(𝐈𝐈)

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Nota de la autora: ¡Hola a todos! Bárbara, Jane y Maura siguen inmersas en resolver este caso tan curioso como escalofriante. Este capítulo es un poquito más largo que el primero. 

Espero que lo disfrutéis. Ya os aviso de que tengo más capítulos preparados y van a pasar muchas cosas💞💞

II

Después de la firma de libros, en la que Dennis hizo alarde de su autocontrol y soberbia, las 3 mujeres pensaron que ya habían estado demasiado tiempo, una vez que el susodicho aprovechó esa ocasión para entablar de nuevo conversación con la doctora Isles.

Pero antes de tomar esa decisión, ambas detectives se limitaron a observar la situación. 

Jane  y Bárbara se miraban con complicidad, tentadas a entrometerse y fastidiarle el ligue al petulante y soberbio escritor. Porque ambas, sin saberlo, tenían algo en común: la atracción que sentían por Maura, hasta tal punto que lo único que querían era alejar a ese tío. Pero la situación no era tan sencilla, porque a su vez entre ellas comenzaba a surgir una tensión sexual tortuosa, que se instalaba en las largas miradas que se sostenían mientras Maura y Dennis hablaban.

El instinto protector y posesivo de Jane hizo acto de presencia cuando un invitado de la firma de libros intentó cortejar a su compañera Bárbara. Viendo lo incómoda que estaba Bárbara, rodeó sus hombros con uno de sus brazos y tiró de ella. La detective O' Reilly, completamente sorprendida por el gesto de Jane, se dejó abrazar por ella y se atrevió a recostar tímidamente su cabeza en el hombro de Jane.

— ¿Esa tía es tu novia? — inquirió el hombre al ver cómo una mujer morena de aspecto intimidante abrazaba con tanta posesividad a la mujer a la que había echado el ojo.

Bárbara estaba tan nerviosa por la cercanía de Jane que no se atrevió ni a abrir la boca.

— Es mi chica, déjala en paz — contestó Jane por ella reafirmando su agarre y mirando con ira al hombre.

El hombre no dijo nada más. Se marchó dejando solas a las 2 detectives.

— Gracias por quitármelo de encima — le agradeció Bárbara sintiendo cómo iba recuperando la calma una vez que Jane se alejó prudencialmente de ella.

— Cuando quieras — añadió Jane guiñándole el ojo.

Bárbara le dedicó una amplia sonrisa y se mordió el labio con nerviosismo.

Los ojos de Jane se desviaron a la boca de su compañera, fijándose en cómo sus dientes atrapaban su labio inferior. Se relamió los labios mientras buscaba con la mirada a la doctora Isles, pues la voz de la conciencia le recordó que Bárbara era su compañera y no era correcto que la mirara como si se la fuese a comer.

Una vez que dio con Maura, tiró de uno de los brazos de la detective O'Reilly para que ambas salvaran a Maura del persuasivo y seductor escritor.

***

Para celebrar que la firma ya había concluido, las 3 mujeres se fueron al Dirty Robber a comerse una suculenta hamburguesa como premio por haber aguantado la tediosa charla del famoso escritor. Y es que, en palabras de la detective Rizzoli, no había nada mejor para acabar el día que una hamburguesa del Dirty Robber acompañada de un botellín de cerveza helada. La detective O' Reilly le dio la razón, pues en los 5 años que había estado trabajando como agente de policía, muchas habían sido las noches en las que acompañada de Frankie disfrutaba de las famosísimas hamburguesas del Dirty Robber.

— Os parecerá tonto Dennis, pero no me podéis negar que es muy atractivo y encantador —reconoció en voz alta Maura Isles dando un buen trago a su botellín.

— Sí, es guapo, pero tiene un ego por las nubes. Maura, ese tío es insufrible — añadió la detective Rizzoli mientras hincaba el diente a su hamburguesa.

— ¿Tú qué opinas, Bárbara? — le preguntó Maura para integrarla en la conversación.

Antes de contestar, Bárbara dio un buen trago a su cerveza, degustando el delicioso sabor que descendía por su garganta.

— Él no me gusta en absoluto, hay algo en él que me genera desconfianza — respondió mientras se perdía en los ojos verdes de Maura.

Rato después, miró a Jane en busca de apoyo. Sus ojos castaños la escrutaban con tal intensidad que fue incapaz de sostenerle la mirada durante mucho rato.

— Bárbara tiene razón. Maura, harías bien en alejarte de este tío — le aconsejó la detective Rizzoli.

— Bárbara, sabemos poco de ti, cuéntanos algo — le pidió Maura con dulzura.

— He sido durante 5 años agente de policía, patrullando las calles con el agente Frankie Rizzoli, el cual es mi amigo — contó Bárbara mientras disfrutaba su hamburguesa.

— Mi hermano se lo tenía muy callado — añadió Jane mientras se terminaba su botellín de cerveza.

— Yo le pedí expresamente que no hablara contigo, porque quería ganarme por mí misma tu respeto y confianza — agregó Bárbara mirando a la detective a los ojos.

— Eso es impresionante y habla muy bien de ti. Me gusta que quieras encontrar tu sitio confiando en tus capacidades — añadió la doctora Isles sonriendo a la nueva compañera de Jane.

Bárbara sintió cómo empezaba a sonrojarse, para calmarse, bebió un trago largo de su cerveza, mientras buscaba con desesperación que las palabras acudieran a ella.

— Me agradas, Bárbara. Me alegra por fin tener una compañera como tú, revisé tu expediente y es brillante.

— Y dime, ¿tienes novio o algún pretendiente detrás de ti? — preguntó Jane con total indiscreción.

Bárbara se atragantó con la cerveza y empezó a toser estrepitosamente. Maura la miró con preocupación y se levantó de la silla para darle unos golpes en la espalda para reconfortarla.

— ¿Estás bien? — preguntaron Jane y Maura a la vez con notoria preocupación.

— Sí, perdonad, se me atragantó la cerveza porque no estoy habituada a preguntas tan directas— se disculpó Bárbara.

— Jane se caracteriza por ser demasiado directa. Ya lo ves, dice lo primero que se le pasa por la cabeza — puntualizó la doctora Isles guiñándole un ojo a la detective O' Reilly.

— Así soy, espontánea y muy directa y perdona la indiscreción de mi pregunta — añadió la detective Rizzoli mientras se recolocaba el pelo.

— No tengo novio. De hecho, nunca he tenido y que yo sepa, no tengo a ninguna mujer detrás de mí— respondió Bárbara esbozando una amplia sonrisa.

La detective y la forense no pudieron evitar sorprenderse al escuchar esa respuesta tan directa, se alegraron internamente al haber descubierto que Bárbara se sentía atraída solamente por mujeres.

— Y Jane, ¿tú qué? — se atrevió a preguntar la detective O' Reilly para saciar su curiosidad. Suplicó mentalmente que la detective estuviera también soltera, al igual que la doctora Isles.

— Yo... bueno... no estoy con nadie ahora mismo. Un chico del FBI me tiró la caña, pero digamos que le dejé bien claro que no me interesaba — respondió la detective Rizzoli, echando la mirada hacia la izquierda, como si estuviera recordando ese momento tan incómodo y vergonzoso para ella.

— Tendrías que haberlo visto, Bárbara, te habrías partido de risa al ver esa situación — añadió Maura mientras se terminaba por fin su botellín de cerveza.

***

El caso se iba complicando por momentos, aparecieron 2 nuevos cadáveres. Era evidente que ambas víctimas fueron asesinadas del mismo modo, una de ellas apareció en un tiovivo y la otra enfrente de un colegio.

Jane y Bárbara se alarmaron al darse cuenta de que tenían ante ellas a un asesino en serie, sumamente meticuloso, inteligente, que nunca dejaba huellas en el escenario del crimen. A su vez, Maura también se alarmó ante esa situación y advirtió a las detectives tan pronto como fue posible que el perfil del asesino encajaba con la psicopatía, la cual era sumamente peligrosa porque eso hacía que el asesino no sintiera ningún tipo de remordimiento por sus actos tan crueles como despiadados y además,  encontraría justificada su forma de actuar.

— Te dijimos varias veces que no salieras con Dennis— le recriminó Jane a Maura, haciendo todo lo posible para retenerla. Bárbara aportó su granito de arena.

— Maura, dile que no puedes ir.

—¿Acaso no prefieres quedarte con nosotras y ayudarnos a resolver el crimen? — añadió la detective O' Reilly en un desesperado intento de impedir que la forense acudiera a esa cita.

— ¿Cómo no voy a ir? Si Dennis es un encanto. Me ha regalado una escultura de mi mano porque dice que mis manos son hermosas— agregó la doctora Isles.

Los intentos de ambas detectives fueron en vano, porque Maura se despidió de ambas detectives y se marchó a cenar con el atractivo escritor de éxito.

Jane y Bárbara se quedaron en la comisaría, porque todavía el asesino andaba suelto y debían descubrir lo antes posible quién era el autor, para impedir que ninguna mujer más fuera asesinada. Además, la presión que ejercía el teniente Cavanaugh sobre ellas no ayudaba.

Ambas detectives buscaban con desesperación algún nexo que uniera a todas las mujeres asesinadas. Ya no eran conscientes del número de cafés que se habían ido bebiendo a lo largo del día para aguantar el intenso ritmo de trabajo que se veían forzadas a seguir al no haber dado todavía con el autor de los 3 asesinatos que tuvieron lugar en menos de una semana. Tenían mucha información en sus manos, el material usado para hacer las estatuas, el tiempo que los cuerpos permanecieron en una cámara frigorífica, el arma empleada para matarlas, la droga que les fue inyectada en la carótida por el propio asesino y aun así, seguían sin dar con su identidad.

— Creo que estas 3 muertes no son casuales, es posible que las 3 tengan algo en común.

— Frost, ¿puedes comprobar si todas tienen hijos? — le pidió la detective Rizzoli.

Frost se puso enseguida a ello y descubrió que todas habían sido madres y que todos sus hijos acabaron en orfanatos al haber sido abandonados por ellas.

— ¿Podrías mirar quién es el hijo de nuestra primera víctima? — le pidió Bárbara.

Frost asintió y en cuestión de minutos Frost dio con el nombre del hijo de la primera víctima. Se llamaba Mark Dugan, el cual había permanecido la mayor parte de su vida rotando por diversas casas de acogida y que actualmente tenía 36 años. Susie, la asistente de Maura Isles irrumpió en la oficina para entregarles el informe toxicológico de la tercera víctima.

Jane se quedó estupefacta al ver que fue drogada la víctima antes de morir con Ederol, un calmante muy fuerte. La detective Rizzoli sintió que todas las piezas comenzaban a encajar: recordó que cuando Dennis llegó al laboratorio de autopsias le dieron por muerto como consecuencia de una sobredosis de Ederol. Bárbara recordó que Maura les mencionó que Dennis era escultor también por lo que le indicó a Jane  que necesitaban comprobar algo clave para resolver por fin el intrincado caso. Jane tomó entre sus manos la mano esculpida por Dennis como regalo a Maura y la lanzó contra el suelo.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de ambas detectives al darse cuenta de que Maura estaba en ese momento teniendo una cita con el asesino.

— ¡Maura! — exclamaron ambas a la vez.

En cuestión de minutos todos los detectives armados con sus respectivas pistolas abandonaron el departamento de policía y pusieron rumbo a la casa del asesino.

Los 4 entraron con mucho sigilo a la vivienda, con pistola en mano. Jane era la que encabezaba la fila y Bárbara iba tras ella, llegaron a un salón ampliamente iluminado. El asesino, al ver a los 4 detectives, rodeó a Maura por el cuello, apuntándola con un cuchillo para inmovilizarla, mientras se acercaba peligrosamente al hueco en el que debía haber un ascensor. Los 4 detectives no soltaban las armas, Dennis agarró con más fuerza a Maura, provocando que ésta sintiera pánico y comenzara a llorar pensando que iba a ser la siguiente víctima. O' Reilly buscaba cualquier ocasión para disparar a Dennis, resopló al darse cuenta de que era muy arriesgado, porque el escritor sujetaba a Maura de tal forma que si ella le disparaba, posiblemente acabara hiriendo también a la forense.

— Si no soltáis las armas, despedíos de la doctora Isles, la cual será mi obra maestra. Todo Boston se conmoverá al ver a la bella forense asesinada y transformada en una bella estatua consagrada a la Venus de Milo.

— Está bien, tranquilo, soltamos las armas — dijo Jane con desesperación.

Los otros 3 detectives la imitaron, dejando con mucha delicadeza sus respectivas pistolas en el suelo. Jane comenzó a aproximarse con cautela al asesino.

—Sabemos que fuiste tú el que mató a esas 3 mujeres. No nos lo has puesto nada fácil, Dennis, pero cometiste un descuido al drogar a la última víctima con Ederol con la que casi mueres de sobredosis. Sabemos que tu madre te maltrató físicamente cuando eras pequeño, por eso buscas venganza, buscas lastimar y en cierto modo, embellecer las muertes de madres como la tuya, que maltrataron y abandonaron a sus hijos— puntualizó Jane mientras se acercaba un poco más al asesino, buscando cualquier oportunidad para agarrar a Maura y alejarla de ese monstruo.

Dennis clavó su mirada en los ojos castaños de la detective. Sus palabras le trastocaron por dentro, pero no iba a ceder a las persuasiones de la detective Rizzoli, Maura Isles debía morir. Mientras sendas lágrimas caían por su rostro al ver cómo se le agolpaban los recuerdos de su horrible pasado, acercó aun más el cuchillo al níveo cuello de la doctora Isles.

—  Mi madre me ha maltratado durante todo mi puta vida. Me ha golpeado, me ha drogado y después, me abandonó a mi suerte. Creo que los padres no saben lo mucho que pueden marcar toda la vida de sus hijos. Miradme, detectives, estoy lleno de traumas. Busqué venganza contra mi propia madre, pero al descubrir que más niños sufrieron mi destino, decidí vengarme en nombre de ellos, porque ningún niño merece pasar por todo lo que yo he pasado — verbalizó Dennis con dolor y odio. Seguía sosteniendo el cuchillo contra la doctora Isles, la cual era presa del pánico.

— Estás dolido, lo comprendo, pero debes soltar a Maura, ella no tiene nada que ver — planteó la detective O' Reilly con voz suave mientras permanecía quieta en su sitio, para no alarmar al asesino y provocar que hiciera una estupidez.

El asesino estaba prácticamente a los pies del hueco del ascensor. Maura no paraba de llorar, los 4 detectives estaban desesperados.

Jane, mostrando tener una sangre fría sin igual, aprovechando que pillaba a Dennis con la guardia baja, sujetó con firmeza a Maura cuando este procedió a precipitarse al vacío. La forense no paraba de llorar mientras Jane la reconfortaba en un tierno abrazo. Los otros 3 detectives recogieron sus pistolas del suelo y se acercaron al hueco del ascensor para cerciorarse con horror de que el asesino se había suicidado delante de sus narices. Sonrieron con alivio al ver que dentro de las circunstancias Maura se encontraba bien.

Frost y Korsak abandonaron el edificio para dar un momento a solas a Jane y Maura. Bárbara las miró durante un instante, lo suficiente como para darse cuenta de lo mucho que le importaba el bienestar de ambas mujeres, dándose cuenta en ese momento de que si Jane o Maura estaba mal, la otra lo estaría también, como si estuvieran conectadas mentalmente.

Bárbara apartó al fin la mirada para darles privacidad y procedió a imitar a los otros 2 detectives, estaba dispuesta a abandonar finalmente la vivienda del asesino, pero fue interceptada por los brazos de Maura, que tiraban de ella con impaciencia para darle un apretado abrazo. Bárbara se giró para mirarla y la abrazó por la espalda y sonrió aliviada.

— Menos mal que estás a salvo — susurró en su oído, su voz se quebró por toda la tensión que había sentido en ese momento.

— Gracias a vosotros — susurró Maura rompiendo en llanto.

— Si no hubierais descubierto donde estaba probablemente estaría muerta — añadió aferrándose aun más al cuerpo de la detective O' Reilly.

Bárbara acarició la sedosa melena de Maura en un intento de reconfortarla. Le estaba costando horrores porque todavía se estaba recuperando del susto, la forense finalmente se apartó de ella. La novel detective miró a Jane, la cual se veía notablemente afectada por los recientes acontecimientos, varias lágrimas caían por su bello rostro. Le dolió mucho verla sufrir de esa manera.

Se acercó con cautela a su compañera y por miedo a que rechazara su proximidad, se limitó a agarrar una de sus manos, dando sendas caricias para calmarla. Jane cerró los ojos y comenzó a relajarse e imitó a su compañera, atreviéndose a dejar delicadas caricias en su mano. Maura salió del edificio, dejando que compartieran ese momento a solas. Para la curtida detective ese agradable tacto le resultaba ya insuficiente, necesitaba abrazarla. Abrió sus brazos y con impaciencia atrajo a Bárbara hacia su cuerpo. La detective O' Reilly se sorprendió y se tensó ante su respectiva cercanía y con timidez, rodeó la espalda de la morena con sus brazos.

***

—Os acompaño a casa — se ofreció Bárbara, y es que veía el shock en los ojos de Maura, los sentimientos que abarcaban los ojos de Jane cuando contemplaba a Maura y pensó que lo más seguro sería ofrecerse a conducir y dejarlas en casa de Maura.

Bárbara se concentró en seguir las instrucciones de Jane mientras la pobre Maura dormitaba apoyada en el hombro de Jane, la detective Rizzoli la rodeó con uno de sus brazos mientras seguía dando indicaciones a Bárbara. Una vez que hubieron llegado, Bárbara se bajó del coche para acompañarlas a la puerta, dio un cariñoso abrazo a las 2 antes de marcharse.

— Bárbara, quédate — le pidió la forense.

Jane asintió con la cabeza dándole toda la razón. A Bárbara le pilló por sorpresa.

— Este momento es vuestro, será mejor que me vaya, no quiero molestaros — repuso en voz baja mientras se alejaba de las 2 amigas.

Jane fue más rápida que ella. Fue detrás de Bárbara y la interceptó sujetando uno de sus brazos.

— Maura está muy afectada por lo ocurrido, te necesita a ti también a su lado — susurró mientras tiraba de ella para que emprendieran el camino hacia la casa de Maura.

— Está bien, me quedaré — respondió Bárbara cediendo por completo a la petición de Jane.

La doctora Isles se encontraba tumbada en el sofá, sin decir absolutamente nada, Jane se sentó y la forense apoyó su cabeza en su regazo. La detective Rizzoli acarició su pelo para calmarla, pues sabía lo mucho que estaba sufriendo su querida amiga en ese momento, porque no le gustaba mostrarse tan frágil y vulnerable, aun sabiendo que debía sacar todo lo que sentía para poder seguir adelante. Bárbara observó la escena y decidió sentarse a los pies de Maura, la cual sonrió con alegría al verla y levantó las piernas para que pudiera sentarse. Bárbara permaneció callada, sumida en sus pensamientos, preguntándose con dolor cómo habría reaccionado si ese tío hubiera asesinado a Maura delante de sus narices, con timidez se atrevió a posar sus manos en los tobillos de Maura, transmitiéndole un agradable calor.

— No sé cómo no me di cuenta de que el asesino era él — reconoció Maura totalmente dolida rompiendo el silencio que se había formado.

— Maura, cielo, era imposible que lo supieras, no es tu culpa— la calmó así Jane.

La cual en ningún momento dejó de acariciarle el pelo.

— Maura, lo peor ya ha pasado, estamos contigo ¿vale? — contestó Bárbara en un intento de reconfortarla. Para demostrar que estaba con ella, sostuvo una de sus manos entre las suyas, Maura sonrió y comenzó a sentirse segura y relajada.

***

— Se ha dormido ¿verdad? — preguntó Bárbara rato después en un susurro apenas audible.

— Sí — contestó Jane.

— ¿Qué hacemos, la llevamos a su cama? — consultó la detective O' Reilly.

— Creo que es lo mejor — apuntó Jane.

Con mucho cuidado ambas detectives lograron levantarse del sofá sin emitir sonido alguno, pues la forense estaba sumida en un sueño tan profundo después de todo lo que le había pasado que les daba pena despertarla para indicarle que fuera a su cama a descansar. Cada una de las detectives sostuvo a Maura por uno de sus brazos y una pierna y la llevaron a su dormitorio, la depositaron con cuidado en la cama.

Las 2 permanecieron calladas mientras velaban por los sueños de Maura. Bárbara se atrevió a rozar una de las manos de Jane. La morena se sobresaltó al sentir su cálido tacto, pero no lo rechazó.

— Menudo día más intenso — dijo Bárbara rompiendo el silencio que se había formado.

— Y que lo digas, siento que tu entrada en la unidad de homicidios haya sido así — contestó Jane.

— No te disculpes, sé que esto es así siempre. Pienso en ese tío, en todas las mujeres a las que mató y me alivia que lográramos salvar a Maura.

— A mí también me alivia. No sé qué habría hecho si él hubiera logrado su objetivo. Si le hubiera hecho daño se habría llevado un balazo. Veo a Maura dormir y me siento aliviada — se sinceró la detective Rizzoli.

— Gracias a que actuamos rápido está sana y salva — añadió Bárbara sin soltar su agarre en la mano izquierda de su compañera. 

— Jane, creo que deberíamos irnos a dormir, me iré al salón, quédate tú con Maura, le reconfortará que estés a su lado — Bárbara desprendiéndose por fin del agradable tacto de la morena.

Jane permaneció callada al escuchar la propuesta de su compañera.

— Descansa, Jane, añadió Bárbara.

La detective Rizzoli reaccionó al fin, tiró de Bárbara para darle un cariñoso abrazo.

— Descansa tú también y si el sofá no te resulta cómodo, vente a la cama y duerme con nosotras — sugirió provocando que las mejillas de la detective O' Reilly adquirieran un tono rojizo que por suerte no podía ser apreciado por Jane.


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