estaba en sus hijos, que mostraban signos de depresión o cosas así, lógicamente los padres se preocupaban, aunque parezca extraño, las familias elegidas tenían una relación sana: padres amorosos e hijos obedientes, luego llegaba él a destruirlo todo. Hizo creer a los padres que sus hijos tenían depresión, para que así los enviaran a sus "terapias" donde los drogaba y abusaba de ellos, los antidepresivos eran en realidad para alterar sus hormonas, como ya dije, estando en la adolescencia todo aquello fue relativamente fácil, ya que la adolescencia es la edad del cambio.

El periodista asintió.

— ¿Puede decirme el número de víctimas confirmadas?

— Número, más no nombre, sí, tres, contando a la chica que se despertó mientras ese monstruo la violaba, dos chicas y un chico. Les destrozó la vida.

— ¿Y cómo se dieron cuenta de lo que hacía ese hombre?

— Como ya les dije y se sabrá una de las chicas se despertó mientras se consumía el crímen, una de las enfermeras entro en la oficina del psicólogo pues tenían concretada una cita, pero ella confundió las fechas, ella reconoció los medicamentos que le estaba administrando a la menor, lo supo por varios casos de violaciones pasadas, ella entró en pánico e intento huir,  Simon's quiso atraparla. Ahí fue cuando la menor aprovecho para escapar.

Mike termino de anotar en su libreta y miró fijamente al oficial.

— Puede decirme, ¿Qué harán con Simon's?

Ramírez sonrió.

— No se preocupe, ese hombre jamás volverá a pisar las calles, la justicia se encargará de eso.

Eso era cierto.

Justicia por mano propia, era sin duda la mejor de las justicias.

Y él se encargaría de que Simon's nunca más volviera a drogar, mucho menos violar a un menor.

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