|𝐏𝐚𝐥𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐙𝐞𝐮𝐬|

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Nota de la autora:  Muchísimas gracias a todos por los 5 K. Para celebrarlo he pensado publicar 2 capítulos y por eso publico este capítulo también con el que doy comienzo a una nueva historia de temática mitológica✨ 

Esta historia es la continuación del final alternativo de la historia de Atenea & Odiseo. De manera que, recomiendo mucho haber leído dicha historia previamente antes de leer esta❤️

Sinopsis: Palas |Παλλάς| la poderosa semidiosa nacida de la unión de la invencible diosa guerrera y el astuto Odiseo está destinada a derrocar a su abuelo Zeus ¿será lo suficientemente inteligente y valiente para instaurar un nuevo orden en el Olimpo?

Poneos cómodos y recorramos la Hélade 🏛️


I. La profecía de Gea.

Santuario de Gea, meses antes del nacimiento de Atenea

— Los hijos nacidos de tu unión con Metis serán muy poderosos, Zeus. El primero que tengas te igualará en fuerza e inteligencia pero el segundo superará con creces tu poder y te derrocará — profetizó Gea, la abuela de Zeus.

El Crónida se asustó tanto al escuchar tal profecía que para evitar que se cumpliera devoró a su esposa Metis cuando ésta ya estaba embarazada de Atenea. Aun así no pudo evitar el nacimiento de la poderosa criatura que salió de su cabeza proclamando un potente grito de guerra. El mundo entero se sumió en el caos durante unos instantes y todo volvió a la calma cuando la diosa guerrera se quitó el casco y saludó con solemnidad a su padre.

Olimpo, fin de la Titanomaquia

Gea acudió con gran celeridad al Olimpo porque su nieto Zeus le había llamado para reunirse con ella. El autoproclamado señor del Olimpo necesitaba con urgencia que su abuela le asegurara que tendría el control y poder absolutos sin que nadie se atreviera a atentar contra él, tal y como le sucedió a su padre Cronos cuando él mismo le desafió y le derrotó en batalla con la ayuda de los olímpicos y otras criaturas encerradas en el Tártaro.

— Abuela. No pude evitar el nacimiento de mi primera hija nacida de la unión con Metis. Dime, ¿conspirará ella contra mí? — preguntó el señor del Olimpo.

— No, nieto. Tu posición como señor del Olimpo estará a salvo mientras ella permanezca virgen. Si tu hija, la diosa guerrera, se une en el lecho con un mortal, el fruto de su unión será sumamente poderoso y te derrocará para instaurar un nuevo orden.

Olimpo, presente

El nacimiento de Palas trajo una gran alegría al Olimpo. Todos los dioses se enternecieron y se esforzaban por impresionar a la pequeña criatura. Todos los dioses se alegraron menos uno, Zeus. El señor del Olimpo se dio cuenta de que con ese nacimiento se acercaba el fin de su reinado en el Olimpo. Era muy consciente de que la hija de Atenea y Odiseo crecería sana y fuerte. Estaría dotada de una gran inteligencia y en el momento que menos esperaba le derrocaría para reinar ella en su lugar.

El Crónida no se equivocó. Palas creció deprisa y en cuestión de poco tiempo se convirtió en una muchacha muy fuerte, dotada de una mente muy ágil y una inteligencia sin igual.

Atenea se encargó de entrenar a su hija sin saber que al hacerlo la estaba transformando en una imbatible guerrera que jamás se detendría ante nada ni ante nadie y que así la estaba acercando cada vez más a su ineludible destino: derrocar a Zeus y cambiar el orden imperante hasta ese momento en la morada de los dioses. La diosa guerrera no era conocedora de ese destino profetizado para su hija porque su padre decidió guardarse esa profecía, creyendo que si no la compartía con nadie jamás se iba a cumplir, pero estaba equivocado.

— Madre, ¿por qué el abuelo nunca habla conmigo? — preguntó la joven Palas en una ocasión.

Atenea y Odiseo se miraron fugazmente a los ojos, sorprendidos por la pregunta formulada por su hija. Ambos sabían que tarde o temprano Palas les preguntaría por su abuelo Zeus, el cual jamás había hablado con ella.

— Hija, desconozco las razones que tiene tu abuelo para rehuirte. Hablaré con él— aseguró Atenea mientras se levantaba de la mesa en la que estaban degustando la cena.

***

—Padre. Llevas años evitando a mi hija y ella ya se hace preguntas al respecto. Debes decirme por qué actúas de esta manera con ella. Palas no supone una amenaza para ti — le recordó Atenea.

Zeus se sintió acorralado por su predilecta hija y supo que llegó el momento de revelar la oscura profecía que le había atormentado y amargado desde el momento en el que su nieta nació.

— El sino de Palas es derrocarme y reinar en el Olimpo— confesó el Crónida.

Atenea abrió los ojos con estupefacción y durante varios minutos permaneció en silencio.

— Atenea, di algo— imploró Zeus con una gran desesperación.

— Padre, yo desconocía esta profecía porque jamás la has compartido conmigo. Mi hija no hará tal cosa— aseguró Atenea.

— Lo hará. Las profecías de Gea siempre se cumplen. Ella encontrará la forma de derrocarme y no lo puedo permitir— añadió Zeus en un tono frío.

— Padre ¡sólo es una joven! Soy leal a ti y lo sabes, pero lo que nunca podré permitir es que la mates porque pende sobre ella una oscura profecía hecha por Gea— advirtió la diosa guerrera.

***

Parecía que Atenea había desaparecido de la faz de la tierra porque tras la reunión con su padre ningún dios la volvió a ver. Odiseo y Palas se mostraron muy desesperados. No podían evitar preguntar con mucha insistencia a todos los dioses con la esperanza de que alguno hubiera visto a la poderosa diosa, pero todos negaban haberla visto y desconocían su paradero. La joven semidiosa comenzó a impacientarse y no se lo pensó dos veces, subió a su áureo carro de pegasos y estuvo días recorriendo toda la Hélade para dar con Atenea. No dio con ella. Tras su larga búsqueda infructuosa supo que debía preguntar a aquel al que llamaba abuelo.

Palas se subió a su espléndido carro tirado por 4 hermosos pegasos blancos, regalo de sus padres como recompensa por haber completado sus lecciones en el arte de la guerra y partió con celeridad al imponente palacio ocupado por su abuelo Zeus y su esposa Hera. Zeus observó con perplejidad cómo la joven semidiosa descendía del gran carro y se aproximaba hacia él con una gran determinación y supo en ese instante que no podría posponer más una conversación que tenían pendiente desde su nacimiento.

— ¿Dónde está mi madre? — preguntó Palas directamente.

Zeus se dio cuenta de que su nieta no sólo había heredado los ojos grises de su madre sino que también había heredado su fuerte carácter y su gran determinación.

— ¿Por qué me lo preguntas a mí? — inquirió el Crónida.

— Fuiste el último que estuvo reunido con ella. Así que entiendo que puedes saber cuál es su paradero— puntualizó la joven semidiosa.

*Tártaro, presente*

Atenea abrió sus ojos desconcertada y empleó toda su fuerza para liberarse de las gruesas cadenas que le aprisionaban. Estudió con detenimiento el entorno y no tardó en deducir que se hallaba encerrada en el Tártaro. Los titanes encerrados por Zeus la observaron con asombro porque nunca se hubieran imaginado que Atenea, diosa olímpica e hija del soberano de los cielos, Zeus, fuera encerrada junto con ellos en el Tártaro.

— Atenea, ¿qué haces aquí? — preguntó Cronos, el único titán que osó romper el tenso silencio que se había formado con la llegada de la diosa.

— No lo sé— contestó ella mientras intentaba liberarse de nuevo de sus cadenas.

— Es imposible que te liberes. Estas gruesas cadenas fueron forjadas por Hefesto y es más, aunque te liberes de las mismas los hecatónquiros no te dejarían salir de aquí— le advirtió Cronos.

Olimpo, presente

— Abuelo, sé que sabes dónde está mi madre. No sé qué problemas tienes con ella pero libérala y deja que tome su lugar— pidió Palas con seguridad.

— Eres valiente y noble, al igual que mi amada hija Atenea— repuso Zeus.

— No me dirás donde la has encerrado, ¿verdad? — contestó Palas tensando la mandíbula.

Zeus quiso interrumpir a su nieta pero no lo logró.

—Tu hija es respetada por todos los dioses, ¿qué crees que pensarían si supieran que la has encerrado sin motivo alguno? — le preguntó mientras se daba la vuelta, decidida a subirse a su carro y proseguir con la búsqueda de su madre.

— Insinúas que la he encerrado sin pruebas ¿cómo yo osaría encerrar a mi hija predilecta? — preguntó el Crónida.

— Fuiste el último que estuvo con ella, y a mí me has evitado desde mi nacimiento. Es obvio que ocultas algo. Dado que no vas a cooperar, la encontraré yo.

— Espera, nieta. Te diré dónde está si juras por la Estigia que jamás conspirarás contra mí para quitarme el trono.

Palas detuvo sus pasos y se acercó a su abuelo con pasos apresurados.

— No puedo jurarte tal cosa, abuelo, porque desconozco cuál es el sino que han tejido las Moiras para mí. Además, ¿cómo sé que me dirás la verdad? Es obvio que me odias porque desde que he nacido jamás me has dirigido la palabra— apostilló Palas.


Nota de la autora: ¡¡¡Hola!!!  este capítulo se lo dedico al lector que me dio la idea de hacer esta historia porque  de no ser por él no la habría comenzado a escribir🩷

Por último, hacedme saber si queréis en comentarios qué os ha parecido este capítulo y si os gustó me ayudáis mucho dejando un voto, muchas gracias🩷





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